La represión en Venezuela es recibida con silencio en América Latina

febrero 22, 2014 · Imprimir este artículo

La represión en Venezuela es recibida con silencio en América Latina
Por José De Córdoba

CIUDAD DE MÉXICO — Desde México hasta Brasil, la mayoría de los gobiernos de América Latina han permanecido impasibles mientras el gobierno venezolano reprime con violencia las crecientes protestas, arresta a líderes de la oposición y censura a la mayoría de los medios de comunicación del país.

La afinidad ideológica con el gobierno izquierdista de Venezuela y los intereses económicos, incluyendo la generosidad petrolera del país, han complicado la respuesta, o la falta de la misma, en la región. «El silencio ha sido ensordecedor», afirmó Michael Shifter, presidente del centro de estudios Inter-American Dialogue, con sede en Washington.

La falta de una condena le otorga a Maduro un gran margen de maniobra política para aumentar la presión contra sus opositores, según el ex secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda. «No hay ningún gobierno latinoamericano que vaya a mover un dedo», señaló.

Ante este vacío, un grupo de ex funcionarios importantes de distintos países del continente americano distribuyeron un comunicado el viernes que reprocha a Venezuela por reprimir las manifestaciones y por lo que calificaron de detenciones arbitrarias de estudiantes y líderes políticos.

Los 17 líderes que firmaron el comunicado, entre ellos el ex presidente de Colombia, Andrés Pastrana, el ex líder peruano Alejandro Toledo y el ex primer ministro canadiense Joe Clark, instaron al gobierno venezolano a garantizar condiciones seguras para las manifestaciones políticas y a liberar a todos los detenidos, entre otras peticiones.

Enrique Krauze, el principal historiador mexicano, indicó que un motivo que explica la respuesta tibia de los gobiernos latinoamericanos es el persistente romance de la región con la revolución izquierdista, en sus variantes de Cuba y Venezuela, al igual que su persistente antiamericanismo. «Buena parte de América Latina nunca hizo la crítica de la revolución Cubana y el régimen de Castro, aunque el mundo entendió las lecciones del régimen Soviético», puntualizó Krauze.

Caracas ha recibido el respaldo abierto de aliados como Argentina, Bolivia y Cuba, que hacen eco a la postura venezolana de que los manifestantes son parte de una conspiración que busca derrocar al gobierno. Venezuela culpa a Estados Unidos por la presunta conspiración, que EE.UU. niega.

Luis D’Elia, uno de los colaboradores políticos clave de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, atacó al líder opositor venezolano Leopoldo López, quien fue detenido esta semana, al publicar en un Tweet que «Maduro debe fusilar a López, agente de la CIA».

La presidente brasileña, Dilma Rouseff, no se ha pronunciado, mientras que el Ministerio de Relaciones Exteriores del país firmó un comunicado emitido por la CELAC, una organización regional, expresando solidaridad con Venezuela y llamando a un diálogo entre las fuerzas políticas del país.

El jueves, el Comité de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del Senado brasileño emitió un comunicado rechazando «todo tipo de violencia e intolerancia que busca socavar la democracia y sus instituciones». Esta declaración parece respaldar la posición del gobierno venezolano de que los manifestantes son parte de una conspiración para derrocar al gobierno de Maduro.

«Debemos condenar con la vehemencia necesaria cualquier intento de sustituir la legitimidad de las urnas con la violencia antidemocrática», dijo el senador brasileño Eduardo Suplicy, un ex boxeador, quien propuso la votación.

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Castañeda, el ex secretario de Relaciones Exteriores de México, mantiene que en el caso de Brasil, predominan las consideraciones económicas. Las empresas brasileñas han exportado cientos de millones de dólares de pollo congelado a Venezuela, mientras que las grandes constructoras brasileñas tienen proyectos en toda Caracas.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil indicó que el país apoya la conciliación y el diálogo nacional, y confía en la madurez de las instituciones democráticas de Venezuela.

Los analistas dicen que México, en donde el Partido Revolucionario Institucional recientemente regresó al poder, parece estar volviendo a su tradicional política extranjera no intervencionista.

En el caso de Colombia, Bogotá se encuentra en el proceso de negociación de un tratado de paz en La Habana con guerrillas comunistas que pondría fin a la guerra civil de medio siglo de Colombia. Los diplomáticos de Occidente dicen que Colombia siente que necesita el apoyo de Venezuela y Cuba para concluir con éxito las negociaciones. Ese apoyo podría correr peligro si Colombia adopta una postura fuerte en la crisis venezolana, dicen los diplomáticos.

El presidente de Panamá Ricardo Martinelli ha sido una destacada excepción. Martinelli dijo que deploraba la violencia del país y pidió el retorno a Panamá del embajador del país en Venezuela para consultas. Maduro respondió calificando a Martinelli de intervencionista.

En Chile, los políticos de izquierda que forman parte del nuevo gobierno e incluso la principal organización de estudiantes han denunciado las protestas estudiantiles venezolanas y criticado al presidente saliente Sebastián Piñera por exhortar a todas las partes del conflicto venezolano a respetar los derechos humanos y el Estado de Derecho.

«Las declaraciones de Piñera fueron apresuradas y lamentables», apuntó Daniel Nuñez, un legislador influyente del partido comunista que forma parte de la coalición en el poder elegida el mes pasado bajo el liderazgo de la presidenta electa Michele Bachelet, quien ha permanecido en silencio con respecto a la actual crisis venezolana.

Incluso los estudiantes de Chile, que en el pasado han protagonizado frecuentes protestas en las calles de Santiago, que a menudo se volvieron violentas, no expresaron simpatía por sus hermanos venezolanos.

«No nos sentimos representados por el actuar de sectores estudiantiles venezolanos que se han puesto del lado de la defensa del viejo orden, opuesto al camino que el pueblo ha definido», dijo un comunicado emitido por la poderosa Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, conocida como FECh.

Los países más pequeños en el Caribe y Centroamérica, que dependen de los subsidios petroleros venezolanos, también han guardado silencio.

«Venezuela es un país muy influyente por el petróleo», expresó Raúl Benítez, un experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). «Muchos países tienen miedo que Venezuela les corte el petróleo «.

Pero si la violencia se recrudece, algunos analistas dicen que los países de América Latina terminarán interviniendo. «Incluso la centroizquierda de América Latina va a tener que levantarse y reconocer que esto que está pasando es intolerable», dijo Eric Farnsworth, director del centro de estudios Americas Society and Council of the Americas.

—Martin Arostegui, en Chile, y Paulo Trevisani, en Brasilia, contribuyeron a este artículo.

Fuente: The Wall Street Journal, 21/02/14.


Un manifestante envuelto con la bandera venezolana durante una protesta contra el gobierno en Caracas.

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