Las nuevas enfermedades de la pobreza
febrero 16, 2012
Las nuevas enfermedades de la pobreza
Por Adolfo Rubinstein
Aproximadamente el 60% de las muertes en el mundo son debidas a cuatro enfermedades crónicas: la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la enfermedad pulmonar crónica y algunos tipos de cáncer. La muerte prematura y la discapacidad que producen podrían combatirse enfrentando tres factores de riesgo: el consumo de tabaco, la alimentación no saludable y la falta de actividad física. A diferencia de las enfermedades infecciosas, vinculadas con microorganismos específicos, las crónicas se asocian mayoritariamente con estilos de vida y conductas de riesgo que están profundamente condicionados por determinantes sociales, como el ingreso económico, la educación y la inclusión social. Pensamos que el infarto de corazón, la obesidad o la diabetes son enfermedades de las sociedades más ricas. Nada más desacertado: las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en nuestro país, afectan mucho más a los más pobres que a los más ricos. Por ejemplo, la diabetes aumentó en la Argentina de poco más del 8% de la población en 2005 a casi 10% en 2009 y la obesidad aumentó de casi el 15% de la población al 18%. Sin embargo, estos aumentos no fueron homogéneos: entre los de mayores ingresos y mejor educación, la diabetes bajó mínimamente, mientras que en la población de bajos ingresos y menor educación, aumentó más del 10%. Y si bien la obesidad aumentó en ambos estratos, en los más ricos lo hizo en un 6%, mientras que en los más pobres, en más del 20%. Por todo esto, es necesario que todos los actores sociales -gobierno, organizaciones civiles, instituciones académicas, junto con el público en general- comencemos a articular acciones factibles para modificar las conductas de riesgo, sin olvidar las causas de estos problemas enraizados profundamente en sociedades desiguales como la nuestra.
Adolfo Rubinstein es Director general del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).
Fuente: La Nación, 16/02/12.
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Por qué los ricos viven más
enero 23, 2012
Por qué los ricos viven más
Por Quentin Fottrell
El 1% no sólo tiene más dinero, sino más tiempo para disfrutarlo. Los hombres ricos viven por más tiempo que sus contrapartes con menores ingresos, principalmente porque los segundos tienen mayor predisposición a tener un estilo de vida menos saludable, según indica un nuevo estudio.
Hoy en día, los hombres más ricos viven en promedio 80,4 años, casi seis año más que un hombre en un grupo socioeconómico más bajo, según un estudio llevado a cabo por el Longevity Science Advisory Panel, un grupo sin ánimo de lucro con sede en el Reino Unido. El estudio indicó que la brecha de expectativa de vida entre los ricos y pobres se está ampliando: hace 20 años un hombre nacido en un grupo socioeconómico más alto tenía una expectativa de vida de 75,6 años, casi cinco años más que una persona en una clase social inferior.
La razón subyacente parece residir en la forma en la que la gente elige gastar su dinero, dice el estudio, el cual cita una amplia gama de investigaciones y concluye que los trabajadores con menores ingresos son más propensos a fumar, beber en exceso y tener altas tasas de obesidad. Como ejemplo se cita el caso de un estudio del gobierno británico publicado en 2011 que concluyó que en 2009 hubo más de 6.500 muertes en Inglaterra atribuidas directamente al alcohol. Las tasas más altas de mortalidad entre esa población correspondían a los pobres.
La brecha es similar a un creciente número de investigaciones que muestran una tendencia similar en Estados Unidos, según indican los expertos. Un estudio de 2010 de la Oficina de Seguridad Social de EE.UU. encontró que los hombres de 65 años afiliados a los programas de Seguridad Social en el cuarto más bajo de la distribución económica viven 2,3 años menos que aquellos en el primer cuarto. Monique Morrissey, una economista del Instituto de Política Económica, un centro de estudios sin ánimo de lucro, asegura que las tasas de obesidad y de consumo de cigarrillo sólo cuentan parte de la historia. «Estos factores de comportamiento aún no pueden explicar la creciente brecha en la expectativa de vida», dijo.
Morrissey dice que el acceso a un servicio de salud de calidad también es un factor importante. Ella indicó que elevar la edad de jubilación podría empeorar las cosas. «Esto afectaría desproporcionadamente los estándares de vida de lo jubilados de bajos recursos que dependen de estos programas».
