Finanzas para Parejas

marzo 20, 2012 · Imprimir este artículo

En la planificación financiera de las parejas, lo importante es abrirse

Por Ruthie Ackerman

 

Cuando las parejas vienen a ver por primera vez a Bruce Helmer, un asesor financiero en Mineápolis, reciben una baraja de 50 cartas. Cada una tiene un valor escrito, por ejemplo, familia, espiritualidad o aventura. Helmer le pide a cada cónyuge que escoja las 15 más importantes en su opinión. Finalmente, deben reducir el número a 10 y luego a 5 cartas. En ese momento, tienen que mostrarlas.

Los resultados con frecuencia sorprenden a las parejas, que tal vez nunca imaginaron, por ejemplo, que su cónyuge tenía el sueño de escalar el Monte Everest o poner en marcha una institución sin fines de lucro. También pone de relieve uno de los mayores retos en la planeación financiera: lograr que las parejas expresen lo que es más importante para ellas.

El trabajo de un asesor financiero es llevar la conversación de objetivos vagos, como «ahorrar lo suficiente para la jubilación», a metas más reales y concretas, como la herencia o legado que la pareja quiere dejar. No es una tarea fácil y requiere de mucha planificación y, en ocasiones, de creatividad.

Kimberly K. Maez, asesora financiera de Ameriprise Financial Inc., de Colorado, hace que sus clientes creen lo que ella llama «libro de sueños», que incluye una serie de preguntas diseñadas para ayudarlos a desarrollar una visión para su vida. Las preguntas incluyen: ¿Cómo visualizan sus vidas en cinco años? ¿Qué consideran importante en relación con la familia? ¿Qué quieren que haga el dinero por ellos, su familia o sus descendientes?

Las parejas responden las preguntas de manera individual y luego tienen una conversación sobre lo que han escrito. «Les digo a los clientes que es muy importante salir de la rutina y hablar entre sí», dice Maez. «Si estas conversaciones no se llevan a cabo a lo largo de una relación, una vez que los hijos se van a la universidad la relación tiene una mayor tendencia a desmoronarse», añade.

Una pareja con la que trabajó Maez llegó a la conclusión de que sus vidas iban en direcciones diferentes: él quería viajar a China y ella quería trabajar para una organización sin fines de lucro. Antes de discutir cómo podían financiar esos objetivos, Maez instó a la pareja a pensar si podrían apoyarse mutuamente en esos caminos separados.

No fue fácil. Al principio Maez vio cómo la mujer se cruzaba de brazos y el hombre comenzaba a desconectarse. Luego les pidió que fueran a casa y pensaran acerca de sus metas de manera individual. «Se dieron cuenta de que habían estado juntos por 25 años y nunca habían hablado sobre la visión que tenían para esta etapa de sus vidas», dice Maez.

Un mes más tarde regresaron y tuvieron una conversación abierta, donde cada uno tuvo permiso para decir lo que quisiera sin que el otro se pusiera a la defensiva.

La mujer, de 60 años, trabaja ahora para una organización sin fines de lucro. Entre tanto, su marido, de 62 años, hace viajes recurrentes de dos semanas al extranjero. «Fueron las conversaciones que surgieron del libro de los sueños lo que les permitió entender que cada uno tenía que hacer sus propias cosas», dice Maez. Eso, entretanto, les permitió acordar un plan financiero más realista, agrega.

Diferentes perspectivas

Stacy y Barry Johnson, un matrimonio que forma un equipo de asesoría financiera en Wyoming, dicen que el hecho de que son una pareja les da una idea del funcionamiento interno de una relación cuando se trata de planear las finanzas.

A menudo las mujeres se sienten inclinadas hacia Stacy y los varones hacia Barry. «Como pareja tenemos dos pares de ojos y oídos y tenemos perspectivas diferentes, lo que ayuda a los matrimonios a romper esas barreras», dice la señora Johnson, una consultora de gestión de inversiones.

Los asesores recuerdan una pareja donde el marido había ahorrado mucho dinero y lo había separado en diferentes categorías: para viajes y diversión, gastos mensuales y gastos para la futura educación de sus nietos.

El problema era que la esposa no había participado en el proceso de planificación financiera. «Él siempre había pensado en los ahorros para sus propias actividades y no había considerado las de ella», dice Johnson. «Le pedimos a la esposa que expresara sus deseos».

Era la primera vez que alguien le preguntaba acerca de su propia jubilación y sirvió para recordarles que el matrimonio es una sociedad en la que ambos cónyuges merecen ser escuchados.
Fuente: The Wall Street Journal, 19/03/12.

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