La Feria del Libro de Buenos Aires bajo presión K
mayo 24, 2014 · Imprimir este artículo
Feria del Libro: entre la gloria y la vergüenza
En menos de un mes, la Feria del Libro de Buenos Aires ha ido de la gloria a la incertidumbre. De la gloria de festejar 40 años pujantes, visitada como nunca –más de 1.200.000 personas pasaron por La Rural en esta última oportunidad-, con ventas muy importantes e invitados prestigiosos, ha pasado a enfrentar la duda de cómo seguir adelante con la próxima Feria del Libro Infantil y Juvenil, que no tiene sede confirmada, y enfrentar la renuncia de sus dos principales líderes : la directora, Gabriela Adamo, y el presidente de la Fundación El Libro, Gustavo Canevaro.
Lamentablemente, la Argentina, o los argentinos, deberíamos avergonzarnos de situaciones como ésta. Parecemos ser especialistas en destruir -o tratar de destruir con bastante éxito- todo aquello que nos representa por haber sido muy bien hecho y por tener coherencia y continuidad. En efecto, estas dos recientes renuncias, si bien aparentemente inesperadas para la opinión pública, ocurren al cabo de una serie de disensos que llevaban incluso varios años, y que son atribuibles exclusivamente a las pujas de intereses políticos relacionados con la integración del consejo de administración de la Fundación El Libro.
La Fundación es una entidad compleja, integrada por la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la Cámara Argentina del Libro (CAL), la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), el Sector de Libros y Revistas de la Cámara Española de Comercio, la Federación de la Industria Gráfica y Afines (Faiga) y la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Actividades Afines (Falpa), y la dirige el ya mencionado consejo de administración de 14 miembros, que son los que votan un presidente. Cada entidad tiene dos votos, excepto la CAL, que tiene cuatro, y para elegir un presidente nuevo se requieren nueve votos.
La ahora renunciante directora de la Feria, Gabriela Adamo, que cumplió una excelente labor, fue elegida hace tres años; Canevaro, que encabeza la Fundación desde fines de 2010, había sido reelegido en 2012, ya en medio de crecientes presiones de los miembros de la entidad, divididos por una decisión crucial, como era responder o no a la oferta del gobierno nacional de llevar la Feria a Tecnópolis, cosa que finalmente no ocurrió, pero que vuelve a reeditarse ahora: debido a que el Centro de Exposiciones de Figueroa Alcorta y Pueyrredón está en obra, la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que habitualmente se aloja allí, no tendrá sede para su inminente apertura, el 14 de julio. Aunque está la posibilidad concreta de que la Feria de los chicos se traslade por esta vez a El Dorrego, en Palermo, surgió nuevamente la oferta de Tecnópolis y se ahonda la brecha entre las posiciones de los que están cercanos al oficialismo y los que prefieren no politizar estos eventos.
Las peleas y tensiones internas producidas por este tironeo entre quienes quieren agradar al Gobierno y darle un perfil más «latinoamericano y popular» a la Feria – al estilo del Encuentro Federal de la Palabra, cuya fecha de realización se encimó tanto con la de la Feria que finalmente pasó casi inadvertido- incluyeron también otros temas; por ejemplo, la elección de ciertos invitados internacionales como el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y, este año, la escritora cubana Zoe Valdés, una aguda crítica del castrismo y de aquellos gobernantes de América latina que aceptan y celebran a esta cruel y larga dictadura .
Aunque prudentemente el consejo de administración se haya dado un tiempo de espera tanto para convocar a una nueva reunión como para estudiar si acepta o no las renuncias -que en el caso de Gabriela Adamo es «indeclinable» y en el de Canevaro, fue un adelanto de la conclusión de su mandato, que finalizaba en agosto-, nada de esto logrará borrar el daño hecho al prestigio de una institución que a lo largo de sus 40 años no sólo creció localmente sino que ha llegado a ser uno de los encuentros editoriales más importantes del mundo y que, en los últimos tres años, ha avanzado en temas tan fundamentales para el sector como los libros electrónicos y los derechos de autor.
No es la primera vez que, durante el kirchnerismo, un logro de la cultura argentina es utilizado con fines político-partidarios. Ocurrió cuando la Argentina fue invitada de honor de la Feria Internacional del Libro de Fráncfort, en 2010; en ocasión de la Bienal de Venecia, cuando se distorsionó la obra sobre Eva Perón elegida para representar al país, de la artista plástica Nicola Costantino, o, recientemente, con una invitación al Salón del Libro de París dirigida en su mayor parte a escritores simpatizantes del oficialismo. En cualquiera de estos casos, pero más ahora, con la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires -ciudad en la que nació y en la que hasta ahora se desarrolló normalmente-, se ha tratado de maniobras políticas que no beneficiaron ni siquiera a los que las impulsaron; por el contrario, demuestran el afán por dividir del oficialismo.
Por eso, es de esperar que la próxima reunión encuentre a los miembros del consejo preparados para tomar la mejor decisión, es decir, aquella que le sirva a la Feria, a sus visitantes y a la comunidad argentina en general, que por algo le ha sido fiel al encuentro en la Capital Federal a lo largo de 40 años ininterrumpidos.
Fuente: La Nación, 24/05/14. Editorial.
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