¿Qué significa para la zona euro la elección de Hollande?

mayo 17, 2012 · Imprimir este artículo

¿Qué significa para la zona euro la elección de Hollande?

 

La utilización de políticas de austeridad (recortes de gastos por parte del Gobierno e impuestos más elevados) ha sido la principal herramienta para intentar revertir la carga de las deudas cada vez mayores en los numerosos países europeos llamados «periféricos». Esa estrategia fue una imposición de los miembros económicamente más fuertes de la zona euro del norte europeo, principalmente Alemania, y del Fondo Monetario Internacional. Pero cada vez es mayor el desgaste provocado por ese tipo de estrategia —a veces llamada «contracción fiscal expansionista»— y, para muchos, se trata de un intento fallido, porque ha hundido el crecimiento y alimentado aún más el desempleo.

Los grandes recortes del gasto público han tenido como resultado la caída del gasto privado, lo que se ha convertido en un importante freno para las economías de la zona euro, llevando a varios países —entre ellos, España, Italia, Reino Unido, Portugal y Grecia— a una nueva recesión. Además, la desaceleración económica como resultado de ese proceso redujo los ingresos de los gobiernos, lo que hizo más difícil alcanzar las metas de presupuesto y acabó empeorando la carga fiscal en algunos casos, exactamente el efecto opuesto de lo que se pretendía, observan los críticos.

Se ha estado forjando una campaña contra la austeridad desde hace algún tiempo. Sin embargo, su manifestación más evidente llegó con la victoria de Hollande en las elecciones del 6 de mayo, fecha en que Francia eligió su primer líder socialista en casi dos décadas. Sin embargo, esa fue sólo una señal del reciente rumbo que están tomando las cosas. Otros acontecimientos políticos han mostrado que la reacción contra la austeridad es muy fuerte: el Gobierno holandés, que apoyaba fuertemente este tipo de política, se hundió; los laborales que apoyaban al primer ministro británico David Cameron —partidarios de la austeridad más severa— sufrieron una importante derrota en las elecciones locales; el CDU, de Angela Merkel, sufrió una derrota histórica en las elecciones legislativas de Renania del Norte-Westfalia el pasado 13 de mayo, lo que provocó la dimisión del presidente de la formación en esa región, una de las más ricas del país; mientras los electores griegos eligieron candidatos de los partidos de extrema derecha y extrema izquierda que se oponen a las medidas de austeridad, rechazando la opción de centro favorable a la austeridad.

Mauro Guillen, profesor de Gestión de Wharton, dice que las elecciones en Francia, por la importancia que tiene y por las implicaciones que acarrea para la austeridad, «fue un golpe para el líder que ahora deja el poder, Nicolas Sarkozy, y para una parte de su partido. Promueve también el reequilibrio de la situación en Europa en lo que concierne a la severidad de las medidas adoptadas. Creo que el colapso de la coalición de Gobierno en Holanda fue más significativo aún».

John Kimberly, profesor de Gestión de Wharton, añade que «para Francia, la victoria de Hollande parece ser, en parte, una reacción contraria a los programas reformistas y moderadamente austeros de su predecesor. Pero todavía no está claro qué hará Hollande, o podrá inventar, para crear el tipo de crecimiento económico del que tanto habló durante la campaña. Para los franceses sería fabuloso saber que podrán matar dos pájaros de un tiro, pero tal situación no parece viable».

En la zona euro, en general, los datos económicos siguen siendo sombríos. A la reciente vuelta a la recesión de muchos países miembros hay que sumar los nuevos datos que muestran que el desempleo se sitúa, de media, en un 10,9%, el porcentaje más elevado desde la introducción de la moneda común hace 13 años. Además, el sector manufacturero acaba de acumular su noveno mes consecutivo de contracción. Y según el Centro de Investigación Económica y Empresarial (CEBR), el desempleo en Reino Unido continuará subiendo hasta 2016 como consecuencia de los mayores recortes hechos por el Gobierno desde la Segunda Guerra Mundial. El desempleo en la región actualmente está en un 10,3%. El informe de CEBR prevé que ese porcentaje llegue a un 10,7% y permanezca ahí durante varios años. «Buena parte de Reino Unido deberá sufrir cinco años más de dificultades y el desempleo continuará aumentando en casi todas las regiones», señaló en una nota de prensa Rob Harbron, economista de CEBR. «El presupuesto de las familias está siendo presionado por el desempleo creciente, bajo crecimiento de las remuneraciones e inflación obstinadamente alta».

El presidente Hollande hace ahora su aparición en escena replanteando el debate en torno a la austeridad en Europa. «Hollande puede hacer que la opinión de los lideres europeos se incline del otro lado presionando a Alemania para que se conciencie de lo que pasa», evalúa Guillén. «Merkel también está siendo presionada. La solución necesita venir del BCE (Banco Central Europeo) y por la posible emisión de eurobonos. Además, las economías con superávit (por ejemplo, Alemania) deben comenzar a moverse y gastar más, de manera que otros países puedan exportar a los alemanes.» La recomendación de Hollande es que el BCE preste directamente a los gobiernos, en vez de prestar a los numerosos bancos debilitados de Europa para que no quiebren.

Pero tal y como destaca Kimberley, «Merkel y Hollande no parecen estar bebiendo del mismo cáliz político económico, y con los graves problemas económicos de Grecia, España y Portugal, hay que plantearse si el sueño de una potencia europea unificada no está amenazado por serios riesgos».

