¿Quién sale ganando con la consolidación del sector bancario americano?

junio 4, 2011 · Imprimir este artículo

¿Quién sale ganando con la consolidación del sector bancario americano?

 

El sector bancario de Estados Unidos estaba entrando en un periodo de recuperación en 2010, pero aún así experimentó altibajos. El año pasado, 157 bancos entraron en suspensión de pagos en EEUU, el mayor número desde 1992 según la Sociedad Federal de Seguro de Depósito (FDIC, por sus siglas en inglés). La concesión de apertura de nuevos bancos marcó un mínimo histórico: 11, comparado con 181 hace tres años.

Con tantos bancos saliendo de escena y tan pocos entrando, está teniendo lugar un proceso de consolidación que se había anticipado desde hace tiempo. En EEUU habrá al final de 2011 menos de 6.529 bancos comerciales y 1.128 instituciones de ahorro. Esto representa una caída del 4,4% en relación al año anterior, lo que deja al país con cerca de la mitad de instituciones que hace 20 años, según datos del FDIC. ¿Qué significa esa consolidación para el sector bancario en los próximos 20 años? ¿La disminución del número de bancos debe ser motivo de preocupación para el consumidor?

Diversos especialistas creen que la consolidación continuará, y prevén que la tendencia contribuirá a mejorar el sistema bancario a largo plazo. «Realmente no necesitábamos tantos bancos como teníamos», dice Jack Guttentag, profesor emérito de Finanzas de Wharton y ex economista de la Reserva Federal de Nueva York. «Los bancos hoy en día pueden abrir sucursales donde deseen, por lo tanto lo que importa, de hecho, es el número de opciones que el cliente tiene en un determinado mercado».

Ese es el desafío, dice Kenneth H. Thomas, profesor de Finanzas de Wharton. Para Thomas, no todos los clientes se verán beneficiados por una consolidación mayor. Un mercado, como el americano, con un exceso de bancos, en que la oferta de servicios bancarios supera la demanda, «generalmente es bueno para el consumidor y para las empresas, porque tiene como resultado precios más bajos —es decir, en índices de préstamos, tarifas de préstamo/depósito más bajos e índices de depósitos más altos— y mejores resultados en lo tocante a productos más variados e innovadores», dice Thomas. «Habrá quien crea que el exceso de competencia [o la bancarización excesiva] puede aniquilar los bancos más frágiles» —tal y como sucedió con Washington Mutual, institución de ahorro que acabó en suspensión de pagos en 2008—, «pero ahí surge otro que lo sustituye, aunque con un número menor de sucursales y de servicios».

Lecciones que la historia enseña

Hay un motivo de que en EEUU haya tantos bancos. En vez de crear un banco único y de grandes dimensiones como hicieron otros países, el Gobierno federal americano aprobó varias leyes en 1784 con el objetivo de estimular la creación de numerosos bancos en los diversos Estados. En 1863, una nueva ley bancaria creó una carta nacional de autorización que estimulaba la creación de un número mayor de instituciones financieras, aunque tributara a los bancos en sus documentos de constitución. Cerca de 70 años después, al principio de la Gran Depresión, el país tenía más de 30.000 bancos. Sin embargo, el colapso del mercado tuvo su precio. Sólo en 1993, cerca de 4.000 bancos comerciales y 1.700 instituciones de ahorro y de préstamos se habían hundido.

La siguiente ola de consolidación ocurrió en 1994 con la llegada de Riegle-Neal Interstate Banking y de la Ley de Eficiencia de las Sucursales. Eso facilitó la expansión interestatal, que se dio por medio de fusiones y adquisiciones o de manera orgánica. El número de bancos comenzó a disminuir en cerca de un 4,5% al año, antes de que tuviera lugar otro periodo de expansión a finales de los años 90, según el FDIC.

Con el péndulo oscilando una vez más el año pasado, la consolidación volvió a los niveles de 1994. Pero, en contraste con épocas anteriores, buena parte de la consolidación se debió a suspensiones de pagos y no a fusiones y adquisiciones. Entre los bancos que cerraron sus puertas están: el American National Bank of Ohio, una pequeña institución con activos de US$ 70 millones y que luchó durante años para dar beneficios y estuvo bajo presión regulatoria hasta que su actividad cesó en marzo; el Colonial BancGroup of Alabama, que concluyó sus actividades en el verano de 2009 pocos días después de que los órganos reguladores comenzaron una investigación sobre irregularidades contables. Esta fue la tercera mayor suspensión de pagos de la historia de EEUU. Todos los depósitos del Colonial fueron vendidos a B&T, lo que le convirtió en el noveno mayor banco en número de activos, según Bloomberg. Respecto a las fusiones y las adquisiciones, hubo 197 acuerdos el año pasado, siendo ése el número más bajo registrado en los últimos 20 años. Loretta J. Mester, profesora adjunta de Finanzas de Wharton y directora de investigaciones del Federal Reserve Bank de Filadelfia, cree que la consolidación continuará a lo largo de los próximos años. «A corto plazo, creo que la consolidación ganará fuerza a medida que los bancos más frágiles vayan siendo engullidos en los procesos de fusiones y adquisiciones, mientras los más fuertes se tomen su tiempo para reforzar su capital» a la espera de mayores eficiencias y de economías de escala, dice ella.