Fuente: The Wall Street Journal, 23/01/12.
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Argentina: Los altos costos del infarto
septiembre 20, 2011
Los altos costos del infarto en el país
Por Fabiola Czubaj
Tener un infarto no es algo que nos podamos permitir así nomás por falta de prevención, en especial en épocas de crisis. Además de reducir la calidad de vida, aun cuando no hayan quedado secuelas evidentes, altera la economía familiar en tan solo meses después de salir del hospital.
Un estudio en cuatro países de medianos y bajos ingresos, incluida la Argentina, revela que las complicaciones de la enfermedad cardiovascular asociada con la aterosclerosis obligan a siete de cada diez pacientes a trabajar menos horas. Y más de la mitad ve reducido su ingreso mensual, incluso aquellos con salarios más altos.
«Estamos hablando de entre 403 y 1860 pesos, para los niveles de ingresos más bajos y más altos. En una familia con pocos recursos, dejar de contar con 400 pesos es mucho», señaló el doctor Andrés Pichon-Rivière, director del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) y coautor de la investigación publicada en PlosOne .
Durante los 15 meses posteriores al alta médica, que fue lo que duró el estudio, del 7 al 13% de los pacientes argentinos no pudo comprar los medicamentos necesarios. Esto prueba que la prevención es clave y, como resumió el otro coautor argentino, también del IECS, «la enfermedad cardiovascular afecta seriamente la economía tanto en forma directa como indirecta», porque reduce la productividad de la población activa.
«Produce un impacto que va mucho más allá de lo físico. Es uno del que nunca se habla ni se ve: el daño que produce la enfermedad en el nivel familiar, económico y social del paciente. Algo así como un cono de sombra que afecta su entorno y cuyas consecuencias pueden ser, por ejemplo, que los hijos tengan que abandonar el colegio para ir a trabajar, que una ama de casa necesite salir a buscar empleo o que la familia tenga que vender una casa o un terreno para afrontar gastos. Es un problema grave, pero no sólo desde lo médico», sostuvo Pichon-Rivière.
En el estudio participaron más de 20 investigadores de China, la India, Tanzania y la Argentina. Analizaron las respuestas de 1657 pacientes, de entre 25 y 70 años, que acababan de estar internados en hospitales públicos o privados, con cobertura o sin ella, por síndrome coronario agudo, accidente cerebrovascular (ACV), enfermedad vascular periférica o insuficiencia cardíaca aguda.
La internación de los 367 pacientes tratados en La Plata, Mar del Plata y la ciudad de Buenos Aires había durado una semana en promedio, comparado con 12 días en China, por ejemplo. Aunque la muestra local fue pequeña, representa «muy bien» la pirámide de ingresos del país.
La aparición de la enfermedad cardiovascular se adelanta de 10 a 15 años en los países en desarrollo. Y «lo mismo sucede con el resto de las enfermedades crónicas», dijo Pichon-Rivière, profesor de Salud Pública de la UBA y vicepresidente del grupo de investigación de la Federación Mundial del Corazón.
Aquí, la enfermedad cardiovascular causa el 34,2% de las muertes y el 12,6% de las discapacidades. El año pasado, otro estudio del IECS mostró que el costo anual de las hospitalizaciones por infarto, angina inestable o ACV es de unos 1600 millones de pesos. «La Argentina siempre tuvo una cobertura alta y amplia, pero a costa de ser ineficiente: se puede acceder a la diálisis o al trasplante renal. Pero, por ejemplo, no se controla la presión o el colesterol. Gastamos mucho, pero mal», agregó.
El informe, de acceso gratuito en www.plosone.org , muestra también que el 5% de las familias con bajos ingresos y el 20% de las familias más acomodadas afrontan un «gasto catastrófico» después de una emergencia cardíaca en la familia: necesitan usar el 40% de los gastos del hogar no destinados a la comida para atender las secuelas. Y no tener cobertura médica cuadruplica el riesgo de tener que afrontar ese gasto, aunque los autores aclaran que la cobertura por sí sola no protege de ese riesgo.
Fuente: La Nación, 20/09/11.
