Las mejores universidades de Estados Unidos
septiembre 30, 2016
Las mejores universidades de EE.UU., según The Wall Street Journal/Times Higher Education
Por Melissa Korn y Douglas Belkin.

¿Quiere una universidad que lo haga pensar? Ponga a la Universidad Brigham Young en su lista de favoritos.
¿Busca un alumnado diverso? La Universidad de la Ciudad de Nueva York podría ser la indicada para usted.
¿Y una universidad lo suficientemente rica como para asignar un montón de recursos en su educación? Diríjase a Harvard.
¿Le preocupa qué tan bien le va a ir después de la graduación? No podría elegir nada mejor que Yale.
Y si lo que quiere es todo lo anterior, además del mejor clima posible, vaya a Stanford, la primera de la lista de las mejores universidades según el nuevo escalafón de The Wall Street Journal / Times Higher Education, gracias a sus amplios fondos, sus estudiantes intelectualmente comprometidos y sus grandes resultados post-graduación. El Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Columbia completan el podio.
El escalafón de WSJ/THE ofrece una guía invaluable porque a diferencia de otros rankings de este tipo no enfatiza los resultados de las pruebas estandarizadas de los aspirantes o cuántos candidatos fueron rechazados, sino que coloca un mayor énfasis en el éxito de los estudiantes después de la graduación, así como sus propias opiniones sobre la calidad de la educación que recibieron.
El escalafón se basa en 15 factores agrupados en cuatro categorías; 40% por ciento de la puntuación total de cada universidad proviene de resultados obtenidos por los alumnos—incluyendo cómo les fue en el mundo profesional después de graduarse—, el 30% a los recursos de la universidad, el 20% a lo bien que involucra a sus estudiantes y el 10% a la diversidad racial y étnica de la planta estudiantil.

Sobresalir en un área no es garantía de una clasificación general estelar; las mejores universidades fueron las que obtuvieron buenos resultados en varias categorías. Yale encabezó la lista en cuanto a resultados post graduación, pero ocupó el puesto número 5 en general. Harvard, la mejor por recursos, fue sexta en la lista global. Brigham Young terminó sólo por detrás de Dordt College en Sioux Center, Iowa, en el involucramiento con los estudiantes y sacó el puesto número 103 en general. City College, la institución bandera del complejo de casas de estudio que forman la Universidad de la Ciudad de Nueva York, ganó como la más diversa de todas las universidades excepto Sierra University en Riverside, California., pero en el ranking general aparece empatada en el lugar 305.
Times Higher Education es una filial de TES Global Ltd., una empresa de Londres propiedad de la firma de private equity TPG Capital desde 2013. Times Higher Education fue vendida en 2005 por News Corp, el propietario de The Wall Street Journal, de Dow Jones & Co. Times Higher Education tiene una relación comercial con The Wall Street Journal ligada al desarrollo de este ranking universitario.
Una de las cosas que distingue a la medición del WSJ/THE de otras listas de universidades es que incorpora los resultados de una encuesta de 100.000 estudiantes universitarios, que incluye siete preguntas, que van desde la experiencia de los estudiantes con sus profesores a lo mucho que colaboran en proyectos o si son incentivados a pensar de manera crítica, y si recomendarían su universidad. (El número de diferentes materias que se enseñan en una universidad es también un factor).
Entre otras cosas, nuestra clasificación valora mejor a las universidades que privilegian el gasto en la instrucción en clase y que recompensan la excelencia en la enseñanza y la investigación por igual. También se hace hincapié en los resultados obtenidos por los estudiantes. No tiene en cuenta qué tan selectivo sea el proceso de admisión. La diversidad socioeconómica y racial también es valorada.
Los resultados muestran una clara división entre instituciones públicas y privadas; estas últimas ocupan por lo general los lugares más altos de las listas, en gran parte debido a las restricciones de gasto que tienen las escuelas públicas, señala Phil Baty, editor de rankings de Times Higher Education. Además, las escuelas de artes liberales (universidades dedicadas exclusivamente a la enseñanza, sin investigación) más ricas les fue bien, gracias a su fuerza tanto en recursos como en resultados.

