Richard Thaler y la economía conductista

diciembre 23, 2017

El camino de Richard Thaler hasta el Premio Nobel

Richard Thaler Nobel de Economía 2017Richard H. Thaler, el “padre de la economía del comportamiento”, fue galardonado con el Premio Nobel de Economía de 2017 por su trabajo en ese campo. Thaler hace tiempo es conocido por desafiar un concepto fundamental de la economía tradicional, que las personas, en general, se comportan racionalmente al hacer compras y tomar decisiones financieras. La investigación de Thaler subvirtió el sentido común y mostró que las decisiones humanas son a veces menos racionales de lo que suponemos y que la psicología de manera general —y conceptos como el de impulsividad— influye en innumerables opciones del consumidor de formas muchas veces imprevisibles.

Nudge tapa del libro en españolLa economía conductual, antes una especie de paria, hoy integra el pensamiento económico generalmente aceptado gracias, en gran medida, a las ideas de Thaler. Su investigación también tiene implicaciones prácticas inmediatas. Una de las principales ideas del economista —la “teoría del empujón” [em inglês, nudge]— dice que el Gobierno y las empresas, por citar en ejemplo, pueden influir enormemente en los niveles de ahorro destinados a la jubilación con cambios discretos en el papeleo que permiten al individuo optar por no destinar niveles elevados de ahorro para su jubilación, en lugar de optar por sí hacerlo. Thaler es coautor de un libro, “Nudge: mejorando decisiones sobre salud, riqueza y felicidad“, que se convirtió en un éxito de ventas.

En la entrevista que concedió a Knowledge@Wharton, Katherine Milkman, profesora de Operaciones, Información y Decisiones de Wharton —ella misma economista conductual, habla sobre la influencia de Thaler en la economía y las aplicaciones prácticas de sus ideas. Ella atribuye parte de su éxito a su enorme claridad de pensamiento y de redacción. Ella entrevistó al profesor Thaler para Knowledge@Wharton en 2016 y conversaron acerca de su nuevo libro en aquella época, “Comportamiento inadecuado: la construcción de la economía del comportamiento“.

A continuación, la versión editada de la entrevista.

Knowledge@Wharton: Debe ser un momento emocionante para los economistas conductuales ver cómo una de sus estrellas principales es reconocida de esa manera. ¿Podría hacer un rápido resumen de los principales conceptos de la economía del comportamiento y de qué manera difieren de las visiones tradicionales de la economía? ¿Y por qué Thaler es un líder tan importante en este campo?

Milkman: La economía tradicional hace supuestos sobre la realidad de todos nosotros y, básicamente, parte de la suposición de que tomamos decisiones como si fuéramos máquinas perfectas, una especie de Capitán Spock de Star Trek, capaz de procesar informaciones a la velocidad de la luz, hacer una cantidad de cálculos numéricos y proponer soluciones precisas.

En realidad, los seres humanos no toman decisiones así. Cometen errores con frecuencia. La principal contribución de Richard Thaler a la economía fue la introducción de una serie de maneras previsibles que llevan a las personas a cometer errores, además de hacer aceptable empezar a modelar esas desviaciones para tener una descripción más rica y más precisa del comportamiento humano en el campo de la economía.

Knowledge@Wharton: ¿Cuál sería un ejemplo clásico de una decisión que un economista esperaría que alguien tomara racionalmente, pero que la persona no toma?

Milkman: Bueno, un ejemplo excelente se puede sacar de la obra del propio Richard y se refiere a los desafíos del autocontrol. Él habló sobre el problema del anacardo (castaña de cajú), o del desafío que supone para alguien, en una cena, resistirse al tazón de anacardos que el individuo sabe que arruinará su apetito.

Un economista tradicional no vería la situación como un desafío. Nadie tendrá ninguna dificultad para resistir la tentación. La gente sabe que los anacardos pueden arruinar la cena; no tenemos que comerlos. Thaler observa que, en realidad, todos luchamos con eso, y todos respiran aliviados cuando el anfitrión retira el tazón de anacardos, de manera que queda fuera de su alcance y desaparece de la vista de las personas.

Parece algo pequeño, pero, en realidad, esta situación revela un gran desafío para el autocontrol del ser humano, lo que tal vez explique la epidemia de obesidad y el poco ahorro destinado a la jubilación, así como el bajo nivel escolar de muchos grupos sociales. La cantidad de cosas que esta simple observación puede aclarar es extraordinaria. Y esa es sólo una de sus contribuciones.

