Arrestan a dos ex corredores de JP Morgan Chase

agosto 27, 2013

La policía arresta a dos corredores involucrados en el caso de ‘la ballena’ de J.P. Morgan

MADRID (EFE Dow Jones) — La Policía detuvo el martes por la mañana en Madrid al español Javier Martín-Artajo Rueda, exdirectivo del banco JPMorgan Chase, reclamado por Estados Unidos por ocultar parte de las pérdidas de más de 6.000 millones de dólares en sus operaciones financieras en Londres.

Según informó la Dirección General de la Policía Nacional, entre marzo y mayo de 2012, Martín-Artajo, junto con otras personas, presuntamente manipuló e infló el valor de posiciones de la cartera de créditos sintéticos de su empresa con el fin de lograr objetivos específicos de pérdidas y ganancias diarios y a fin de mes.

Martín-Artajo era el supervisor de Bruno Iksil, el corredor que creó las desastrosas apuestas que generaron las pérdidas y que era conocido como «la Ballena de Londres».

Tras ser detectado en Madrid en su domicilio del barrio de Retiro, los agentes del Grupo de Localización de Fugitivos de la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado conversaron con él y le convencieron para que se presentara en dependencias policiales al existir una orden internacional de detención.

Poco después, Martín-Artajo se presentó en las dependencias policiales de Canillas donde la Policía lo detuvo y puso a disposición del Juzgado de Instrucción Número 1 de la Audiencia Nacional, según fuentes policiales.

Martín-Artajo, de 49 años y ex supervisor de estrategia de inversiones de la oficina de JPMorgan en Londres, había sido acusado formalmente por la Fiscalía Federal de Estados Unidos junto con el francés Julien Grout, un operador de 35 años, de fraude, falsificación de documentos bancarios y contribución a documentos oficiales falsos.

En caso de ser declarados culpables de todos los cargos, cada uno podría ser condenado a un máximo de 65 años de cárcel, cinco por conspiración y veinte por cada una de las otras acusaciones, así como a una sanción económica que podría totalizar el doble de las pérdidas generadas.

Según la prensa estadounidense, Martín-Artajo residía en las afueras de Londres pero se encontraba de vacaciones, mientras que Grout volvió a Francia después de que ambos fueron cesados en agosto de 2012 y dejaron la entidad después.

Fuente: The Wall Street Journal, 27/08/13.

Las grandes pérdidas de JP Morgan

junio 16, 2012

Las grandes pérdidas de JP Morgan: Por qué los bancos aún no han aprendido la lección

 

Cuando JP Morgan Chase anunció unas pérdidas de US$ 2.000 millones hace algunas semanas, muchos lo interpretaron como una señal de advertencia, un aviso de que las prácticas adoptadas por grandes instituciones financieras aún pueden, a pesar de las lecciones que ha enseñado la crisis financiera, producir una combinación tóxica. Los legisladores continúan debatiendo cuál sería la mejor manera de atenuar el riesgo sistémico causado por instituciones financieras «demasiado grandes para caer», ya que los grandes bancos son aún mayores desde el inicio de la crisis. ¿Y si varios bancos entraran en una crisis profunda al mismo tiempo? ¿La repercusión de eso podría llevarse por delante a los inocentes, tal y como pasó hace algunos años?

 

 

Cuando JP Morgan Chase, el pasado 10 de mayo, anunció pérdidas del orden de US$ 2.000 millones, algunos analistas se preguntaron: «¿Qué importancia tiene?» Aunque las pérdidas parezcan rondar los US$ 3.000 millones y, según algunas estimaciones, es posible que lleguen a US$ 5.000 millones o más, eso no es más que calderilla para ese banco enorme, que está bien y generando dinero.

