El club de millonarios de Warren Buffett

noviembre 13, 2015 · Imprimir este artículo

El club de millonarios de Warren Buffett

Por Anupreeta Das.
Ed Prendeville, un inversionista de muchos años en Berkshire, compró sus primeras acciones de la firma en 1983
Ed Prendeville, un inversionista de muchos años en Berkshire, compró sus primeras acciones de la firma en 1983.

Una noche de invierno en 1981, Ed Prendeville conducía su vehículo a través de Omaha, Nebraska, cuando recordó que Warren Buffett, un inversionista sobre quien había leído en la universidad, vivía en esa ciudad.

Hizo una nota mental, y dos años más tarde este comerciante de trenes de juguete de colección habría reunido el dinero necesario para comprar sus primeras acciones de Berkshire Hathaway Inc., por US$1.300 cada una. Prendeville ha estado cosechando los frutos de esa decisión desde entonces.

“Es mi manta de seguridad”, dijo de las acciones este hombre de 64 años. Algunas de estas acciones se están cotizando a más de US$200.000 cada una.

warren-buffett-04En los 50 años que ha estado al frente de Berkshire, Buffett transformó una fábrica textil con problemas en un enorme conglomerado de US$200.000 millones en ingresos, creando en el proceso una legión de improbables millonarios, y algunos multimillonarios.

Uno de los accionistas es Frank Fitzpatrick, un abogado de asuntos tributarios de Lake Tahoe, Nevada, apodado “Forty-Dollar Frank” (Frank Cuarenta Dólares). El hombre suele presentarse con ese apodo porque ese es el precio al que compró sus primeras acciones de Berkshire.

Fitzpatrick recuerda que a principios de 1976 adquirió alrededor de 200 acciones a ese precio, sólo para venderlas 14 meses más tarde porque habían duplicado su valor. Como la acción continuó creciendo, lamentó la decisión y volvió a comprar a un precio aún más alto. Desde entonces, “siempre he tenido la costumbre de volver corriendo a Berkshire”, dijo Fitzpatrick.

En 1995, después de haber comprado su casa frente al lago Tahoe, Fitzpatrick dijo que su familia se reunió en el patio, se dio un abrazo grupal y dijo: “Gracias, Warren”. El hombre de 72 años, que ha utilizado parte de sus acciones de Berkshire para financiar una fundación educativa sin fines de lucro, dice que dejará el resto a sus dos hijos.

Los primeros accionistas de Berkshire han utilizado sus acciones para financiar la educación de sus hijos, comprar casas y acumular garantías para préstamos. Cientos de millones de dólares de acciones han ido a las universidades en las que estudiaron los accionistas, instituciones culturales e investigación médica.

A medida que estos inversionistas de larga data envejecen al ritmo de Buffett, que ya cumplió 85, también ellos se debaten pensando en la mejor manera de transmitir su capital. Buffett se ha comprometido a donar casi toda su fortuna de US$62.000 millones a la caridad y ya ha entregado más de US$25.000 millones. En una entrevista, dijo que espera que un “alto porcentaje de grandes accionistas individuales” haga lo mismo.

El presidente de Berkshire posee un especial carisma sobre los accionistas de su compañía, y su influencia ayuda a explicar cómo muchos de ellos interpretan su riqueza.

Una vista de la colección de trenes en miniatura de Ed Prendeville.
Una vista de la colección de trenes en miniatura de Ed Prendeville. 

El multimillonario todavía vive en la misma casa que compró en 1958 por US$31.500. A menudo toma el desayuno por un par de dólares en un McDonald’s cerca de su oficina y se paga un sueldo de US$100.000 al año. Con frecuencia conduce su sedán Cadillac por la ciudad.

Al igual que Buffett, los accionistas de Berkshire son un grupo inusual. Una vez al año, decenas de miles de ellos, desde gestores de dinero y ejecutivos de empresas a agricultores y rabinos, se congregan en Omaha para la reunión anual de Berkshire, donde sus peculiaridades quedan expuestas en una pantalla gigante.

En una cena anual organizada por un pequeño grupo de accionistas en el marco de esa reunión, la cuenta del restaurante se divide entre muchos. Los cantineros y meseros de Omaha dicen que los accionistas de Berkshire son tacaños con las propinas.