Knowledge@Wharton: La idea de que el ser humano, muchas veces, actúa impulsivamente, debe ser tenida en cuenta. La persona no hace cálculos todo el tiempo imaginando qué decisión económica o financiera debe tomar.

Milkman: Exactamente. Esta es la contribución que Richard Thaler hizo a la economía: el ser humano no es un ente perfectamente racional de calculadora en mano. Tenemos problemas para controlar nuestros impulsos, tenemos preferencias sociales. Nos importa lo que les sucede a otras personas, en lugar de ser totalmente egoístas. Estamos limitados en nuestra racionalidad de varias maneras, y Thaler llamó la atención sobre esto en los últimos 50 años, además de destacar oportunidades para que los gestores de políticas mejoren la vida de miles de millones de personas teniendo en cuenta este conocimiento.

Knowledge@Wharton: Parece un poco extraño que estas ideas hayan sido descuidadas durante tanto tiempo. Ahora la gente está hablando más de ellas.

Milkman: Correcto. De algún modo, fue necesario que surgiera una personalidad como la de Richard Thaler. Él es el tipo de persona que le gusta romper los modelos existentes y comportarse de manera inadecuada, expresión, además, que da título a su autobiografía. Fue necesario que alguien como él resaltara lo absurdo de las suposiciones del modelo económico tradicional, ayudando a cambiar esas suposiciones, de manera que pudiéramos perfeccionar la ciencia económica.

Knowledge@Wharton: ¿Y esos modelos económicos? Funcionaron muy bien la mayor parte de las veces, posiblemente la mayor parte del tiempo, sólo que cuando no salían bien, el error podía ser fatal. ¿Esto es así?

Milkman: Correcto. Además, era señal de que también había espacio para mejorar. Por lo tanto, aunque funcionaban bien la mayor parte del tiempo, no eran realmente muy precisos. Así, cuanto más exactos sean, más posibilidades tendremos de mejorar las políticas de gestión.

Knowledge@Wharton: Vamos a hablar de algunas aplicaciones prácticas de las ideas de Thaler. No hace mucho, fue asesor del Gobierno. Tal vez pueda hablar de su contribución en esa área y qué ideas prácticas tiene para que sus conceptos se pongan en marcha.

Milkman: En 2008, junto a Cass Sunstein, Thaler escribió un libro llamado “Nudge: mejorando decisiones sobre salud, riqueza y felicidad“, que se convirtió en un éxito de ventas. El libro mostraba que había una oportunidad para que el Gobierno usara la economía del comportamiento. La idea básica era que hay varias maneras en que las personas hacen elecciones poco ideales y los gobiernos tienen la oportunidad de usar su conocimiento y su visión sobre estos errores para de esa manera intentar efectivamente mejorar las tomas de decisiones. Le daré un ejemplo concreto del libro que es para mí de una contundencia impresionante. Cada vez que entramos en un comedor, dice Thaler, tenemos ante nosotros una amplia oferta de opciones para llenar nuestra bandeja. Hay cosas que están dispuestas primero y otra que están después. La primera cosa que encontramos es posiblemente lo que compraremos y comeremos, a diferencia de lo que ocurre con lo que encontramos en último lugar, porque cuando nos encontramos con ese primer ítem nuestra bandeja todavía está vacía.

Esto significa que quien planeó el diseño de la cafetería estaba, de hecho, de forma consciente o no, influyendo drásticamente en nuestras elecciones dependiendo del lugar donde quedan expuestos ciertos alimentos. Lo primero con que nos encontramos tiene más posibilidades de ir a parar a nuestra bandeja, como acabo de decir, y por lo tanto, sea lo que fuere que el restaurante coloque en primer lugar en sus opciones, brócoli o pastel de chocolate, esto es lo que acabará en nuestro plato.

No existe eso de la arquitectura de elección neutra. Thaler observó que deberíamos tratar de planear ambientes en los que las personas toman decisiones de tal manera que, en sus palabras, los empujones nos conduzcan a elecciones mejores. Por lo tanto, ¿por qué no poner brócoli en primer lugar y el pastel de chocolate en último para ayudar a las personas a tomar decisiones más sanas en el comedor?

