Estados Unidos: La crisis de la deuda pública

julio 29, 2011 · Imprimir este artículo

‘Estamos a punto de quedarnos sin tiempo’, advierte Obama

Por Jared a. Favole

 

WASHINGTON (Dow Jones) — El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aumentó el viernes la presión sobre el Congreso para que eleve el límite de deuda del país al indicar que este se halla a sólo días de una posible cesación de pagos y que su calificación crediticia depende de ello.

«Estamos a punto de quedarnos sin tiempo», señaló Obama desde la Casa Blanca. El presidente señaló más tarde que Estados Unidos podría perder su calificación crediticia «AAA», «no porque no tengamos la capacidad de pagar nuestras cuentas —la tenemos— sino porque no tenemos un sistema político «AAA» que iguale nuestra calificación de deuda ‘AAA'».

Sus comentarios se producen luego que la cámara baja postergara tarde el jueves una votación debido a la falta de apoyo de los miembros conservadores del Partido Republicano a un plan de su presidente, John Boehner, republicano del estado de Ohio, para elevar el límite de endeudamiento del país. La postergación deja en duda la situación crediticia del gobierno a sólo días de que Estados Unidos se quede sin dinero para pagar sus cuentas.

No estaba claro si el plan sería puesto a votación más tarde el viernes. La incertidumbre generada por la falta de un acuerdo ha comenzado a ser visible en los mercados financieros. Temprano el viernes, los principales índices de acciones de Estados Unidos cayeron 1%, aunque se recuperaron a medida que avanzaba la sesión.

Fuente: The Wall Street Journal, 29/07/11.

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La cámara baja de EE.UU. aplaza la votación sobre el plan de deuda de Boehner

Por Naftali Bendavid y Carol E. Lee

 

La Cámara de Representantes de Estados Unidos aplazó el jueves por la noche la votación del plan de su presidente, John Boehner, para elevar el límite de endeudamiento del gobierno federal estadounidense después de no poder aplacar la revuelta de los miembros del Partido Republicano, poniendo en riesgo la calificación crediticia del país a cinco días de que se quede sin dinero para pagar sus obligaciones.

El aplazamiento llega después de que el debate de dos horas sobre el proyecto terminara de forma abrupta. Boehner se unió posteriormente a otros congresistas republicanos para presionar a los miembros del partido con el fin de que reconsideraran su oposición.

Los esfuerzos no fueron suficientes y no está claro cuándo volverá a programarse la votación. Sin embargo, parece que la pelota está ahora en el tejado del líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, que aboga por un plan alternativo.

Los republicanos de la Cámara de Representantes y los demócratas del Senado tienen previsto reunirse el viernes para idear una estrategia. Los republicanos analizarán si es posible avanzar y de qué forma.

«Creo que lo que está pasando ahora es un proceso de diálogo entre los legisladores que están escuchándose entre ellos y decidiendo cómo será posible que avancemos dentro del proceso democrático», dijo el congresista republicano Mike Pence.

El senador demócrata Richard Durbin dijo que el retraso es desafortunado pero que aún puede alcanzarse el acuerdo. «Nos estamos quedando sin tiempo y opciones, pero si hay un acuerdo, un acuerdo real, las cosas pueden moverse rápidamente en el Senado y en la Cámara de Representantes», afirmó.

La crisis de deuda se ha reavivado debido a que la mayoría de los republicanos y algunos demócratas se niegan a apoyar un aumento del límite de deuda a menos que esté ligado a importantes recortes en el déficit. Sin embargo, no han sido capaces de estar de acuerdo en la naturaleza o el alcance de esos recortes, lo que les ha abocado a un punto muerto en el que cada parte insiste en que la otra debe dar el primer paso.

La votación se aplazó cuando se puso de manifiesto que Boehner no contaba con votos. Varios congresistas que dijeron que se oponían al plan de Boehner fueron convocados a la oficina del presidente de la cámara mientras intentaba persuadirles para que cambiaran de idea.

—Corey Boles, Kristina Peterson, Patrick O’Connor, Victoria McGrane y Sara Murray contribuyeron a este artículo.

Fuente: The Wall Street Journal, 29/07/11.

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¿Cuán grave sería una rebaja de la deuda de EE.UU.?

Por David Wessel

 

Una predicción ampliamente compartida en Washington y en Wall Street dice que de aquí a un mes, el Congreso de Estados Unidos habrá elevado el tope de la deuda federal, el gobierno de ese país estará pagando sus cuentas, el presidente habrá firmado una complicada ley para reducir el déficit que posterga decisiones sobre beneficios sociales e impuestos y el país habrá perdido la calificación AAA sobre su deuda pública.

Una rebaja de la calificación de la deuda de EE.UU. a AA por parte de Standard & Poor’s— que pondría al país en compañía de Eslovenia, entre otros— no es algo bueno. Pero, ¿qué tanto importará realmente?

