La dinastía Botín sigue al frente de Santander

septiembre 11, 2014 · Imprimir este artículo

La dinastía Botín sigue al frente de Santander; es el turno de Ana Patricia

MADRID — Banco Santander SA designó a Ana Patricia Botín como nueva presidenta de la junta directiva en reemplazo de su padre, Emilio Botín, quien falleció de manera inesperada a causa de un ataque al corazón.

La decisión unánime del directorio del grupo financiero, anunciada el miércoles, extiende a la cuarta generación la dinastía de los Botín al mando de la entidad. Ana Patricia Botín, de 53 años, se convierte en la primera mujer en dirigir los destinos de un banco europeo de primer nivel.

El nombramiento se produjo menos de un día después de la muerte de Emilio Botín, a los 79 años. A pesar de su edad, sus colegas, rivales y colaboradores esperaban que siguiera al frente de la institución durante varios años.

Ana Patricia Botín ha estado a cargo desde diciembre de 2010 de la filial británica de Santander, que en los últimos años ha crecido hasta aportar cerca de 20% de la ganancia neta del banco, más que las operaciones españolas que recién se recuperan del colapso del sector inmobiliario del país.

Tanto banqueros españoles como asesores de Santander dijeron que la designación de Ana Patricia Botín no constituye ninguna sorpresa, puesto que ya había tenido posiciones importantes en divisiones clave del banco en España, América Latina y el Reino Unido. Otra razón que la favorecía era que los tres vicepresidentes que también eran candidatos para suceder a Emilio Botín superaban los 65 años.

Competidores y colaboradores subrayan que Ana Patricia está bien preparada para suceder a su padre y es una astuta banquera. Algunos, sin embargo, han indicado en privado que Santander dejó pasar una oportunidad para poner fin a la dinastía familiar y seguir más de cerca los estándares internacionales de gobierno corporativo, que no ven con buenos ojos esta clase de traspasos.

banco santanderAlgunos accionistas de Santander han manifestado su disconformidad con la dinastía Botín. En marzo, 14,3% de ellos votó en contra de la reelección de Ana Patricia Botín a la junta directiva. La cifra ascendía a 16,9% en 2011.

«Su apellido no es razón para calificarla o descalificarla. Es una estrella. Hay que ver lo que ha conseguido en el Reino Unido (…) Cualquier otro banco la contrataría. Es carismática, elocuente, exactamente lo que se necesita en una posición de liderazgo internacional de alto perfil», afirma Sheila Bair, ex presidenta de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos de Estados Unidos durante la crisis financiera y actual miembro de la junta de Santander. Bair enfatizó que Ana Patricia Botín obtuvo el nombramiento gracias a su talento y experiencia.

Una de sus primeras tareas será convencer a los inversionistas de que puede prolongar la trayectoria de su padre.

«En estos momentos tan difíciles para mí y mi familia, agradezco la confianza del consejo de administración y asumo con total compromiso mis nuevas responsabilidades», dijo Ana Patricia Botín en un comunicado divulgado tras la reunión del directorio.

Su primer evento público como presidenta del conglomerado financiero tendrá lugar probablemente el lunes, cuando los accionistas deben pronunciarse sobre la propuesta del banco para comprar el 25% de la filial brasileña que aún no posee.

Ana Patricia Botín, que estudió en el Bryn Mawr College y en la Escuela de Negocios de Harvard, inició su carrera profesional en J.P. Morgan Chase  & Co. en Nueva York. Sin embargo, en seguida se unió a la empresa familiar, ascendiendo pronto al puesto de vicepresidenta ejecutiva de Santander.

En 1999, su carrera se descarriló repentinamente.

Santander estaba inmerso en la compra de otra entidad, Central Hispano, y un diario español publicó un adulador perfil de Ana Patricia Botín. A los directivos de Central Hispano les enfureció que el artículo presentara a Ana Patricia como la heredera de su padre. En ese momento, Emilio ordenó a su hija dimitir del banco y así lo hizo, según fuentes cercanas.

Ana Patricia Botín regresó a Santander unos años después, tomando el timón de la filial Banesto en 2002, pero la dimisión forzosa la ha marcado siempre, según las fuentes. Ella misma recuerda el incidente de vez en cuando con sus allegados.

En Banesto, perfeccionó sus destrezas en el negocio de banca minorista, que genera en torno a 80% de las ganancias anuales de Santander. Bajo su supervisión, el banco lanzó enérgicas campañas para captar clientes, obsequiando televisores de plasma a los clientes nuevos y contratando a deportistas de renombre, como el tenista Rafael Nadal, para protagonizar las campañas.

A finales de 2010, Emilio pidió a su hija que dirigiera el negocio británico de Santander. Ana Patricia Botín debía preparar la salida a bolsa de Santander UK, una operación que muchos analistas calificaban como una prueba de fuego.

Sin embargo, el rumbo de las operaciones británicas no se enderezó rápidamente, en parte por la mala fama del servicio de atención al cliente. Asimismo, el intento de comprar cientos de sucursales que estaban en manos de Royal Bank of Scotland Group PLC no prosperó ante las dudas de los ejecutivos sobre la integración de los sistemas informáticos.

