El verdadero riesgo para la eurozona es político

agosto 8, 2012 · Imprimir este artículo

El verdadero riesgo para la eurozona es político

Por Richard Barley

 

Cuando lo único que se tiene es un martillo, cualquier problema se ve como un clavo. El Banco Central Europeo ha apuntado al riesgo de convertibilidad que, a su juicio, ha empujado al alza el rendimiento de los bonos españoles e italianos y ha reducido a martillazos los rendimientos de los instrumentos a corto plazo. La caja de herramientas del BCE puede contener presiones de mercado relacionadas con el temor de un colapso del euro. Sin embargo, no contiene el equipo necesario para administrar el riesgo político.

El BCE apunta a abordar un escenario relacionado con la convertibilidad: el temor a que la crisis de la eurozona se salga de control debido a tensiones de mercado, con la posibilidad de que España e Italia enfrenten escasez de financiamiento y que los fondos de rescate de Europa resulten inadecuados para lidiar con ello, obligando así a la eurozona a tomar una decisión de vida o muerte, de unión o desunión fiscal. El evidente potencial para compras de bonos por parte del BCE ha reducido el riesgo de este escenario de desastre.

Sin embargo, hay otros factores importantes. Uno es la percepción entre inversionistas y ejecutivos del riesgo de convertibilidad. Los primeros están divididos en partes iguales ante la posibilidad de que Grecia deje al euro en los próximos 12 meses, según un sondeo de Citigroup a 440 clientes. Las compañías están tomando medidas: International Airlines Group, la empresa matriz de British Airways y de las españolas Iberia y BMI, señaló que dio inicio a un plan de contingencia en caso de que España salga del euro, reduciendo su exposición a los bancos españoles de un 27% a un 3% en solo seis meses. Estas percepciones y medidas corren el riesgo de convertirse en una profecía autocumplida.

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Quizás lo más importante es la visión política y popular del euro. Los encargados de política argumentan que los mercados no aprecian el capital político que respalda al euro. Ese capital es significativo. Sin embargo, no puede considerarse permanente, ya que depende de la voluntad de los votantes.

La crisis podría impulsar una «desintegración psicológica de Europa», advirtió el primer ministro italiano, Mario Monti, en una entrevista concedida a Der Spiegel. Recientes encuestas sugieren que ese riesgo es real. La confianza en la Unión Europea ha caído a un mínimo histórico del 31%, según una encuesta de Eurobarometer, mientras que el 51% de los encuestados señala que no se siente más cerca de los ciudadanos de otros países europeos como resultado de la crisis. Dados el creciente desempleo y la posibilidad de años de doloroso reequilibrio económico, es difícil que aquellas actitudes se reviertan.

Se avecinan pruebas políticas para Europa. Las elecciones holandesas en septiembre servirán como una prueba anticipada del compromiso con el euro de los votantes de un país fiscalmente fuerte. Las elecciones italianas, en abril de 2013, serán aún más importantes para determinar el futuro del euro. Las alianzas políticas tradicionales podrían estar cambiando, con partidos nuevos y más radicales obteniendo cada vez más apoyo.

En definitiva, una unión monetaria impulsada políticamente no tiene nada de irreversible. El temor del costo de fracasar todavía podría mantenerla unida, junto con soluciones rápidas martilladas por el BCE. Pero su sobrevivencia está en las manos de los políticos y los votantes, no de los bancos centrales.
Fuente: The Wall Street Journal, 07/08/12.

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