Thaler también habla sobre cómo mejorar el ahorro destinado a la jubilación usando interpretaciones similares tomadas de la psicología. Por ejemplo, ¿por qué no partir del principio de que las personas quieren ahorrar para la jubilación e inscribirlas automáticamente en un plan de este tipo, permitiendo que puedan renunciar a esa elección posteriormente, en lugar de persistir en el procedimiento ordinario de los contratos de empleo en que se supone que la persona no desea optar por el plan de jubilación, a menos que pidan que sean incluidas en él. Con pequeños cambios en la forma en que hacemos nuestras elecciones, no restringiremos en modo alguno las opciones posibles. Esto puede tener un impacto enorme para mejor en la vida del ser humano.

Knowledge@Wharton: Otra idea interesante —en ese mismo sentido— es que, en el futuro, cuando le den un aumento de sueldo, sin duda la mayor parte de él irá a su plan de jubilación, y no ese porcentaje estándar basado en lo que había elegido antes. Gracias, entonces, al “milagro” de los intereses compuestos, cosas de ese tipo pueden marcar una enorme diferencia en la jubilación.

Milkman: Correcto. Usted me había preguntado específicamente cómo los gobiernos están usando eso. Quiero subrayar que mucha gente del Gobierno ha leído Nudge, y hoy existen centenares de oficinas en los gobiernos de todo el mundo que han desarrollado lo que llaman afectuosamente Unidades Nudge, donde están haciendo pruebas con los conocimientos de ese campo en un intento de mejorar los resultados para los ciudadanos.

Tenemos una en el gobierno estadounidense que fue creada, creo yo, en 2015, si no estoy confundiendo la fecha. Antes de eso, la primera Unidad de empujón surgió en el Reino Unido con David Cameron, y fue literalmente conocida como Unidad Nudge. Actualmente se llama Equipo de Insights Conductuales y tiene operaciones en Estados Unidos y en Reino Unido. Están ayudando a muchas ciudades de Estados Unidos a mejorar sus propuestas para los ciudadanos. Por lo tanto, Thaler tuvo un impacto enorme, no sólo aquí, sino también en el exterior.

Knowledge@Wharton: Thaler ganó el Premio Nobel de Economía por su trabajo en economía conductual, pero cuando hablábamos anteriormente usted dijo que él se considera un científico conductual. ¿Puede hablar de las diferencias?

Milkman: Una cosa que es importante en la obra de Richard Thaler es el hecho de que crea un puente entre las disciplinas y, por lo tanto, aunque muchos Nobel de Economía se conceden a personas que son única y exclusivamente economistas, y tienen su mérito reconocido sólo en el campo de la economía, se buscan también personas que han tenido un impacto en campos más amplios, y fue lo que sucedió en el caso de Thaler. Por lo tanto, Richard Thaler se refiere con frecuencia a sí mismo no sólo como economista conductual, sino también como científico conductual, porque hay una comunidad de la que forman parte muchos no economistas que están comprometidos en ese trabajo impulsados por las ideas de Thaler, por su pensamiento sobre las peculiaridades del comportamiento humano que no son captadas por la ciencia económica.

Por lo tanto, la ciencia conductual es un término de mayor amplitud. Ella reúne a psicólogos, muchas personas de las escuelas de negocios que no son del área de psicología ni de economía. Hay también una vertiente de neurocientíficos y de sociólogos que se consideran igualmente científicos conductuales.

Knowledge@Wharton: Es interesante la ocurrencia de la palabra “conductual” aquí, y también de “psicología”. No se habla de “emoción”, cuando me parece que ese es un término que debería formar parte de todo esto. Hablamos en inteligencia emocional, ¿hay alguna conexión con esa idea? Esta también me parece un área que está relativamente fuera de lo estrictamente racional, y se aplica al comportamiento, pero es mencionada con frecuencia en el ámbito laboral.

Milkman: Esa es una buena pregunta. Creo que las emociones en sí no ocupan el centro de la obra de Richard, sin embargo, en algún nivel, ellas son el sustento de toda la ciencia conductual, y de toda la economía conductual, porque si indagamos de dónde proceden, en el fondo, esas desviaciones de la toma de decisión ideal, veremos que muchas están impulsadas por las emociones.

Por lo tanto, buena parte del trabajo de Thaler que analiza las preferencias sociales —por ejemplo, el hecho de que parece que nos importa intrínsecamente las cosas que le suceden a las otras personas, y no sólo a nosotros mismos, surge básicamente de la emoción. Nos preocupamos emocionalmente por los demás; tenemos una reacción emocional cuando vemos algo que pasa a los demás que nos parece injusta. Podemos pensar también en una reacción emocional, o visceral, que dificulta el control de nuestros impulsos en muchas situaciones. En ese caso, el trabajo de Thaler sobre el autocontrol está relacionado con las emociones. Por lo tanto, aunque él no es normalmente reconocido como un estudioso que trabaje con las emociones, en algún nivel todo lo que aprendemos sobre racionalidad limitada está, de algún modo, así parece, relacionado con las emociones.