Hay señales de que, por lo menos, algunos círculos oficiales de los gobiernos europeos están tomando nuevas direcciones. Algunos altos cargos —como Olli Rehn, principal autoridad económica de la Unión Europea— reivindicaban a principios de mayo un mayor volumen de gastos con grandes proyectos de infraestructura para equilibrar los tímidos gastos del sector privado y crear más empleos. Rehn quiere también más fondos para el Banco Europeo de Inversiones, inclusive títulos de la zona euro, para financiar esos proyectos. Otras autoridades, entre ellas Hollande, dicen que quieren atenuar las medidas de austeridad ampliando el plazo para que se alcancen metas presupuestarias más confortables. Ni incluso Alemania se libró de manifestaciones favorables a algunas medidas de estímulo, por lo menos en el país. Wolfgang Schauble, ministro alemán de Finanzas, acaba de anunciar que apoyará aumentos sustanciales de salarios para los trabajadores alemanes, en parte para aumentar el gasto del consumidor, lo que acabaría repercutiendo también en las economías europeas más afectadas gracias a las importaciones alemanas.

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Como la economía de Alemania sigue estando relativamente fuerte, tal vez esa sea una de las pocas medidas de ámbito nacional capaz de impulsar a la economía. En el caso de las economías más debilitadas de la zona euro, no hay nada que se pueda hacer en el ámbito nacional en este momento. Guillén dice: «Como los capitales vienen y van libremente, éstos abandonarían la región si percibieran que ocurre alguna cosa fuera de lo normal. En casos así, no hay nada mejor que una acción coordinada».

Tormento español

Por último, la atención volverá de nuevo a centrarse en los gravísimos problemas de la deuda española, dada la importancia de su economía dentro de la zona euro. Una señal de que las cosas se siguen deteriorando en el país es la ayuda pública concedida a Bankia, el tercer mayor banco del país (en activos) poco después de las elecciones francesas. Esta decisión vino acompañada dos días después de la segunda reforma financiera en apenas tres meses que, básicamente, pondrá a disposición de la banca unos 15.000 millones de euros a un interés del 10%. Se trata de un giro radical de la posición del Gobierno que dijo que no utilizaría fondos públicos para ayudar a la banca.

¿Cual será el desenlace de la deuda española? Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton prevé que el país probablemente opte por el Recurso de Estabilidad Financiera Europea o por el Mecanismo de Estabilidad Europeo —dos fondos de auxilio de la zona euro—, ya que sería una medida más aceptable por razones políticas. Desde el punto de vista estrictamente económico, sería mejor para España librarse ahora de la deuda, dice Allen. Él destaca que si Grecia hubiera recurrido al impago en mayo de 2010, el país estaría «mucho mejor» ahora. Pero si España comienza a sustituir un volumen mayor de la deuda pública por la deuda de los bancos privados, como hizo en el caso de Bankia, será mucho más difícil para el país administrar un impago que podría ser necesario para salvar la economía.

Allen además cree que España también debería evaluar la posibilidad de abandonar la zona euro —por lo menos de forma temporal—, si quiere tener alguna oportunidad de crecimiento sólido.

Ha habido también mucha especulación sobre la posibilidad de que Grecia deje la zona euro, de forma temporal, o permanente. «Pero si Grecia saliera, es posible que medite no volver», observa Witold Henisz, profesor de Gestión de Wharton. Pero la salida de Grecia afectaría profundamente la dinámica de la zona euro al conceder a Hollande más espacio para maniobrar con Alemania, añade Henisz. Tal y como están las cosas hoy en día, dicen los analistas, Hollande está demasiado limitado por la deuda de la zona euro y por las relaciones políticas excesivamente delicadas con Alemania para cumplir los numerosos e importantes cambios que defendió durante la campaña electoral. Si un país sale de la zona euro, la probabilidad de que otros lo hagan aumenta. En ese momento, Alemania tendría que decidir si está dispuesta a administrar una ruptura mayor en el ámbito de la moneda común, o si está más interesada en una solución de compromiso aceptando entonces políticas económicas para la zona euro más próximas a lo que Hollande defiende para que ésta no se fragmente, resalta Henisz.

Tales políticas implicarían la financiación de medidas de estímulo económico por medio de eurobonos o directamente a través del BCE, convirtiéndolo en acreedor de última instancia, algo que, para muchos observadores, sería un elemento clave en cualquier resolución definitiva de los problemas de la zona euro. Alemania está contra ambas medidas hasta el momento, porque eso significaría permitir que otros países de la zona, con deudas enormes e índices de crédito bajos, sacaran partido de la sólida clasificación de crédito de Alemania. Eso podría empujar hacia abajo la clasificación de Alemania y aumentar los costes del país a la hora de financiar su deuda en los mercados. Para Alemania, esa «mutualización» acabaría con los incentivos dados a los países con deuda elevada para que pongan en orden su presupuesto a corto plazo.

Pero aunque Hollande obtuviera tal ventaja en las negociaciones de la zona euro, cualquier cambio en lo que se refiere a la financiación tendría que venir acompañado por reformas reales en las leyes laborales, en países como España e Italia, de manera que se redujeran las barreras que hoy desestimulan a las empresas a contratar trabajadores con la misma agilidad con que lo hacen en otros países industrializados, dice Henisz. Esas reformas también incluirían la reducción de la jubilación y otros beneficios sociales.
Fuente: Wharton Universia, 16/05/12.

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