Proteja su información digital

septiembre 13, 2014

Ocho pasos para tener los datos bajo control

Por Ariel Torres.

 Como ocurre con todas las noticias, el escándalo de las celebridades expuestas en Internet parece, una semana después, una reliquia antediluviana. Es así como el asunto se traspapela, la vida sigue y los que en verdad estamos desamparados -es decir, el resto de nosotros- volvemos a postergar la construcción de una política de datos personales robusta y consistente. Es por eso que, en mi última columna, me comprometí a hacer un compendio de lo que debemos hacer para recuperar el control y la confianza sobre nuestros datos. Aquí va.

informacion digital 011. Cambiar la cabeza

El primer paso, como adelanté, es un cambio de actitud. Las fotos, textos, videos, registros financieros, contactos, links, planos, diseños 3D, partituras, música, películas y todo lo que hoy constituye lo que llamamos información está constituida por números.

Esos números existen, mayormente, como estados magnéticos en la superficie de los platos de uno o más discos rígidos. En el nivel doméstico, los discos duros siguen siendo la forma más común de almacenamiento de largo plazo. Los DVD no tienen suficiente capacidad; los pendrive son demasiado frágiles; las cintas de backup requieren otra escala para ser competitivas.

Así que no tenemos papel ni acetato. Tenemos datos digitales (esto es, dígitos, números) grabados como estados magnéticos en discos rígidos.

El primer paso es aceptar la nueva realidad. Si el disco falla, nos va a costar mucho dinero recuperar esa información, si acaso es posible. El backup, por lo tanto, no es un opcional. Es la única forma de garantizarles cierto grado de durabilidad a nuestros datos digitales.

¿Por qué cambiar la cabeza? Porque antes nadie hacía varias copias de sus documentos. No guardabas varias veces la misma foto. Ni comprabas tres o cuatro veces el mismo libro por si acaso. Excepto para la inefable burocracia, el duplicado era innecesario. El papel, el acetato y el vinilo no se evaporaban.

Bueno, ahora los datos se pueden evaporar.

2. Público y privado

Nuestra información se puede clasificar en dos grandes grupos. Lo que no tenemos problema en que todo el mundo vea y lo que consideramos privado. Ésta es una decisión bastante personal (que, dicho sea de paso, la filtración de las famosas simplifica; no toda la información privada es tan burdamente privada). Para algunos, subir las fotos de su último cumpleaños está OK. Para otros, no. Que todo el mundo conozca los contactos que tenemos en línea puede estar bien para ciertas personas y mal para otras. Lo mismo con los tweets. Los libros que leés. Tu ubicación a cada momento. Y sigue la lista.

Pero es una decisión que debemos tomar. Excepto que, dichosa e irresponsablemente, determinemos que toda nuestra información es pública. O que, aislados del ágora global, cerremos todo a cal y canto. Fuera de estos extremos, tenemos que guardar la información pública (potencialmente pública) y la privada en carpetas bien separadas.

3. ¿Nube o no?

Los documentos que no consideramos sensibles pueden almacenarse en la Nube. Es cómodo, transparente, sencillo y, salvo que tengas grandes masas de bytes, gratis. DropBox, Google Drive, One Drive y otros pueden resolver la pesadilla del backup. Si necesitás más espacio, los planes de 1 terabyte están en los 10 dólares por mes. Parece mucho, en comparación con el precio de un terabyte en discos externos (1100 pesos en la Argentina hoy). Pero en realidad el asunto es más complicado.

Para evaluar correctamente el precio de la Nube hay que hacer una balance entre costo, velocidad para subir y bajar los datos a Internet y ubicuidad. Si necesitás acceder a tus datos desde muchos lugares y dispositivos, el disco externo no te sirve. En cambio, si querés hacer un backup de los 700 GB de tu discoteca, el disco externo va a ser mucho más práctico, por la velocidad de transferencia. La nube es mucho más confortable. El disco externo es más engorroso, pero, y a estas alturas es más o menos evidente, la Nube puede resultar menos privada que un disco que guardás en tu casa. Bajo llave.

4. ¿Qué hacer con los datos sensibles?

