Europa lucha por contener la crisis de deuda griega

mayo 24, 2011 · Imprimir este artículo

Europa lucha por contener la crisis de deuda griega

Por Geoffrey T. Smith y William Horobin

 

LONDRES — La crisis de la deuda europea volvía a verse como una gran amenaza el martes, a medida que los funcionarios gubernamentales se preocupaban de que los mercados financieros pudieran desbaratar las iniciativas para hacer que países como Grecia equilibren su situación fiscal.

La agencia estadounidense de calificación de riesgo Moody’s Investors Services intensificó esos temores, advirtiendo el martes que la reestructuración de la deuda griega podría afectar las calificaciones de crédito de otros gobiernos europeos y probablemente se traduciría también en una rebaja de las calificaciones de los bancos griegos.

«El impacto completo sobre los mercados europeos de capital será difícil de predecir y todavía más difícil de controlar. Las consecuencias tendrán implicaciones sobre la solvencia (y por lo tanto las calificaciones) de los emisores en Europa», decía el informe de Moody’s.

El presidente del Consejo Europa, Herman van Rompuy reconoció en un discurso en París el martes que Grecia está teniendo problemas para ajustarse a un mercado hostil. «No le conceden a Grecia el tiempo para adaptarse y eso es una lástima», dijo. Aun así, Grecia tiene que seguir insistiendo con los recortes de costos, añadió. «Si hay un bajón, deben rectificar lo antes posible».

La lucha de Europa para restaurar la confianza de los inversionistas en sus países miembros más endeudados ha sufrido una serie de reveses desde fines de la semana pasada, lo que alimenta la especulación de que al menos Grecia tendrá que pedir más ayuda a acreedores. Muchos expertos hablan de una mayor incertidumbre a medida que los líderes de Unión Europea tienen que decidir qué medidas tomar antes de su reunión el 23 y 24 de junio.

La crisis de deuda europea está lejos de solucionarse y sigue siendo una amenaza, dijo el director de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico.

«La crisis de la deuda soberana sigue amenazando el panorama de algunos países y la región como un todo debido a las conexiones entre los mercados», dijo Ángel Gurria, de la OCDE, durante su discurso de inauguración del foro anual de la organización en París.

«No sólo la crisis no ha terminado aún, sino que está cambiando de cara», dijo. «¿Cómo podemos pensar que ya ha pasado si la tasa promedio de desempleo está cerca de 10%?

Moody’s advirtió el viernes sobre la deuda de Italia, y el domingo, el partido gobernante en España, PSOE, fue derrotado abrumadoramente en las elecciones regionales a medida que los votantes protestaban por una tasa de desempleo de 21% y dolorosos recortes de presupuesto.

La mayoría de economistas dice que la zona euro compuesta por 17 países podría costear el rescate de Grecia, Portugal e Irlanda, que entre los tres representan apenas 5% de la producción de la región. Pero la situación empeoraría significativamente si los mercados pierden la confianza en la solvencia de España, cuya economía es casi dos veces mayor que las otras tres combinadas.

«El gobierno español tomó medidas valientes, (y) creo que necesitan seguir por ese camino», dijo Van Rompuy.

Los bancos europeos se juegan en torno a US$630.000 millones en préstamos y bonos, según información del Banco Internacional de Pagos, por lo que una crisis financiera en España se convertiría casi seguramente en una crisis europea.

El euro ha registrado una acusada caída en la última semana, a medida que inversionistas buscaban refugio en monedas más seguras. Una ola de importantes indicadores económicos mostraba que una desaceleración en el crecimiento en el sector privado de la zona euro en el trimestre actual.
Fuente: The Wall Street Journal, 24/05/11.

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La crisis griega vuelve a dividir a Europa

Por Charles Forelle, en Bruselas, y Brian Blackstone en Fráncfort

 

Una brecha cada vez más amplia entre los líderes europeos sobre cómo resolver los problemas financieros de Grecia e impedir su propagación alimenta los temores de que la crisis de la deuda soberana del continente está entrando en una etapa nueva y peligrosa.