Knowledge@Wharton: Hable sobre la manera por la cual Thaler influyó en muchos otros investigadores, incluso usted.

Milkman: Bueno, él abrió nuevos campos de investigación que simplemente no existían antes de su trabajo. Yo personalmente estudio autocontrol y empujón, y esas son dos cosas que no eran efectivamente estudiadas por la comunidad de científicos del comportamiento de la misma manera, no con las mismas lentes, antes de que surgiera y convirtiera a esas cosas en imprescindibles para la economía conductual y creara ese campo, junto con su predecesor, Daniel Kahneman, que también fue premiado con el Nobel hace 15 años. Thaler ha sido fundamental para abrir puertas a los jóvenes científicos, de modo que reflexionen sobre cosas que anteriormente no eran discutidas por profesores más tradicionales.

Knowledge@Wharton: ¿Qué tipo de cosas ha investigado y no hubiera investigado si no fuese por la influencia de Thaler en su vida?

Milkman: Una cosa que he investigado es lo que llamo el efecto del nuevo comienzo. Hemos realizado investigaciones mostrando que el inicio de nuevos ciclos en nuestra vida, como el inicio de un nuevo año, sin duda alguna cosa muy obvia para analizar, o el inicio de una nueva semana, o la época posterior a nuestro cumpleaños, son ocasiones en que nuestro autocontrol aparece renovado y hay una motivación más para que persigamos nuestros objetivos.

Descubrimos, por ejemplo, que las personas acuden al gimnasio con mayor frecuencia al inicio de estos nuevos ciclos, y que es más probable que busquen el término “dieta” en Google al inicio de estos nuevos ciclos. Hay también una mayor posibilidad de que creen contratos de cumplimiento de objetivos en sitios web que promuevan ese tipo de actividad. Esto nos remite directamente a la obra de Richard Thaler, según la cual no tratamos tiempo y dinero como si fueran lo mismo, como si fueran fungibles. En realidad, usamos lo que él llama “cuentas mentales”.

Pensamos en el tiempo como algo dotado de categorías específicas, o en el dinero como si tuviera estas categorías, pero no movemos el dinero entre esas categorías, y tampoco el tiempo. Por lo tanto, un año nuevo es una nueva cuenta, es una nueva categoría, y lo tratamos de forma diferente. Con la llegada de ese año nuevo, en mi trabajo, demuestro que se trata de un nuevo comienzo, sentimos como si todos los errores que cometemos el año pasado, y que se hallan en una categoría separada, quedaran atrás. Richard recurre a esta teoría de la contabilidad mental para explicar una cantidad de anomalías en la manera en que las personas se ocupan de sus finanzas personales, entre otras cosas. Por lo tanto, este es un ejemplo de algo que influyó en mi trabajo.

Knowledge@Wharton: Con respecto a la obra de Thaler, leí, por ejemplo, que si usted crea una cosa llamada cuenta de la calefacción en su presupuesto personal, usted acaba gastando más en calefacción. ¿De qué manera una cosa influye en la otra?

Milkman: La idea es que lidiamos con el dinero como si llevara una etiqueta. Digamos que usted gana un vale de regalo —hice ese estudio en una universidad— para usar en el supermercado en el que realiza compras cada semana. Digamos que valga US$ 10. Bueno, usted es 10 dólares más rico, ya que va a gastar al menos 10 dólares en el supermercado la semana siguiente, puesto que acude allí cada semana. Pero, como usted etiqueta el dinero, en lugar de sentir como si tuviera 10 dólares para gastar en lo que quisiera a lo largo de la semana —ir al cine, almorzar fuera más veces— cree que ese dinero es para gastar en el supermercado, lo que hace que nos sintamos más ricos en nuestra cuenta de supermercado. Aprovechamos entonces para darnos el lujo de comprar cosas como mariscos que normalmente no compraríamos, en lugar de simplemente comprar cualquier otra cosa en la vida que nos haría más felices.

Este es, por lo tanto, el fenómeno de la rotulación, es decir, cuando el dinero aparece en un lugar, creemos que sólo podemos usarlo en ese lugar específico, aunque la economía tradicional nos dice que debemos ver el dinero como algo fungible. Se trata simplemente de otro billete de 10 dólares en su bolsillo.

