La familia de Daniel Nilsson compró hace dos años un hotel en la localidad de Pajala, en Suecia, unos 80 kilómetros dentro del Círculo Polar Ártico.
La mina de mineral de hierro de Kaunisvaara, ubicada cerca de allí, recién había empezado a producir y la familia construyó instalaciones y remodeló la discoteca del pueblo. “Queríamos brindarles a los residentes y a la gente que trabajaba en la mina un hotel de primera al cual pudieran venir”, cuenta Nilsson, el gerente de 28 años. “Esa es la razón por la que compramos. Creíamos que tenía un futuro”.
Sin embargo, la suerte del hotel Lapland River se derrumbó el año pasado de la mano del precio del mineral de hierro. El propietario de la mina, Northland Resources, cesó las operaciones en octubre, dos meses antes de que la empresa se declarara en bancarrota.
“Creo que perdimos cerca de 75% de nuestro negocio”, afirma Nilsson. “En ese momento, no lo podíamos creer. Pero la mayor parte se esfumó de la noche a la mañana”.
El auge de las materias primas desató una oleada de inversiones en recursos naturales en todo el mundo de parte de los grandes conglomerados mineros y energéticos, pero también de pequeñas empresas para las cuales el desplome de los precios ha tenido un efecto devastador.
La mina y las empresas que le prestan servicios empleaban a cerca de 700 personas en una localidad de 6.000 habitantes, según Andreas Lind, gobernador interino del condado de Norrbotten, donde se encuentra Pajala. Northland Resources prefirió no comentar al respecto.
El caso de Pajala no es una excepción. Los mercados de materias primas desde el petróleo hasta el carbón y el azúcar recibieron una auténtica golpiza el año pasado y las cotizaciones de muchos commodities se ubican en sus niveles mínimos de varios años. Los despidos, los cierres de minas y las pérdidas para los inversionistas no se hicieron esperar. La crisis se ha propagado a proveedores y contratistas mucho mayores que el hotel Lapland. La siderúrgica U.S. Steel Corp. anunció la semana pasada la suspensión de las operaciones de una planta en Ohio que fabrica tubos de acero para la industria petrolera, lo que implica el despido de más de 600 trabajadores.
Un exceso de producción contribuyó a la caída de los precios de los commodities y numerosos analistas no divisan un repunte. Los inventarios siguen siendo altos y algunos productores siguen adelante pese al descenso de los precios.
El inventario de trigo de China, por ejemplo, alcanzó los 63 millones de toneladas a fines del año pasado, frente a 46 millones en 2008, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. El año pasado, el país sumó 87 millones de barriles de petróleo a sus reservas, según los cálculos de Amrita Sen, analista jefe de petróleo de la consultora Energy Aspects.
“La oferta ha estado superando la demanda no por una particular debilidad de la demanda, sino por un exceso de la oferta”, dice Stephen Briggs, analista de commodities de BNP Paribas SA . “Esto no tiene visos de cambiar pronto”.
El cobre, por ejemplo, fue el activo de peor desempeño entre los metales básicos en 2014 y ha perdido cerca de 14% de su valor debido a una sobreoferta que ha persistido durante cuatro años. Eso, no obstante, no ha detenido la entrada en operación de nuevas minas como la de Sierra Gorda, en Chile, que fue inaugurada en octubre. La mina Constancia, en Perú, empezaría a producir el próximo año.
La situación del azúcar es muy parecida. Los precios tocaron en 2014 sus niveles más bajos en varios años ante el exceso de oferta global durante los últimos cuatro años.
“En octubre, los precios caían, pero el mercado pensaba que estábamos por tocar fondo. Lo que sucedió en cambio fue que el mercado repuntó brevemente y luego colapsó”, afirma Matt Bradbard, que gestiona US$300 millones para el fondo de Chicago RCM Asset Management.
A pesar del derrumbe de los precios, algunos productores de azúcar están añadiendo capacidad como resultado de inversiones de capital planificadas hace varios años.
Los productores de muchas materias primas han acusado el golpe y algunos se han replegado. Jerzy Podsiadlo, presidente de la junta de la empresa polaca Weglokoks SA, uno de los mayores exportadores europeos de carbón duro, señala que la compañía preveía exportar 2,6 millones de toneladas menos de carbón en 2014 que el año previo, un descenso de casi un tercio. El gobierno polaco anunció el jueves el cierre de cuatro minas de carbón estatales pese a las protestas de los sindicatos.
La minera australiana Fortescue Metals Group Ltd. había contemplado un presupuesto para gastos de capital de US$1.300 millones en el año fiscal 2015. En noviembre pasado, sin embargo, redujo la cifra a la mitad. “Sentimos que no era prudente expandir la producción a los precios actuales”, señala Nev Power, su presidente ejecutivo. Los precios del mineral de hierro cayeron 50% en 2014.
Ivan Glasenberg, presidente ejecutivo del conglomerado minero Glencore PLC, ha criticado a sus rivales por seguir invirtiendo y aumentar la producción de mineral de hierro a pesar del desplome de los precios. “La mala asignación del capital, no la falta de demanda, es un tema clave del sector”, afirmó en una reciente conferencia con inversionistas.
En Pajala, donde los turistas a veces salen a contemplar las auroras boreales durante el invierno y el sol de medianoche durante el verano, el golpe ha sido feroz. Los jóvenes habían estado abandonando la ciudad durante décadas antes de la inauguración de la mina.
“Pajala ha vivido los aspectos magníficos de una comunidad que prospera, además de la verdad brutal de lo que la bancarrota de una minera puede producir, en un lapso muy breve”, dice Nilsson, el propietario del hotel.
—Sarah Kent y Patryck Wasilewski contribuyeron a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 11/01/15.
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