Los males del proteccionismo

agosto 30, 2016

Viejo y nuevo proteccionismo: cambian las formas pero las motivaciones son las mismas. Bastiat

Martín KrauseCon los alumnos de UCEMA, vemos ahora las nuevas y viejas variantes del proteccionismo. Para considerar las primeras, analizamos el Policy Analysis paper del Cato Institute, “Regulatory Protectionism A Hidden Threat to Free Trade” por K. William Watson y Sallie James: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/pubs/pdf/pa723.pdf

“Pese al notable éxito de la liberalización comercial, las industrias locales siguen encontrando formas de usar el poder del estado para protegerse de la competencia externa. La práctica de usar las regulaciones locales ambientales o de protección al consumidor es una forma de disfrazar políticas proteccionistas que se han vuelto un serio problema. Este proteccionismo regulatorio daña a la economía y viola compromisos comerciales.

Factores diversos se combinan para explicar el crecimiento del proteccionismo regulatorio. La globalización económica ha provisto a los norteamericanos de acceso a una amplia variedad de productos importados. Esto ha permitido a los consumidores demandar no solamente productos de alta calidad a bajo costo sino también productos que están producidos según las preferencias filosóficas o éticas de los consumidores. Al mismo tiempo, los productores locales que buscan protección de las importaciones deben encontrar otras vías ahora que el uso de tarifas y cuotas está restringido por la ley internacional y el sentido común económico. La consecuencia es una tormenta perfecta en la que los activistas sociales y los intereses comerciales específicos se combinan para promover regímenes regulatorios que injusta e innecesariamente restringen importaciones”.

Y para el proteccionismo de antaño nada mejor que Frederic Bastiat y “La petición de los fabricantes de candelas”:

Bastiat

“Ustedes están en el buen camino. Rechazan las teorías abstractas; la abundancia y el buen mercado les impresionan poco. Se preocupan sobre todo por la suerte del productor. Ustedes le quieren liberar de la competencia exterior; en una palabra, ustedes le reservan el mercado nacional al trabajo nacional.

Venimos a ofrecerles a Ustedes una maravillosa ocasión para aplicar su… ¿Cómo diríamos? ¿Su teoría? No, nada es más engañoso que la teoría. ¿Su doctrina? ¿Su sistema? ¿Su principio? Pero Ustedes no aman las doctrinas, Ustedes tienen horror a los sistemas y, en cuanto a los principios, declaran que no existen en economía social; diremos por tanto su práctica, su práctica sin teoría y sin principios.

Nosotros sufrimos la intolerable competencia de un rival extranjero colocado, por lo que parece, en unas condiciones tan superiores a las nuestras en la producción de la luz que inunda nuestro mercado nacional a un precio fabulosamente reducido; porque, inmediatamente después de que él sale, nuestras ventas cesan, todos los consumidores se vuelven a él y una rama de la industria francesa, cuyas ramificaciones son innumerables, es colocada de golpe en el estancamiento más completo. Este rival, que no es otro que el sol, nos hace una guerra tan encarnizada que sospechamos que nos ha sido suscitado por la pérfida Albión (¡buena diplomacia para los tiempos que corren!) en vista de que tiene por esta isla orgullosa consideraciones de las que se exime respecto a nosotros.

Demandamos que Ustedes tengan el agrado de hacer una ley que ordene el cierre de todas las ventanas, tragaluces, pantallas, contraventanas, postigos, cortinas, cuarterones, claraboyas, persianas, en una palabra, de todas las aberturas, huecos, hendiduras y fisuras por las que la luz del sol tiene la costumbre de penetrar en las casa, en perjuicio de las bellas industrias con las que nos jactamos de haber dotado al país, pues sería ingratitud abandonarnos hoy en una lucha así de desigual.”

Sigue…, vale la pena leerla completa: http://bastiat.org/es/peticion.html

Fuente: bazar.ufm.edu, 28/08/16.

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La especialización en el comercio trae sus problemas

noviembre 3, 2013

La especialización en el comercio trae sus problemas
Por Juan Carlos de Pablo

Hace un tiempo se dispuso que los medicamentos de venta libre sólo se podían comercializar en las farmacias. Se acaba de disponer que éstas sólo pueden vender productos medicinales. Más allá de que una restricción aparece como la represalia por la otra; ¿qué sentido tiene que haya que ir hasta una farmacia para comprar un analgésico y que no se pueda comprar un caramelo en una farmacia?

Al respecto entrevisté al francés Claude Frédéric Bastiat (1801-1850), empleado, juez de paz, concejal, representante en la Asamblea Constituyente y en la Asamblea Legislativa. Bastiat no realizó aportes teóricos, pero es muy conocido entre los economistas por el uso que hacía de la ironía para desenmascarar los perjuicios que podrían generar algunas propuestas económicas.

-En Sofismas económicos usted incluyó una famosa «Petición», escrita en 1845.