Los pequeños

Las instituciones que probablemente se verán más afectadas por toda esa actividad serán los bancos comunitarios. Gran parte de ellos son de tamaño pequeño, pertenecen a propietarios locales y tienen menos de US$ 1.000 millones en activos, pero representan un 92% de todas las instituciones bancarias y de ahorro, informa el FDIC. Para muchos de ellos, la llegada de la reciente Reforma Dodd-Frank Wall Street y de la Ley de Protección al Consumidor fue fatal. La introducción de controles más rigurosos sobre el capital, la liquidez y el apalancamiento, así como el crecimiento de la burocracia regulatoria, pusieron a esos bancos en una situación difícil, sobre todo los que tienen menos de US$ 500 millones en activos. «Muchos bancos pequeños se sienten alejados del segmento por las nuevas regulaciones», dice Thomas.

La difícil situación de los pequeños no ha pasado desapercibida para el FDIC, ya que el órgano lanzó varios proyectos para atenuar las dificultades de los bancos comunitarios. Hace pocas semanas, por ejemplo, el órgano expidió directrices que alivian los requisitos relativos a la forma en que esos bancos lidian con los clientes cuyas cuentas están casi siempre en posición de descubierto. El FDIC también ha incentivado a los emprendedores a comprar bancos con problemas. Según Thomas, esa tendencia surge hace dos años, cuando era difícil conseguir aval de apertura. Ejemplo de eso fue el caso del BankUnited, institución financiera de Miami Lakes, en Florida, con 70 sucursales. El banco salió a bolsa a principios de este año después de que el FDIC lo vendiera en 2009 a un grupo de inversores en private equity liderado por John Kanas, ex consejero delegado de un banco regional de Long Island vendido a Capital One hace algunos años.

Todd A. Gormley, profesor de Finanzas de Wharton, dice que los bancos comunitarios tienen un papel importante en las economías locales. En general, ellos se relacionan de manera muy próxima con los clientes y suelen conceder préstamos utilizando más información personalizada que el historial de crédito y otros datos concretos usados por los grandes bancos. «Los bancos pequeños, y las personas que intentan conseguir préstamos de los grandes bancos, tal vez sean un subgrupo de la población en mala situación debido a la consolidación», dice Gormley.

No se puede dejar de mencionar también la eficiencia —a veces poco apreciada— de acreedores de menor tamaño que convierten a las relaciones personales en una garantía contra el impago. En un estudio publicado el año pasado, Stephanie Moulton, profesora de Políticas Públicas de la Universidad Provincial de Ohio, constató que los prestatarios de baja renta, o con un mal historial de crédito, tienen mucha menos probabilidad de caer en el impago en los préstamos contratados en bancos locales que en préstamos obtenidos de bancos o compañías hipotecarias distantes. Las relaciones personales, dijo ella, son un factor importante en la relación recíproca entre acreedor y prestatario. Eso permite que ambos lados intercambien informaciones críticas como, por ejemplo, plazos de pagos.

Como viene, se va

Para Guttentag, la consolidación deja en manos de algunos bancos la mayor parte de ciertos productos específicos. Cuatro «megabancos» —Wells Fargo, Bank of America, JPMorgan Chase y Citigroup— tienen hoy en día las tres quintas partes del mercado hipotecario residencial, lo que limita la elección de productos por el consumidor y las opciones de mejor precio. «Es una cuestión evidente de concentración de poder», dice Guttentag. «Un número limitado de empresas controla el mercado y se involucra en prácticas implícitas de colusión».

Thomas, por su parte, se preocupa de la concentración de los mercados en áreas geográficas específicas como consecuencia de la consolidación que está teniendo lugar. Aunque haya un número más que suficiente de bancos en todo el país, algunas ciudades, estados y regiones cuentan sólo con un banco que domina el sector. «Algunos mercados corren el riesgo de tener sólo uno o dos bancos en la ciudad», dijo. Por ejemplo, en el área metropolitana de Pittsburgh, el Banco PNC tiene un 47% del segmento de depósitos, según datos del FDIC. El segundo mayor banco de la región es el Citizens Bank de Pensilvania, con un 8,5% de los depósitos. «Necesitamos la competencia porque ella rebaja los precios», dice Thomas.

Aunque no haya límites para el volumen de depósitos en ciertos mercados, la Ley Riegle-Neal, de 1994, impone a los bancos un techo del 10% sobre los depósitos en todo el país. Desde entonces, esa ley está siendo interpretada como un límite al crecimiento a través de fusiones, y no de manera orgánica. El Departamento del Tesoro estudia ahora modificar ese techo e incluir también los pasivos consolidados.

Mester, sin embargo, dice que el consumidor no necesita preocuparse. «Cuando hay consolidación, no significa que haya necesariamente menos sucursales bancarias», dice ella. Aunque el número total de bancos esté descendiendo, el número de sucursales no lo está. Además, no importa donde esté, el consumidor tiene acceso a un número cada vez mayor de opciones bancarias online. En los últimos diez años, el número de sucursales creció un 15% en todo el país, aunque esa expansión haya ocurrido de forma primordial entre bancos con US$ 500 millones, o más, de activos. El número de sucursales cayó de forma significativa por primera vez en diez años en 2010. Respecto al futuro, Guttentag prevé que el número de bancos continuará descendiendo, pero él duda de que EEUU llegue un día a parecerse a Canadá, por ejemplo, donde hay sólo 22 bancos. De hecho, si la consolidación continúa al mismo ritmo que en los últimos 20 años, a una media anual del 3,3%, se necesitarían 60 años para que el número total caiga por debajo de 1.000 bancos y cerca de 130 años para que quedara por debajo de 100. «Aunque el número de bancos descienda, pasando de 1.000 a 100, si esos 100 están operando en todos los segmentos de mercado, y si el consumidor tuviera varias opciones, no habría motivo de preocupación», dice Guttentag.
Fuente: Wharton Universia, 01/06/11.

Más información: Banks-in-immediate-danger-of-failure-2010-09

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