Incluso la operación comercial que generó pérdidas para el banco está, en general, en azul. ¿Las pérdidas no forman parte del juego? ¿Por qué unas pérdidas así serían tan importantes si están compensadas por las ganancias obtenidas con otras transacciones? El problema, dice Scott E. Harrington, profesor de Seguros y Gestión de Riesgo de Wharton, es que las pérdidas de JP Morgan ocurrieron en un momento muy delicado. «Mi primera reacción ante las pérdidas de US$ 2.000 millones es que no es más que una tempestad en un vaso de agua», dice Harrington. Pero examinando mejor después lo ocurrido, me dí cuenta de que las pérdidas del banco suscitaban cuestiones muy serias sobre el tipo de riesgo que los bancos estaban asumiendo. «Los incentivos animan los riesgos», dice, argumentando que las instituciones bancarias aún pueden incurrir en riesgos muy serios cuatro años después de la explosión de la crisis financiera».

Las pérdidas específicas de JP Morgan en el caso citado serán fácilmente absorbidas por él, sin embargo el momento en que ocurre tiene serias consecuencias, porque tiene lugar en un momento en que los órganos reguladores están introduciendo la regla Volcker», observa Krista Schwarz en referencia a una regulación, aún no finalizada, que restringiría el derecho de los bancos a especular con su propio dinero. Los legisladores continúan debatiendo cuál sería la mejor manera de atenuar el riesgo sistémico causado por instituciones financieras «demasiado grandes para caer», ya que los grandes bancos son aún mayores desde el inicio de la crisis. Los órganos reguladores continúan formulando las reglas requeridas por la Ley Dodd-Frank, de 2010, de Protección y Reforma de Wall Street. Además, este es un año de elecciones presidenciales en que los dos candidatos y sus partidos pelean por una estrategia que incentive el crecimiento y evite el riesgo indebido. «El contexto político, creo yo, aumentó en los medios el efecto de ese incidente en particular además de su significado real», observa Harrington.

Muchos lo interpretaron como una señal de advertencia, un aviso de que las prácticas adoptadas por grandes instituciones financieras aún pueden, a pesar de las lecciones que ha enseñado la crisis financiera, producir una combinación tóxica. Si un banco puede darse al lujo de tener unas pérdidas de US$ 2.000 millones, ¿podrían tener unas pérdidas de US$ 20.000 millones? ¿De US$ 200.000 millones? ¿Y si varios bancos entraran en una crisis profunda al mismo tiempo? ¿La repercusión de eso podría llevarse por delante a los inocentes, tal y como pasó hace algunos años?

«Creo que la lección más importante que ese episodio de JP Morgan tiene que transmitir es que es difícil controlar el riesgo», señala Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton. «Además, aunque la pérdida en cuestión pueda absorberla el banco, queda la pregunta: ¿cuál es el tamaño de las pérdidas que es capaz de absorber? ¿Podría, por ejemplo, una institución de gran tamaño venirse abajo a causa de unas pérdidas así?

¿Dónde nos llevará la regla Volcker?

Las especulaciones arriesgadas y con montantes elevados han jugado un papel fundamental en la crisis financiera. El objetivo de reformas como la que fue propuesta por el proyecto de ley Dodd-Frank pretende cohibir estas prácticas. JP Morgan dice que las operaciones en cuestión formaban parte de una estrategia de hedging o cobertura cuyo objetivo era reducir el riesgo, y no especular, pero lo ocurrido muestra que incluso el hedging puede salir mal. El banco no divulgó detalles de su estrategia. Las operaciones de hedging tienen como objetivo reducir el riesgo, y no ganar dinero. En su forma más simple, un inversor con 100 acciones podría comprar una opción de venta confiriendo a su propietario el derecho de venderla a un determinado precio durante un cierto periodo, dándole garantías contra posibles pérdidas si el precio de la acción cayese.

En otro caso, un banco que haga un préstamo a una empresa podría comprar opciones de venta de las acciones de la compañía, o un credit default swap (CDS), que es un tipo de seguro contra el impago de una deuda específica. Si la empresa fallase y no pagase el préstamo contratado, la opción de venta o CDS generaría un beneficio que compensaría lo ocurrido. «Ese es un tipo de hedge simple y fácil de entender», dice Itay Goldstein, profesor de Finanzas de Wharton.

La regla Volcker se creó para permitir hedgings de ese tipo, y para dirigir buena parte de ellos hacia opciones y otros tipos de derivados negociados en bolsa, permitiendo que sus valores sean fácilmente monitorizados. En la crisis financiera, muchas instituciones del sector recurrieron a derivados específicos, creados a medida, que eran difíciles de entender y de estimar.

