Argentina: Crece la fuga de capitales

mayo 23, 2011 · Imprimir este artículo

Las elecciones y el apego al dólar alimentan la fuga de capitales

La salida se aceleró en abril y marzo. Este año podría cerrar en U$S16.000 millones, un salto del 33% respecto de 2010.

Por Annabella Quiroga

 

Después de un verano tranquilo, la salida de capitales, un fenómeno inevitable de la economía argentina, se aceleró en las últimas semanas.

Pasó de U$S500 millones en enero, y otros tantos en febrero, a cerrar el primer trimestre en U$S3.676 millones, según datos del Banco Central. En abril, aun sin números oficiales, las consultoras privadas estiman que se ubicó entre U$S1.300 y U$S1.700 millones. Para los analistas, la aceleración responde a una conjunción de factores: la incertidumbre electoral, la desconfianza que provocan las señales de que el Gobierno podría intensificar su intervención en la economía y, fundamentalmente, la preferencia instintiva por el dólar. De este último punto se desprende que los inversores se vuelcan a la divisa norteamericana con la convicción de que, en 2012, el Gobierno tendrá que corregir el tipo de cambio nominal para darle aire al modelo.

En la historia argentina la salida de capitales suele tener una estacionalidad marcada por las elecciones: la fuga se agudiza tres meses antes de cada votación. Lo notable es que, este año, comenzó a incrementarse seis meses antes de las presidenciales de octubre.

«Este tendría que ser un trimestre tranquilo, pero ya estamos viendo algunas tensiones. Se esperaba que la suba se diera en el trimestre previo a las elecciones», señala Alejo Espora, el equipo económico del Banco Ciudad.

«Las dudas ante las elecciones no se relacionan tanto con el resultado en sí mismo, sino con el hecho de que ninguno de los candidatos ha dicho que va a hacer en el futuro.

Hay un ambiente de incertidumbre bastante alto. La fuga va a continuar a menos que haya señales muy contundentes para los próximos años», apunta Eric Ritondale, de la consultora Econviews.

Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein, coincide con esta perspectiva.

«La mayor incertidumbre es por lo que vendrá después». Así, la idea de que la devaluación ya está en el horizonte está presente en los actores del mercado. Dal Poggetto refleja la cuestión en números: «Los salarios aumentan al 25% anual y el tipo de cambio se mueve al 8%.

Parecería que este esquema un año más no se sostiene, a menos que los precios internacionales lo sigan financiando». Entonces, «frente a esta escenario, lo que arrancó es una toma precautoria de ganancias. Pero el Gobierno aún cuenta con varios colchones para amortiguarla».

También Luciano Laspina, economista jefe del Banco Ciudad, apunta que «de a poquito, la gente está internalizando el tema electoral y cree que, después de la elección, el Gobierno podría corregir el tipo de cambio. Esto ya se ve en los contratos a futuro del peso, donde las tasas están subiendo».

«El tipo de cambio tendría que empezar a deslizarse a mayor velocidad. A medida que este proceso (la devaluación) sea percibido cómo más inmediato, es esperable que la compra de divisas se mantenga», dice Ritondale.

Al efecto electoral se le agrega la reacción del mercado ante medidas gubernamentales que le generan desconfianza. Para la consultora ACM, los motivos de la aceleración de la fuga, que ellos estiman en U$S1.700 millones para abril, «parecen estar relacionados con la decisión del Gobierno de eliminar la restricción del 5% de representación en los directorios de las empresas donde la ANSeS posee parte del capital accionario».

El «efecto ANSeS» también es señalado por Rodrigo Alvarez, de Ecolatina. «En abril notamos una aceleración de la fuga. Se debe a la percepción del mercado de que el Gobierno está avanzando con una mayor intervención en la economía, una percepción que se incrementó a partir del tema ANSeS.

Esto precipitó la fuga que esperábamos para los próximos meses».