Knowledge@Wharton: ¿Qué no le he preguntado sobre Richard Thaler que usted piensa que es importante que la gente entienda?

Milkman: Creo que una de las cosas más fantásticas sobre Richard es que escribe bien, y lo simples que son sus ideas sobre el comportamiento humano, son conceptos fáciles, y cualquiera puede entenderlos. En realidad, él es el primer estudioso de economía del comportamiento que leí cuando estaba en la universidad, aunque estudiaba ciencias de la computación y negocios. He tenido contacto con una colección maravillosa de sus ensayos en un libro llamado “La maldición del ganador“, sobre las anomalías y la forma en que los agentes económicos se comportan.

Me cautivó inmediatamente porque era todo tan increíble, sencillo, elegante, divertido y verdadero. Creo que muchos estudiosos que fueron influenciados por él no habrían sufrido tanto su influencia si no fuera por su capacidad increíble de comunicarse de esa manera. Por lo tanto, quien esté leyendo este texto y esté pensando en dedicarse a los estudios especializados o a la comunicación en alguna área, la obra de Thaler simplemente enfatiza la importancia de recurrir a una escritura clara y simple, y de usar ejemplos simples, para que tenga un fuerte impacto sobre el mundo.

Knowledge@Wharton: ¿Hay algún otro tipo de teoría, o conjunto de teorías e ideas, que esté emergiendo por ahí —y que ha ocupado la mente de las personas— que podría ser comparable con la economía del comportamiento y que, probablemente, se mostrará importante, pero que las personas no están percibiendo?

Milkman: Bueno, uno de los discípulos de Richard Thaler —y sus discípulos son todos increíblemente impresionantes por mérito propio—, Sendhil Mullainathan, de Harvard, cree que la próximo gran cosa será la forma en que el aprendizaje de máquina modificará la ciencia social. Creo que tiene razón. En el caso de las matemáticas, el uso del aprendizaje de máquina para predecir todo mejor.

Knowledge@Wharton: Entonces nuestro futuro está en manos de los algoritmos.

Milkman: Bueno, sin duda será un futuro en el que el algoritmo contribuirá más a las ciencias sociales.

Fuente: knowledgeatwharton.com.es, 06/11/17.

cita Richard Thaler nudge

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¿Qué son los contratos ‘inteligentes’?

julio 7, 2017

La promesa y los peligros de los contratos ‘inteligentes’

contratos inteligentes

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Los contratos “inteligentes” en la plataforma de blockchain están generando mucho interés debido a su naturaleza innovadora y a la posibilidad de aumentar de forma sustancial la eficiencia en muchas áreas del derecho y los negocios. Pero estos contratos, acuerdos digitales que se cumplen automáticamente, también tienen limitaciones importantes.

Kevin Werbach y Nicolas (Nico) Cornell, ambos profesores de Estudios jurídicos y Ética empresarial de Wharton, hablaron recientemente con Knowledge@Wharton sobre su trabajo de investigación sobre contratos inteligentes, Contracts Ex Machina, que literalmente significa “contratos de la máquina”. La pregunta que abordaron fue la siguiente: ¿Podrán los contratos inteligentes algún día reemplazar el derecho contractual?

A continuación, una transcripción editada de la conversación.

Knowledge@Wharton: ¿Qué son los contratos inteligentes? ¿puede darnos ejemplos de cómo funcionan?

Kevin Werbach: Un contrato inteligente es un acuerdo en formato digital que se auto ejecuta y aplica. Digamos que yo quiero apostar con Nico quién va a ganar la Super Bowl. Creo que los Eagles van a ganar la Super Bowl, por lo que apuesto 100 dólares. Ahora vamos a suponer por un momento que es una transacción legal, estamos en Las Vegas o en algún lugar donde se puede hacer una apuesta deportiva. Así que llega el final de la temporada, los Eagles no ganan la Super Bowl porque, por supuesto, nunca lo hacen, y Nico viene y me dice: “Bueno, ¿dónde están mis cien dólares?” En el caso de un contrato normal, podría decir: “Bueno, solo estaba bromeando” o “Bueno, en realidad no tengo el dinero”. Tal vez tendría que recurrir a los tribunales para conseguir que se cumpla el contrato.