Pero la regla Volcker aún no ha entrado en vigor. En junio se tienen que divulgar algunas de sus cláusulas principales. Las grandes instituciones financieras —principalmente JP Morgan y su presidente y consejero delegado, Jamie Dimon— han estado llevando a cabo fuertes presiones a favor de reglas más flexibles para el hedging bajo la alegación de que restricciones demasiado severas elevarán los costes de las operaciones, reducirán la competitividad internacional de los bancos americanos e impedirán que ellos ofrezcan productos y servicios indispensables. «Jamie Dimon fue una de las principales voces en defensa del relajamiento de la regla Volcker, ya que ella reduce el retorno sobre el patrimonio de JP Morgan», observa Schwarz.

La gran pérdida que el banco tuvo está asociada al tipo de hedging que Dimon quiere permitir, hedging contra toda una cartera de activos, y no contra cada una de ellas de forma individual. «Hacer hedging de activo por activo es más caro y más complicado», destaca Goldstein. «A veces, cuando se tienen varios activos que pueden apreciarse o depreciarse, es más fácil protegerlos con un valor mobiliario o un índice complejo, o con alguna cosa parecida, tal y como hizo JP Morgan». Los partidarios del hedge de cartera dicen que mantiene la atención del banco hacia lo que interesa: el comportamiento de la cartera en general, lo que comprende una serie de riesgos, ya que las condiciones de mercado afectan a los activos de diferentes modos. Puede ser que no haya necesidad, por ejemplo, de hedges individuales para dos activos diferentes ya que, bajo ciertas condiciones, un activo podrá apreciarse mientras el otro se depreciará. En ese caso, los dos activos se protegerían entre sí.

Pero cuando una cartera contiene una cantidad muy grande de diferentes acciones, títulos, commodities y derivados, se vuelve muy difícil predecir de qué manera se comportará todo el conjunto. Los empleados de JP Morgan, según Dimon, crearon posiciones hedge «precarias» que no estaban a la altura de los riesgos.

Mientras más compleja es la cartera de hedge, más difícil será, sin lugar a dudas, que los instrumentos de hedging se muevan adecuadamente en correlación con los activos, dice Harrington. «Se vuelve más difícil conseguir un hedging más eficaz».

«Creo que el verdadero problema no consiste en la pérdida, sino en lo que él nos dice sobre la gestión de riesgo, incluso en los bancos mejor administrados, como es el caso de JP Morgan», añade Allen. «Ellos parecen simplemente incapaces de poner a funcionar un sistema que gestione bien los riesgos. Aunque no tengamos las informaciones necesarias, parece que lo ocurrido fue más una operación especulativa que un hedge. Debía haber sido frenado antes de adquirir esas dimensiones, pero eso no fue lo que sucedió».

Como el hedge de cartera es mucho más difícil de entender, se puede usar para encubrir operaciones enfocadas específicamente en la especulación, observa Schwarz. «La idea de un hedging de cartera representaría una brecha en la regla Volcker que permitió de hecho a los bancos comerciales proseguir con sus operaciones especulativas», explica Harrington. «Entre las varias posiciones a que el banco puede recurrir, es posible detectar alguna que pueda ser caracterizada como hedging de cartera, pero que no es hedging de hecho».

Mientras más cambian las cosas…

Si los operadores no consiguen predecir exactamente cómo se comportará el hedge, ¿cómo se espera que los órganos reguladores puedan hacerlo? «El problema es que aún no sabemos exactamente lo que sucedió», dice Allen. «No hay duda de que el hedging de cartera es una operación compleja».

Otra dificultad: el factor humano. Un reportaje de New York Times mostró en detalle las peleas encarnizadas entre los empleados de JP Morgan en Nueva York y Londres en un periodo en que el jefe del grupo estuvo alejado debido a una enfermedad. Ni incluso el mejor sistema de gestión de riesgo está inmune a los desvíos provocados por el error humano.