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Más información:
https://www.economiapersonal.com.ar/2010/05/21/acv-y-enfermedades-criticas/
https://www.economiapersonal.com.ar/2011/07/07/los-riesgos-cardiovasculares/
https://www.economiapersonal.com.ar/2011/08/16/la-enfermedad-vascular-periferica/
https://www.economiapersonal.com.ar/2011/09/04/vivir-mas-de-cien-anos/
Enfermedades Cardiovasculares
Las enfermedades cardiovasculares abarcan diferentes tipos de afecciones relacionadas con los vasos sanguíneos (arterias y venas), incluyendo los del corazón y del cerebro. Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares causan 17,5 millones de muertes en el mundo cada año y representan la principal causa de muerte en los adultos, ya sean hombres o mujeres.
Factores de riesgo
La probabilidad de que una persona padezca una enfermedad cardiovascular está relacionada directamente a los factores de riesgo con los que esa persona cuente. Un factor de riesgo se puede entender como cualquier circunstancia o situación que predisponga a una persona a padecer una de estas enfermedades. A mayor cantidad de factores de riesgo, mayor será la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular.
Los principales factores de riesgo son: Obesidad y sobrepeso, Tabaquismo, Presión arterial alta ó hipertensión arterial, Edad avanzada, Colesterol elevado, Diabetes, Inactividad física, ntecedentes familiares, Estrés, Consumo de alcohol.
Algunos factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad y la presión arterial pueden tratarse o modificarse, a diferencia de otros como la edad y los antecedentes familiares que no son modificables. El control del mayor número posible de factores de riesgo, mediante cambios en el estilo de vida y/o medicamentos, es indispensable para reducir el riesgo cardiovascular.
Enfermedades cardiovasculares en mujeres.
A diferencia de lo que se suele creer, la mortalidad cardiovascular es la primera causa de muerte en las mujeres a nivemundial, alcanzando 9 millones de muertes anuales. En mayores de 60 años, las enfermedades cardíacas y accidentes cardiovasculares afectan a un mayor número de mujeres que hombres, sobre todo luego de la menopausia. Puntualmente en Argentina, la mortalidad por causas cardiovasculares en la mujer es del 33%, superando la mortalidad por cáncer que es del 18%.
Prevención
El riesgo de sufrir un evento cardiovascular aumenta proporcionalmente a la cantidad de factores de riesgo que la persona posea. Tomar medidas al respecto para controlar estos factores puede prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad cardiovascular.
La primera medida a tomar para lograr esto debe ser adoptar un estilo de vida saludable para el corazón, que comprenda actividad física y una alimentación sana. Además, también es importante realizarse chequeos periódicos con el cardiólogo para monitorear el riesgo cardiovascular y determinar métodos para reducir este riesgo.
Aspirina en bajas dosis
Cuando se produce la formación de un coagulo dentro de las arterias coronarias, éste puede bloquear la circulación de sangre en el interior de las mismas.
La aspirina en bajas dosis (100 miligramos) interfiere en la formación de estos coágulos sanguíneos, bloqueando la acción de las plaquetas. De esta forma, se previenen enfermedades cardiovasculares y ACVs en personas con factores de riesgo cardiovascular o con antecedentes cardíacos.
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Vivir más de Cien años
septiembre 4, 2011
Más allá de los 100 años
Por Sonia Arrison
Martin F. Ramin for The Wall Street Journal
En Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, Gulliver encuentra un grupo de inmortales, los struldbrugeses, que viven sin la carga y la depresión causadas por el temor a la muerte. Pero estos seres aún sufrían el envejecimiento y de enfermedades, por lo que para cuando tenían 80 años, eran «tercos, malhumorados, avaros, taciturnos, vanidosos y charlatanes», como también «incapaces de ser amistosos y desprovistos de todo afecto natural, que nunca iba más allá de sus nietos». A los 90 años, se les caían los dientes y el pelo, y ya no podían sostener una conversación.
Cada vez que el humano ha buscado la fuente de la juventud, también ha temido las consecuencias de una vida muy larga. Hoy estamos en la cúspide de una revolución que finalmente puede resolver esa tensión: los avances en la medicina y la biotecnología aumentarán radicalmente no sólo nuestros años de vida sino también, lo cual es de suma importancia, la calidad de nuestra salud.
