La inseguridad y Chávez mantienen en auge la diáspora venezolana

octubre 17, 2011 · Imprimir este artículo

La inseguridad y Chávez mantienen en auge la diáspora venezolana

Por Ángel González en Houston y Ezequiel Minaya en Caracas

 

En 1998, Gerardo Urdaneta se mudó por trabajo de Venezuela a Houston. Era el mismo año en que Hugo Chávez fue electo presidente. Urdaneta, un especialista en transporte de energía, planeaba quedarse temporalmente; ni siquiera compraría una casa.

Trece años más tarde, Chávez sigue en el poder y Urdaneta sigue en Houston. Con los años, se han sumado miles de venezolanos. Las tiendas locales ofrecen ahora delicias de su tierra natal, como ron añejo Pampero y queso guayanés.

«Hay venezolanos en todas partes», cuenta Urdaneta, de 50 años. «Antes estábamos de paso, pero ya no es el caso».

Olas de trabajadores de la clase media venezolana han escapado de las altas tasas de delincuencia en su país, la inflación en aumento y la expansión de los controles del Estado, hacia lugares tan distantes como Canadá y Qatar. Los principales destinos en Estados Unidos son Miami, la tradicional meca de las compras para los venezolanos, y Houston, que mantiene desde hace años lazos comerciales con Venezuela, un importante exportador de petróleo.

En 2010, había en EE.UU. unos 215.000 venezolanos, frente a alrededor de 91.500 en 2000, según la Oficina del Censo estadounidense. El número de venezolanos que vive en España se ha quintuplicado en el mismo período, a más de 40.000, mientras que el número de españoles nacidos en Venezuela se ha más que duplicado, sumando 90.000.

Sin duda, millones de latinoamericanos han emigrado a los países desarrollados en busca de una vida mejor, pero hasta hace pocos años, los venezolanos no habían sido parte de esos éxodos. Por otra parte, quienes dejan el país no son pobres, sino más bien profesionales de clase media.

Ahora, mientras Chávez se somete a un tratamiento de quimioterapia por un tipo de cáncer todavía no revelado, algunos líderes de la oposición esperan que las elecciones de 2012 pongan término a sus 12 años de dominio, y atraigan de regreso al enorme capital humano perdido en la diáspora.

De hecho, por primera vez en años, algunos venezolanos en el extranjero han comenzado a considerar un regreso.

«Eso es algo que estamos discutiendo mucho», afirma José Ramos, presidente de la Asociación Cultural de Venezolanos en Québec. «Todo el mundo está hablando de ello», añade.

Hasta entonces, la creciente diáspora venezolana pone de relieve la desintegración, en el lapso de dos décadas, de la que fue una de las democracias más ricas y estables de América Latina, a pesar de sus grandes desigualdades.

«Hay una generación que no ve oportunidades en Venezuela», sostiene Carlos Blanco, un ex ministro venezolano y profesor visitante de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Boston.

Desde alrededor de mediados del siglo XX, Venezuela ha sido un importante destino de inmigración. Durante décadas, su prosperidad alimentada por el petróleo atrajo a europeos tras la Segunda Guerra Mundial, al igual que a trabajadores emigrantes y refugiados políticos de países vecinos.

El éxodo comenzó después del colapso de los precios del crudo, en 1983, un día que los venezolanos conocen como Viernes Negro. Todavía hay muchos menos venezolanos en el extranjero que personas de vecinos más pobres, como Colombia, Perú o Ecuador, pero la salida, principalmente de profesionales, se ha acelerado de manera considerable bajo la «Revolución Bolivariana» de Chávez, dicen los expertos. Stefano Zullian simboliza el cambio de fortuna de la sociedad venezolana. Con una maestría en administración de empresas (MBA) de la Universidad de Emory, emigró el año pasado a Houston con su esposa para crear una empresa de chocolates de lujo.

«Venezuela es una ruleta», en términos de seguridad personal y probabilidades de éxito económico, señala Zullian, en su tienda ubicada en un lujoso centro comercial de Houston. Su padre, un inmigrante italiano, aprobó la decisión de su hijo, porque él también dejó Italia en tiempos difíciles, relata Zullian.

Más que cualquier otro factor, los venezolanos están saliendo del país por el auge en la tasa delictiva. En 2009 hubo alrededor de 14.000 homicidios en Venezuela, comparados con los 6.000 de 1999, al comienzo del régimen de Chávez, según Paz Activa, una organización venezolana sin fines de lucro. «Esos no son problemas creados por Chávez, pero debido a que no han sido abordados, han crecido de manera exponencial», sostiene Luis Cedeño, director ejecutivo de Paz Activa.

Los emigrantes venezolanos «buscan todo tipo de seguridad —seguridad laboral y personal— que no tienen en Venezuela, para ellos y sus familias», señala Esther Bermúdez, una de las fundadoras de Mequieroir.com, un sitio web en Montreal que ofrece asesoría en inmigración a los venezolanos.

Bermúdez sostiene que en los diez años desde el lanzamiento del sitio, ha advertido un cambio en su clientela, que antes estaba formada en mayor parte por jóvenes profesionales y solteros, y ahora incluye a familias que dejan atrás vidas establecidas. «No tenemos una historia de migración como la de nuestros vecinos de Colombia y Perú», dice Bermúdez, que dejó Venezuela hace cuatro años. «Sin embargo, creemos que es una tendencia en auge», agrega.

A medida que el gobierno de Chávez reforzó su control sobre la economía y exigió lealtad política a las empresas contratistas y empleados de las compañías nacionalizadas, muchos jóvenes profesionales comenzaron a dejar el país, señala Francisco Toro, un destacado bloguero venezolano que reside en Montreal.

Una vez se estableció una masa crítica de gente en el extranjero, otros sintieron la necesidad de seguirlos, explica Toro. «Incluso la gente que nunca había tenido la intención de irse comenzó a dudar sobre su decisión de quedarse».
Fuente: The Wall Street Journal, 16/10/11.

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