El caso de JP Morgan también llama la atención sobre la cuestión de las instituciones más grandes e influyentes que acaban por obligar al Gobierno a socorrerlas con fondos financiados por el contribuyente para evitar pérdidas demasiados grandes en los casos en que la situación está fuera de control. Esa fue una de las dificultades de la crisis financiera y ahora, a causa de la consolidación ocurrida después de ella, las instituciones de gran tamaño son aún mayores. «En un cierto sentido, JP Morgan muestra que tal vez las cosas no hayan cambiado tanto después de la crisis financiera», observa Goldstein.

Las empresas que cuentan con la ayuda de emergencia están más inclinadas a incurrir en riesgos, dice Goldstein, refiriéndose al proceso llamado «riesgo moral». La ley Dodd-Frank, aunque sea un intento de reducir los riesgos en el sistema, en realidad consagra el proceso de auxilio al fijar los pasos que deben ser dados por el Gobierno, añade Harrington. Él llega, inclusive, a extender el proceso a otros tipos de institución considerados «sistémicamente significativos», en una reacción al papel desempeñado en la crisis por American International Group., básicamente una compañía (holding) de seguros de gran tamaño.

«Es ingenuo creer que, de algún modo, no importa cuál sea el caso, la ley Dodd-Frank ha resuelto el problema de las empresas demasiado grandes para caer», dice Harrington. «En realidad, creo que esa ley, de la manera en que fue formulada, va a acabar aumentando el problema».

«Eso parece un recordatorio de la necesidad de regulación», observa Schwarz. «JP Morgan está protegido de forma explícita por la Reserva Federal y todo el mundo sabe que éste jamás permitiría su suspensión de pagos».

«Eso sirve de estímulo al banco para que corra riesgos extremos, ya que puede lucrarse con lo que hay de positivo en ellos a costa de un riesgo modesto en lo que ese tipo de operación tiene de desventajoso», añade Schwarz en referencia a las apuestas en eventos improbables. «En aquella ocasión, la pérdida fue administrable, pero en la próxima podrá no serlo […] Los modelos que las instituciones crean para medir su riesgo nunca funcionan de forma debida en el caso de riesgos extremos, porque se trata de eventos raros y ninguna crisis es exactamente igual a otra. JP Morgan siempre estuvo a la vanguardia de la gestión de riesgos, y el episodio en cuestión es sólo un aviso más de que esos modelos fallan cuando son más necesarios».

Aunque sea imposible garantizar que jamás habrá otra crisis financiera, es posible hacerlas menos severas y frecuentes, añade Schwarz. «La aplicación de la ley Volcker de forma más rigurosa sería una excelente ayuda», dice ella. «Esto sería un obstáculo para la rentabilidad de los grandes bancos comerciales, sin embargo otras instituciones financieras se beneficiarían de eso, haciendo que el sistema financiero fuera más estable. La pérdida de JP Morgan tal vez haya ocurrido en un buen momento, ya que puede hacer que los órganos reguladores trabajen con una versión más severa de la regla Volcker».

Una industria construida sobre el riesgo

Durante la crisis financiera, hubo numerosos ejemplos de incentivos que llevaron a los operadores, profesionales responsables de la concesión de préstamos y gerentes de riesgos a incurrir en riesgos excesivos como, por ejemplo, pagos vinculados a resultados de corto plazo. El caso de JP Morgan muestra que los incentivos tal vez continúen siendo un problema, dice Goldstein. «Queda por saber si aprendieron o no algo del mercado», dice él. «No estoy tan seguro de ello».

Pocos de los que incurrieron en los riesgos excesivos responsables de la crisis fueron penalizados severamente, resalta Goldstein. Ningún alto ejecutivo fue a la cárcel, y muchas empresas que corrieron riesgos, aunque perjudicadas financieramente, continuaron siendo saludables. «A fin de cuentas, muchas de ellas están en buena forma […] Y varias no aprendieron la lección que creemos que debían haber aprendido. Tal vez, en parte, el problema sea ese».

Exigir a las empresas que tengan un volumen mayor de capital propio haría que los accionistas sufrieran las consecuencias cuando la empresa se viera afectada por riesgos demasiado grandes, dando así un incentivo a los accionistas para que frenaran el comportamiento excesivamente arriesgado, observa Allen.