La disputa, que enfrenta al Banco Central Central Europeo (BCE) contra Alemania y otros gobiernos de la zona euro, gira en torno a una pregunta que está en el centro de una crisis que se ha prolongado durante 18 meses: ¿Hasta qué extremos están dispuestos a llegar los miembros más pudientes de la zona euro para mantener intacta la integridad del bloque?

El asunto es si Grecia, apenas un año después de recibir 110.000 millones de euros (US$155.000 millones), debería ser forzada a entrar en cesación de pagos o si Europa debería entregar más ayuda. Al BCE le preocupan las consecuencias que una reestructuración de la deuda griega, por tímida que sea, podrían tener en Irlanda y otras economías periféricas. Mientras tanto, los líderes de las economías más fuertes del bloque, principalmente Alemania, temen el costo político de rescates adicionales.

Los funcionarios del BCE reforzaron el martes su postura de línea dura contra cualquier tipo de incumplimiento de pagos por parte de Grecia. El presidente del Banco de Francia, Christian Noyer, calificó tal perspectiva como «un escenario de terror», a pesar de que algunos ministros de Finanzas europeos parecían más dispuestos a una modesta reestructuración de la deuda griega.

La calificadora de riesgo estadounidense Moody’s Investors Service lanzó, por su parte, una fuerte advertencia contra la reestructuración de deuda. Moody’s dijo que cualquier incumplimiento de pagos por parte de Grecia probablemente estropearía el crédito del país por un lapso prolongado podría hacer que los bancos griegos cayeran en cesación de pagos y le complicaría la vida a otros países débiles de la zona euro, que tendrían dificultades para evitar que su deuda fuera rebaja al grado de «chatarra».

El desenlace en Grecia podría tener un impacto significativo en Irlanda, que también fue forzada a solicitar un rescate el año pasado. El gobierno irlandés no está tan endeudado como el de Grecia, pero su sistema financiero es frágil y los temores a una reestructuración de deuda podrían desatar una nueva crisis.

En el centro de la discordia entre los líderes europeos está una emergencia práctica, qué hacer si Grecia se vuelve a quedar sin dinero. Existe un amplio acuerdo en Europa en que los 110.000 millones de euros entregados el año pasado no serán suficientes para que Grecia cumpla sus compromisos hasta el próximo año. Pero no hay prácticamente ningún acuerdo sobre cómo cubrir la brecha.

Bajo una intensa presión política, los líderes de las economías más fuertes de Europa son muy renuentes a firmar otro cheque. Eso, temen muchos, pondría la zona euro demasiado cerca de una unión fiscal, en la cual los países fuertes no tienen más alternativa que financiar a los débiles. Alemania y sus aliados quieren, en cambio, que Grecia y otros países débiles saneen sus finanzas mediante recortes de gastos y reestructuraciones de deuda.

La postura del BCE, sin embargo, es que la brecha financiera de Grecia debe ser financiada por el resto de los países de la zona euro una vez que Atenas haya agotado todas las alternativas para reducir su presupuesto y privatizar activos, y no a través de la demora o la reducción en los pagos a los acreedores.

Pero varios ministros de Finanzas clave, como el alemán Wolfang Schäuble y la francesa Christine Lagarde, han dejado la puerta abierta al denominado «reperfilamiento» de la deuda de Grecia. En ese escenario, se les pediría a los acreedores privados de Grecia que acepten que se les devuelva menos de lo esperado, para ayudar a Grecia a cubrir sus agujeros fiscales en 2012 y 2013.

Un «reperfilamiento» de esta naturaleza disminuiría —o en un escenario optimista eliminaría, la necesidad de que los gobiernos europeos lleven a cabo un segundo rescate. Un «reperfilamiento» implicaría que los acreedores privados compartan la carga con los contribuyentes.