Con un contrato inteligente, podríamos hacer ese mismo acuerdo en el plano digital, de manera que en el momento en que tenga lugar la Super Bowl y esté claro quién ganó, el contrato se ejecute automáticamente. El dinero se transfiere. Ninguna de las partes —ninguno de nosotros, ni siquiera un intermediario— interviene en la operación. El contrato se aplica de forma automática. Y esta estrategia de contrato inteligente puede aplicarse a cualquier tipo de acuerdo. Muchas cosas son contratos: el contrato de alquiler que usted podría utilizar para una casa, su contrato de trabajo, sus transacciones comerciales con una empresa, las compras. Los contratos inteligentes, en teoría, podrían sustituir cualquiera de estos acuerdos y hacer que se ejecuten automáticamente.

Knowledge@Wharton: ¿Díganos en qué difieren de, por ejemplo, los acuerdos en línea que aceptamos cuando nos registramos en Facebook o LinkedIn, o cuando configuramos el pago automático de nuestras facturas mensuales?

Werbach: En el trabajo de investigación hablamos de cuatro categorías diferentes de contratos cada vez más descentralizados y automatizados. La primera es lo que usted describió, lo que llamaríamos simplemente un contrato electrónico. Cuando va a cualquier sitio web al que quiere suscribirse, hace clic en un botón, y luego aparece un enlace. Y usted puede ver, por lo general, un contrato increíblemente largo y detallado que nadie lee nunca. Es un contrato como el que tendría en papel, pero ahora está en una pantalla.

Un paso más allá de eso es lo que Harry Surden, profesor de Derecho en la Universidad de Colorado en Boulder, llama un “contrato orientado a datos”. Pongamos ahora los términos del contrato en forma legible para una máquina, que limita lo que podemos poner en ese contrato, pero lo podemos hacer de manera que las computadoras puedan por lo menos entender lo que el contrato quiere decir con “cien dólares”, o lo que significa decir, “comprar esta acción”, o algo así. El siguiente paso es lo que Surden llama un “contrato computable”. Así que ahora estamos en el punto en que las máquinas pueden, hasta cierto punto, procesar y hacer cumplir el contrato. Sin embargo, todavía se cuenta con el respaldo del sistema legal por si algo sale mal.

Un contrato inteligente, al menos en teoría, elimina por completo el recurso del sistema legal. Ahora no hay nada más que ese acuerdo digital. Esa es toda la relación, y todo, desde la negociación del acuerdo hasta el camino que concluye con la plena aplicación y liquidación del acuerdo, ocurre digitalmente.

Knowledge@Wharton: ¿Por qué la gente está entusiasmada con los contratos inteligentes? ¿Cuales son los beneficios?

Nicolas Cornell: Hay dos razones principales por las que la gente está emocionada. La primera tiene que ver con las ganancias de eficiencia. Cada vez que se puede automatizar un proceso y eliminar el elemento humano, existe la posibilidad de que se produzcan incrementos transformadores en eficiencia y fiabilidad. Sólo piense en la contribución de la computación a otras áreas de nuestras vidas.

En segundo lugar, la gente también está entusiasmada con la posibilidad de eliminar las instituciones humanas, y en particular las instituciones gubernamentales, de las importantes funciones que desempeñan actualmente. Ahora mismo, los contratos dependen de un sistema legal administrado por un Gobierno. Esto requiere confianza en una autoridad coercitiva y falible. Así que por la misma razón que los entusiastas de bitcoin están entusiasmados con la perspectiva de una moneda sin un Gobierno, los entusiastas del contrato inteligente están entusiasmados con la perspectiva de contratos sin un sistema legal administrado por el Gobierno.

Knowledge@Wharton: ¿Los contratos inteligentes pueden ser aplicados legalmente y cómo se puede obtener una reparación legal después de que el contrato se ejecute automáticamente?

Cornell: Creemos que la respuesta es sí, que los contratos inteligentes son aplicables desde el punto de vista legal. No hay razón para pensar que uno no puede hacer un contrato en código de computadora o electrónicamente. Hemos estado haciendo eso durante bastante tiempo. Es un poco complicado porque normalmente pensamos en los contratos como acuerdos que están destinados a ser legalmente aplicables, y los contratos inteligentes son, por su naturaleza, algo que no tiene como propósito su aplicación legal. Pero seguimos pensando que están cambiando los derechos y obligaciones entre las partes. Y eso es lo importante para que algo sea un contrato en el sentido legal.

¿Cómo podemos obtener reparación después? Hay un puñado de mecanismos legales para revertir las transacciones o descartar fondos obtenidos ilegalmente, pero estos son mecanismos legalmente muy diferentes desde el punto de vista estructural y potencialmente más complicados. De manera que, al invertir el papel de demandante y quién está tratando de cambiar legalmente la situación, acabamos por modificar la naturaleza de la disputa legal que podría surgir.