«Es necesario que un volumen mayor del dinero de los accionistas esté sujeto al riesgo», añade Harrington, argumentando que las exigencias de capital necesitan ser «sustancialmente más elevadas» que las especificadas por las propuestas actuales de los acuerdos internacionales de Basileia III. Además, dice Goldstein, las empresas deberían ser obligadas a adoptar provisiones de reembolso en los contratos de salarios, de manera que los individuos tuvieran que echar mano del salario en caso de que las decisiones tomadas por ellos tuvieran un desenlace negativo de forma posterior.

Otra opción, según Harrington, sería volver a algo parecido a La Ley Glass-Steagall, que de 1933 a 1999 estableció una separación rigurosa entre los bancos de inversiones, que debían correr riesgos, y los bancos comerciales, que deberían ser relativamente seguros y, por lo tanto, tenían el apoyo del Gobierno bajo la forma de garantías y depósitos del FDIC [Sociedad Federal de Seguro de Depósitos]. Como todavía quedan por escribir muchas normas de la ley Dodd-Frank y ponerlas en práctica, habrá, sin duda alguna, un debate considerable en torno al significado de las pérdidas de JP Morgan, sobre todo a medida que más detalles de las operaciones de la empresa salgan a relucir. Los grandes bancos, sin embargo, cuentan con mucha gente que los apoya y que se preocupa por el hecho de que el exceso de regulación sofoque el crecimiento y la competitividad.

Según Allen, la industria financiera ha intentado replantear los incentivos para desestimular el riesgo excesivo. Se trata, sin embargo, de una ley de difícil equilibrio, ya que correr riesgos es parte indispensable del negocio, o no habría préstamo alguno. «La industria se ha esforzado», dice. «No creo que haya sido totalmente exitosa aún, y no sé si algún día lo será. Es previsible que una institución tenga sistemas para evitar ese tipo de riesgo, pero parece que no es ese el caso», añade Allen. «Y por ese motivo, entre otros, necesitamos un capital de protección».
Fuente: Wharton Universia, 13/06/12.
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Ley Dodd-Frank

La Ley Dodd-Frank (Ley de Protección al Consumidor y Reforma de Wall Street: Dodd-Frank), es una ley firmada por el Presidente Barack Obama el 21 de julio de 2010, que promueve la estabilidad financiera de los Estados Unidos a través de medidas que proporcionen transparencia y estabilidad en el sistema financiero.  Uno de los principales componentes de la Ley, es la división entre las funciones de los bancos comerciales y los bancos de inversión.

La Ley contiene 2,319 páginas, que conforman un marco jurídico y financiero para evitar crisis financieras por medio de una serie de medidas. Son aproximadamente  11 diferentes agencias gubernamentales que se encargan de poner en práctica las regulaciones establecidas en la Ley.

La Ley Dodd-Frank fue propuesta por el representante a la cámara Berney Frank y el presidente del comité del sector bancario del senado, el senador Chris Dodd. Es considerado el plan más agresivo desde la Gran Depresión para regular el sistema bancario de los EE.UU.

Se conoce en inglés como: Dodd-Frank Act.

Too Big To Fail

La investigación sobre el J.P. Morgan Chase & Co.

junio 2, 2012

Se amplía la investigación sobre J.P. Morgan

Por Jean Eaglesham y Dan Fitzpatrick

 

Los reguladores federales de EE.UU. están usando las facultades obtenidas en la reforma a las leyes financieras, que estableció la Ley Dodd-Frank, para profundizar una investigación sobre los recientes errores de negociación realizados por J.P. Morgan Chase & Co., dijeron fuentes cercanas a la investigación.

Los investigadores de la división de cumplimiento de la ley de la Comisión del Mercado de Futuros de Bienes Básicos, o CFTC por su sigla en inglés, están emitiendo citaciones en las que solicitan que se le envíen correos electrónicos y otros documentos internos de J.P. Morgan, indicaron las fuentes.

La investigación se concentra en qué dijeron los operadores de J.P. Morgan a sus supervisores y al personal interno de administración de riesgo cuando sus malogradas apuestas comenzaron a colapsar, según las fuentes. Si los investigadores concluyen que los empleados informaron engañosamente a sus superiores, eso podría constituir fraude en virtud de su autoridad para supervisar el denominado mercado de swaps.

