Cómo dos amigos y rivales tienen en sus manos el destino de Grecia

julio 30, 2011 · Imprimir este artículo

Cómo dos amigos y rivales tienen en sus manos el destino de Grecia

Por Marcus Walker

 

ATENAS — El mes pasado, mientras los manifestantes frente al Parlamento se enfrentaban con la policía en medio de una lluvia de piedras y gases lacrimógenos, el asediado primer ministro de Grecia puso sus esperanzas en una llamada secreta a un viejo amigo.

«Formemos un gobierno de salvación nacional», dijo George Papandreou, el primer ministro del Partido Socialista, a su principal adversario, Antonis Samaras, líder de la oposición conservadora de Grecia y su amigo desde hace 40 años, cuando eran compañeros de cuarto en el campus de Amherst College, en Massachusetts.

Los detalles de sus conversaciones a mediados de junio revelan en qué medida dos amigos —cada uno con recetas muy diferentes para la salvación económica— tienen en sus manos el destino de Grecia, mientras el país trata de poner en orden sus casi US$500.000 millones de deuda fiscal. Su éxito o fracaso pesa sobre la

Las señales ayer de que la crisis de la zona euro no concluyó con la cumbre de los líderes europeos en Bruselas la semana pasada, volvieron a agitar los temores de contagio, disparando los costos de los préstamos para países endeudados e incrementando la presión sobre el euro.

El miércoles, la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s volvió a rebajar la nota de la deuda de Grecia, casi a nivel de chatarra, tras concluir que la propuesta de reestructuración del gobierno griego desencadenaría una cesación de pagos selectiva. Moody’s Investors ya redujo la calificación del país el lunes y Fitch, ya hizo lo mismo el viernes.

A su vez, la deuda de Chipre también fue rebajada ayer por Moody’s, bajo el argumento de su débil posición fiscal, clima político inestable y la exposición de sus bancos a Grecia. En España, la ministra de Economía, Elena Salgado, llegó a un acuerdo con los líderes de Finanzas de las comunidades autónomas para imponer nuevas metas presupuestarias y controles de gastos para cumplir con los objetivos fiscales del país.

La ola de noticias renovó la cautela entre los inversionistas, que volvieron a alejarse de los países atribulados en la periferia de la zona euro.

En este clima de temor a que los problemas de Grecia se propaguen al resto del bloque económico, los poco ortodoxos esfuerzos de Papandreou y Samaras para sanar las divisiones de Grecia casi sirivieron para llegar a un acuerdo. En sus llamadas del 15 de junio, Papandreou sugirió que un pacto bipartidista podría crear una base más solida para las dolorosas medidas de austeridad necesarias para seguir recibiendo ayuda internacional.

Samaras pidió que Papandreou renunciara. Los dos amigos estuvieron cerca de un acuerdo, pero las conversaciones se desmoronaron, desbaratando otra vez los mercados al dejar en evidencia la posible inestabilidad política en el epicentro de la crisis del euro.

Esta descripción de la relación entre los dos hombres se basa en entrevistas con más de una docena de sus colaboradores más cercanos y viejos amigos. Samaras fue entrevistado por The Wall Street Journal; pero Papandreou declinó.

El afable ministro griego, cuyo punto de vista fue influenciado por la contracultura estadounidense de su juventud, le dijo una vez a su hermano Nick que si pudiera tomarse un respiro de la política griega, le gustaría negociar en persona la paz de alguna crisis internacional, o salir a hacer dedo con su guitarra al hombro. En su lugar, se encuentra asegurándoles a los griegos que deben aceptar trabajo duro, sudor y lágrimas en forma de aumentos de impuestos y recortes de gastos para evitar la quiebra del país. Este mensaje desencadenó violentas protestas callejeras.

Samaras, un conservador extrovertido con una historia de retórica nacionalista, insiste en que el plan de rescate internacional está arruinando a Grecia. Afirma que recortes de impuestos radicales impulsarían el crecimiento. Su propuesta es «poco realista», dicen la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

Ambos podrían verse las caras en unos meses, si Samaras se sale con la suya y se convocan nuevas elecciones. Una pelea política podría enojar a la UE y al FMI y poner en duda las políticas de austeridad de Grecia.

Durante más de un año, Papandreou ha sido un pilar de la estrategia de Europa para rescatar a Grecia. Sin embargo, los efectos se sienten profundamente en la sociedad griega. El desempleo saltó a 16%, el doble del nivel antes de la crisis. Las empresas se están hundiendo. Ciudadanos de clase media enojados se unen a las protestas antes dirigidas por sindicalistas en las calles de Atenas. El estado de desesperación incrementa el respaldo a una receta menos amarga, como la que promete Samaras.

Los dos hombres son adversarios innatos, aunque amigos cercanos. Un colaborador de Samaras describió la ocasión en que fue testigo de un encuentro entre ambos a la salida de un cine. No se saludaron, sino que se hablaron como si ya estuvieran en medio de una conversación, recuerda.

Papandreou, de 59 años, y Samaras, de 60, se conocen desde la infancia en el Athens College, una escuela privada conocida por formar a la élite de Grecia.

Samaras viene de una familia con historia patriótica local. Su bisabuela era Penélope Delta, una famosa escritora que se suicidó en 1941, el día en que los invasores alemanes izaron la esvástica nazi en la Acrópolis.

Papandreou, nacido en Minnesota y de madre estadounidense, procede de una ilustre dinastía política. Su abuelo, homónimo, era un estadista moderado. Su padre, Andreas, un destacado economista, fue un militante de la izquierda a favor de los pobres de Grecia.

En 1967, oficiales del ejército griego dieron un golpe de estado para adelantarse a la esperada victoria electoral del partido de Papandreou. La familia se exilió a Suecia y América del Norte.

A principios de la década de los 70, Papandreou fue a estudiar humanidades en Amherst, donde formó una estrecha amistad con un pequeño grupo de estudiantes griegos, entre ellos Samaras. El ambiente altamente politizado que respiraron estaba caracterizado por «hippies, la guerra de Vietnam, la revolución, Nixon, Watergate, los libros que exhortaban el cambio a todos los niveles», explicó Samaras en una entrevista.

Samaras, más conservador y un declarado anticomunista, regularmente organizaba excursiones y fiestas, recuerda Stephen Manuelidis, otro compañero griego de aquellos años.

Tanto Samaras como Papandreou ya estaban decididos a dedicarse a la política en Grecia. «Dirigiremos Grecia juntos», proclamaron un día en la residencia universitaria en Amherst, dice Manuelidis.

Actualmente, Samaras está bajo una gran presión por parte de los líderes europeos para apoyar el programa de austeridad y olvidarse de los recortes de impuestos. Él asegura que tiene la razón y que Europa se equivoca, y se queja de que Papandreou no debió haberlo ignorado al principio de la crisis.

«Cuando el problema no era tan grave, no me consultó», dijo. «Ahora me llama».
—Alkman Granitsas contribuyó a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 28/07/11.

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