Argentina impasible ante el 25% de inflación

marzo 10, 2011 · Imprimir este artículo

Argentina impasible ante el 25% de inflación

 

La gastronomía alemana es famosa por sus salchichas con chucrut, la española por la paella, la japonesa por el sushi, mientras que Argentina se destaca por el asado y las milanesas de carne de vaca. Este último plato es tradicional y popular sobre todo entre los niños, que adoran acompañar la milanesa -carne rebozada que se fríe o se cocina al horno- con papas fritas bien crujientes.

Hace tres semanas, Cristina Fernández de Kirchner lanzó «Milanesas para todos», un plan para que se vendan a $ 21 (U$S 5,25) el kilo en el Mercado Central de Buenos Aires. De esta manera, la mandataria intentó demostrar que la alta inflación que denuncian los economistas privados no es cierta y que en realidad hay una distorsión de precios, es decir, que hay que buscar para poder comprar mejor. «Me llegó a Olivos –la residencia presidencial- una caja de ‘Milanesas para todos’, de 1 kilo. Las probé en familia. Máximo (por su hijo) me preguntó si serán así para todos. Estaba buenísima, yo comí», dijo Cristina Kirchner durante una conferencia de prensa.

Pero lo que no contó la presidenta en su peculiar declaración es que el Mercado Central de Buenos Aires, donde se concentra la distribución de frutas y verduras que se producen en todo el país, está ubicado en los suburbios de la ciudad, y para llegar es necesario trasladarse en auto o tomarse un bus. Para lo primero habría que pagar peajes y para lo segundo, desde el microcentro porteño, es necesario al menos 40 minutos de viaje.

Mientras algunas consultoras privadas de prestigio como la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y Ecolatina estimaron que la inflación de 2010 se ubicó cercana al 25%, en el Gobierno la calcularon en un 10,9%. Esta diferencia no es novedosa ya que se produce desde que el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) fue intervenido por el Gobierno de Néstor Kirchner en octubre de 2006. Desde entonces cambió su metodología de medición para la Canasta Básica Alimentaria y el Índice de Precios al Consumidor, por lo que comenzó a perder credibilidad tanto a nivel local como internacional.

En opinión de Enrique Dentice, profesor e investigador de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), esta falta de credibilidad genera “que las estadísticas oficiales dejan de ser utilizadas para los distintos procesos de toma de decisiones tales como salarios o inversiones”.

Como ejemplo de la falta de credibilidad en el INDEC, la propia justicia recurre a la información de las consultoras privadas para dictar sentencias. En una nota publicada en el diario La Nación el juez en lo civil Lucas Aon aseguró que para fijar cuotas alimentarias [en casos de divorcio] “tenemos en consideración el notorio aumento del costo de vida, que no tiene nada que ver con las estadísticas oficiales, sino con la inflación real».

Según Carlos Olivieri, director de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral de Buenos Aires, la distorsión que crea el INDEC produce dos efectos: «imposibilidad de ajustar la economía siguiendo la evolución real de precios, y la distorsión de los bonos que se ajustan de acuerdo con la inflación argentina. Este hecho provoca importantes «ahorros» para el Estado y el consiguiente perjuicio para el inversor».

Las causas de la inflación

Uno de los mayores flagelos que ha sufrido la economía argentina desde hace muchos años es la inflación, con tasas que alcanzaron el 5000% anual en 1989, lo que se conoció como la “hiperinflación”. La situación cambió radicalmente gracias al Plan de Convertibilidad instituido por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, en 1991, que mantuvo la paridad entre el peso y el dólar. Sin embargo, este sistema entró en crisis en 2001 y nuevamente aparecieron altos índices de inflación en el país.

Las causas que explican la inflación en la actualidad son múltiples pero una de las más mencionadas por los especialistas es la expansión monetaria. Según explica la economista Belén Pagone, Coordinadora Académica de la Universidad Austral, ésta responde “al mantenimiento de un tipo de cambio competitivo que obliga al Banco Central de la República Argentina (BCRA) a comprar dólares -más de U$S 3.500 millones en 2010- con una fuerte emisión, que solo es neutralizada parcialmente. El superávit comercial indudablemente exige que el Estado absorba una gran cantidad de divisas que, de otra manera, produciría una importante reducción del tipo de cambio”.

