Cambios en la economía global
junio 25, 2013 · Imprimir este artículo
Emergentes
Por Enrique Szewach
El crecimiento global de la última década fue claramente protagonizado por el mundo emergente. Impulsado por las locomotoras de China e India, como actores principales, con Rusia y Brasil, en segundo plano, y junto a un grupo no menor de actores de reparto en América Latina, Asia, y mucho más recientemente África, que completaban la película de un “cambio de poder” hacia la periferia, mientras se verificaba la declinación y decadencia del “centro”, reflejada en la crisis financiera que estallara, finalmente, en el 2008.
Se hablaba, en ese momento, del “desacople”, indicando que ya nunca más un resfrío en Estados Unidos o Europa, significaría una pulmonía en el resto del mundo.
Y, efectivamente, superado el shock de finales del 2008 y principios del 2009, mientras el centro poderoso se debatía y todavía se debate, en recesión o modesto crecimiento, los emergentes recuperaron velocidad y siguieron empujando el crecimiento global.
Todavía hoy, siguen mostrando, en promedio, tasas de crecimiento superiores al mundo desarrollado y sus problemas contrastan definitivamente con los observados, en la Europa mediterránea, o en Japón.
Sin embargo, por diversas razones, algunos de esos países ya presentan señales de “cansancio” para empujar al mundo, y a otros, el papel de “superhéroes” empieza a quedarles grande.
China, en particular, está virando de una economía exportadora de trabajo barato, a una más equilibrada entre consumo interno e inversión. Pero sin instituciones “de mercado”, y sin claros derechos civiles y de propiedad, aunque la tendencia es positiva, encontrar ese equilibrio para el Partido Comunista, no resulta fácil.
De allí los barquinazos de fuerte expansión del crédito y recalentamiento, a políticas monetarias austeras. De agresivas inversiones en el exterior y gigantesca infraestructura a fuerte incremento de costos internos y dificultades para conservar ciertas ventajas competitivas.
Al punto que, entre los incrementos de los costos de transporte, y nuevos cambios tecnológicos hacia producciones más capital intensivas (en un mundo de costo de capital barato), hasta se está verificando un rimbombantemente llamado “renacimiento industrial” en los Estados Unidos. Apple, por ejemplo, fabricará los elementos centrales de su nueva “mac pro” localmente, mientras el nuevo teléfono celular de Google será fabricado en…Texas.
Esto no implica, la “decadencia” china, ni mucho menos. Crece más despacio, pero es una economía mucho más grande que antes. Sólo significa que nada es lineal, y que todo es más complejo que lo que los inversores y los analistas prefieren. (La evolución lineal, obvio, es más fácil de predecir que la que contiene marchas, contramarchas, volatilidades y ciclos. Ventaja para nosotros los “profesionales”).
Otros países emergentes empiezan a mostrar, en otra magnitud y con diferencias importantes, el mismo tipo de conflicto que surge entre haber acelerado consumo y crecimiento del ingreso de los ciudadanos/votantes, a expensas de un menor ritmo de las reformas estructurales, tanto institucionales, como de infraestructura.
O, paradójicamente, enfrentan las demandas inversas, como en Chile, o en algunos países asiáticos, en dónde la presión es para más distribución y menos inversión.
Pero además de esta situación “endógena” de los emergentes, como ya se mencionara, surge la “competencia” de los Estados Unidos que vuelve a mostrar un dinamismo incipiente pero sostenido, con respaldo en instituciones que, siempre en términos relativos, funcionan extraordinariamente bien.
La revolución energética, de la mano del gas y el petróleo no convencional. Un mercado de trabajo fluido. Y un mercado de capitales “barato”. Y con una situación fiscal que mejora, cuasi automáticamente, por el vencimiento de los recortes impositivos y de gasto de principios de año.
Aunque todavía les falta mucho, sobre todo, pasar la experiencia inédita de la reversión de la política monetaria superexpansiva de estos años.
Puesto de otra manera. Salvo excepciones, muchos de los emergentes no han terminado de “madurar” buenas instituciones y contextos regulatorios competitivos y de alta productividad. Por esa misma razón, no han encontrado, todavía, el equilibrio entre crecimiento, distribución, consumo, e inversión.
Sin ese equilibrio, sus economías se vuelven vulnerables y esa vulnerabilidad, se retroalimenta y agrava ante flujos de capitales que, al menor “susto” o “amenaza” huyen o se mueven creando más volatilidad y vulnerabilidad.
Más, ahora, que encuentran algunas “islas” en el mundo desarrollado, con mayor atractivo. O “nuevos arribos” emergentes como México.
Obviamente, algunos de los países en cuestión aprendieron la lección de décadas pasadas y la combinación de reservas internacionales acumuladas y comportamientos fiscales y monetarios más prudentes, les permite acotar el riesgo y el propio ciclo de inestabilidad.
Pero el desafío no es menor. Acelerar esa “búsqueda del equilibrio” en condiciones menos favorables que en el pasado no será fácil. Consolidar buenas instituciones, tampoco. Allí se verá, en serio, si la pérdida de sex appeal de los emergentes, o de alguno de sus sectores, es meramente transitoria y permite “apostar” a favor, o entramos en un ciclo más grande de fuertes volatilidades e inestabilidad en regiones hasta hace poco “de moda”.
¿Y nosotros?
Nosotros hemos dedicado la década a ganar en consumo y a perder en instituciones e infraestructura, siendo el mejor ejemplo de crecimiento super desequilibrado.
Lamentablemente, tendremos que pagar mayores costos para superar este populismo desenfrenado (que se financió gracias a la abundancia de recursos) y lograr reinsertarnos positivamente en este complejo escenario global que se avecina.
Fuente: Ámbito Financiero, 24/06/13.
Comentarios
Algo para decir?
Usted debe estar logueado para escribir un comentario.