El informante que tiene temblando a BNY Mellon

octubre 15, 2011 · Imprimir este artículo

El informante que tiene temblando a BNY Mellon

Por Carrick Mollenkamp

 

Durante una década, Grant Wilson trabajó arduamente en un pequeño escritorio de corretaje en la sede de Pittsburgh de Bank of New York Mellon Corp., donde compraba y vendía divisas para los mayores clientes del banco.

Wilson también tenía otro empleo: durante los últimos dos de esos años informó a investigadores sobre prácticas de corretaje de divisas en BNY Mellon, según personas al tanto del asunto.

Su colaboración culminó la semana pasada cuando se presentaron demandas civiles separadas, una del Departamento de Justicia de EE.UU. ante una corte federal y otra ante el fiscal general de Nueva York en una corte estatal, que alegan que BNY Mellon sistemáticamente les cobró de más a inversionistas sobre operaciones cambiarias de miles de millones de dólares, cometiendo fraude y engaño durante una década.

Las demandas buscan más de US$2.000 millones del banco en compensación. BNY Mellon niega haber actuado de forma ilegal y está disputando las acciones legales.

Las acusaciones contra BNY Mellon representan una de las iniciativas de las autoridades más amplias de la historia contra bancos que operan con corretaje de divisas, uno de los mayores mercados financieros del mundo. Enormes fondos de pensión que supervisan cientos de miles de millones de dólares para maestros, policías, bomberos y jubilados se preguntan si recibieron un trato justo en transacciones de divisas que generaron ganancias para los bancos.

Hasta ahora, la identidad de Wilson era un secreto muy bien guardado. Su rol como delator contra BNY Mellon no fue detectado incluso cuando los abogados del banco buscaron quién estaba filtrando la información.

Wilson dejó el banco este año luego de brindar información y documentos que ayudaron al gobierno y a un grupo legal soplón. Para mantener su papel de delator encubierto, él y su equipo legal usaron una sociedad fachada en Delaware, se reunían los sábados para que en la oficina no notaran su ausencia y discutían estrategias en restaurantes discretos.

Wilson, junto con dos abogados y otros dos delatores de casos separados, forma parte de un grupo que incluye a Harry Markopolos, el investigador de fraude más conocido por sus sospechas tempranas y acertadas de que el imperio de inversiones de Bernard Madoff era un pirámide fraudulenta. Markopolos afirma que las acusaciones de su grupo sobre corretaje de divisas tienen sus raíces en una corazonada que tuvo en 2006 sobre los costos de corretaje de divisas y los desfases inusuales en los rendimientos de inversiones.

El grupo presentó primero sus propias demandas contra dos bancos, usando información de los informantes, según personas al tanto del asunto. Fiscales generales estatales luego terminaron por presentar sus propias demandas en cuatro estados, al creer que las afirmaciones del delator tenían mérito. En muchos de los casos, el grupo de informantes puede reclamar una participación de hasta 25% de cualquier monto recuperado por los estados.

Fiscales generales estatales de Virginia, Florida y Nueva York, y el Departamento de Justicia sostienen que BNY Mellon les cobró de más a importantes clientes al ofrecerles tasas de cambio de divisas desfavorables. El supuesto fraude implicaba a clientes bancarios que no hacen operaciones de corretaje ellos mismos, sino que le dan «instrucción permanente» a un banco para que opere por ellos. Estos clientes habitualmente no operan con divisas en busca de ganancias, sino que simplemente necesitan monedas extranjeras para realizar transacciones en otros países.

Wilson describió a sus abogados, y luego a las autoridades estadounidenses, cómo funcionaba el supuesto esquema en BNY Mellon, y entregó documentos internos que mostraban las ganancias del banco. The Wall Street Journal reconstruyó este relato a través de documentos judiciales y extensas entrevistas con banqueros, abogados y personas al tanto de la investigación. Wilson, de 52 años, prefirió no hacer comentarios.

El esquema

En un caso relacionado, fiscales estatales de California demandaron al rival State Street Corp., por fijar precios indebidos a operaciones de corretaje de divisas. La Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC) también investiga a State Street, según documentos judiciales. State Street niega vehementemente las acusaciones.

BNY Mellon, de 225 años de antigüedad, buscó descubrir la identidad del informante y disputar las demandas. Un vocero de BNY Mellon rechazó la idea de que el banco brindaba corretaje de divisas «menos favorable» a clientes. «Brindamos precios mayoristas competitivos para transacciones de tamaño minorista», indicó.

