En memoria de Francisco Narciso Laprida

noviembre 2, 2016 · Imprimir este artículo

Laprida, el prócer de 1816 que reúne a unos 100 descendientes

Familiares del político y abogado argentino lo recordaron en San Isidro en su 230° cumpleaños; buscan que su figura no quede en el olvido.

Por Mercedes Uranga.
La Nación, 02/11/16.
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El sábado había amanecido soleado. Desde la vereda, era imposible adivinar que tras las puertas blancas que dividían la calle asfaltada de la casa de Federico Laprida, de 63 años, en San Isidro, unos 100 descendientes de Francisco Narciso de Laprida estaban reunidos en un gran parque verde con pileta para conmemorar al patriota nacido en San Juan el 28 de octubre de 1786 y fallecido en Mendoza en 1829. El motivo era recordarlo en su 230° cumpleaños, que había sido el día anterior.
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Íntimo pero multitudinario encuentro por el presidente del Congreso de Tucumán
Íntimo pero multitudinario encuentro por el presidente del Congreso de Tucumán. Foto: DIEGO SPIVACOW / AFV

El sábado había amanecido soleado. Desde la vereda, era imposible adivinar que tras las puertas blancas que dividían la calle asfaltada de la casa de Federico Laprida, de 63 años, en San Isidro, unos 100 descendientes de Francisco Narciso de Laprida estaban reunidos en un gran parque verde con pileta para conmemorar al patriota nacido en San Juan el 28 de octubre de 1786 y fallecido en Mendoza en 1829. El motivo era recordarlo en su 230° cumpleaños, que había sido el día anterior.

Francisco Narciso Laprida«Mi papá habla todo el tiempo de Francisco Narciso. Nos dice que es un prócer olvidado porque nadie sabe quién fue y que nosotros, que llevamos su apellido, tenemos que saber qué hizo para seguir recordándolo. Entre otras cosas, presidió el Congreso de Tucumán cuando se declaró la independencia», dijo Constanza Laprida, de 34 años, una de las hijas de Federico. Años atrás, el anfitrión ya había intentado reunir a todos sus familiares, pero según explicó 2016, como bicentenario de la declaración de la independencia, actuó como un gran impulso para motivar el encuentro.

El cronograma indicaba la llegada de los invitados entre las 14.30 y las 15.15. En la puerta, cada uno era identificado con una pegatina que además de llevar impreso el nombre propio tenía la imagen del prócer. Esa misma imagen colgaba de uno de los balcones de la casa; debajo, una gigantografía mostraba unas historietas de Eduardo Miranda sobre Laprida y su único hijo varón, Amado. «Laprida tuvo cinco hijos: cuatro mujeres y un varón. Si él no hubiera existido ninguno de nosotros estaría hoy aquí. De él descendemos todos», explicó Francisco Narciso, de 68 años, chozno de primer grado y uno de los cuatro hombres que llevan el exacto nombre del patriota.

«Algunos viajaron desde San Juan, pero la mayoría son de Buenos Aires», explicó Federico. «Nunca pensé que íbamos a ser tantos. Acá hay tres ramas, los Quiroga Sarmiento, de mi tía Carmen (Laprida de Delgado Oro), la rama Villanueva, del Ratón Laprida, y la rama Bialet Laprida, de Zuleika (Gore Edwards Bialet Laprida)», añadió, al tomar el micrófono y agradecer la presencia de sus familiares, entre los cuales estaban los únicos tres tataranietos. Carmen, de 81 años, llevaba un prendedor heredado con la imagen de Amado Laprida y un anillo de oro de sus antepasados.

«La gente piensa que sólo presidió el congreso de Tucumán y no es así. Nada más lejos que eso. Estuvo comprometido con la emancipación americana de 1810. Fue cuatro veces diputado en el congreso nacional y presidente de dos congresos en Tucumán, el de 1816 y el de 1824. Y terminó trágicamente su vida», dijo. «No se sabe qué pasó con el cadáver. La teoría más conocida dice que se escapó con Sarmiento de un ataque artero porque estaban en un armisticio que hicieron los montoneros de [José Félix] Aldao. En un momento se separaron y a él lo alcanzó la partida y lo degolló.» Un juez de paz de Pilar, Mendoza, habría reconocido a Laprida por el monograma de su camisa. Laprida, que era abogado y unitario, murió en la batalla del Pilar en medio de la guerra civil entre unitarios y federales.