La investigación de la CFTC está en una etapa relativamente inicial y no está dedicada solamente a lo que dijeron los operadores, informaron las fuentes. No conducirá necesariamente a medidas de acción civil contra el banco o las personas.

La investigación está relacionada con las denominadas operaciones de instrumentos derivados realizadas por la oficina de inversiones de J.P. Morgan, las cuales resultaron en una pérdida de más de US$2.000 millones.

Un portavoz de J.P. Morgan declinó hacer comentarios.

La investigación podría marcar la primera vez que la agencia utiliza las herramientas obtenidas a través de la Ley Dodd-Frank de 2010. La reforma extendió el alcance de la supervisión de la CFTC y redujo las limitaciones para investigar ciertos casos.

La valuación de mercado de J.P. Morgan, el banco más grande del país según sus activos, ha caído en US$29.000 millones desde la publicación de las pérdidas por negociación el 10 de mayo.
—Andrew Ackerman y Alan Zibel contribuyeron a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 01/06/12.
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FBI lanza investigación sobre JPMorgan

 

El FBI abrió una investigación sobre las pérdidas por operaciones de mercado de JPMorgan Chase & Co., lo que aumentó la presión sobre el banco después de que la Comisión de Valores de Estados Unidos y la Reserva Federal dijeron que estaban analizando los negocios que originaron el escándalo.

Pese a que las pérdidas se dieron a conocer hace pocos días, los accionistas de JPMorgan apoyaron al asediado presidente ejecutivo Jamie Dimon y votaron en contra de una propuesta de separar los roles de presidente ejecutivo y presidente.

Los accionistas, reunidos en Tampa, Florida, eximieron a Dimon por gran parte de la responsabilidad por la pérdida. Sin embargo, crecieron las voces que le demanda pedir de vuelta parte de los millones de dólares que se le pagó a los ejecutivos que supervisaron las operaciones.

Dimon dijo que JPMorgan buscaría mayores acciones disciplinarias sobre las personas responsables.

«Haremos lo correcto. Eso puede incluir reintegros», dijo a periodistas después de la junta anual de accionistas.

Dimon -hablando tan aceleradamente que se tragaba algunas de sus palabras- abrió la reunión con la declaración de que las pérdidas en las operaciones -2.000 millones de dólares y posiblemente más- fueron «autoinfligidas».

«Aquí hay muchas lecciones y muchos cambios en las políticas y procedimientos que se van a implementar», dijo Dimon.

Pero cuando se abrió la sesión de preguntas y respuestas con los accionistas, casi ninguna de las preguntas o comentarios aludió a las pérdidas. En cambio, la mayoría de las personas parecía más preocupadas por las prácticas de servicios de hipotecas del banco y por la propuesta para dividir los roles de presidente y presidente ejecutivo.

La propuesta, no vinculante, recibió un 40,1 por ciento de los votos.

Tras dos días de fuertes pérdidas, las acciones de JPMorgan subían un 1,9 por ciento a 36,48 dólares en las operaciones de la mañana. Aun así, el título ha caído más de un 10 por ciento desde que se revelaron las pérdidas en las operaciones, perdiendo 16.200 millones de dólares en capitalización de mercado.

«Afecta mi opinión de toda la industria financiera», dijo Dennis Hong, director de Altimeter Capital, fondo de cobertura que gestiona alrededor de 250 millones de dólares.

«Es realmente sorpresivo porque JPMorgan ha sido reconocido como el más conservador en términos de gestión de su riesgo de negocios. Puede que estén perdiendo el norte», dijo Hong durante un evento en Boston.

Confirma «necesidad de reforma»

En Washington, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, dijo que las pérdidas de JPMorgan dejaban ver la necesidad de que hubiera una reforma.

«Creo que esta falla en el manejo de riesgo es sólo una confirmación muy sólida para una (…) reforma financiera», dijo Geithner durante un evento auspiciado por la Peterson Foundation.

«El test para la reforma no es si ésta puede evitar que los bancos cometan errores (…), el test para la reforma debería ser: ¿Cometer esos errores pone en riesgo a la economía general, al sistema financiero o al contribuyente?», añadió.

