La crisis financiera europea

octubre 19, 2011 · Imprimir este artículo

¿Pueden Europa y EEUU trabajar juntos para resolver la crisis financiera europea?

 

La inseguridad respecto a Europa continúa perjudicando a los mercados de capitales americanos que ya habían comenzado a recuperarse a principios de otoño después de los ásperos debates en el Congreso en torno a la deuda y de la consiguiente rebaja de la calificación crediticia. Aunque los mercados de EEUU hayan respirado aliviados después de que líderes de Alemania y de Francia acordaran formular un plan de estabilización que bajara la tensión de la crisis de la deuda soberana a tiempo para la próxima reunión del G-20, todavía quedan diversos obstáculos por delante para que se resuelvan los complejos problemas económicos de Europa.

Mientras las autoridades e inversores americanos observan cómo Europa lucha para mantener en pie su sistema financiero y evitar otro desastre económico mundial, un sutil «juego de culpa» internacional ha salido a relucir. La semana pasada, el presidente Barack Obama pidió a los líderes europeos que «actuaran con rapidez» para solucionar la crisis. En septiembre, en una reunión con los ministros europeos de finanzas en Polonia, Timothy Geithner, secretario del Tesoro americano, dijo que Europa estaba ante un «riesgo catastrófico» insistiendo en que hubiera una ayuda al estilo americano. La reacción de los presentes fue de frialdad. Anders Borg, ministro de Finanzas de Suecia, dijo que «[era preciso] avanzar, pero es evidente que la deuda americana es un problema enorme, y la situación sería otra si EEUU pudiera señalar un camino sostenible por donde seguir».

Bulent Gultekin, profesor de Finanzas de Wharton, observa que después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU empezó a disfrutar de un liderazgo y de una autoridad moral incuestionables en Europa, lo que le permitió liderar la creación de un nuevo orden económico mundial durante la conferencia de Bretton Woods, New Hampshire, en 1944. Sin embargo, según Gultekin, la guerra de EEUU con Irak, así como la crisis financiera americana de 2008, minaron el liderazgo financiero del país. «Por lo tanto, cuando el secretario del Tesoro va a Europa a decir lo que tienen que hacer, no debe esperar que le escuchen como en el pasado», dice.

Evitar las señales de orgullo

Mauro Guillen, profesor de Gestión de Wharton y director del Instituto Lauder de la institución, dice que si EEUU quiere tener un impacto positivo en Europa, lo primero que debe hacer es evitar cualquier tipo de señal que indique una postura «implícita de orgullo» frente a las dificultades europeas. El hecho es que Goldman Sachs rebajó recientemente la previsión de crecimiento de EEUU en el primer trimestre de 2012 hasta sólo un 0,5%, ya que la inestabilidad en Europa podría llevar a la economía americana al «borde de la recesión» a principios del año que viene. «Europa es el principal cliente de los productos americanos», dice Guillen. «Muchas veces, creemos que si alguien está pasando por un mal momento, nos puede beneficiar. Eso es una tontería».

Los problemas económicos comenzaron en EEUU hace tres años, y las autoridades locales cuentan ahora con estrategias para hacer frente a la crisis que pueden ser útiles para los países de Europa, destaca Guillen. Pero él añade que EEUU no está en posición de ofrecer ayuda financiera. «Podemos colaborar, pero no con dinero. Tenemos problemas fiscales parecidos aquí». Otros países, como China y países ricos de Oriente Medio, podrían ayudar a Europa comprando títulos de la deuda. Aunque los gobiernos deban mantener contacto estrecho con las instituciones financieras privadas, Guillen enfatiza que ellos necesitan actuar como líderes que son frente a las crisis financieras.

Según Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton, Geithner y Obama tenían razón al mostrarse alarmados, aunque esté de acuerdo en que es poco lo que el Gobierno americano puede hacer. «La situación de Europa es preocupante, y no creo que el Gobierno americano pueda hacer demasiado, aparte de llamar la atención sobre el peligro de la situación».