Werbach: Este es un buen ejemplo de lo que nos llevó, en parte, como estudiosos y profesores, a interesarnos por esto. Los contratos inteligentes son una innovación técnica, y los entusiastas, muchos de los ingenieros, dicen: “Bueno, esto no tiene nada que ver con el sistema legal y la aplicación legal”. La realidad es que en realidad nos obliga a mirar más de cerca lo que hace el sistema legal. Y crea todo este tipo de nuevos temas fascinantes.

Knowledge@Wharton: En su artículo, se enumeran algunas limitaciones de los contratos inteligentes. ¿Cuáles son?

Werbach: Si usted lee muchas de las declaraciones entusiastas, los contratos inteligentes básicamente han resuelto el problema del derecho contractual. Ya no necesitamos el sistema legal ni el gobierno, como comentó Nico. Ya no tenemos ninguna incertidumbre, porque los contratos se aplican automáticamente. Bueno, por supuesto, no es algo tan simple.

Hay dos amplias clases de desafíos de los que hablamos en el trabajo: uno es un conjunto de cuestiones jurídicas doctrinales. El derecho contractual tiene todo tipo de requisitos. Por ejemplo, no podemos hacer un contrato ilegal. Hablé sobre el contrato de apuestas con anterioridad. Digamos que tenemos un contrato para matar a mi suegra. Ningún tribunal va a hacer cumplir eso. Es un contrato ilegal, incluso si podemos escribirlo y firmarlo y sellarlo, etc. Hay otras limitaciones. Por ejemplo, un contrato tiene que tener lo que se llama “consideración”. Alguien tiene que darle algo a cambio de una promesa.

Los contratos no pueden ser inadmisibles, y así sucesivamente. Resulta que si usted pasa por todas estas doctrinas legales y dice: “Bueno, ¿cómo se aplica esto en un sistema donde, de nuevo, el contrato sólo se impone en esta red distribuida, sin que nadie tome una decisión en el medio?” Usted consigue mucha confusión y muchos problemas. Así que esas son las cuestiones doctrinales.

Entonces hay un gran conjunto de cuestiones prácticas. La realidad es que, aunque pensamos que las máquinas pueden hacer contratos con eficacia, hay muchas situaciones en las que no pueden hacerlo. Algunos de ellas son bastante obvias. Por ejemplo, si un contrato dice algo así como “usted se esforzará al máximo”, una expresión que se incluye con frecuencia en los contratos humanos, ¿qué significa eso en realidad? ¿Cómo se reduce eso al código de la computadora? Incluso las cosas que parecen más simples de aplicar, resulta que la gente no puede prever de forma necesaria lo que va a suceder en el futuro. Así que cuando lo pones en esa forma digital ejecutada automáticamente y dejas funcionar a la máquina, esto crea todo tipo de problemas en situaciones que ya estamos empezando a ver.

Por último, cuando las personas negocian un contrato en la vida real, un contrato tradicional, todavía existe la posibilidad de que puedan renegociarlo. Tal vez en el momento en que hacemos un trato estamos seguros de que queremos que se cumpla. Pero luego, un mes después, las cosas cambian y ambos decimos: “Está bien, tenemos interés mutuo en cambiar el contrato, o tal vez incluso cancelar el contrato por completo, porque las cosas han cambiado”. El contrato inteligente no es lo suficientemente inteligente para hacer eso, a menos que las partes incluyan inicialmente en el código del contrato inteligente la posibilidad de la modificación. Estos son sólo algunos ejemplos de los tipos de problemas que se presentan.

Knowledge@Wharton: Usted también mencionó en su trabajo de investigación la presencia de errores de software o bugs. Todos hemos experimentado errores en la computadora cuando las utilizamos, y ciertamente los contratos inteligentes no son una excepción.

Werbach: Absolutamente. Hay toda una variedad de situaciones, desde el tipo clásico de bug, hasta cosas que son imprevisibles, en que los seres humanos pretendían una cosa con el contrato, pero las máquinas lo interpretaron de una manera diferente. O no pueden distinguir lo que la gente realmente quiere, incluso si el lenguaje parece claro. Una de las funciones que los tribunales proporcionan en el sistema legal regular, en la aplicación de contratos, es la posibilidad de testificar. Se puede interpretar y analizar los términos del acuerdo y averiguar lo que realmente significan.

Knowledge@Wharton: Había un ejemplo específico en su estudio sobre el caso de Ethereum en la blockchain. ¿Puede explicarnos qué pasó?