-Efectivamente. Cansado como legislador de escuchar argumentaciones a favor de proteger tal o cual sector, o tal o cual región, en el nombre de lo bien que esto le haría «al país», parodié el típico pedido de ayuda a las autoridades y elaboré el siguiente documento: Petición de los fabricantes de velas, lámparas, candelabros, lámparas de alumbrado público, apagavelas, extinguidores, y de los productores de aceite, sebo, resina, alcohol y mercaderías conectadas con la iluminación en general. A los señores miembros de la Cámara de Diputados: estamos sufriendo la intolerable competencia de un rival extranjero, ubicado en una condición tan superior a la nuestra desde el punto de vista de la producción de luz que acapara en forma total nuestro mercado nacional con su provisión a un precio fabulosamente bajo. En el momento en que aparece nos encontramos totalmente desplazados. Todos los consumidores se dirigen a él, y un segmento de la industria local, que cuenta con innumerables ramificaciones, queda paralizada automáticamente. Este rival, que no es otro que el sol, nos hace la guerra a muerte… Solicitamos promulgar una ley ordenando cerrar todas las ventanas, ventiluces, persianas internas y externas, cortinas y ojos de buey; en una palabra, todas las aberturas, agujeros y fisuras, por los cuales la luz del sol puede entrar en las casas, para perjuicio de los meritorios fabricantes.

-Por lo visto, iniciativas como la ironizada por usted siguen apareciendo.

-Lamentablemente. Si una medianoche a usted le duele la cabeza y para en una estación de servicio ubicada al costado de una ruta, próxima a una ciudad, encontrará que no le venderán un analgésico, sino que tendrá que entrar a la ciudad, ubicar una farmacia y esperar que abra. Con el mismo criterio, ¿por qué no tener que entrar a la ciudad para comprar el diario, una gaseosa o yerba, disponiendo que las estaciones de servicio se limiten a vender combustibles, para no perjudicar a los canillitas, dueños de bares y almaceneros, respectivamente?

-Pero Adam Smith explicó los beneficios de la especialización.

-Que en el caso de la producción manufacturera ilustró con el caso de la fabricación de alfileres. El beneficio de la especialización comercial deriva del hecho de que, en vez de que cada consumidor tenga que ir personalmente hasta el lugar donde se fabrica cada producto, va alguien y trae no solamente para él [o ella], sino también para los demás, naturalmente que cobrando el servicio.

-¿Y entonces?

-Esto no tiene nada que ver con la superespecialización forzada por la legislación, que superficialmente beneficia a algunos comerciantes. Digo superficialmente porque, vía represalias, todos terminan peor que antes. Los farmacéuticos vendiendo menos, porque sólo pueden comercializar productos medicinales; las estaciones de servicio igual, porque sólo venden combustible.

-¿ Esta restricción no fomenta el empleo y el nivel de vida de los comerciantes?

-Le ruego que relea la «petición». Defender el empleo y la existencia de los comercios de esta manera equivale a obligar a cerrar las ventanas para que no disminuya la demanda de velas y candelabros.

-Don Frédéric , muchas gracias.

Fuente: La Nación, 03/11/13.

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Frédéric Bastiat

Claude Frédéric Bastiat (1801–1850) fue un escritor, legislador y economista francés al que se considera uno de los mejores divulgadores del liberalismo de la historia. Fue parte de la Escuela liberal francesa. Conocido también como el Cobden francés, fue un entusiasta del libre comercio y del pacifismo.

Biografía

Nacido en Bayona el 30 de junio de 1801, su carrera pública como economista no empezó hasta 1844. Su temprana muerte fue debida a la tuberculosis, que seguramente le fue contagiada durante sus numerosos viajes por toda Francia para promover sus ideas liberales. Su enfermedad le impidió primero seguir con su actividad pública, especialmente en la asamblea legislativa para la que fue elegido en 1848 y 1849, para finalmente cobrarse su vida. Murió en Roma el 24 de diciembre de 1850.

Ideas

La idea principal de la obra de Bastiat fue que el libre mercado era inherentemente una fuente de «armonía económica» entre los individuos, siempre que el gobierno se limitara a proteger las vidas, libertades y propiedad de los ciudadanos. Consideraba así que los argumentos utilitaristas y iusnaturalistas eran simplemente aspectos complementarios del mismo mundo.

Posiblemente la idea de Bastiat que más ha permanecido es la que explicó con la falacia de la ventana rota, y que consiste en que para determinar si una medida es buena o mala, han de mirarse sus consecuencias a largo plazo para toda la población, y no sólo las que tienen lugar a corto plazo para una parte de la misma. Otra publicación popular de Bastiat es Petición de los fabricantes de velas, donde explora satíricamente la irracionalidad del proteccionismo. En otro artículo critica, otra vez, el proteccionismo.1

Su pequeño libro La ley es considerado actualmente su obra maestra, explicando con claridad la función de la ley en la vida social.

En el siglo XX, las ideas económicas de Bastiat fueron desarrolladas por, entre otros, Henry Hazlitt y Ayn Rand.

Fuente: Wikipedia.