No te detengas, un poema de Walt Whitman

septiembre 17, 2021

Por Andrea Núñez-Torrón.

Walt Whitman (1819-1892) ha sido bautizado como el padre del verso libre, polémico y con una intensa vida a sus espaldas en la que trabajó como poeta, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense. La obra de este maestro de la lítica está inscrita en la transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando ambos movimientos a su prolífica producción poética. Además de ser considerado uno de los escritores más influyentes del canon estadounidense, el autor sufrió censura y fue criticado en su tiempo por la abierta sexualidad que desprendían los contenidos de su libro Hojas de hierba, calificado como obsceno y pornográfico dentro de su época por contener referencias explícitas a la homosexualidad o bisexualidad del escritor. Hoy es el protagonista de nuestra sección Poetizando.

¿Cómo es la poesía de Whitman? Este escritor tiene una poderosa fe en si mismo, encarnando un espíritu vigoroso y agresivo y considerando los elementos cotidianos como una expresión de lo eterno. Entre sus versos se cuelan temas recurrentes como el hombre, el cuerpo, el sexo, la religión, los animales o la geografía. La actitud predominante en su obra es de euforia y alegría, emociones que traslucen sus poemas. Su vida y obra chocaron con la moral burguesa imperante en su tiempo, impregnada de puritanismo y censura, opresora hacia el diferente y el rebelde. Walt Whitman creía en la gente de la calle, le cantaba al populacho y a la democracia con versos libres cargados de energía, experimentación y elementos innovadores como las reiteraciones, la enumeración, los términos vulgares o las palabras extranjeras.  Su objetivo era dar dignidad a todas las cosas, por lo que se opuso firmemente a medidas como la pena de muerte y problemas como la esclavitud. Sin él, la poesía moderna estaría huérfana y carente de vivacidad. Por eso os dejamos con No te detengas, una bellísima obra para que os aproximéis un poquito a este genio.

Un poema de Walt Whitman

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
«Emito mis alaridos por los techos de este mundo»,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros «poetas muertos»,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los «poetas vivos».
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

Walt Whitman

Fuente: literaturbia.com

Walt Whitman

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No te des por vencido, ni aun vencido

agosto 12, 2019

Almafuerte

¡Avanti!

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas…
No han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas

Obsesión casi asnal para ser fuerte,
nada mas necesita la criatura.
y en cualquier infeliz se me figura
que se rompen las garras de la suerte…

¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte!

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¡Piu Avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al menor ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

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Pedro Bonifacio Palacios

Pedro Bonifacio Palacios (La Matanza, Argentina, 13 de mayo de 1854 – La Plata, Argentina, 28 de febrero de 1917), conocido también por el seudónimo de Almafuerte, fue un maestro y poeta argentino, considerado como uno de los «cinco sabios» de la ciudad de La Plata, junto a Florentino AmeghinoJuan VucetichAlejandro Korn y Carlos Spegazzini.

Biografía

Palacios nació en San Justo, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia muy humilde. Todavía niño, pierde a su madre y es abandonado por su padre, por lo que fue criado por sus parientes.

Almafuerte fue su seudónimo con el que alcanzó mayor popularidad, aunque no fue el único que utilizó a lo largo de su vida.

Su primera vocación fue la pintura, pero, como el gobierno le niega una beca para viajar a Europa a perfeccionarse, cambia su rumbo y se dedica a la escritura y la docencia.

Ejerció en escuelas de La Piedad y Balvanera, en Buenos Aires. Poco después se trasladó a la campiña y fue maestro en Mercedes, Salto y Chacabuco. A los 16 años de edad dirige una escuela en Chacabuco; donde, en 1884, conoce al entonces expresidente (1868 – 1874) Domingo Faustino Sarmiento. Tiempo después es destituido por no poseer un título habilitante para la enseñanza, pero muchos afirman que en realidad fue por sus poemas altamente críticos para con el gobierno.

En los pueblos donde ejerció la docencia, también alcanzó notoriedad como periodista polémico y apasionado, poco complaciente con los caudillos locales.

Pedro B. Palacios en 1913.

Luego de dejar la enseñanza obtiene un puesto dentro de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, y más tarde bibliotecario y traductor en la Dirección General de Estadística de dicha provincia. En 1887, se traslada a La Plata e ingresa como periodista en el diario El Pueblo.

En 1894 retoma su actividad docente en una escuela de la localidad de Trenque Lauquen, pero nuevamente es retirado por cuestiones políticas dos años más tarde.

A comienzos del siglo XX participa un poco de la actividad política, pero a causa de su inestabilidad económica y de que es reacio a aceptar un cargo político, ya que criticaba duramente a quienes vivían a expensas de los impuestos de la gente, no lo hace con mucho entusiasmo.

Al final de su vida, el Congreso Nacional le otorgó una pensión vitalicia para que se pudiera dedicar de lleno a su actividad como poeta. Sin embargo no pudo gozar de ella; el 28 de febrero de 1917 falleció en La Plata, a la edad de 62 años.

Museo Almafuerte

Casa que habitó Pedro B. Palacios, hoy Museo Almafuerte, en La Plata.

En la ciudad de La Plata se encuentra la casa que habitó y donde transcurrieron los últimos días de Pedro B. Palacios. Esta casa, que se halla situada en la avenida 66 N°530, es hoy un museo que sintetiza la vida y la obra de este artista.

La creación de un museo en esta casona de principios de siglo pasado – declarada Monumento Histórico de la Ciudad, de la Provincia y de la Nación- es un justo homenaje al artista y promueve la consolidación como patrimonio público del lugar donde se plasmó su acción humanística y literaria. El museo fue dirigido, hasta 1945, por la Agrupación BASES presidida por el Sr. Francisco Timpone y un grupo de vecinos comprometidos con la historia y la obra de Almafuerte. A partir de 1945 la acción cultural del museo queda en manos de la comuna platense. En el Museo Almafuerte se exhiben manuscritos, fotografías, dibujos, libros, periódicos, escritos sobre su obra, muebles y otros objetos que formaron parte de la vida del poeta. Recorriendo las diferentes salas, el visitante va descubriendo la multefacética personalidad de Almafuerte, a partir de los muchos oficios que tuvo, al mismo tiempo, toma contacto con el contexto político, social e histórico que le tocó vivir. Una de las salas permite, además, asomarse a su mundo interior, a sus cosas más personales, muebles y objeto de uso cotidiano, como los anteojos con armazón de plata que lo acompañaron en su vejez.

Obra literaria

Palacios publicó algunas obras con distintos seudónimos pero el que más se popularizó fue el de Almafuerte. Entre otras:

  • Lamentaciones, (1906).
  • Siete sonetos medicinales, (1907).
  • Evangélicas, (1915).
  • Poesías, (1916).
  • Poesías Completas, (1917).
  • Nuevas Poesías, (1918).
  • Milongas clásicas, sonetos medicinales y Dios te salve. Discursos, (1919).
  • La inmortal.
  • El misionero, (1911).
  • Trémolo.
  • Cantar de los cantares.
  • La sombra de la patria.

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Almafuerte
Almafuerte

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