Los riesgos de actuar como una manada

junio 23, 2013 · Imprimir este artículo

Los riesgos de actuar como una manada
Por Francesco Guerrera

E pluribus unum, o «de muchos, uno», es un gran lema para una nación multicultural como Estados Unidos. Para los inversionistas, no tanto.

Sin embargo, durante los últimos años, la frase ha sido una descripción perfecta del extraño comportamiento de los mercados, cortesía de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón.

De muchas clases de activos, sectores y geografías, un resultado binario: los valores «riesgosos» (acciones, divisas de mercados emergentes, bonos basura) avanzaban cuando los inversionistas se regocijaban del enorme estímulo inyectado por los bancos centrales de las economías desarrolladas, mientras que los activos «seguros» (el dólar, bonos de empresas de primer nivel y otros) subían cada vez que los mercados dudaban del impacto o la duración de estas medidas.

La crisis financiera y el subsiguiente enfoque unidimensional de los mercados en las políticas de los bancos centrales han estado detrás de las periódicas irrupciones de codicia y temor —los momentos en que muestran tolerancia o aversión al riesgo— y generaron dos importantes consecuencias para el mundo de la inversión.

En primer lugar, han atenuado el poder de los fundamentos —desde las ganancias y los balances de las empresas a los déficits de cuenta corriente de los países—, que solían impulsar los precios de los activos antes de esta ronda de expansión monetaria.

En segundo lugar, y más importante, han vuelto mucho más difícil que las instituciones, los fondos de cobertura y los pequeños ahorradores diversifiquen sus apuestas y reduzcan el riesgo, ya que los activos se han movido al unísono. «Es algo negativo porque sin los beneficios de la diversificación es difícil para los inversionistas poner más dinero a trabajar», dice Nicholas Colas, estratega jefe de mercado de ConvergEx Group.

El actual debate en el mercado, no obstante, es si la era marcada por episodios de tolerancia y aversión al riesgo llega a su fin. Las recientes insinuaciones de la Fed sobre una reducción de su gigantesco programa de compra de bonos y los indicios de un éxodo de las inversiones en renta fija han contribuido a esto.

Los comentarios sobre una «normalización» de la inversión basada en los fundamentos se tornan más prevalentes. Por desgracia, por ahora son sólo comentarios. Un vistazo a los números puros y duros muestra que los mercados mantienen su irritante propensión a moverse en sincronía.

Las acciones estadounidenses sirven de ejemplo. En la era pre-estímulo, los inversionistas compraban acciones de empresas financieras, automotrices y tecnológicas cuando pensaban que la Fed reduciría las tasas de interés; de compañías industriales y de materias primas cuando preveían alzas de tasas; y de firmas de servicios públicos y de salud cuando querían estar seguros. Eso ha cambiado.

Las correlaciones de los 10 sectores del índice S&P 500 alcanzaron, en promedio, 83% (100% significa una sincronización perfecta) el mes pasado, según Colas.

En los últimos dos meses, esas relaciones se han seguido estrechando. En los días «normales» de los años 80 y 90, la correlación fluctuaba en torno a 50%. Las acciones de EE.UU. y de otros países también se han movido como grupos de bailarines de un musical de Broadway, con correlaciones muy por encima de 70%.

Lo mismo ocurre con otras clases de activos. Las correlaciones entre los bonos basura y el S&P 500 bordearon 66% el mes pasado, comparado con 56% hace tres meses. Es un buen indicio de que no ha habido un movimiento masivo desde los bonos de alto rendimiento a las acciones.

Hay excepciones. El euro, por ejemplo, ha roto lazos con las acciones estadounidenses. En general, sin embargo, aún vivimos en un mundo correlacionado. ¿Por qué importa? Debido a que las correlaciones tal vez sean el indicador más importante para determinar cuándo y cómo los mercados aprenderán a vivir sin el respaldo de los bancos centrales.

Si se mantienen en los actuales niveles elevados, lo único importante será tratar de adivinar si los bancos centrales retirarán el estímulo. Pero si empiezan a desacoplarse, la diversificación y la destreza para elegir inversiones recobrarán su importancia.

David Kupersmith, vicepresidente de asignación global de activos de AQR Capital Management LLC, un fondo de cobertura que administra US$79.000 millones, cree que el punto de inflexión no será cuando la compra de bonos disminuya, sino cuando los mercados piensen que la Fed se dispone a subir las tasas.

«La Fed es la gran protagonista y estamos muy lejos de cambiar eso», me dijo. «Si vemos la señal de que la Fed va a elevar las tasas, creo que será de suma importancia para los mercados».

Ajústense los cinturones.

Fuente: The Wall Street Journal, 22/06/13.

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E pluribus unum es una frase latina, uno de los primeros lemas nacionales de los Estados Unidos, que significa «De muchos, uno» (e «de, a partir», pluribus «muchos» [abl.], unum = «uno» [acus.]).

El lema alude a la integración de trece colonias americanas para crear un solo país, aunque hoy en día ha adquirido otro significado, dada la naturaleza plural de los Estados Unidos como consecuencia de la inmigración. El lema tiene 13 letras y fue escogido por el primer comité del Sello de los Estados Unidos en 1776, al comienzo de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Este lema había sido sugerido originalmente por Pierre Eugene DuSimitière. Cuando el Congreso Continental aprobó este lema para el sello en 1782, simultáneamente se aprobaron otros dos lemas: Annuit Coeptis («[Dios] asiente [nuestros] comienzos») y Novus Ordo Seclorum («Nuevo Orden de los Siglos [o las Eras]»)

En 1956, E pluribus unum fue reemplazado por In God We Trust («En Dios Confiamos») como el lema nacional de los Estados Unidos por United States Code Título 36, Parte A, Capítulo 3, Sección 302. Los dos lemas son incluidos en las monedas estadounidenses.
Fuente: Wikipedia.

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