Italia en el ojo de la tormenta

julio 12, 2011 · Imprimir este artículo

Italia pasa a estar en el ojo de la tormenta financiera europea

Por Alessandra Galloni y Marcus Walker

 

ROMA — Italia, que hasta ahora había observado los problemas financieros de la zona euro desde cierta distancia, quedó el lunes en el ojo de la tormenta cuando los inversionistas huyeron de los bonos del país mientras los líderes europeos luchaban por impedir que la crisis se propagara a la tercera economía del continente.

Los temores sobre la solvencia y la estabilidad política de Italia, sumados a la frustración del mercado ante la incapacidad de los líderes europeos para resolver los problemas de Grecia, provocaron que el rendimiento de los bonos soberanos de Italia a 10 años saltara más de 100 puntos básicos, alcanzando un récord de 285,6 frente a los bonos alemanes, en comparación con la semana anterior.

En un intento por detener el pánico, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi prometió la pronta aprobación en el parlamento de un paquete de medidas de austeridad que fue divulgado hace dos semanas y que busca equilibrar el presupuesto de Italia para 2014, evitando el titubeo político que a menudo frustra a los gobernantes italianos.

Las medidas «serán aprobadas dentro de unos días, puesto que el gobierno cuenta con una sólida mayoría», respondió en un correo electrónico el ministro de Trabajo y Políticas Sociales Maurizio Sacconi.

Incluso ese plazo abreviado, sin embargo, podría no alcanzar para aliviar la turbulencia de los mercados. «La experiencia de Grecia, Irlanda y Portugal demuestra que la confianza del mercado puede desaparecer muy rápido», afirma Marchel Alexandrovich, economista de Jefferies International, en Londres. «Los fundamentos de Italia son más fuertes que, por ejemplo, los de España, pero si el mercado pierde la confianza en un país, entonces este tipo de cosas ya no importa».

La mayor parte de las dudas de los inversionistas tienen sus raíces más allá de las costas de Italia. Al mercado le inquieta que los líderes europeos aún no acuerden un segundo paquete de ayuda para Grecia, y que una posible caída en cesación de pagos por parte de Atenas pudiera afectar a las economías más grandes del continente.

Ante la ausencia de un consenso acerca de cómo repartirse con los acreedores del sector privado la carga de un nuevo paquete de rescate griego, una reunión de ministros de Finanzas europeos no consiguió avanzar mucho sobre un nuevo plan de asistencia.

El problema es que las calificadoras de riesgo han dejado en claro que cualquier esfuerzo significativo para que los acreedores privados asuman una parte del costo equivaldría a una cesación de pagos por parte de Grecia. Eso deja a Europa ante una difícil disyuntiva: hacer que los contribuyentes europeos financien a Grecia en forma indefinida o trasladar parte de la carga a los acreedores privados y caer en cesación de pagos.

No obstante, los problemas de larga data de Italia, como una deuda en torno al 120% del Producto Interno Bruto, un crecimiento débil y un sistema político volátil, han salido a la palestra después de dos años en los cuales Italia estuvo al margen de la crisis de la deuda.

«El componente objetivo que alimenta esas presiones del mercado es la carga de la deuda soberana de Italia. Es como un fusible que desestabiliza a los mercados y conduce a una situación que es peor que lo que ameritan los fundamentos de Italia», afirma Fabio Pammolli, profesor de Economía de la Universidad de Florencia.

También hay un aspecto psicológico que agrava la situación. Mientras que un plan de rescate de Grecia, Irlanda, Portugal e incluso, eventualmente, España no quebraría a la zona euro, un colapso financiero italiano podría derribarla, opinan los economistas.

El peligro para Italia sería que los mercados de bonos dieran la espalda al país por completo, negándose a financiar la cantidad que el país necesita incluso a mayores tasas de interés. Grecia y Portugal sucumbieron a tales cierres de los mercados de deuda.

Si Italia pierde el acceso a los mercados de capitales, probablemente el resto de Europa tendría problemas para obtener fondos suficientes para mantener la liquidez del país, señalan los economistas y funcionarios, ya que Italia es «demasiado grande como para caer», reconocen muchas autoridades. En ese caso, sólo la intervención del Banco Central Europeo (BCE) podría apuntalar al país, a partir de la emisión de dinero, algo a lo que se resiste con todas sus fuerzas.

La mayoría de los economistas no cree que la pérdida completa de acceso a los mercados sea inminente o probable. «Pienso que el pánico se detendrá antes. Italia tiene problemas objetivos, pero esto es un poco exagerado», afirma Daniel Gros, director del Centro de Estudios de Políticas Europeas, un centro de estudios en Bruselas.

El alza del rendimiento de los bonos no afectará las finanzas de Italia en el corto plazo, dado que la mayoría de su deuda no vence hasta dentro de varios años. En el largo plazo, las tasas de interés significativamente más altas podrían llevar a la deuda total de Italia a un nivel insostenible, dado el crecimiento económico crónicamente débil del país, que ha sido inferior a 0,25% en la última década, en comparación con el 1,1% de la zona euro.
Fuente: The Wall Street Journal, 11/07/11.