Cualquiera que sea tu definición al respecto, hay que trazar una línea aquí y separar los datos sensibles de los demás desde el principio. Lo que esté en la carpeta de datos privados no debe ir a la Nube, punto. Sé, conozco, he oído y me han dicho todos los argumentos que usan las compañías para defender la seguridad de la Nube. Todo muy lindo, tranquilos, les tengo fe. Pero no voy a apostar mis datos privados a un error de configuración o una vulnerabilidad de software. Te sugiero la misma estrategia.

Y no, no se trata sólo de celebridades acaloradas. Los datos sensibles pueden ser mucho más críticos que el mostrar un área epidérmica más extensa de lo habitual. ¿Te suena robo de identidad? Hablo de eso y otras lindezas modernas.

Los datos privados deben quedar en discos locales, intramuros, en tu casa.

Por supuesto, no hay ninguna razón para que tu computadora sea más segura que la Nube (¡ouch!). Si los cimientos de la seguridad informática fallan, no importa cuán cuidadoso seas con la carpeta Mis Documentos, la nube y los discos externos. Un equipo comprometido es, en rigor, peor que la Nube para los datos sensibles. Lo que me lleva al siguiente punto.

5. Software original

Por lo tanto, hay que asegurarse de que el equipo de escritorio o la portátil estén libres de malware. Y eso empieza usando software lo más libre de fallas de seguridad que se pueda. El primer paso es usar software original.

No necesariamente comercial. Original. El software libre también es original, en el sentido que le doy aquí al término. Es decir, sale con la menor cantidad de errores posible y se actualiza fácilmente. Y es gratis, salvo casos excepcionales.

Las notebooks vienen siempre con un sistema operativo original. Si lo mantenés actualizado y respetás las normas de seguridad básicas (más sobre esto en el siguiente apartado), es poco probable que quede comprometido. En particular, si tenés tu propio Wi-Fi con una contraseña robusta y evitás los hotspots públicos abiertos. Las PC de marca son equivalentes a las notebooks, en este aspecto.

Ahora, los clones vienen a veces con un Windows que nadie sabe de dónde salió, que nadie paga, que viene con la máquina. Si no lo pagaste, entonces ese Windows es pirateado. Lo que significa, entre otras cosas, que se trata de una versión preliminar llena de vulnerabilidades críticas. La versión final ya sale con errores, así que imaginate una beta.

A las versiones pirateadas, además, es mucho más complicado instalarles las actualizaciones de seguridad, lo que hará que el equipo esté cada mes más expuesto.

Por si no quedó claro, un Windows pirateado es muy mala idea para tu seguridad informática. Si no te alcanza el presupuesto, cambialo por un Ubuntu y listo. Para la mayoría de las tareas, Linux es tan simple como Windows y en algunos casos, más. Si no tenés opción y necesitás un Windows para trabajar, mi mejor consejo es que inviertas en el software, sin importar lo que te diga el vendedor del clon.

Otra cosa más: si un técnico te ofrece reinstalar el sistema operativo en tu notebook o PC de marca, decile que no y llevá al equipo al service oficial. He visto docenas de computadoras de marca a las que un técnico le instaló un Windows pirateado, lo que es patético, no sólo porque vos pagaste por ese software, sino porque, de hecho, el instalador del sistema operativo está en una partición de rescate o en un DVD.

6. Las 4 líneas de defensa

Un equipo no se mantiene libre de malware apretando un botón o instalando un antivirus. Es un proceso dinámico (las amenazas van evolucionando) que requiere disciplina y constancia. En pocas palabras -el tema da para un libro así de grueso-, hay cuatro líneas de defensa.

Prudencia. Pensar dos veces antes de entrar en un sitio sospechoso, antes de darle clic a un link que supuestamente llega de tu banco o la tarjeta de crédito, antes de hacer doble clic sobre un adjunto en un mail. Ni el antivirus ni el firewall pueden reemplazar a tu cerebro para evitar los trucos de la ingeniería social.

Actualizaciones. Usar sólo software original (¿ya lo dije?) y mantenerlo actualizado.

Firewall. En el caso de Windows, activarlo (Panel de control> Firewall).