El colapso a gran escala en Europa puede ser una amenaza mayor para la economía global que la caída de Lehman Brothers, dice Allen. Sin embargo, los líderes del continente han tardado demasiado para reaccionar a la amenaza, o es que no quieren creer lo que está pasando. De momento, Alemania y Francia acordaron tan sólo «planear la elaboración de un plan». Aunque la posibilidad de un desenlace con grandes repercusiones para la deuda europea fuera evidente ya hace 18 meses, añade Allen, las autoridades parecían contar con algún tipo de «fórmula mágica que simplemente no existe».

El rescate reciente de Dexia, el banco belga que garantiza un volumen sustancial de la deuda municipal europea, es un ejemplo de la falta de credibilidad de los líderes europeos, dice Allen. Durante meses, dijeron que Dexia no tenía problemas. Irlanda es otro ejemplo: los bancos irlandeses aprobaron las pruebas de estrés bancarias de Europa, pero después necesitaron recursos financieros adicionales. Los líderes del continente «necesitan entender que tienen un problema entre manos que no se resuelve con paños calientes. Es inaudito que gobiernos serios hagan eso».

Los mercados se animaron al principio de la semana después de que la canciller Angela Merkel y el presidente francés Nicolas Sarkozy acordaran presentar planes sostenibles para solucionar la crisis de la deuda griega, recapitalizar los bancos y perfeccionar la coordinación económica en la zona del euro antes de la reunión de cúpula del G-20 el 3 de noviembre. Mientras, la economía mundial aguarda el próximo voto en Bratislava, en Eslovaquia, que podrá ampliar los poderes del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF, según sus siglas en inglés) permitiéndole comprar la deuda de países con problemas, ayudar a los bancos en dificultades y ofrecer líneas de crédito a los gobiernos. Actualmente, el EFSF solo puede vender títulos que son usados en la financiación de préstamos.

Jay Bryson, economista global de Wells Fargo Securities, dice que el acuerdo entre Francia y Alemania es importante porque Francia siempre se resistió más a aceptar la gravedad de la situación y la necesidad de acción rápida. Ahora, tal vez frente a la amenaza de la degradación de su deuda, Francia esté lista para juntarse con Alemania y frenar la situación de inestabilidad en Europa. Bryson dice que los problemas de Europa se han convertido en una amenaza constante para los mercados globales que salen a relucir de vez en cuando creando una nueva onda de inquietud en los mercados mundiales. «Creo que todavía se darán dos pasos adelante y uno hacia atrás. Aún hay mucha incertidumbre en el continente».

Una estrategia unificada

Gultekin sugiere que los líderes americanos trabajen a puerta cerrada con las autoridades financieras europeas, principalmente con las de Alemania y de Francia, para enfatizar la amenaza de contagio y añadir una percepción de urgencia al lento proceso de toma de decisión de Europa. EEUU podría tal vez iniciar el cambio, dice, por medio del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones internacionales, en una señal de que EEUU no va a quedarse parado si los problemas actuales dan lugar a una crisis de grandes proporciones en Grecia y en otros lugares. El gobierno americano necesita tratar la crisis como una cuestión internacional y reaccionar con una estrategia unificada, y no país por país, añadió.

Los líderes europeos parecen interesados en oír los consejos de EEUU, observa Gultekin, pero, al final de cuentas, Europa encontrará una solución propia en el momento acertado. «No será de un momento a otro. Las estructuras institucionales de Europa no están listas para tomar una decisión de la noche a la mañana. Incluso en el caso de EEUU, tampoco fue tan rápido. Fue preciso que se produjeran suspensiones de pagos colosales antes de que el Congreso hiciera algo».