Las ventajas de Stanford
Stanford ha cosechado los beneficios de un buen liderazgo y la geografía. Su conexión a Silicon Valley ha pulido la reputación de la universidad, aumentado su fondo fiduciario y ayudado a perfeccionar la calidad de su investigación en los últimos años.
“Hay una sinergia entre Stanford [y Silicon Valley] que va en ambas direcciones”, diceJohn Etchemendy, presidente de la universidad. “Stanford ha sido increíblemente afortunada”. La relación beneficia a las oportunidades de investigación y las perspectivas de carrera para los estudiantes, observa.
Stanford también fue quinta en el país en el gasto en lo académico por estudiante. (El gasto se ajustó a las diferencias regionales en el costo de vida)
Columbia, la número 3 en general y la escuela mejor clasificada de las universidades tradicionales, conocidas como Ivy League, fue también una de los mejores en los resultados por estudiante, una combinación de la tasa de graduación, la reputación académica y la comparación de los salarios reales y las tasas de deuda de los graduados. También obtuvo una alta calificación por tener un alumnado diverso.
Las 10 primeras universidades también incluyen a otros nombres conocidos, como la Universidad de Princeton y el Instituto de Tecnología de California. Todas las que ocupan los primeros lugares lograron una buena puntuación en instrucción de finanzas, productividad de investigación y resultados, pero exceptuando unas pocas, no registraron buenas notas en el compromiso de los estudiantes. Eso significa que los alumnos en las instituciones de élite pueden no tener las experiencias educativas más enriquecedoras, pese a que tienen mayores posibilidades de prosperar económicamente.
Entre todas las universidades de la Ivy League, Brown fue la peor clasificada, ubicándose en el puesto número 20, debido en parte a que sus resultados estudiantiles fueron ligeramente más débiles que los de sus pares.
Williams College (22 en el ranking global) y la Amherst College (23) obtuvieron las posiciones más altas entre las universidades de artes liberales. Sin embargo, en la categoría de involucramiento estudiantil, Williams quedó en el lugar 450 y Amherst no logró entrar en los primeros 600 puestos. En otras palabras, que una universidad sea pequeña no garantiza que sus alumnos tengan una experiencia satisfactoria.
El problema de la financiación
Cabe señalar que nuestra clasificación no incluye ninguna academia militar, porque los estudiantes de esas escuelas no toman préstamos federales y, por lo tanto, no se incluyen en las bases de datos del gobierno sobre las tasas de repago de préstamos o ingresos posteriores a la graduación. Universidades donde más del 20% de los alumnos toman cursos exclusivamente en línea también se descartaron. Tampoco se incluyeron instituciones con 1.000 alumnos o menos, porque en esos casos los resultados de un número relativamente pequeño de estudiantes podrían tener un efecto enorme en los resultados.
Ninguna universidad pública se ubica entre las primeras 20. Esto se debe a que 30% de la puntuación total de la escuela depende de sus recursos, medido por el gasto de instrucción, la relación alumno-docente y resultados de la investigación, y las universidades públicas tienen en general menos fondos para dedicar a esto que las universidades privadas.
La Universidad de Michigan en Ann Arbor, la universidad pública mejor clasificada, en el puesto número 24, pero en la lista de recursos se coloca en el puesto número 72. Sólo dos otras instituciones públicas se ubican entre las 100 mejores por recursos: la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (empatada en el 30 de la lista general) y el campus principal de Purdue en West Lafayette, Indiana (empatado en la lista general con el número 37).
Las instituciones privadas dominan las puntuaciones por recursos, pero las públicas a menudo las superan en entorno y diversidad del alumnado. Las 10 mejores escuelas de esta categoría incluyen dos del sistema de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y cinco de California. Sólo tres de las 10 mejores universidades en esta categoría son privadas.
