Economía de la religión

marzo 17, 2013 · Imprimir este artículo

Economía de la religión: hay fumata blanca (y de todos los colores)
Por Sebastián Campanario

Bienaventurados los economistas con sensibilidad para temas no convencionales y estudios disparatados, porque de ellos será el reino de Álter Eco. En la semana en la que todos (absolutamente todos) parecen tener una anécdota personal con Jorge Bergoglio para comentar, esta sección no podía ser menos. Lo que sigue es un compilado de algunas conclusiones de los estudios que los economistas le vienen dedicando al tema de la religión, escritos en un lenguaje austero, despojado y cercano al pueblo. A quienes quieran leerlos, les pedimos que primero recen una plegaria a favor de la economía de lo insólito.

El Cielo y el Infierno

Dicen que el cielo es como la liberalización del comercio: todos quieren llegar allí, sólo que no tan rápido. Entre los académicos que se dedican a esta cuestión en particular aparece uno de los profesores de economía mejor pagos del mundo, y un candidato firme a ganar el Nobel en los próximos años: Robert Barro. «Tal como las empresas quieren maximizar ganancias y los individuos quieren maximizar felicidad, la teoría económica predice que la Iglesia Católica quiere maximizar -entre otras cosas- el numero de fieles», explica a LA NACION el economista argentino Ricardo Pérez Truglia, que en el semestre pasado fue ayudante de Barro en el curso que dio en Harvard sobre «Economía de la religión». En un estudio reciente, titulado «Cuando los santos vienen marchando», Barro y Rachel McCleary -su esposa, también economista- armaron una base de datos con las santificaciones de todos los papas desde 1590 hasta la actualidad. «Sus resultados son consistentes con que la Iglesia Católica utiliza las beatificaciones con este objetivo, generando entusiasmo en la región de la persona beatificada», explica Pérez Truglia, que el miércoles estaba en la oficina de Barro cuando se conoció el nombramiento de Francisco. El hecho de que el continente americano sea el que más católicos tiene -con el doble que su inmediato seguidor, Europa- es consistente con esta hipótesis. Además de explicar decisiones religiosas con principios económicos, la «economía de la religión» estudia si las conductas que promueve la religión pueden influir en las decisiones económicas. En su estudio, Barro y McCleary hallaron que aquellos países donde la gente cree más en el cielo y en el infierno experimentan un mayor crecimiento económico, ya que sus ciudadanos acentúan conductas cooperativas, solidarias, sentido de justicia, cumplimiento de las normas, etcétera.

Larga data

Esta última conclusión va en línea con la hipótesis clásica del sociólogo, filósofo y economista político alemán Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo, donde argumenta que la religión puede ser una fuerza positiva para el desarrollo del mercado capitalista si se ve con buenos ojos la acumulación de riqueza, como posibilitó la Reforma protestante. Aunque el cruce entre la economía y la religión no tiene tanta biblioteca acumulada como otras temáticas, sí posee una historia larga. Se remonta a los planteos éticos sobre problemas económicos de Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII, pasando por los tratados sobre economía política y demografía del reverendo Thomas Malthus en el siglo XlX; o la afirmación de Karl Marx de que las religiones son un producto de los sistemas económicos que las sustentan. Pero mejor dejemos por un rato Wikipedia y volvamos a los trabajos de economistas argentinos, que son más divertidos.

Los mercados de apuestas

El miércoles a la tarde, al momento del anuncio, Walter Sosa Escudero, presidente de la Asociación Argentina de Economía Política (AAEP) y director del Departamento de Economía de la Universidad de San Andrés, estaba dando una clase de econometría. Se puso inmediatamente con sus alumnos a tirar correlaciones de búsquedas en Google (con Google Correlate) entre Bergoglio y términos relativos a la elección del papa en los días previos: «Los números muestran muy claramente que nadie se la vio venir», explica Sosa Escudero.

La economía del don

A veces traducida literalmente del inglés – gift economy – como «economía del regalo», la economía del don es una teoría en la que bienes y servicios se otorgan sin un acuerdo explícito de recompensas inmediatas o futuras. El 8 de marzo se realizó en la Universidad Católica Argentina una jornada sobre «La economía del don: perspectivas para Latinoamérica», donde hablaron Carlos Hoevel (UCA), Stefano Zamagni (Bolonia) y Daniel Finn (St. John’s), entre otros.

El costo del pecado

El 6 de enero de 2002, el diario The Boston Globe destapó la olla de un escándalo conmocionante. Un periodista contó la vida del cura John Geogham y reveló las 130 denuncias por abuso de menores que pesaban sobre él. La arquidiócesis de Boston y sus principales autoridades no sólo tenían conocimiento de los casos, sino que continuaron rotando a Geogham por cargos en los que seguía teniendo contacto con niños. Más tarde se supo que se trataba de una conducta que estaba extendida en la Iglesia estadounidense. Entre 1950 y 2009, 5768 curas recibieron al menos una acusación de abuso, lo que representa un 5,3% de la cantidad total. El número de víctimas en ese período ascendió a 15.235, a razón de 2,6 por cura. Más de 80% de las acusaciones se demostraron ciertas, y le costaron hasta el momento a la Iglesia estadounidense unos 3000 millones de dólares en indemnizaciones, con cientos de juicios todavía pendientes de resolución.

Pérez Truglia, el economista de Harvard citado al principio de esta nota, se asoció con un joven colega argentino que estaba estudiando por entonces en la Universidad de Illinois, Nicolás Bottan, para escribir un paper irresistible para los medios masivos en 2012, por los ejes taquilleros involucrados: religión, escándalo y sexo.

Según los resultados del estudio, hubo una disminución significativa en la adherencia a la Iglesia Católica en las comunidades afectadas por los casos de abuso de niños. La congregación católica en Estados Unidos hoy sería 10% más grande si no fuera por estos hechos. Además, las donaciones a caridad se derrumban luego de que una comunidad es afectada, así como también la provisión de servicios sociales. «Este estudio muestra que tener buenos líderes religiosos va mucho más allá de la calidad de las misas, y puede afectar algo tan importante como el bienestar de los más necesitados -explica Pérez Truglia a LA NACION-. Es por eso que la elección de un papa como Bergoglio es muy importante: no sólo puede aumentar el número de fieles, sino también la felicidad de los pobres y marginados alrededor de todo el mundo.»

Fuente: La Nación, 17/03/13.

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