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Una peligrosa bola de nieve

Por Luisa Corradini

 

PARIS – El derrumbe que registraron ayer las bolsas y el euro reflejan el pesimismo de los inversores frente a una hipótesis de catástrofe en seis etapas, que puede terminar, aunque parezca mentira, en un remake del corralito argentino a escala europea.

Los expertos, sobre todo los consejeros de inversiones, estiman que si fracasan los esfuerzos para evitar un default de Grecia, la presión de las agencias de calificación y la inquietud de los grandes acreedores precipitarán una suerte de bola de nieve de seis fases:

       Crac bursátil.

       Fuerte retroceso del euro.

       Estampida de los seguros sobre las deudas de los otros países frágiles de la zona euro, siguiendo el orden de vulnerabilidad: Portugal, Irlanda, Italia, España y Bélgica.

       Crisis bancaria con la quiebra de algunos bancos excesivamente expuestos a las deudas de los llamados PIIGS y a la ejecución de los CDS (seguros contra el riesgo de default).

       División de la zona euro entre los países que propician una economía virtuosa y los partidarios de absorber la deuda mediante una política inflacionista.

       Adopción de medidas espectaculares para tratar de salvar los últimos restos de la zona euro (Alemania, Holanda, Francia, Austria, Finlandia, Luxemburgo y acaso Eslovenia, Malta, Eslovaquia y Estonia).

En muchos países, la desesperación para responder a los vencimientos de la deuda puede inducir a ciertos gobiernos a recurrir al sagrado sector del ahorro a largo plazo (fondos de pensión, seguros de vida y otras formas de colocaciones rentadas). «Existe el riesgo de ser corralizados», advirtió el analista financiero Simon Wapler. «Encerrados en el vallado de las deudas soberanas, sólo podremos salir por dosis pequeñas, después de que nos hayan esquilado como a ovejas argentinas», agregó. Su consejo para los inversores es: «Protéjanse. Frente al crac, hay que protegerse ahora». Ese escenario, particularmente pesimista, se podría poner en marcha en caso de un default «parcial» o «selectivo» de Grecia.

El riesgo reside en que se trata de un problema técnico y político de alta complejidad. A diferencia de lo que ocurrió en 2001 en la Argentina -que decidió congelar los pagos a sus acreedores-, en el caso de Grecia la noción de cesación de pagos dependerá de la apreciación de las agencias calificadoras de riesgo. Si las agencias consideran que la operación de reestructuración, rollover o reperfilado de la deuda perjudican -de una u otra manera- a los inversores o introducen un cambio con respecto a sus expectativas iniciales, se instituye la figura de default.

Algunos CDS (Credit Default Swaps), instrumentos especulativos por excelencia, prevén incluso que si «cuatro diarios de prestigio internacional» interpretan la forma adoptada de reescalonamiento como un default maquillado, queda constituida la figura de cesación de pagos y se pueden reclamar los seguros.

Los economistas suelen decir que tomar seguros sobre la deuda griega es lo mismo que suscribir un seguro contra incendio de la casa del vecino. El mejor negocio es que la vivienda ajena se prenda fuego.

El eventual cataclismo de la zona euro no quedaría circunscripto al área de los 17 países que adoptaron esa moneda. La onda expansiva, como un auténtico tsunami financiero, podría golpear con extrema violencia a los países emergentes: ese grupo de economías, fuertemente orientado a la exportación, corre también el riesgo de resultar afectado, «debido a su extrema vulnerabilidad a los shocks externos y a la inestabilidad política», según un informe divulgado precisamente ayer por el Banco de Pagos Internacionales (BPI), considerado el banco central de los bancos centrales.

Hasta que la crisis griega entró en un tobogán, hace apenas un año, un escenario de esa naturaleza parecía formar parte de lo que Nassim Nicholas Taleb denomina un cisne negro, es decir «una aberración que se sitúa fuera del marco de nuestras expectativas ordinarias», un acontecimiento «imprevisible». Ahora, sin embargo, dejó de ser una anomalía perteneciente a las ciencias de la incertidumbre para ingresar en la esfera de las hipótesis que manejan los especialistas de gestión de riesgo, aunque no se perciba con exactitud el perímetro de la calamidad.

El catastrofismo de algunos economistas, expertos y analistas financieros por momentos puede parecer exagerado. Sin reflejar necesariamente la hipótesis más probable, tiene en cuenta la peor de las hipótesis. Pero los políticos, a veces, no contribuyen al optimismo: «Estamos frente a algo mucho más grande» que una crisis aislada. Es algo de dimensión «más sistémica» y que pone en juego «la estabilidad del euro en su conjunto», reconoció la ministro de Economía de España, Elena Salgado.
Fuente: La Nación, 12/07/11.

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