El fin de los presidentes abogados
octubre 14, 2015 · Imprimir este artículo
Elecciones 2015: ¿El fin de los presidentes abogados?
Desde 1983, el Jefe del Estado es un profesional del Derecho; ¿cambiará algo la administración si ganan Scioli (empresario y flamante licenciado en Comercialización) o Macri (empresario e ingeniero)?
¿Qué tienen en común Raúl Alfonsín, Carlos Menem , Fernando de la Rúa , Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner ?
Son los presidentes que tuvo el país desde el regreso de la democracia, en 1983. Pero además, todos se recibieron de abogados. No hay ninguna ley ni artículo de la Constitución que establezca una obligación al respecto, pero todos estudiaron lo mismo.
El dato llama la atención porque en otros países esto no es así. Sin ir muy lejos, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, es médico. Los últimos presidentes de Brasil fueron un prestigioso sociólogo y politólogo (Fernando Henrique Cardoso), un obrero y luego sindicalista ( Luiz Inácio Lula Da Silva) y una economista ( Dilma Rousseff). En Chile, la presidenta Michelle Bachelet es médica, y su antecesor, Sebastián Piñera , economista y empresario.
En otras latitudes, los gobernantes también tienen otras profesiones: la canciller alemana, Angela Merkel, es física; el primer ministro del Reino Unido, James Cameron, estudió Filosofía, Política y Economía y el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, Ciencias Políticas.
Claro que no sólo aquí gobiernan abogados: Mariano Rajoy (España), Françoise Hollande (Francia) y Barack Obama (Estados Unidos), también estudiaron Derecho.
Pero esta racha argentina de abogados-presidentes podría cortarse, ya que de los tres candidatos que sacaron más votos en las PASO, sólo Sergio Massa es abogado. Daniel Scioli finalizó hace pocos días sus estudios en Licenciatura en Comercialización en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y Mauricio Macri es ingeniero y estuvo al frente de empresas de su familia.
Otras épocas
El radical Hipolíto Yrigoyen (1916-1922 y 1928-1930) era estanciero. El también radical Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928) fue abogado. Juan Domingo Perón, tres veces electo presidente de la República (1946-1955 y 1973-1974) era militar de carrera.
Por su parte, el radical intransigente Arturo Frondizi (1958-1962) fue abogado, mientras que el radical Arturo Illia (1963-1966) fue médico.
Héctor J. Cámpora, quien ganó las elecciones de 1973 para luego renunciar y que Perón pudiera acceder al poder tras nuevos comicios era odontólogo e Isabel Perón, que llegó a la presidencia tras la muerte del general y gobernó entre 1974 y 1976 había trabajado como bailarina hasta que conoció a su marido.
¿Importa la profesión?
Ahora bien ¿tiene alguna importancia que todos los presidentes argentinos desde 1983 hayan sido abogados? ¿Dice algo sobre su estilo de gobierno y sobre la incapacidad de sus administraciones (en mayor o menor medida) para sacar al país del atraso económico y social?
Alejandro Rozitchner, filósofo cercano a Macri, asegura que «sería excesivo intentar explicar la situación argentina sólo a partir de los oficios de sus presidentes, pero es una linda oportunidad de jugar con algunas ideas».
«El abogado tiene una gran parte de su capacidad dedicada a la retórica, a generar imágenes de la realidad, a argumentar sobre ella. Sería bueno tener presidentes, es decir, líderes, que pudieran tener más en cuenta las realidades básicas», señala Rozitchner.
«El mundo falsamente progre de los K ha sido básicamente un mundo discursivo. Su progresismo consiste en decir lo que hay que decir y no en hacer lo que hay que hacer. Esa costumbre genera una especie de esquizofrenia en el ciudadano, que es convocado a invalidar su percepción de la realidad (la existencia de la enorme pobreza o de la inflación) porque se le ofrecen insistentes argumentaciones para creer en irrealidades. Tenemos la esperanza de que personas más volcadas a la realidad y a la acción, a la solución de los problemas y no a generar una retórica que los justifique y preserve, ofrecerían liderazgos más beneficiosos para la Argentina», afirma el filósofo.