Wilson, experto en corretaje del yen japonés, trabajó en una oficina de corretaje de BNY Mellon en Pittsburgh. En esa oficina, el informante —identificado por personas al tanto de la situación como Wilson— «tenía amplio contacto personal con los empleados y ejecutivos» detrás del supuesto fraude, según la demanda del fiscal general de Virginia.

Según las demandas de los fiscales generales de Virginia y Florida, una «división de transacción» separada era responsable de reunir las operaciones cambiarias para los clientes del banco que habían dado «instrucciones permanentes» y luego fijaba el precio al que el banco registraría esas transacciones. Los precios a menudo se ubicaban en torno a las tasas de cambio menos favorables del día, alegan fiscales generales estatales e investigadores, y el banco obtenía una ganancia con la diferencia.

Los fiscales generales estatales alegan que e-mails y comunicaciones internas de BNY Mellon muestran cómo ejecutivos aprobaron la supuesta práctica de transacción monetaria, favoreciendo a ciertos clientes con mejores precios, y expresando preocupación sobre una caída de los márgenes de ganancias si el banco fuera más transparente.

A medida que creció la investigación, los colegas de Wilson en la oficina se preguntaban quién podría ser el informante, según personas al tanto. Los abogados de Wilson le indicaron qué lenguaje utilizar si alguna vez era interrogado; debía referirse a sí mismo como un «relator» y decir: «Estoy detrás de un caso de acusaciones falsas contra esta empresa». El lenguaje explícito fue diseñado para darle a Wilson un recurso legal si la empresa fuera a tomar represalias contra él por ser un delator, afirman las fuentes.

Las investigaciones se centran en una zona opaca del negocio del cambio de divisas, donde diariamente se mueven cuatro  billones de dólares (millones de millones). BNY Mellon y State Street son dos de los mayores bancos mundiales de «custodia», que se especializan en procesar operaciones y manejar tareas administrativas para gestores globales de dinero, incluidos fondos de pensiones, corporaciones, universidades y otros bancos.

La decisión de Wilson de convertirse en informante comenzó con Markopolos, el investigador de fraudes, quien en 2006 había tenido la corazonada sobre costos de transacciones cambiarias. Durante los últimos cuatro años, él y su equipo legal contactaron a Wilson y a dos ex empleados de State Street, Peter Cera y Ryan Gagne, para que ayudaran en secreto a cimentar casos contra los dos bancos. El grupo de delatores es encabezado por dos abogados, Michael Lesser en Boston y Philip Michael en Nueva York.

Trabajando con el equipo legal, Markopolos arregló reuniones clandestinas con los informantes en centro comerciales y restaurantes de hoteles. El secreto dio frutos. Los nombres de Cera y Gagne se mantuvieron confidenciales hasta ahora. Los dos ex empleados de State Street prefirieron no hacer comentarios.

El grupo organizó sociedades en Delaware, con los tres soplones como socios, para mantener sus identidades en secreto. Lesser y Michael son los abogados de la sociedad. Markopolos trabaja como consultor de litigio de los abogados.

Una vocera de State Street dijo que las responsabilidades de Cera y Gagne no incluían la gestión o ejecución de transacciones de divisas. Añadió que el banco «ofrece a los clientes y a sus gestores de inversión una gama de opciones de ejecución de divisas y transparencia de sus métodos de fijación de precios».

Las demandas en Virginia y Florida sostenían que BNY Mellon elegía a dedo las tasas menos favorables para los fondos de pensiones. Usando la información de los delatores, la demanda enumeró cantidades específicas de operaciones con instrucción constante —US$5.375 millones— que habían sido procesadas a través de una oficina de Pittsburgh en julio de 2009.

Las demandas se mantuvieron en secreto hasta enero de este año, cuando los fiscales generales de Virginia y Florida intervinieron y tomaron el control de los casos.

Esa fue la primera indicación pública de que alguien dentro de BNY Mellon ayudaba en el caso contra el banco. Wilson temía que su rol fuera revelado. Amigos y colegas discutieron abiertamente sobre quién podría ser el soplón.

Sin embargo, Wilson nunca fue confrontado. Más adelante, le dijo a su jefe que se iba a jubilar. Se mudó de Pittsburgh a Nueva Inglaterra en julio.
Fuente: The Wall Street Journal, 13/10/11.

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