El drama del banco más antiguo del mundo

octubre 29, 2011 · Imprimir este artículo

El drama del banco más antiguo del mundo

Por David Enrich y Deborah Ball

 

Los dueños del italiano Monte dei Paschi, fundado en 1472, se han endeudado hasta la coronilla en medio de la crisis europea.

 

 

SIENA, Italia — Mientras los líderes europeos prosiguen sus esfuerzos para resolver la crisis que comenzó en Grecia, los inversionistas han volcado su atención a Italia, la tercera economía de la zona euro y una de las más endeudadas.

Las dudas acerca de la capacidad de pago del gobierno han disparado los rendimientos de la deuda soberana italiana e intensificado la presión sobre los bancos que poseen estos valores.

El banco más antiguo del mundo, Banca Monte dei Paschi di Siena SpA, está en medio de la tormenta. Los analistas esperan que los acreedores europeos obliguen a Siena a recaudar 2.000 millones de euros, unos US$2.800 millones, en capital fresco. Los problemas del banco repercuten en la región: la poderosa fundación que controla 50% de la entidad está recortando drásticamente sus donaciones. «No podemos seguir siendo el cajero automático de la ciudad», señala Gabriello Mancini, presidente de la Fundación Monte dei Paschi, desde su oficina en la sede del banco, que data del siglo XIII, con vista a la famosa Piazza del Campo de Siena. «Puede provocar problemas porque algunos grupos se acostumbraron a recibir nuestro apoyo», resalta.

Gabriello Mancini, cabeza de la Fundación Monte dei Paschi.

La fundación ha reducido en 80% sus donaciones a lo largo de Toscana en los últimos tres años. Las instituciones afectadas van desde una carrera de caballos por las estrechas calles de Siena a un laboratorio de biotecnología que busca curas para enfermedades neurológicas.

El drama constituye una nueva etapa en la crisis de los bancos europeos. Los bancos irlandeses fueron víctimas del estallido de la burbuja inmobiliaria. Sus contrapartes griegos sufren los estragos de la implosión económica del país. Los bancos franceses, por su parte, pagan el precio de su expansión en países como Grecia.

Los bancos italianos, en cambio, están en aprietos por tener en sus libros una inversión que en su momento pareció muy conservadora: deuda del gobierno italiano. A fines del año pasado, las cinco principales instituciones financieras del país acumulaban 164.00 millones de euros en deuda soberana de Italia, casi el doble que el capital de reserva que tenían para afrontar pérdidas repentinas, según los datos de las recientes «pruebas de solvencia» realizadas en Europa. Monte dei Paschi fue el banco con mayor exposición a la deuda del gobierno italiano: 32.500 millones de euros, más de cuatro veces su provisión de 7.100 millones de euros.

Las tres principales agencias de riesgo rebajaron este mes la calificación de los bancos italianos, entre ellos Monte dei Paschi. Las acciones de las entidades han caído bruscamente y los bancos han tenido que luchar para mantener su acceso a los mercados de capital.

Las turbulencias financieras han sido particularmente nocivas en países como Italia y España, donde los bancos han sido baluartes de las comunidades locales.

En España, los bancos de ahorro locales, conocidos como cajas, han sido tradicionalmente controlados por políticos o en algunos casos, la iglesia católica. Tenían la libertad de usar su dinero para financiar proyectos de su agrado. Cuando el mercado de bienes raíces español se resquebrajó, muchas cajas sufrieron fuertes pérdidas y por ende fluye menos dinero a los proyectos sociales locales.

La situación en Italia es más compleja. Durante seis décadas desde la era Mussolini, los bancos italianos operaron en un rol similar al de una empresa de servicios públicos estatal. Reciclaban regularmente algunas ganancias para convertirlas en obras benéficas locales.

A comienzos de la década de 1980, a medida que Europa se integraba más económicamente, Italia comenzó a privatizar sus bancos. Con el fin de conservar su papel benéfico, se crearon fundaciones a las que se les dio el control mayoritario de los bancos. Éstos distribuían dividendos que las fundaciones usaban en sus obras de caridad.

Durante los 15 años siguientes, la mayoría de las fundaciones diversificó sus inversiones para no depender completamente de la suerte de sus bancos. La Fundación Monte dei Paschi es una excepción. Casi 90% de sus activos está concentrado en el banco.

La fundación mantuvo el control ya que está decidida a que Monte dei Paschi siga teniendo su sede en Siena, donde se encuentra desde que fue fundado en 1472. Con unos 3.000 trabajadores en la zona, el banco es el mayor empleador de Siena y es responsable por alrededor de 60% de los préstamos a residentes y empresas locales.

Cuando el banco prosperó, la fundación siguió el mismo camino. Hasta 2008, el banco era muy rentable. Y la fundación donó hasta 250 millones de euros al año en la zona, más que el presupuesto anual de la ciudad de Siena.

En 2007, Monte dei Paschi anunció un acuerdo para comprar un importante prestamista en el norte de Italia, Banca Antonveneta. El acuerdo convertiría a Monte dei Paschi en el tercer mayor prestamista del país, con más de 3.000 sucursales.

Sorprendieron los 9.000 millones de euros que se pagaron en efectivo, cuando ya había señales de una crisis en ciernes. La compra vació las reservas de efectivo del banco.

En marzo de 2009, en plena crisis, Monte dei Paschi acudió al gobierno italiano para pedir ayuda. Pidió una infusión de 1.900 millones de euros y acordó pagar unos 160 millones de euros al año en intereses.

Durante los siguientes dos años, la economía siguió postrada y las ganancias de Monte dei Paschi cayeron. La entrega de dividendos se redujo a menos de 0,01 euros la acción, lo que privó a la fundación de su principal fuente de ingresos y la obligó a reducir sus donaciones de 230 millones de euros en 2008 a cerca de 100 millones de euros en 2010. La fundación contempla donar 50 millones de euros este año y un monto similar en 2012. Esto significa que cientos de organizaciones comunitarias no reciben el financiamiento que necesitan.

La situación del banco, mientras tanto, siguió empeorando. En marzo de 2011, la junta directiva acordó que el banco debía vender acciones por 2.100 millones de euros.

La decisión dejó a la fundación en una disyuntiva: podía conservar su participación mayoritaria y comprar 1.000 millones de euros de las nuevas acciones, con lo que debilitaría aún más sus arcas, o no participar en el aumento de capital y resignarse a perder el banco. La entidad optó por mantener el control.

Para recaudar los 1.000 millones de euros que necesitaba, los ejecutivos de la fundación acudieron a gigantes de Wall Street como J.P. Morgan Chase & Co. y Goldman Sachs Group Inc. J.P. Morgan orquestó un crédito de 600 millones de euros en el que participaron 10 bancos, incluyendo la propia entidad. Goldman, por su parte, vendió acciones de la fundación para levantar los 400 millones de euros restantes. A pesar de estos esfuerzos, se espera que Monte dei Paschi tenga que recaudar más capital.

Una de las víctimas de los problemas de la fundación es la propia ciudad de Siena. Los 25 millones de euros al año que dona la fundación equivalen a una sexta parte de los ingresos de la ciudad. El dinero ayuda a financiar desde eventos culturales a la instalación de cables de fibra óptica y la renovación de diversos museos.

Aun así, los políticos insisten en que la fundación tomó la decisión correcta de endeudarse hasta la coronilla para mantener el control.
Fuente: The Wall Street Journal, 28/10/11.

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