El politólogo Marcos Novaro, también es optimista respecto al posible cambio de profesión. «Después de la abogada exitosa y de un sistemático desprecio de los políticos abogados por los demás gremios, en particular los economistas, es bastante razonable que haya una vuelta a la búsqueda de un perfil más técnico. Scioli no lo tiene pero se rodea de economistas que se lo proveen, y Macri es o quiere ser el heredero del desarrollismo. Todos saben además que así como vuelve el pluralismo vuelve la escasez, y los abogados no saben mucho de cuentas y a veces las desprecian o se desentienden de ellas, como hizo Cristina. Por lo que es bueno buscar gente que no tenga ese vicio».
Por su parte, el referente de Carta Abierta Eduardo Jozami, abogado con maestrías en Economía y Ciencias Sociales y militante por los Derechos Humanos asegura: «El hecho de que Scioli no sea abogado no me parece relevante. El sello de Macri me parece más empresarial que de ingeniero. Y Massa no parece abogado, porque terminó la carrera de grande y porque su característica es su desaprensión, su capacidad de hacer declaraciones audaces, como el enfrentar al narcotráfico con el Ejército. Eso revela que no tiene una formación muy sólida en el campo del Derecho».
«Más allá de que Menem y los Kirchner hayan estudiado Derecho, creo el peronismo no es un partido tan formado en la cuestión institucionalista. Cuando se formaron estos presidentes, todavía había una perduración de esta importancia de la Facultad de Derecho, pero no tendría consecuencias a la hora de gobernar. En el caso del radicalismo, sí. Los dirigentes radicales tienen un sello de abogados importantes. La UCR siempre fue un partido de abogados .Ven la política a partir del Derecho. Esto no quiere decir que los radicales no entiendan la complejidad de la política, pero el peronismo tiene otra mirada», afirma Jozami.
¿Por qué se dio la racha de presidentes abogados?
¿Existe alguna explicación por la cual nuestro país lleva más de tres décadas gobernado por presidentes-abogados?
«Sin que pueda ser considerado como regla, siempre se consideró al jurisconsulto como una persona preparada para ocupar cargos ejecutivos por su amplio conocimiento de las leyes, además de estrecha relación con la política, ya que la Facultad de Derecho era el ámbito donde surgían los seguidores de las distintas corrientes ideológicas», explica el historiador Daniel Balmaceda.
«Por otra parte, la admiración que provocaba un abogado no tenía paralelo en otras profesiones: el votante medio se sentía amparado y protegido por los «doctores» y sus conocimientos», señala Balmaceda en referencia al famoso «M’hijo el dotor», reflejado por el autor Florencio Sánchez en teatro.
«A diferencia de otras profesiones clásicas, la formación del abogado siempre se relacionó con el mundo de la retórica y los escritos, permitiéndole un ejercicio constante que le dio mayor fluidez en el uso del vocabulario. Eso ha llevado a que el abogado se convirtiera en un hábil discursista, herramienta muy necesaria en el terreno del debate político. En contraposición, veremos que presidentes electos popularmente, como Illia (médico) e Yrigoyen (estanciero) no han volcado su energía a la oratoria».
Jozami apunta también al factor histórico: «Hay un texto de Juan Bautista Alberdi, el plan de estudios de la facultad de Derecho, en el que explica que los abogados en países como la Argentina más que ser formados como especialistas en la aplicación de las leyes, son formados para ocupar los cargos más importantes en la vida pública. Y eso se tradujo en la política argentina al punto tal de que ministros de Economía fueron abogados, como Federico Pinedo, o decanos de la Facultad de Filosofía, como Migue Cané. Carreras como Economía y Sociología se crearon recién a fines de los años 50 en la UBA. Había tres o cuatro carreras tradicionales, pero dentro de ellas, la tarea de formar para la función pública era asumida por la carrera de Derecho».
Anacrónico
«Es medio anacrónico que los presidentes desde el 83 hayan sido todos abogados, porque su predominancia en la vida económica y social se fue perdiendo, es una perduración del papel de los abogados de los partidos tradicionales», señala Jozami.
El 25 de octubre (o el 22 de noviembre si hay ballottage) se terminan las palabras y se sabrá si el país sigue gobernado por un abogado o si, después de 32 años de democracia, cambia la profesión del primer mandatario.
Fuente: lanacion.com.ar, 14/10/15.
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