«Estamos interesados en nuestros antepasados porque si no lo recordamos nosotros nadie lo va a hacer», concluyó Federico. Siguiendo esa línea, Carlota Guzzo Conte-Grand de Ronchietto, sobrina chozna del prócer y descendiente de Trinidad Laprida Sánchez Loria -hermana menor de Narciso-, contó que realiza una investigación sobre el prócer.

Fuente: La Nación, 02/11/16.


Francisco Narciso de Laprida

Francisco Narciso de Laprida (San Juan, 28 de octubre de 1786 – Mendoza, 22 de septiembre de 1829) fue un abogado y político argentino. Fue diputado por San Juan al Congreso de Tucumán y presidió el mismo cuando se declaró la independencia del país el 9 de julio de 1816.

Biografía

Francisco Narciso LapridaHizo sus primeros estudios en el Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires, y acabados éstos se trasladó a Santiago de Chile para cursar Cánones y Leyes por la Universidad de San Felipe. Licenciado en 1810, participó en el cabildo abierto 18 de septiembre de ese año en que se formó la Junta Provisional de Gobierno; un año más tarde, regresaría a San Juan, donde en 1812 sería electo síndico del Cabildo.

En 1813 fue el principal instigador del descontento popular que acabó con el gobierno de Saturnino Sarassa. Esto le valió ser encarcelado por el interventor posterior. Fugó al poco tiempo.

Reincorporado al cabildo, colaboró con José de San Martín en la organización del Ejército de los Andes. Era considerado un perito en leyes y vecino de importancia, por lo que fue elegido en 1815 como diputado de su ciudad al Congreso de Tucumán, junto con Fray Justo Santa María de Oro. Ocupó la presidencia del mismo durante el mes de julio de 1816, de modo que ocupaba ese cargo cuando, el 9 de julio, se votó la Declaración de Independencia de la Argentina.

En 1820 asumió como ministro general de gobierno durante la gobernación de José Antonio Sánchez en la Provincia de San Juan.

En 1824 representó a San Juan en el Congreso Nacional, presidiendo el mismo durante unos meses. Era miembro del Partido Unitario.

Tras la disolución del Congreso regresó a San Juan, donde tuvo alguna participación en la política local.

El fusilamiento del líder federal Manuel Dorrego inició una guerra civil, a raíz de la cual Laprida se trasladó a Mendoza. Allí apoyó la revolución unitaria dirigida por Juan Agustín Moyano.

El 22 de septiembre de 1829, las tropas al mando del ex fraile José Félix Aldao derrotaron a Moyano, muriendo en la matanza que le siguió más de un centenar de personas.

Estatua de Francisco Narciso Laprida, por Lola Mora (1907) en la plaza central de la ciudad de San José de Jáchal, San Juan.
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Una versión del entonces joven Sarmiento narra que Laprida se puso al frente de un grupo de unitarios que se dispersaban después de la batalla, entre los cuales se habría contado el después presidente. Alcanzado por una partida, y tras breve resistencia, Laprida habría sido derribado y degollado. El propio Sarmiento narraba que nadie pudo saber después qué fue de él.

Existe otro relato, que se apoyó durante mucho tiempo en trascendidos, que afirma que Laprida habría sido capturado sin poder oponer resistencia, lo habrían enterrado vivo hasta el cuello, y habrían hecho pasar un tropel de caballos sobre su cabeza. Su cadáver, conducido hasta el cabildo de Mendoza, donde habría sido identificado por el juez Ortiz, habría sido depositado en un calabozo, sin saberse luego más del caso.1

Referencias

Fuente: Wikipedia, 2016.


Poema Conjetural

El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829
por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:

Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.

Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí… Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.

autógrafo

Jorge Luis Borges, 1943

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Francisco Narciso Laprida
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