Cómo usar este ranking
El ranking WSJ/THE no tiene la intención de ser una guía definitiva; lo mejor es utilizarla como un punto de partida. Las clasificaciones ofrecen información sobre una serie de elementos que deben tomarse en cuenta durante el proceso de búsqueda de una universidad a la cual asistir.
Si bien los programas de deportes competitivos, una escena de fraternidades robusta o la proximidad a una gran ciudad pueden darle un matiz a la experiencia universitaria, también lo hacen los resultados de los graduados y los recursos financieros de una administración.
“Esto es importante”, dice Anthony Carnevale, director del Centro de la Universidad de Georgetown sobre la Educación y la Fuerza Laboral. “Estos son los tipos de cosas en las que usted debería estar pensando” cuando se postula a una universidad.
Fuente: The Wall Street Journal, 29/09/16.
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La UBA entre las cien mejores universidades
septiembre 6, 2016
La UBA entró al selecto grupo de las 100 mejores universidades
Aparece en el 85° lugar. y escaló 113 posiciones desde 2014. Es la segunda vez que lo logra una universidad de la región.
Por Alfredo Dillon.
De elite. La UBA, por segundo año consecutivo, quedó al tope de Iberoamérica.
En la edición 2016 del ranking universitario QS, la UBA quedó en el puesto 85: por primera vez entró al top 100 de las mejores universidades del mundo y se posicionó, por segundo año consecutivo, como la mejor de Iberoamérica, seguida de las universidades de San Pablo (120), Autónoma de México (128), Católica de Chile (147) y Barcelona (160). Aunque los rankings son cuestionados por la comunidad académica y muestran una gran volatilidad (entre 2014 y 2016, la UBA escaló 113 posiciones en QS), la noticia ratifica la alta valoración de la UBA a nivel internacional.
En los primeros 100 puestos de QS hay universidades de 18 países: el único latinoamericano es Argentina. En el top 10 solo figuran instituciones de Estados Unidos e Inglaterra, además de una suiza (ETH Zurich). Las 6 mejores, inamovibles en el podio, son el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Stanford, Harvard, Cambridge, el Instituto de Tecnología de California y Oxford, en ese orden. Esta es la segunda vez que una universidad latinoamericana llega al top 100: la UNAM (México) había llegado al puesto 74 en 2006.
La consultora inglesa QS elabora su medición a partir de datos de 916 universidades de todo el mundo. A diferencia de otros rankings, como el de Shanghai (de China) y el CWUR (de Arabia Saudita), la comparación de QS asigna mucho peso a la “reputación institucional”: el 50% del puntaje de cada universidad surge de encuestas entre académicos (40%) y empleadores (10%). Los demás indicadores son la proporción de estudiantes por docentes (20%), cantidad de papers citados por profesor (20%) y la proporción de alumnos y docentes internacionales (10%).
La UBA es la primera universidad argentina en QS, seguida de lejos por la Universidad Austral (308), UCA (310), Belgrano (352), Palermo (en el rango 441-450), San Andrés y el ITBA (ambas entre el 501 y el 550). Más atrás quedaron las universidades de La Plata (551-600) y Córdoba (601-650).
“Si bien los rankings no reflejan el verdadero impacto que genera la universidad pública en la sociedad, se han convertido a nivel internacional en una forma de visualizar una comparación entre instituciones, y son observados con atención por todos los actores del sistema”, reconoció Alberto Barbieri, rector de la UBA. “Nos alegra que la UBA esté bien considerada; estamos a un nivel de élite y venimos escalando año tras año”, agregó.
La UBA es la mejor universidad argentina en todos los rankings de referencia. En la medición de Shanghai 2016, quedó en el rango 151 a 200, junto con la UNAM y la de Barcelona, y fue la segunda de Iberoamérica, superada por la de San Pablo (que tiene un presupuesto casi 6 veces más alto: 4000 millones de dólares, contra 700 de la UBA). En el CWUR 2016, influyente en el mundo árabe, la UBA quedó en el puesto 372, detrás de las universidades de São Paulo (138), Federal de Rio de Janeiro (327), UNAM (341) y varias instituciones españolas. El ranking Times 2016 se publicará a fin de mes.