Antivirus. En el caso de Windows y de los Linux que accedan a particiones de Windows, tener un antivirus al día.

Como ves, el antivirus es la última línea de defensa. Antes de que entre en acción, tiene que haberse dado esta secuencia: hiciste clic en un link sospechoso que te llevó a un sitio infectado. El sitio aprovechó una vulnerabilidad no corregida en tu navegador. Y el firewall, por algún motivo, no detectó el ataque. Sólo entonces el antivirus podría ayudarte, y no siempre lo hará. Sería preferible, pues, no llegar a esas instancias.

Una cosa más: los pendrives son los nuevos diskettes. Así que hay que tener cuidado con los que puedan venir infectados. Una forma de deshabilitar la ejecución automática es presionar Mayúsculas al insertar el pendrive, pero esto no protege todos los frentes. En principio, con tener algo de precaución con los pendrives es suficiente.

7. Virtualmente ordenado

Hay varias formas de mantener suficientes copias de nuestros datos para asegurarnos de que si una unidad de disco falla, habrá un respaldo. Pero el primer paso es siempre ser ordenados con la información digital.

Debemos saber dónde están y cuántas copias hay. Repito: dónde y cuántas. Si ignorás alguna de estas dos coordenadas, entonces es muy probable que a) pierdas datos o b) se te filtren cosas que querés mantener privadas. O a) y b) a la vez.

Si vas a usar la Nube, con una copia alcanza. La empresa que te vende el servicio se ocupará de que siempre siga ahí (salvo error u omisión). Siempre es, desde luego, un término bastante relativo en tecnología. Los que usábamos Ubuntu One lo sabemos. Hay que estar atentos a los avisos de cese de servicio.

Si vas a usar discos externos, las buenas prácticas ordenan tener backup doble de todo. Doble significa en dos discos externos diferentes en dos ubicaciones diferentes. El problema es que nunca hay tiempo para tanto y, llegado el caso, supone un gasto de dinero excesivo. Por lo menos, entonces, hay que mantener una copia en la computadora y otra en un disco externo. Pero podríamos hilar todavía más fino, y esto, de nuevo, tiene que ver con el orden.

Mi mejor consejo es hacer doble backup en dos discos externos de aquel material que sea de verdad irreemplazable. Fotos de viajes, mail personales, videos familiares, ésos son los archivos que debemos preservar con mayor celo, porque si se pierden, no habrá forma de recuperarlos. No se pueden comprar ni volver a descargar.

Si, como es mi caso, tenés una vasta biblioteca de programas gratis, no inviertas tiempo y dinero en hacer doble backup; todo eso, salvo algunas joyitas, se puede volver a bajar de Internet. Respaldá sólo las joyitas.

Es fundamental diferenciar entre los datos que, de perderse, podrían ser causal de divorcio y todos los demás. No es raro, dicho sea de paso, que, en general, el grupo los datos privados y los que requieren doble backup coincidan.

8. Métodos

La mayoría de las personas usa una sola computadora; en general, una notebook. No se puede esperar razonablemente que todos tengan en su casa un servidor de archivos. O dos.

En el mundo real tenemos notebooks que van y vienen, que pueden fallar, cuyos discos están expuestos a golpes y vibraciones. Sería ideal que hicieran backup de forma autónoma.

Pues bien, eso puede hacerse con la Nube. La carpeta de datos no sensibles, datos que pueden volverse públicos sin problema, deberían sincronizarse con la nube todo el tiempo. Eso puede salvarte de más de un inconveniente. Por ejemplo, que al disco de la computadora se le ocurre fallar el día anterior a entregar el balance.

La otra carpeta, la de tus fotos, videos, mails personales y demás, requiere, como dije, constancia y disciplina. Hay que buscar el disco externo, enchufarlo y ejecutar el programa de backup. El software de backup puede, desde luego, automatizarse, pero no servirá si la notebook está apagada. Por cierto, también se los puede programar para que se ejecuten en cuanto el equipo se encienda, pero en ese caso tiene que estar el disco externo conectado; si para entonces ya estás en el auto, mirando un Excel en el semáforo, no servirá.