El aumento del gasto de los consumidores es otra de las variables que vinculan los economistas al índice de inflación. Para Dentice, de la UNSAM, las causas son múltiples y tienen distintos enfoques. «Una de ellas es la fuerte demanda impulsada por los créditos y promociones; el aumento de los precios de los productos agrícolas; las expectativas de los empresarios para adelantar ganancias, sin invertir en capacidad instalada; y el consumo de las familias frente a los pocos instrumentos para ahorrar”.

Además, Olivieri sostiene que hay un incentivo al gasto y no al ahorro: “Las tasas de interés real negativas que se obtienen en el sistema bancario local incentivan el consumo de bienes durables que también empujan la inflación”. Televisores, notebooks, pasajes de avión, autos e indumentaria son algunos de los rubros que más se comercializan en planes de cuotas que, a veces, superan los 24 meses sin interés.

Durante las Fiestas y el comienzo de las vacaciones de verano de 2011, en el hemisferio sur, se produjo una fuerte falta de efectivo por el constante aumento del consumo de los argentinos. Hubo que emitir billetes tanto en Argentina como en Brasil para solucionar este problema. La falta de dinero se debe al aumento del consumo y a que la inflación le quita valor a los billetes y, para comprar lo mismo, se necesitan más pesos. Por eso en época de compra de regalos y de vacaciones no alcanzó el dinero disponible y hubo que emitir más de lo programado.

Los ciudadanos no son los únicos que “derrochan” lo que ganan ya que el propio Estado viene aumentando su gasto de forma considerable. Dentice señala que la expansión del gasto “producto de jubilaciones, planes universales [subsidio del Gobierno a los sectores de menores recursos] y empleo público, entre otros, tiene una expansión de casi 35% y ello requiere ser financiado. Para poder curbrir esos gastos el Gobierno recurre a las utilidades del BCRA (Banco Central) y las colocaciones de ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social), pero ceba la bomba de nafta”, comenta.

Los sindicatos también están poniendo su granito de arena para empujar la inflación ya que, en estos momentos, están presionando para que se aumente los sueldos de sus trabajadores en un 20%.

En resumen, para Ernesto A. O’ Connor, director del Programa de Análisis de Coyuntura del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA), las principales causas detrás del fenómeno inflacionista son: «la política monetaria, con la emisión y tasas reales negativas; la política fiscal muy expansiva; la política de ingresos que exacerba la puja salarial; las presiones en la estructura económica por un PIB que crece por encima de su potencial». En todo este escenario, señala, «la única ancla inflacionaria es el tipo de cambio, que se sigue atrasando”. Es decir, el Banco Central sigue comprando divisas para sostener el dólar, ya que de otra forma se dispararía.

Argentina no está sola

El problema inflacionario no es exclusivo de Argentina, ya que otros países de la región acompañan este ritmo. Sobre todo Venezuela, que en 2010 registró una inflación superior al 26%. Sin embargo, Brasil, Chile y Perú lograron mantener este factor en un rango del 6% anual. Un porcentaje que, aunque inferior, preocupa a los economistas por su tendencia alcista, lo que previsiblemente llevaría a los bancos centrales a subir las tasas de interés en los próximos meses. Este panorama complicaría, en particular, a Brasil que busca contener la inflación y bajar sus de por sí elevadas tasas de interés, situadas en 11,25 puntos porcentuales.

¿Pero por qué se descontroló este indicador en Argentina y Venezuela? En opinión de Pagone, de la Austral, “En los últimos años, Brasil, Chile y Perú han logrado generar un clima de inversión propicio para evitar los “cuellos de botella” a nivel productivo que padece hoy la economía argentina. Al mismo tiempo, estos países han sido prudentes en las decisiones de gasto público y emisión monetaria”.