Fuente: Clarín, 06/09/16.
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El Conocimiento es el nuevo Dinero
julio 2, 2016
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Universidades en la “nube”: ¿moda o innovación educativa?
abril 12, 2015
En los últimos 12 meses, la Universidad Di Tella, el IAE, la UCA, la UAI, la Universidad Kennedy, la Universidad de La Matanza y la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA firmaron convenios con Microsoft para trasladar sus sistemas de computación a la nube. ¿Se trata de una moda, de una necesidad de las administraciones o de un proyecto de innovación educativa?
La “nube” no es otra cosa que un conjunto de servidores a los que se accede a través de Internet, lo que permite almacenar contenidos y hacer correr software fuera de los servidores locales. Las universidades que se han sumado sostienen que, además, les permitirá desarrollar herramientas que impactan directamente en los modelos educativos.
A partir de la implementación del campus virtual en la nube, “logramos que la relación alumno-profesor no se limite a 4 o 6 horas semanales, y eso enriquece las clases”, dice José Luis Giusti, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Las autoridades propusieron a las cátedras subir sus contenidos al entorno virtual, donde además hay foros y también un “cibercafé”, pensado para encuentros sincrónicos. Por el momento, se sumaron 35 de las 200 cátedras que componen la facultad en forma voluntaria. Según el decano, este proceso también implica un mayor control de calidad, ya que las cátedras “se encuentran con el desafío de rearmar sus contenidos y bibliografías”.
Daniel Piorun, secretario de Innovación en la misma facultad, señala que es una oportunidad para que “las cátedras se repiensen”. De hecho, organizaron el taller “Reinventar las cátedras” y un equipo de pedagogas apoya a los profesores en el proceso de virtualización. Para Piorun, “la nube implica un cambio de paradigma, por ubicuidad y disponibilidad de contenidos. Pero lo importante es armar el concepto de red con los docentes”.
En la UCA, “estamos empezando a usar la videoconferencia para actividades entre distintas sedes y para algunas clases de posgrado hacia el exterior”, dice José Aboy, director de Sistemas de esa casa de estudios. La idea, explica, es que el Office 365 de Microsoft que da acceso a los servicios en la nube interactúe con la plafatorma Moodle de e-learning que la universidad ya tiene en uso en servidores propios. “El objetivo final es desarrollar una red social de la UCA que funcione como una comunidad en la nube a la que se pueda acceder desde cualquier lugar, dispositivo y momento”, agrega Aboy.
En la UNLAM, migraron todas las casillas de correo de docentes y empleados y habilitaron 38.000 cuentas para los alumnos. Marcelo Pérez Guntin, secretario de Informática y Comunicaciones, señala como ventajas que “se acortan los tiempos de respuesta y la disponibilidad y la seguridad son mayores”.
A nivel regional, la empresa Citrix trabajó, entre otras, con la Universidad de San Pablo (Brasil) y la Javeriana (Colombia). “La nube extiende el acceso a aplicaciones y mantiene a las universidades actualizadas”, dice Juan Manuel Gómez, gerente regional de Ventas.
Fuente: Clarín, 12/04/15.
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Hay que actualizar lo que se enseña
enero 18, 2014
Hay que actualizar lo que se enseña
Por Héctor Masoer-
¿Cuánta información y conocimiento se genera diariamente? Dos décadas atrás, en California State University, James Appleberry señalaba que el conocimiento disciplinario tardó 1750 años en duplicarse por primera vez desde el inicio de la era cristiana. Sin embargo, luego duplicó su volumen cada 150 años, y más adelante, cada 50 años. Actualmente, se duplicaría cada 5 años y para 2020 cada apenas 73 días. Seguramente sea muy complejo definir con exactitud cada cuánto tiempo se multiplica el conocimiento generado por la humanidad. Lo que es indudablemente cierto es que la información que se produce actualmente en cada campo disciplinar es tan amplia que ningún individuo puede absorberla en su totalidad.