La buena noticia en este punto es que creamos muchos menos datos privados que públicos. Creamos documentos de trabajo todos los días, y -salvo los secretos industriales- podemos sincronizarlos con la Nube. En cambio, las fotos de cumpleaños, viajes y demás, surgen de ocasiones especiales. En otras palabras, sólo es cuestión de no olvidar el backup dentro de un plazo razonable (es decir, cuanto antes). Un recordatorio semanal de Outlook o Calendar que te queme la cabeza hasta que hagas la copia de respaldo es una buena solución para esos datos que no querés que anden sueltos. Ni querés que se pierdan.

Fuente: La Nación, 13/09/14.

Cómo hacer un backup efectivo

junio 12, 2014

No hay nada más viejo que el backup de hoy
Por Ariel Torres

Haciendo un poco de orden encuentro una caja. La caja contiene fotos de mis antepasados. Casi ninguna expone fechas o nombres, por lo que, a estas alturas, carecen de significado. Una imagen vale más que mil palabras, siempre y cuando tenga un epígrafe de 60 caracteres. Al menos, si se trata de una foto documental.

Es obvio que conozco esa caja y su contenido desde hace mucho. Mi pensamiento no recala en los epígrafes; en cambio, medito sobre lo que han perdurado esas imágenes. En algunos casos, calculo, cerca de un siglo. Entonces giro la cabeza y miro la pila de discos externos que descansa sobre mi mesa de trabajo. No puedo sino reírme. Me imagino algún descendiente que trata de acceder esas unidades dentro de 80 o 90 años. Bueno, sí, es humor geek, lo admito. Pero estamos todos en la misma. Sacamos 2500 fotos durante un viaje y después los JPG quedan por ahí, en el disco duro, en una carpeta. A lo sumo, las tagueamos y copiamos a un disco externo. ¿Qué tan perdurables son esos documentos?

Nos guste o no, nuestra capacidad de producir documentos digitales es inversamente proporcional a nuestra certeza de seguir conservándolos en el futuro. Una invisible e infinitesimal debilidad estructural en el disco rígido, y adiós, miles de fotos, textos y videos invaluables, irreemplazables, se evaporarán, habiendo existido siempre en un limbo digital intangible.

Es que no importa, como me han dicho en más de una oportunidad, que los registros en papel y acetato tampoco sean para siempre. No es el punto. El punto es que los registros digitales son microscópicos y están sellados en una caja negra. Carecen de la franqueza del papel y el acetato, cuyo deterioro podemos detectar a tiempo y, de alguna forma, rescatar el contenido. En el caso de los discos duros existe la tecnología SMART ( Self-Monitoring, Analysis, and Reporting Technology ), que avisa cuando la unidad tiene algún problema de salud, pero he visto fallar dos discos duros de forma catastrófica, de un día para el otro, sin el menor aviso de SMART.

Más aún -anoto en el margen-, hoy es imposible para la mayoría de las personas acceder a los contenidos de un simple diskette, que dejaron de usarse hace tan sólo una década (Dell anunció en febrero de 2003 que sus equipos hogareños ya no tendrían lectora de diskettes). El papel y el acetato no necesitan baterías, sistemas operativos, lectores ni formatos especiales.

No, no me interesa volver al laboratorio fotográfico ni retomar la máquina de escribir, pero es menester reducir los riesgos de la burbuja documental en la que vivimos. ¿Cómo? Con un backup. (Y, nota en el margen también, usando formatos de archivo públicos y abiertos, porque de nada sirve un backup que dentro de 25 años no puede decodificarse.)

Hay un solo tipo de backup efectivo: el que está automatizado. ¿Por qué? Porque el otro, el manual, es la típica tarea que dejamos para mañana, y los discos fallan siempre la noche anterior a mañana. Cierto que hay empresas que intentan recuperar la información, pero no siempre es posible y se trata de algo bastante costoso. En ocasiones, más costoso que un disco externo nuevo.

Las máquinas, en cambio, no dejan estas cosas para mañana, no se olvidan, no postergan. A propósito, y por experiencia, verificar de vez en cuando que los respaldos estén produciéndose como corresponde nunca está de más.