Ana Patricia Botín «salió bien parada de las recientes vicisitudes del banco y armó un buen equipo», dice Chris Wheeler, analista de la banca británica en Mediobanca. «Creo que, en general, merece una calificación B+».

La ejecutiva trabajó arduamente para forjar la credibilidad del negocio británico. Se convirtió en asidua de actos del sector, a menudo luciendo un pañuelo rojo y promocionando el deseo de Santander UK de ofrecer préstamos a pequeñas empresas británicas.

En ocasiones, Ana Patricia Botín ha sorprendido a sus colegas en Londres adoptando con vehemencia la cultura de ventas del banco e incluso ayudando a los clientes a completar las solicitudes de préstamos, de acuerdo con algunos colegas. La ejecutiva se impuso el objetivo personal de conseguir, al menos, un nuevo cliente del banco al día.

Fuente: The Wall Street Jpurnal, 11/09/14.
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Emilio Botín, el estratega que transformó un banco regional en un gigante

Emilio Botín planeaba permanecer al frente del banco por otros tres años. Bloomberg News

MADRID— La muerte de Emilio Botín, uno de los banqueros más sobresalientes del mundo, culmina una era de expansión frenética que transformó Banco Santander SA desde un banco regional español a la mayor entidad financiera de la zona euro por capitalización bursátil.

Botín alimentó ese crecimiento con su infatigable energía, como ponen de manifiesto sus sesiones de estrategia de los domingos, cuando se ponía su traje, se dirigía a la oficina, llamaba por teléfono a sus ejecutivos y expedía circulares a todo su imperio bancario, como afirman sus colegas, para estar un paso por delante de sus rivales. El domingo pasado se reunió con ejecutivos del banco, pero dos días después se empezó a sentir mal, dijo una fuente cercana.

El anuncio de Santander el miércoles de que Botín había sufrido un infarto mortal durante la noche, tres semanas antes de cumplir 80 años, llegó de forma totalmente inesperada. Botín era un ávido golfista, nadador y ciclista, que se tomaba de forma muy seria su estado físico y que estaba dispuesto a permanecer al timón de la entidad durante otros tres años, según sus colegas y otras personas que lo conocían.

Botín era considerado una las personas más poderosas de España y un motor de la expansión internacional de las empresas del país. Su muerte se produce seis meses después de la del ex presidente del gobierno Adolfo Suárez y tres meses después de la abdicación del rey Juan Carlos I, que lideraron la transición española a la democracia y la salida del país del aislamiento internacional tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975.

«Esta es la generación que construyó la España moderna», asegura Mauro Guillén, profesor de la escuela de negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania. Lo sitúa a Botín junto al monarca y Suárez en términos de liderazgo. «Él construyó una de las instituciones bancarias más preeminentes del mundo», señala Guillén, que escribió un libro sobre Santander y equipara a Botín con los Rothschilds y J.P. Morgan como uno de los principales banqueros de la historia.

«Hemos perdido uno de los líderes de la banca global más importantes en una generación. Fue para muchos una inspiración en lo personal y en lo profesional y para mí fue un estrecho amigo, asesor y mentor», dijo Andrea Orcel, un alto ejecutivo del banco suizo UBS AG y el banquero de inversión predilecto de Botín durante años.

El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, calificó su fallecimiento como «un mazazo». Rajoy se había reunido con el banquero la semana pasada y recordó que lo había encontrado «en muy buena forma».

«Todos nos sentimos orgullosos de haber trabajado y aprendido con nuestro presidente y nos sentimos comprometidos para continuar su labor», escribió Javier Marín, presidente ejecutivo de Santander, a los empleados del banco en una carta, en la que se refirió a Botín como un patriarca y «mi presidente».

Hace apenas dos meses, los diarios financieros españoles habían publicado en sus portadas fotografías de un animado Botín, con su característica corbata roja, en una conferencia de prensa para anunciar los resultados trimestrales del banco.

Su prestigio trascendía el mundo de las finanzas. En octubre pasado, cuando apareció en Nueva York con el entonces alcalde Michael Bloomberg para presentar el cambio de imagen de Sovereign Bank en Estados Unidos, mujeres hispanohablantes que asistían al evento lo saludaron y corrieron a tomarse fotografías con él.

No era sólo los domingos cuando Botín se saltaba los tradicionales horarios de la banca española. «A las 7 u 8 de la mañana, ya estaba muy ocupado», horas antes de lo habitual, explica Juan María Nin, ex presidente ejecutivo de Caixabank SA, uno de los principales competidores de Santander en el mercado español.

«Emilio introdujo dos elementos que han sido transformacionales para la banca española», señala Nin, que trabajó en Santander desde 1999 a 2002. «Un elemento es la pasión por competir», dice Nin, recordando la guerra de precios desatada por Santander en los años 80 para captar nuevos clientes minoristas.

El segundo, según Nin, fue la expansión del característico logo rojo del banco con su estilizada S por América Latina, Europa y Estados Unidos. Santander disponía de un total de 1,2 billones (millones de millones) de euros en activos a finales de junio (US$1,55 billones), y cerca de 184.000 empleados.