Esta «sobrecarga de información«, concepto popularizado por Alvin Toffler ya en los años 70, exige cada vez con mayor premura que los sistemas educativos revisen sus métodos de diseño curricular. Esta necesidad es especialmente apremiante y, sin embargo, poco atendida en la educación superior de grado.
Evidentemente, la formación de grado (de la misma manera que el resto de los niveles educativos) tiene una limitación en términos de cantidad de horas de clase y horas de estudio. Pero al mismo tiempo, las diferentes disciplinas generan, en forma permanente, nuevos y mayores conocimientos en cada campo de estudio. La actualización de los planes y programas de las diferentes carreras se vuelve, por lo tanto, imprescindible.
Los programas analíticos de las diferentes materias que componen una carrera deberían ser revisados y actualizados todos los años. Los planes de estudio, es decir la estructura de materias que componen una carrera, también deberían actualizarse periódicamente, aunque en plazos más extensos: un buen diseño curricular debería brindar la flexibilidad necesaria para que los nuevos contenidos pudieran ser incorporados sin necesidad de modificar el plan hasta tanto transcurran tiempos razonables. Sólo de esta manera las distintas carreras universitarias podrán mantenerse acordes con el estado del arte de sus respectivas disciplinas. Por supuesto, este objetivo exige también la actualización y formación continua de los docentes.
Sin embargo, el concepto clave aquí no es meramente actualizar contenidos, sino fundamentalmente jerarquizarlos. En efecto, si actualizar es simplemente agregar nuevos contenidos, las limitaciones de tiempo harán imposible que todos los nuevos temas sean enseñados y aprendidos. En tal sentido, cada actualización debe suponer siempre una jerarquización de contenidos, que determine cuáles son realmente importantes e imprescindibles en la formación profesional. Así como el ropero tiene un límite y cada cierto tiempo es necesario despojarse de las cosas que uno ya no usa, en forma periódica los programas académicos también deben actualizarse y priorizar los contenidos más útiles y necesarios para la formación profesional y el desempeño en la vida. Pero ¿estamos realmente «sacando lo que ya no es necesario del ropero»? ¿O nadie «tira» nada? ¿Es posible seguir incorporando contenidos?
Sin dudas, esta situación lleva a poner el foco en la jerarquización y priorización de contenidos específicos de cada disciplina: es necesario definir periódicamente qué contenidos deben seleccionarse y cuáles deben suprimirse. Resulta necesario priorizar los contenidos con mayor fuerza generativa, es decir aquellos conceptos estructurales de cada campo disciplinar que permiten luego seguir profundizando en la disciplina y brindan un marco para que el graduado pueda seguir formándose a lo largo de toda su carrera profesional. En la selección de contenidos también deberían primar aquellos con mayor capacidad de transferencia, es decir, aplicables a diversas áreas y problemas.
Asimismo, teniendo en cuenta que aquello que hoy es importante puede no serlo mañana, más que en contenidos específicos quizás haya que focalizarse en competencias genéricas: las capacidades de aprender a aprender, de colaborar con otros, de encontrar, evaluar, analizar, organizar e internalizar nueva información útil para la resolución de problemas. Por supuesto, no debe perderse de vista que estas competencias genéricas siempre se desarrollan en el marco de conocimientos específicos y no necesariamente son transferibles a cualquier campo.
Probablemente, la clave esté en enfocar los esfuerzos en el desarrollo de competencias, el dominio de estructuras conceptuales básicas y una aproximación a las discusiones de frontera del conocimiento disciplinar específico, antes que en la multiplicación de contenidos que por definición ya son o serán perecederos. Si se incluyen nuevos contenidos, alguno previo debe ser suprimido. Avanzar en este sentido implicaría asegurar una actualización inteligente de los contenidos educativos y, por lo tanto, encaminarse a una formación más acorde con las demandas del mundo productivo y el desarrollo personal.
– El autor es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa –
Fuente: La Nación, 18/01/14.