Plan A, B, C, D…

Ahora, vamos a intentar armar un plan de backup en el mundo real y con el mínimo costo posible. Un plan así echa mano de dos tácticas: la copia de respaldo local (costo del software: cero; se requiere de un disco externo o de otra computadora con un disco espacioso) y la copia en la nube (los servicios que menciono aquí son gratis, pero hay también muy buenas empresas de backup comerciales, si se necesita más espacio de almacenamiento). Otra cosa: hacer doble copia local y almacenar cada una en lugares diferentes de la casa no es ninguna mala idea.

Sé que suena un poco exagerado, y seguirá pareciéndolo hasta que pierdas las fotos de tu primogénito en un nanosegundo por la falla de un disco rígido. Por eso, aunque suene a mucho, la idea es que ninguna eventualidad nos deje sin documentos valiosos e irrecuperables.

El primer requisito para que un plan de bajo costo como éste funcione es ser realista con el espacio de almacenamiento. Cuando alguien me pregunta cómo hacer copia de respaldo de 1 terabyte de datos, mi respuesta es que quizás está guardando más de lo que debería. Un terabyte equivale a sacar unas 300 fotos por día, todos los días, con un buen smartphone durante 10 años. Equivale a la música en MP3 de aproximadamente 800 CD. Me encanta la música, tengo como 50 GB de MP3 de mis discos compactos. ¿Pero 1 tera?

Está bien, sí, es verdad, sería fantástico que pudiéramos apretar un botón y que todo (todo) se transfiriese a la nube en un instante. IBM e Intel están trabajando en ese tipo de tecnologías. Pero no es para ahora. Ni para mañana a la tarde. Si querés que sea un sistema económico, hay que reducir las expectativas. De lo contrario hace falta contratar un servicio online de 499 dólares al año por 500 GB (en Dropbox), 799,50 dólares al año por 1 TB (en iDrive) o 600 dólares al año por 1 TB en Google Drive, por citar tres ejemplos.

Eso sí, la transferencia instantánea te la debo. Falta bastante para eso todavía. Por eso, CrashPlan, el prestigioso servicio de backup comercial de Code42 ( www.code42.com ), ofrece la posibilidad de enviar el primer pack de datos en un disco duro.

No hay nada de desproporcionado, sin embargo en enormes cantidades de datos, en ciertos casos. Por ejemplo, si te dedicás al cine o a la música. Ahí es menester invertir dinero porque esos archivos son invariablemente gigantescos. Por un lado, y si el volumen es realmente enorme, habría que considerar seriamente las cintas de backup. Por otro, el servicio en la nube de Amazon, llamado S3 (por Simple Storage Service), parte de los Amazon Web Services, puede guardar hasta 5 TB. En este sitio se pueden consultar las características y los precios: http://aws.amazon.com. Tienen una capa gratuita de 5 GB, pero, aviso, hace falta una tarjeta de crédito válida incluso para acceder al plan sin cargo. Por su parte, Google Drive tiene un plan de 16 TB (sí, terabytes). Cuesta 800 dólares por mes.

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Así que nos proponemos que el backup se haga de manera automática, local y remotamente, y sin tener que pagar más que el hardware, si acaso. No voy a hacer la lista de todas las opciones existentes. Son muchas y nos llevaría todo el día. Más bien, lo que sigue es un mecanismo de backup local que vengo usando desde hace muchos años sin que haya fallado ni una vez, más dos o tres opciones nubosas que me gustaron y también parecen ser robustas. Aclaro, ya que estamos, que los fabricantes de discos externos tienen en general soluciones profesionales que hay que revisar, si las necesidades de backup exceden el horizonte doméstico o de oficina hogareña que estoy esbozando aquí.

La copia local

Mi preferido para las copias locales en Windows es SyncBack Free (www.2brightsparks.com/freeware/freeware-hub.html ), que va por la versión 6, es muy sólido, completo y, no menos importante, fácil de usar. En este post de mi blog Freeware en lanacion.com, hay más información sobre cómo obtener, instalar y configurar SyncBack Free ( http://blogs.lanacion.com.ar/freeware/packs/syncback/ ).