Aunque las personas que viven hasta edades avanzadas aumentan, muchos científicos están trabajando con ahínco para posibilitar que los seres humanos logren una expectativa de vida como la de Matusalén. Están estudiando el proceso de envejecimiento y experimentando con maneras de retrasarlo mediante dietas, medicamentos y terapias genéticas. También están buscando nuevas maneras para reemplazar órganos gastados, e incluso ayudar al cuerpo a reconstruirse por sí mismo. El gerontólogo Aubrey de Grey aduce que los primeros humanos en vivir por 1.000 años ya podrían haber nacido.
La idea de «conquistar» el envejecimiento ha suscitado esperanzas, pero también ha atizado un debate sobre si la gente debería aspirar a vivir por tanto tiempo. ¿Qué significa una población que vive por más tiempo para las relaciones interpersonales? ¿Cómo podemos mantener a cantidades enormes de ancianos, y cómo puede cada persona sustentarse a sí misma? ¿No será una sociedad de centenarios desdichada y cansada?
Los científicos involucrados en el tema aseguran que su objetivo no sólo es extender la vida sino también mejorar su calidad. Una existencia de 1.000 años puede ser una meta optimista, dicen, pero un promedio de 150 años parece posible en el futuro cercano, con años en su mayoría vitales y productivos.
Un sector clave de la investigación es la terapia genética. Cynthia Kenyon de la Universidad de California descubrió que incapacitando parcialmente un solo gen, llamado daf-2, se duplicaba la vida de pequeños gusanos llamados Caenorhabditis elegans. Alterar el gen daf-16 y otras células logró que los gusanos vivieran saludables seis veces más que la duración normal de vida. En términos humanos, ello sería el equivalente de personas saludables y activas de 500 años.
Otros científicos buscan reparar y reemplazar partes gastadas del cuerpo. El Instituto Wake Forest de Medicina Regenerativa, encabezado por Anthony Atala, ha creado exitosamente en un laboratorio vejigas y las ha implantado en niños y adolescentes con defectos congénitos. La estructura básica de la vejiga se hizo con materiales biodegradables y luego se pobló con células madres de los pacientes, para que sus cuerpos no rechazaran el trasplante. Funcionó. Actualmente el instituto procura crear más de 30 órganos y tejidos diferentes, incluso hígados, huesos y corazones.
Otra nueva tecnología promisoria es la impresión de órganos, que es exactamente eso: se colocan células, en vez de tinta, en una compleja impresora en 3-D y luego se imprime en material biodegradable. La máquina imprime «páginas» de células una sobre la otra para darle forma tridimensional. En diciembre de 2010, una compañía llamada Organovo anunció que había impreso exitosamente vasos sanguíneos humanos, un elemento importante de todos los órganos.
Relaciones longevas
Suponiendo que llegue la tecnología necesaria, el gran interrogante es: ¿cómo será la vida si vivimos por más de 100 años?
Una de las áreas más importantes de cambio potencial son las relaciones interpersonales. Con una expectativa de vida promedio de 150 años, es posible que veamos diferencias de edades entre parejas de hasta 80 o 90 años. Sin embargo, las pruebas históricas sugieren que tales disparidades no serán comunes.
En el futuro, las mujeres mayores (y los hombres) seguro se verán más jóvenes. Volverse a casar por belleza o juventud seguro perderá fuerza. Vidas más largas podrían causar también un aumento en los divorcios o un mayor nivel de monogamia, sin importar si la relación termina en matrimonio. Las filas de padres mayores también podrían crecer, lo que aumenta las posibilidades de hermanos con diferencias de edades de décadas.
Las sociedades avanzadas finalmente están en posición de lanzar una verdadera ofensiva contra las condiciones aparentemente irresistibles impuestas en nuestras vidas por las enfermedades y la muerte. Eso es una buena noticia para la humanidad. Una vida saludable más prolongada llevará a una mayor riqueza y mayores perspectivas de felicidad. Pero realizar el potencial pleno de la revolución en longevidad no será fácil. Necesitaremos resolver cuestiones importantes y legítimas sobre los efectos de una mejor salud en el crecimiento de la población, la disponibilidad de recursos y el medio ambiente. Leon Kass, quien fue presidente del Consejo Presidencial de Bioética bajo George W. Bush, considera el esfuerzo científico por extender la vida como una instancia de nuestro orgullo, un ataque a la propia naturaleza humana. El autor especializado en medio ambiente Bill McKibben, por su parte, se opone con firmeza a lo que llama «tecnolongevidad», argumentando que «como todo antes de nosotros, nos descompondremos y volveremos a la tierra del planeta».