Antes de que el número de accionistas se hincharan a decenas de miles de personas, Buffett solía realizar un seguimiento de cada uno de ellos. A partir de la década de 1970, a medida que la notoriedad de Buffett comenzó a crecer, también lo hizo la base de accionistas de Berkshire.

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Hay cientos de millonarios de Berkshire en el área de Portland, Oregon, gracias a que un administrador de dinero de allí tuvo la visión de comprar acciones a nombre de clientes hace cuarenta años.

El gestor de dinero, Mark Holloway, descubrió a Buffett a principios de la década de los 70 después de que el legendario inversionista Ben Graham, el mentor de Buffett, le recomendó que se conocieran. Buffett no tenía tiempo, pero Holloway dijo que comenzó a comprar las acciones para él y los clientes de su empresa.

Los clientes pagaron precios tan bajos como US$400 por acción y, en promedio, recibieron menos de una docena cada uno. Hoy en día, algunos cientos son millonarios en el área de Portland, dijo Holloway, que administra cerca de US$50 millones de su propio dinero y de sus clientes.

Los accionistas que deseen vender sus acciones tendrían que soportar un enorme sacudón fiscal, debido al descomunal aumento del valor de la acción. Las donaciones benéficas, en cambio, están exentas de impuestos y son deducibles de los impuestos federales. “La filantropía es una manera inteligente de vender las acciones, y es también la mejor manera”, dijo Andy Kilpatrick, autor de un libro de 1.286 páginas sobre Berkshire.

Jim Halperin, un accionista de Dallas que fundó una compañía de subastas de monedas raras, compró sus primeras acciones de Berkshire en 1995 cuando se cotizaban en alrededor de US$30.000. Sus tenencias tienen ahora un valor de US$19 millones.

Halperin, de 62 años, dijo que sus puntos de vista sobre la filantropía fueron reafirmados por la decisión de Buffett en 2006 de donar la mayor parte de su fortuna principalmente a una fundación dirigida por el cofundador de Microsoft Corp. , Bill Gates. Halperin dona alrededor de un cuarto de sus ingresos anuales a causas locales y junto a su esposa planean donar la mayor parte de sus millones.

En marzo, Bill y Ruth Scott, residentes de Omaha, se unieron a Giving Pledge (algo así como Promesa de Dar), la iniciativa de Gates y Buffett para instar a los multimillonarios del mundo a donar al menos la mitad de sus fortunas a la caridad durante su vida.

Scott fue el primer empleado de la sociedad de inversión de Buffett a principios de 1960 y pasó su carrera en Berkshire, acumulando acciones suficientes para llegar a ser muy rico. “A Ruth, una chica de campo, le gusta comparar una pila de dinero con una pila de estiércol”, escribieron los Scott a Buffett. “Ninguno de los dos hace mucho bien a menos que usted los esparza bien.”

Prendeville señaló que a medida que crecieron las ganancias de su negocio de compra y venta de trenes de colección en Nueva Jersey, invirtió casi cada centavo en acciones de Berkshire.

Puso un poco en las cuentas de sus hijos y otro poco en una cuenta de retiro para sí mismo. Sus dos hijos crecieron disfrutando de las carreras de autos de competición, un hobby caro que Prendeville no podría haber financiado de otro modo. Su Hyundai luce una etiqueta que dice “In Berkshire Hathaway We Trust”.

En 2007, se le diagnosticó un cáncer colorrectal. Sin sus acciones de Berkshire, dijo Prendeville, le habría sido difícil de pagar el tratamiento de vanguardia que su aseguradora se negó a cubrir. “Tuve la oportunidad de escribir un cheque”, dijo.

Prendeville (que una vez encontró para Buffett un tren de juguete inspirado en el tren del medio oeste Hiawatha, que el multimillonario codiciaba cuando era niño), dijo que ahora está empezando a planificar la entrega de su patrimonio. No tiene planes para iniciar una fundación, pero está luchando para averiguar qué hacer. “¿Dónde hará un dólar mío la mayor diferencia?”, dijo. “No es fácil [saberlo]”.

Fuente: The Wall Street Journal, 01/11/15.

 

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