¿Disparará una rebaja de la calificación la muy pronosticada caída en los mercados y el alza en las tasas de interés del mercado de bonos? (Si es así, sería económicamente devastador.)

¿O será la pérdida de la calificación AAA casi un evento sin trascendencia de corto plazo, que se transformará en una fecha destacada en los libros de historia sobre el declive de EE.UU.? (En otras palabras, una rebaja refleja los perturbadores problemas económicos y políticos subyacentes más que empeorarlos).

Los mercados, hemos sido advertidos durante semanas, están a punto de entrar en crisis. Una cesación de pagos seguramente provocaría una caída de las acciones. Pero si fuera evitada, ¿se hundirían los mercados debido a que S&P resaltó lo obvio: que los políticos estadounidenses no pueden ponerse de acuerdo con respecto a una solución de largo plazo para las finanzas del país?

Al cierre de esta edición, el Congreso estadounidense se disponía a votar sobre un plan de reducción del déficit propuesto por líderes republicanos y al que se opone la Casa Blanca.

Muy poco ocurrirá automáticamente si la deuda de largo plazo del Tesoro de EE.UU. recibe una calificación de AA de S&P. Unas pocas instituciones con reglas estrictas que establecen que solamente pueden tener papeles AAA tendrían que venderlos o cambiar sus estatutos. Y nadie sabe con precisión qué ocurrirá en el gran mercado de cesiones temporales, conocido como repo, en el que las instituciones otorgan préstamos garantizados con deuda pública estadounidense.

Pero los fondos de inversión que actúan en el mercado de dinero —que poseen US$684.000 millones en deuda del gobierno estadounidense— no tendrían que salir a vender títulos públicos o dejar de comprarlos, dice la asociación que los representa. Las empresas de seguros de vida todavía podrían mantener estos papeles, sostiene por su parte el gremio que los reúne. Los bancos estadounidenses, bajo las actuales reglas, no tendrían que modificar el monto de sus provisiones compuestas en parte por papeles públicos. La Reserva Federal todavía aceptaría bonos del Tesoro como garantía luego de una rebaja de la calificación. China, en la medida que siga comprando dólares con yuanes para evitar que su moneda se aprecie, todavía tendrá dinero para invertir en papeles denominados en la moneda estadounidense.

No todo es color de rosa. Si el gobierno de EE.UU. pierde el sello de aprobación de S&P, uno esperaría que los inversionistas pidan retornos más altos en compensación. Si lo hacen, eso resultará caro.

Un incremento sostenido de medio punto porcentual en las tasas de interés equivaldría a US$435.000 millones que se sumarían al déficit federal durante un período 10 años y US$65 al pago mensual en una hipoteca de US$200.000. Las comparaciones simples de rendimientos promedios pagados por países que tienen calificación AAA y AA no son convincentes, ya que hay demasiados factores en juego. Australia (AAA) está pagando 4,9% en sus títulos de deuda a 10 años. El muy endeudado Japón (AA) está pagando 1,1% y la rebaja que recibió en su calificación tuvo poco impacto perceptible en sus costos de endeudamiento.

Los expertos no se ponen de acuerdo respecto al efecto de una rebaja. Michael Feroli, un economista de J.P. Morgan Chase, dice que no ve consecuencias enormes. Pero el jefe global de estrategia de renta fija en el mismo banco, Terry Belton, predijo que una rebaja en la calificación agregaría entre 0,05 y 0,10 puntos porcentuales al rendimiento de los títulos en lo inmediato y entre 0,6 y 0,7 a lo largo del tiempo.

No hay forma de estar seguro. A pesar de todo lo que ha ocurrido y de lo que no ha ocurrido, a pesar de la expectativa de que S&P rebajará la calificación de EE.UU. a AA, los rendimientos de los bonos han subido sólo levemente y la brecha entre los de EE.UU. y los de, digamos, Canadá o Alemania, no se ha ampliado. Una razón: los inversionistas individuales, los gobiernos y las instituciones compran papeles del Tesoro estadounidense no solamente porque son vistos como el activo más seguro, sino porque su mercado es el más grande y el más líquido del mundo. La gente sabe que puede venderlos instantáneamente y tener casi la certeza del precio que obtendrá por ellos. No hay, todavía, buenas alternativas a los bonos estadounidenses.

Aun así, es difícil aceptar un mundo en el que el único valor que era considerado «libre de riesgo» recibe una calificación menor a la de Austria, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Hong Kong (todos tienen AAA).

Los coletazos de una rebaja son impredecibles. «No está nada claro cómo funcionaría el sistema financiero estadounidense y global con el tiempo con una calificación de AA», dijo Mohamed El-Erian, del gigante inversionista en bonos Pimco. «¿Volverá simplemente el sistema a la normalidad y por lo tanto las implicaciones serán limitadas? O ¿la pérdida de un activo totalmente «libre de riesgo» causará una serie de perturbaciones estructurales?», preguntó.

Fuente: The Wall Street Journal, 28/07/11.

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