No me convencen. Los argumentos contra la extensión de la vida son con frecuencia una exhortación a mantener el status quo. Si los humanos vivieran más, dicen, el mundo, en cierta forma, no será el adecuado: ya no sería noble, bello o interesante.
¿Pero qué hay de noble, bello e interesante en el deterioro y la decadencia? ¿Qué es moralmente dudoso sobre hacer llevadero el sufrimiento humano?
La respuesta es nada. Todo lo que tenemos está basado en la riqueza de la vida. No puede haber una obligación más básica que ayudarnos a nosotros mismos y a generaciones futuras a gozar de vidas más largas y más saludables en la Tierra que compartimos.
—Extracto de ‘100 Plus: How the Coming Age de Longevity Will Change Everything’ (algo como 100 años y más: cómo la era de la longevidad lo cambiará todo), de Sonia Arrison.
Fuente: The Wall Street Journal, 04/09/11.
Centenarians
IT ISN’T THAT UNUSUAL TO BE 100 YEARS OLD ANYMORE. NEW TECHNOLOGY AND MEDICAL ADVANCEMENTS, COMBINED WITH HEALTHY LIVING, WILL SEE MORE AND MORE CENTENARIANS IN THE FUTURE. THE TIME HAS COME TO CELEBRATE LIFE. IT’S GOOD TO BE ALIVE!
Aging and Longevity
“If wrinkles must be written upon our brows, let them not be written upon the heart. The spirit should not grow old.” (James A. Garfield)
If we live our lives with vigor, passion and purpose, surrounded by our loved ones and have a large social circle of friends, there is a possibility we will reach 100 years and older. Let’s forget our age, and be young again. Let’s play, love, laugh and dream and watch the years melt away. Let’s bring our spirit back to life and thumb our nose at old-age. Here are some amazing people who have lived a long life and are still following their dreams and planning for tomorrow. They will inspire you and amaze you.
http://health-fitness.helium.com/zone/2663-centenarians
Entrenamiento mental on line: http://www.lumosity.com/personal-training-plan
Los riesgos cardiovasculares
julio 7, 2011
Los argentinos tenemos hábitos muy nocivos para la salud cardiovascular, lo que nos pone en grave riesgo.
“Un reciente relevamiento de factores de riesgo sugiere que el 28% de la población argentina tiene un riesgo de moderado a alto de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular en los próximos 10 años”, afirma el doctor Jorge Lerman, presidente del comité organizador del XVI Congreso Mundial de Cardiología (Buenos Aires, mayo de 2008).
Este porcentaje tan elevado indica que nuestros hábitos de vida no son muy saludables y que somos un grupo de alto riesgo. La Revista Argentina de Cardiología publicó un estudio realizado sobre 41.000 argentinos mayores de 18 años, que indica que el 49% tiene sobrepeso u obesidad, el 46% lleva una vida sedentaria, el 34% fuma, el 33% padece hipertensión arterial, el 28% tiene colesterol elevado, y el 12% sufre de diabetes. Una verdadera bomba de tiempo.
Se pueden disminuir estos riesgos adoptando un estilo de vida saludable, ingiriendo alimentos sanos y en forma equilibrada, evitando el consumo de tabaco y alcohol, realizando actividad física regular y sometiéndose a chequeos médicos periódicos. De esta forma se minimizarán las probabilidades de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebro-vascular.
Además, usted también puede protegerse contra el impacto financiero provocado por estas afecciones. Afortunadamente, por menos de lo que cuesta la cuota de un gimnasio o el consumo habitual de cigarrillos, usted puede obtener una protección financiera del orden de los cincuenta mil dólares para el caso de sufrir una enfermedad crítica -ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, cáncer, insuficiencia renal, paraplejía o pérdida de la visión-.
La prevención de riesgos es indispensable para alcanzar una elevada calidad de vida para usted y sus seres queridos. Las herramientas necesarias están al alcance de su mano. Consulte a su médico sobre todos los aspectos relacionados con los factores de salud y consulte a su Asesor Financiero con respecto a los temas relativos a su protección financiera.
Actúe con responsabilidad y disfrute de la vida con la tranquilidad de sentirse protegido y de haber tomado todos los recaudos necesarios para desarrollarse en una forma plena.
Versión PDF: Los-riesgos-de-las-enfermedades-cardiovasculares