Además, Olivieri añade que “Argentina tiene un alto componente de commodities en su canasta de consumo que hace que sus precios dependan fuertemente de lo que sucede a nivel internacional, mientras que dichos países tienen una mayor diversificación de sus exportaciones, como es el caso de Brasil; o exportan productos con mucho menor peso en su canasta de consumo, como es el caso de Chile y Perú”.

Por otro lado, O’ Connor, de la UCA, menciona que tanto Argentina como Venezuela manejan “políticas económicas que no asignan al Banco Central un rol estabilizador. Son gobiernos muy intervencionistas, y para ello es necesario tener inflación alta, pues justifica la redistribución”.

El aumento constante de precios en los productos de primera necesidad perjudica mayormente a las clases sociales más bajas, que ven reducidos sus ingresos en forma sistemática. “Evidentemente los asalariados no registrados [no hacen aportes jubilatorios y no cuentan con seguridad social] son los más afectados, que equivalen al 36% de la fuerza laboral, e incluyen buena parte de la población bajo la línea de pobreza, que estaría -según mediciones privadas- en una banda amplia de entre el 25% (según la consultora situación laboral y social-SEL) y el 40% (según el programa observatorio de la deuda social argentina-UCA)”, apunta O’ Connor.

Pero no están solos, el mundo empresarial también sufre los efectos inflacionarios. “Sin dudas las empresas ven incertidumbre y ello las lleva a esperar y mirar; y aprovechar la capacidad instalada que tienen pues no saben cuánto durara la demanda presente”, explica Dentice, de la UNSAM.

Pagone destaca que “el efecto más importante es la falta de incentivo a la inversión. Los capitales internacionales le temen a la inflación por los estragos que produce a la caída del valor real de sus inversiones si no tienen experiencia en economías inflacionarias. En los últimos años, las altas de activo fijo de las empresas cotizantes han sido inferiores a su amortización actualizada”.

Elecciones, ¿y después?

Si bien la inflación preocupa a los economistas, por ahora la sociedad no se muestra impaciente. Olivieri señala que en una encuesta realizada a comienzos de 2011 por la consultora Poliarquía, «la inflación no es, para los argentinos, el principal problema. En tanto, los problemas que más le preocupan a la sociedad son la inseguridad (34%), el desempleo (15%) y la inflación (8%)”.

De ahí que los expertos no consideren que, de momento, este factor vaya a jugar un papel definitorio en las elecciones presidenciales que tendrán lugar a finales de año y para las que el tablero político no hace más que deparar sorpresas, sobre todo después de la inesperada muerte del ex presidente Néstor Kirchner de un paro cardíaco el pasado 27 de octubre. Aunque no ha oficializado su candidatura, todo parece indicar que Cristina Fernández de Kirchner intentará la reelección.

Queda la incógnita si el próximo Gobierno, que sumirá el 10 de diciembre próximo, tomará medidas para paliar la inflación. En Brasil, por ejemplo, a poco más de 1 mes de haber asumido la presidencia, Dilma Rousseff anunció una reducción de gastos de U$S 30.000 millones, lo que equivale al 7% de las erogaciones del Gobierno central. El motivo fue explicitado: una presión inflacionaria que estaba llevando el ritmo de aumento de precios por encima de la meta del 4,5% anual fijada.

Ernesto O’ Connor, de la UCA, recomienda al Gobierno que salga de las elecciones “un shock de política, con Banco Central independiente, acuerdo con el FMI -para revisar las mediciones de los índices económicos-, reestructuración e independencia del INDEC. Luego, medidas monetarias y fiscales adecuadas, en un esquema de metas de inflación de un dígito en un par de años”.

Desde la Universidad Austral, Pagone sostiene que lo primero que debería hacer el Gobierno es “equilibrar el presupuesto y consecuentemente limitar sus gastos al flujo de fondos genuino proveniente de su recaudación». Por otro lado, la economista señala que deben crearse condiciones de seguridad jurídica, «que hoy Argentina carece en el corto plazo, para aumentar la inversión productiva, o bien crear incentivos para que esa inversión permita aumentar la oferta de bienes y servicios”.

Fuente: Wharton Universia, 09/03/11.

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