Botín nació el 1 de octubre de 1934 en Santander, una pequeña ciudad en la costa norte de España. Estudió en una escuela jesuita y se licenció en derecho y economía en universidades españolas.

Los Botín han controlado el Banco Santander desde principios del siglo XX, cuando el abuelo de Emilio Botín asumió la presidencia. Emilio Botín accedió a la junta directiva de Santander en 1960 y sucedió a su padre como presidente en 1986.

Fue el año en que España se integró en la Unión Europea, en un momento en que su economía comenzaba a despegar, gracias a sus estrechos vínculos con el resto del continente, la consolidación corporativa en el país y la internacionalización de sus grandes empresas.

Botín aprovechó los planes del gobierno para promover las fusiones del sector bancario en España con el fin de crear entidades de mayor envergadura que pudieran competir mejor en el mercado europeo.

La implosión de uno de sus grandes rivales, Banesto SA, que fue nacionalizado a finales de 1993, brindó una gran oportunidad a Botín, que compró el atribulado banco en una subasta el año siguiente.

A partir de entonces, Botín hizo crecer a Santander mediante una serie de agresivas adquisiciones, con lo que se labró una reputación de negociador que pronto superó las fronteras españolas. Muchos ejecutivos de la banca aspiran a cerrar un acuerdo trascendental a lo largo de sus carreras; Botín hizo varios.

Uno de los más importantes fue la compra en 2004 de Abbey National, una empresa muy reconocida en el sector financiero británico.

Muchas voces al interior de Santander alertaron de los riesgos de la operación y Botín dudó en un primer momento, explica uno de sus asesores más antiguos. En aquel entonces, el mercado bancario británico era mucho más sofisticado que el español, pero Abbey era un caos. Botín finalmente decidió seguir adelante con la compra, creyendo que Abbey podría ser reestructurada con éxito, tal y como había sucedido con Banesto. La transacción, de 9.000 millones de libras, solidificó la creciente reputación de Santander como un banco de estatura internacional.

Botín volvió a sorprender al mercado tres años más tarde cuando Santander consiguió una ganancia de 50% en Italia con la venta de Antonveneta a Banca Monte dei Paschi di Siena, por 9.000 millones de euros (US$11.700 millones), unos pocos días después de haberla comprado.

Botín era «un personaje legendario (…) (y) un negociador fenomenal» cuya muerte representa «el final de una era», señala Nick Anderson, analista de Berenberg Bank.

La diversificación de Santander redujo su dependencia del mercado español —de donde actualmente proviene 15% de sus ganancias— y le ayudó a capear el colapso del mercado inmobiliario de España en 2008, una doble recesión en el país y la crisis de deuda de la zona euro.

Santander, no obstante, ha estado rezagado durante años respecto a rivales internacionales como J.P. Morgan Chase & Co. y HSBC en cuanto a rentabilidad para sus accionistas.

Y si bien Santander logró esquivar el daño de la crisis financiera global, su reputación se vio manchada por Bernard L. Madoff, el gestor de fondos de Nueva York que fue condenado por administrar una gigantesca estafa piramidal. Clientes de la filial de Santander en Ginebra habían invertido 2.300 millones de euros en fondos de Madoff, lo que expuso al banco a una avalancha de demandas. Santander consiguió contener los daños ofreciendo compensaciones a muchos clientes.

Hubo otros momentos bochornosos. Alfredo Sáenz, presidente ejecutivo de Santander y segundo al mando de la entidad, fue declarado culpable de hacer falsas acusaciones en los años 90 contra unos acreedores de Banesto. Fue indultado por el gobierno en 2011, pero finalmente se le prohibió ejercer la actividad bancaria y renunció a su cargo el año pasado.

Además, la familia Botín pagó en 2011 unos 200 millones de euros en concepto de impuestos pendientes para evitar las acusaciones de evasión fiscal contra Botín y once de sus familiares que contaban con una cuenta de inversiones en Suiza heredada de su padre. La justicia española cerró la investigación por fraude centrada en la familia sin presentar cargos.

La industria bancaria enfatizó el miércoles la mentalidad de operador de Botín y su astuto sentido de los tiempos del mercado.

Sheila Bair, presidenta de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos de Estados Unidos durante la crisis financiera, explicó que había intentado en varias ocasiones convencer a Botín de comprar entidades con problemas en ese país y él ponía reparos. «Era una indicación de su prudencia y cautela a la hora de hacer adquisiciones que fueran beneficiosas para Santander», recuerda Bair, que fue nombrada miembro de la junta de la empresa en enero. «Él gestionó el banco extremadamente bien durante la crisis», asegura. «No perseguía ganancias a corto plazo».

Junto al golf —una de sus hijas estuvo casada con el destacado jugador español Severiano Ballesteros—, Botín fue un gran seguidor de la Fórmula Uno, que Santander patrocina, y especialmente del ex campeón del mundo Fernando Alonso.

Fuente: The Wall Street Jpurnal, 11/09/14.
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