SyncBack queda en segundo plano y a la hora señalada hace copia de seguridad en un disco externo, en otro disco dentro de la misma máquina, en otra máquina dentro de la red o en un FTP. De momento, todo lo que debemos considerar es dónde y cómo vamos a guardar las copias de respaldo.

Para volúmenes razonables, los discos externos son económicos y, si se los trata con extremo cuidado, duran mucho tiempo. Golpearlos, sobre todo si están andando, es una Muy Mala Idea. También hay modelos de discos externos que ofrecen almacenamiento en la nube sin cargo, aunque no es mayor, hasta donde he visto, que el de los servicios gratis que menciono más abajo.

¿Cuándo hacer backup? Todos los días no es ninguna mala idea; puede programarse el perfil para que lo haga durante la noche. Si se usa una notebook, la programación (el apartado Cuándo en SyncBack) permite instruir al perfil para que despierte al equipo para ejecutarse, incluso si el usuario no ha abierto sesión. Así resolvemos el asunto de la automatización.

La otra opción, que uso mucho, es emplear los discos de otras computadoras dentro de mi red local para hacer backup (3 máquinas en diferentes sitios, en mi caso). Si tenés al menos otra máquina siempre encendida, podés usarla para crear copias adicionales. En general, la redundancia es la principal salvaguardia contra la burbuja documental. Pero hay algo más.

Como se puede observar, para que este plan funcione de forma automática los discos externos deberían estar siempre conectados. He tenido discos externos conectados durante varios días sin problemas, y de hecho apagan el motor luego de un tiempo de inactividad. Pero me temo que de todas formas no es la mejor idea. No, cuando menos, sin un UPS que proteja contra cortes de luz y tormentas eléctricas severas. Una computadora en red es, por lo tanto, una opción siempre encendida muy práctica. Si esto no es posible, habrá que echar mano de Internet, como sigue.

En la nube

Aunque hace no mucho esto sonaba a cuento de hadas, hoy es más fácil hacer backup en servidores remotos mediante Internet que programar el respaldo local. Hay muchos servicios de este tipo, todos bastante conocidos: SkyDrive (https://skydrive.live.com), Dropbox (https://www.dropbox.com), Google Drive (https://drive.google.com) y iDrive ( https://www.idrive.com ), entre otros. Andan muy bien, tienen sus propias aplicaciones para PC y smartphones, y ofrecen de 2 a 5 GB sin cargo, que pueden extenderse (hasta 18 GB, en Dropbox y iDrive, por citar dos) mediante invitaciones a otras personas o compartiendo la dirección del servicio en las redes sociales. Más interesante todavía, si uno se suscribe a todos ellos, puede sumar una cantidad interesante de espacio. Y si no tenés más que una computadora, solucionan el asunto de la automatización, al menos de forma remota, de manera sencilla y bastante segura.

Probé Dropbox, iDrive y Google Drive. Los tres sincronizan de inmediato y son muy fáciles de usar. No me gusta que iDrive me sugiera suscribirme a un plan pago cada tanto, eso es adware y por lo tanto ya no es tan gratis; lo sobrelleva con una muy buena aplicación de Escritorio en la que se pueden elegir las carpetas por respaldar y la opción de sincronizar en tiempo real. Dropbox hace lo mismo por medio de la Carpeta Dropbox; lo que arrojes allí, irá a la nube en el momento. Google Drive combina un poco de las otras dos y está, como es normal en las aplicaciones de la compañía de Mountain View, muy bien hecha. Las tres se mostraron estables durante semanas en Windows 7 y 8.

El único límite, si no queremos abonar una cuota, es la cantidad de gigabytes; 5, 10 o 15 GB no alcanzan para guardar todo, como dije. Pero sí para hacer respaldo de lo fundamental; es nuestra caja con fotos de la modernidad.

Por el momento, pues, la solución es resguardar solamente lo que consideramos más valioso. Tendemos a hacer 15 tomas idénticas del mismo paisaje. Total, ¡no hay límite! Quizás, hasta que aparezcan soluciones que hoy suenan a mágicas, debamos habituarnos a seleccionar la que quedó mejor y copiar en el respaldo solamente ésa. Pasaríamos así, en el ejemplo anterior, de 15 MB a 1 MB..

Fuente: La Nación, 30/03/13.