Jorge Vasconcellos, del IERAL, el instituto de la Fundación Mediterránea, señala que «para abril, aún cuando el contexto externo lucía más amigable que ahora, las estimaciones de fuga de capitales fluctúan entre U$S1.300 y U$S1.600 millones». Vasconcellos advierte que «si en mayo esta tendencia no cambia, entonces habrá preocupación creciente en el sistema bancario».

La aceleración hizo que las consultoras revisaran su proyección acerca de la salida total de capitales que se dará este año. Así, para Ecolatina la fuga será de U$S15.000 millones, mientras que para Econviews será de U$S16.000 millones.

El año pasado, la salida había alcanzado los U$S12.000 millones.

Los números de Econviews dan cuenta de que, desde 2003, la fuga acumula U$S80.000 millones, una cifra superior a las reservas acumuladas por el Central en ese período.

A su vez, los números de ACM precisan que, entre el tercer trimestre de 2007 y el primer trimestre de este año, la balanza comercial sumó U$S63.997 millones. En el mismo período, la salida de capitales alcanzó los U$S60.922 millones.

Dolarización en alza

En lo que va de este año, la salida de capitales coexiste con un fuerte ingreso de dólares por las exportaciones. Los datos del Banco Ciudad reflejan que «ya están apareciendo los dólares de la cosecha, con precios 30 ó 40% superiores a los del año pasado y una suba de la productividad del 5 al 7%».

La entrada de dólares coincide con el incremento del apetito del mercado por esta moneda. De este modo, la traducción de la fuga como una apuesta cada vez mayor a la divisa norteamericana tiene su correlato en la dolarización de carteras. Para Vasconcellos esta situación enciende una luz amarilla.

«Ocurre que gracias al aumento de los depósitos en pesos de los últimos meses, las entidades han podido ser muy agresivas en la oferta de créditos, una de las claves del buen ritmo del nivel de actividad».

La dolarización es alimentada por los grandes inversores y también por los minoristas, que según Econviews, representan el 50% de la demanda. «Los argentinos tradicionalmente se cubren en dólares, aunque la tendencia actual en el mundo es que el dólar se debilite», sostiene Dal Poggetto. «La preocupación excesiva por el dólar tiene más que ver con la política que con un problema estructural de la economía», concluye.

Fuentes del mercado indican que la dolarización de carteras empezó «hace tres o cuatro semanas» y en este esquema, «los más castigados son los bonos en pesos».

Uno de los principales operadores del mercado menciona que «es una actitud preventiva». En este contexto, los inversores liquidan sus posiciones en pesos para comprar bonos en dólares. Esta tendencia es alentada por los analistas. «Nuestra recomendación es mantener dolarizada el 75% de las cartera», dice un operador.

Así, se repite un proceso que en la historia reciente ya se había verificado durante el conflicto con el campo y en la crisis internacional desatada tras la caída de Lehman Brothers.

Ritondale señala que la compra de dólares viene siendo alta desde 2007. «Pero tampoco hay que olvidar que quienes compraron dólares en 2007, 2008, 2009 y 2010 salieron perdiendo, porque el tipo de cambio subió menos que la inflación. Este año la fuga crece, pero no es una situación dramática».

También el efecto de la inflación y el aumento nominal de los salarios juegan a favor de la dolarización. «Cada vez hay más pesos en circulación y cada vez el dólar resulta más barato, con lo cual es lógico que aumente la demanda», dice Ritondale y agrega que, si bien la salida de capitales es fuerte, «no es un detalle menor que coexista con un aumento del financiamiento a las importaciones, que en parte actúa como una compensación de esta salida».

Sin embargo, la persistencia de la fuga hace que buena parte del crecimiento de la economía termine cayendo en saco roto, al menos para los bolsillos de la mayoría de la población. La consultora ACM refleja esta percepción al señalar que «el esfuerzo que realizó el país para mantener el superávit comercial parecería que no se utiliza para reducir la exposición de deuda externa argentina o para acumular reservas ­o incluso, financiar más importación de bienes de capital, sino como una forma de ahorro privado, en un contexto de creciente desconfianza en la moneda nacional».
Fuente: Clarín, 22/05/11.

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