Las protestas fuera del edificio donde se realizaba la reunión anual fueron relativamente limitadas.

No obstante, los accionistas minoritarios expresaban su incredulidad sobre el tamaño de las pérdidas.

«Me asombra que piensen que 2.000 millones de dólares es un tropezón en el camino», dijo A. Reihl, de 85 años, que dijo que ha mantenido la acción por más de una década.

«Este no es el momento para estar tomando riesgos», añadió.

Reintegros

El contralor de Nueva York, John Liu, quien supervisa la participación de 400 millones de dólares de la ciudad en JPMorgan, se unió el martes al coro que pide un reintegro de las compensaciones pagadas a los ejecutivos responsables por las pérdidas, incluyendo las de Ina Drew, la jefa de la unidad de coberturas donde se produjo el escándalo.

Drew, quien anunció su retiro el lunes, no pudo ser contactada por Reuters en su casa de Nueva Jersey en la tarde del lunes.

En su reporte anual del 2011, JPMorgan dijo que las compensaciones en acciones estaban sujetas a cláusulas de reintegro. Un documento sostiene que puede realizar una revisión para un reintegro «como resultado de cambios materiales en las ganancias o actos u omisiones de empleados».

JPMorgan puede cancelar la asignación de opciones no liquidadas o requerir que se devuelva el valor de acciones distribuidas cuando «el empleado se involucre en conductas que causen daño financiero material o a la reputación de la empresa o sus negocios», según el documento.

La oficina en Nueva York del FBI inició su investigación por separado, según una fuente cercana a la pesquisa que pidió mantenerse en el anonimato porque el proceso está en una etapa preliminar.

«No conocemos los hechos ni los culpables, pero parece ser que ella (Drew) tiene responsabilidad junto a varios otros», dijo Sheila Bair ex presidenta de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), en una entrevista con Thomson Reuters.
Fuente: International Business Times, 16/05/12.

La venta masiva de J.P. Morgan alienta una salida de las acciones bancarias

mayo 19, 2012

La venta masiva de J.P. Morgan alienta una salida de las acciones bancarias

Por Matthias Rieker

 

NUEVA YORK (Dow Jones) — Los inversionistas han drenado cerca de US$26.000 millones en capitalización de mercado de J.P. Morgan Chase & Co. desde que el banco anunciara una sorpresiva pérdida por negociaciones de valores de US$2.000 millones hace una semana, y la mayoría posiblemente haya salido completamente del sector bancario.

E. Keith Wirtz, titular del directorio y presidente ejecutivo de Fifth Third Asset Management, dijo que el dinero que abandona los bancos «está saliendo de las acciones, o está yendo a categorías como productos básicos, empresas eléctricas, cuidado de la salud, aquellos sectores más defensivos». Las acciones de las empresas eléctricas y de cuidado de la salud se mantuvieron casi sin cambios en los últimos cinco días de operaciones en la bolsa, y las de consumo discrecional cayeron considerablemente menos que las financieras. Las acciones de biotecnología se sitúan al alza.

Las acciones de los bancos han estado intentando encontrar un piso firme después del descalabro financiero. Pero el sector ha estado entre los de mejor desempeño este año. J.P. Morgan formó parte de la tendencia ascendente, en parte debido a que estuvo entre los primeros en restaurar sus dividendos, con un incremento durante el año pasado y otro a comienzos de este año.

Su «prematuro» aumento de los dividendos «añadió combustible al fuego» de las acciones financieras, escribió el jueves Andrew Wilkinson, estratega jefe de economía de Miller Tabak & Co. LLC, en una nota de investigación. «Las acciones financieras superaron el desempeño de las acciones de consumo discrecional en 7% durante el alza generalizada del sector. Todo eso ha estado desapareciendo a medida que el ascenso dio paso a retrocesos».

J.P. Morgan, junto a Wells Fargo & Co. y U.S. Bancorp, eran desde hace tiempo las acciones a las que recurrían las administradoras de fondos que querían invertir cómodamente en acciones bancarias.
Fuente: The Wall Street Journal, 18/05/12.