Desde que comenzó la crisis de la deuda a comienzos de 2010, casi todos los funcionarios europeos sostuvieron firmemente que una cesación de pagos en la zona euro —de cualquier tipo— era impensable. Los líderes nacionales temían una humillante pérdida de prestigio y un golpe a la confianza en la región. Funcionarios del BCE velaban por la salud de los frágiles bancos del continente, que no estaban preparados para sufrir pérdidas de gran magnitud, podrían sufrir un colapso cataclísmico.

Pero a medida que los líderes europeos enfrentan las consecuencias de esa posición, es decir que si quieren impedir una cesación de pagos deben estar dispuestos a llevarse la mano al bolsillo- han retrocedido.

Schäuble fue uno de los primeros políticos clave que sugirió un reperfilamiento. Lagarde se le sumó posteriormente, al igual que primer ministro luxemburgués Jean-Claude Junker.

El BCE, en todo caso, no cede. «Si se considera el estrecho interés del BCE, posiblemente no hay mejor opción que hacer que la totalidad de la carga sea asumida por las autoridades fiscales, los contribuyentes griegos y los de la zona euro», en lugar de los bancos que tienen deuda griega, dice Sony Kapoor, director ejecutivo de Re-Define, un centro de estudios económicos de Bruselas.
Fuente: The Wall Street Journal, 24/05/11.
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Grecia debería aprender la lección de Brasil

Por Richard Barley

 

Hay dos creencias comunes respecto a Grecia: Primero, que es inevitable que caiga en incumplimiento de su deuda en algún momento, y segundo, que no es capaz de ajustarse a las reformas necesarias para evitar el incumplimiento. Ello descarta la capacidad de cambio. Hacia 2002, los inversionistas estaban igualmente convencidos de que Brasil abandonaría la reforma y caería en incumplimiento, pero esa creencia estuvo errada.

Brasil se pasó las décadas de 1980 y 1990 combatiendo la hiperinflación y quedó estructuralmente rezagado frente a sus pares en América Latina. Incluso después de haber superado el problema de inflación, en 1999 tenía una calificación por debajo de Venezuela y Argentina. En el 2002, el rendimiento de su bono en dólares a 10 años alcanzó un 22% en medio de los temores de que un gobierno de izquierda entrante flexibilizaría la política. Pero el presidente Luiz Inacio da Silva sorprendió a los inversionistas al apegarse a las reformas de sus predecesores y evitar el incumplimiento.

Algunos argumentan que Grecia no tiene ninguna oportunidad dado que no puede devaluar su moneda. Pero la devaluación del real brasileño en 1999 no fue ninguna panacea y no evitó una crisis. La política monetaria y fiscal debió ser ajustada para restablecer la confianza. Brasil registró un superávit de presupuesto primario -sin incluir los pagos de intereses- por sobre un 3% del PIB por 10 años desde 1999. En 2000 aprobó una Ley de Responsabilidad Fiscal en que obligaba alcanzar superávit primarios en todos los niveles del gobierno. También llevó a cabo un programa de privatización de US$100.000 millones en la década de 1990 que ayudó a pavimentar el camino para mayores inversiones privadas y una mayor liberalización económica.

Brasil claramente disfrutó las ventajas con las que no cuenta Grecia, incluyendo una riqueza de recursos, mejor demografía y una pujante economía mundial. Grecia también necesita llevar a cabo un aún mayor cambio fiscal. Sin embargo, Grecia tiene también ventajas: Apoyo de la eurozona, y la credibilidad y estabilidad monetaria que otorga el Banco Central Europeo.

Grecia está severamente dañada por la falta de credibilidad de su gobierno. Pero los últimos anuncios son estimulantes. Atenas ya ha reducido su déficit primario de un 10,3% a un 4,9%, un gran cambio, y está planeando un nuevo ajuste fiscal. También está acelerando la privatización; tiene activos estatales superiores al 100% del PIB, según estimaciones del FMI. El riesgo de ejecución es enorme. Pero Brasil al menos muestra que es posible que un gobierno con determinación, en el tiempo, haga cambiar el parecer de los inversionistas.
Fuente: The Wall Street Journal, 25/05/11.

 

 

 

 

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