La principal diferencia entre el sistema financiero de EEUU y de Europa, resalta Gultekin, es que Europa tiene una moneda única, pero no tiene una autoridad fiscal central. Como consecuencia de ello, la adhesión de los 17 miembros individuales de la zona del euro es indispensable para iniciar cambios de gestión que son siempre desde el punto de vista político dolorosos para la solución de los problemas de la deuda. En última instancia, Europa necesita encontrar un medio de integrar la política fiscal a la autoridad monetaria, tal y como sucede en EEUU. «La cuestión es cómo llegar ahí. ¿Cómo hacer que eso suceda políticamente? ¿EEUU podría ayudar? Podemos, pero no públicamente». Los electores europeos ya están enfadados y decepcionados a causa de los programas de austeridad iniciados en el transcurso de la crisis. «Si les parece que la solución se les impone, el tiro saldrá por la culata».

Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, tal como Gultekin, también cree que los líderes americanos no deben tomar una posición pública respecto a los problemas financieros de Europa. Pero él sugiere que la Reserva Federal continúe proporcionando liquidez al sistema financiero europeo. Los gestores de políticas de EEUU también pueden ayudar a Europa tomando medidas que eviten otra recesión en casa, por ejemplo, extendiendo los beneficios fiscales actuales. «Si el país entra nuevamente en recesión, las cosas van a complicarse tremendamente para Europa», dice Zandi, añadiendo que una leve recesión en Europa es ineludible ahora. Su intensidad no será lo suficiente fuerte para empujar a EEUU hacia la recesión.

Muchas cosas pueden salir mal

Aún así, observa Zandi, mucha cosas pueden salir mal. Grecia, por ejemplo, puede salir de la zona del euro antes de que la llamada «troica» formada por instituciones financieras europeas —es decir, la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Céntrico Europeo— pueda conseguir un acuerdo que evite la quiebra del deudor europeo con mayores dificultades financieras. Él advierte que la troica no puede presionar demasiado a Grecia en lo que concierne a la austeridad fiscal, lo que podría llevarla a salir de la UE por su propia cuenta. Eso sería muy doloroso para el pueblo griego durante un cierto tiempo, sin contar que esa decisión podría acarrear serios problemas financieros para todo el continente.

El voto eslovaco muestra la dificultad que las autoridades financieras de Europa tendrán que enfrentar para elaborar soluciones unificadas de largo plazo para los problemas de la deuda de la zona del euro, dice Zandi. Los países que usan el euro tienen problemas políticos propios que podrían estropear una recuperación. Además, los bancos pueden tener más problemas de los que las pruebas de estrés han mostrado hasta ahora. «Es posible que en el momento en que sean sometidos a una prueba de estrés, el agujero sea tan profundo que los europeos no consigan taparlo. Muchas cosas pueden salir mal».

Según Guillen, la crisis en Europa podrá hacer que EEUU asuma un papel constructivo en la creación de un nuevo grupo de liderazgo financiero mundial. Él sugiere que un nuevo grupo formado por los principales agentes económicos mundiales —China, Japón, Unión Europea, EEUU y, posiblemente, Brasil e India— que se unirían para que cooperaran mejor en el plano financiero internacional. Brasil y la India tienen economías grandes, en crecimiento, que de momento pueden no tener reservas significativas, pero en breve las tendrán. «Tenemos que estar preparados para los próximos 15 ó 20 años. ¿Por qué esperar para traerlos a la mesa de negociación?» Durante buena parte de los últimos 50 años, añadió, el llamado G-5 (Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y EEUU) aprendió a interaccionar para llegar a dónde querían. Esos cinco países llegaron a controlar un 90% de las finanzas mundiales, sin embargo hoy ese porcentaje gira en torno a un 30% o a un 40%, dice Guillen.

A medida que China, India y Brasil se vuelven más importantes, deberían asumir un papel más decisivo en las finanzas internacionales, añade Guillen. «El problema es que no construimos estructuras o instituciones para lidiar con una crisis tan grande. Debíamos haber hecho eso hace cinco o seis años. Sabíamos que China era grande —y la India también—, pero no hicimos nada, y ahora estamos atrapados en una situación sin la estructura y las rutinas que nos permitan lidiar con ella».
Fuente: Wharton Universia, 19/10/11.

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