Werbach: Este es un ejemplo fascinante. Hay algo llamado DAO, que significa Distributed Autonomous Organization. Era un sistema de crowdfunding virtual como Kickstarter, donde la contribución de la gente era dinero, en este caso crytpomoneda, la moneda virtual de Ethereum llamada ether. La gente puso alrededor de 150 millones de dólares en ether, según el valor de aquel momento, en el sistema. Y la idea es que podrían votar en proyectos que serían financiados, etc.

Alguien encontró un error en el código. Ellos fueron capaces de explorar el código de manera que pudieron extraer unos 60 millones de dólares de ese ether y ponerlo en su propio DAO, y luego fueron capaces de tomarlo y utilizarlo para lo que fuera, o convertirlo en otras monedas. El problema es que, según el código del sistema, era una transacción legítima.

La única manera de saber que se trataba de un robo, y no una transacción real, era que un humano lo viera. Las máquinas no tenían la capacidad de saberlo. Así que para arreglar ese problema —para que la gente no perdiera los US $ 60 millones que habían puesto— los desarrolladores de Ethereum tuvieron que romper básicamente todo el sistema, no sólo el DAO. En Ethereum tuvieron que recurrir a lo que se llama un “tenedor duro”, es decir, hacer básicamente como si las transacciones nunca hubieran existido. Y eso potencialmente socava la esencia de los contratos inteligentes y de estos sistemas de bloques, que es la noción de confianza distribuida inmutable.

Knowledge@Wharton: Usted dice que los contratos inteligentes están comprometiéndose a algo en el futuro y sin embargo, tampoco hacen exactamente una promesa. ¿Puede explicarlo?

Cornell: Imagine que hay dos maneras de lograr un compromiso. Imagine que digo: “Me encontraré contigo al pie de la colina, te lo prometo”. Esa es una forma de firmar un compromiso al que estoy vinculado por una especie de obligación. Algo diferente sería que yo dijera, ‘me encontraré contigo al pie de la colina’ y luego simplemente me dejo caer colina abajo. Eso también es comprometerse a verse al pie de la colina, pero es una manera diferente de hacerlo, y es algo medio brusco. Puede ser más eficiente, pero no es exactamente una promesa, y cumple una función muy diferente. Eso es una analogía aproximada, pero creo que el compromiso en los contratos inteligentes es más como eso, y menos como una promesa.

Knowledge@Wharton: Kevin, ¿tiene algo más que decir?

Werbach: En el trabajo de investigación hablamos de diferentes nociones de lo significa realmente el “derecho contractual”. Y esto explica, en parte, hasta qué punto es realmente interesante para nosotros como estudiosos: los contratos inteligentes nos obligan a volver a examinar lo que los dos contratos están haciendo en realidad. ¿Es básicamente crear potencialmente nuevos derechos, o es en retrospectiva —como argumentamos— crear un mecanismo para remediar algo que sale mal? Y aunque estamos examinando el derecho contractual vigente, los contratos inteligentes realmente nos ayudan a desentrañar eso.

Knowledge@Wharton: ¿Cuáles cree que son quizás las mejores aplicaciones de los contratos inteligentes? ¿ve algunas limitaciones?

Werbach: Es difícil decirlo exactamente porque el potencial de esta tecnología es tan amplio, y ciertamente hay situaciones donde es más fácil implementar los acuerdos en forma digital. Los contratos inteligentes se usan inicialmente para el Bitcoin. Y el Bitcoin está limitado de forma muy estricta en lo que puede hacer con los contratos inteligentes. La tecnología permite básicamente transferir bitcoins de un lugar a otro, utilizando el mecanismo de contrato inteligente para hacerlo, y está fuertemente limitado.

Estas nuevas plataformas de contratos inteligentes abren una enorme cantidad de nuevas posibilidades, pero también conducen a que más cosas puedan salir mal. Así que realmente, creo, que lo que necesitamos es el desarrollo de mejores prácticas, el desarrollo de cosas como las plantillas, formas de crear híbridos que puedan ser efectivamente introducidos en el contrato inteligente. Por ejemplo, hablé de la posibilidad de renegociar o de introducir la resolución de disputas, ya sea a través de un tribunal formal o de forma más informal como, por ejemplo, el mecanismo de arbitraje.

Knowledge@Wharton: Teniendo en cuenta todas las deficiencias de los contratos inteligentes, así como sus beneficios, ¿cuál cree que será su papel y cómo podemos mejorarlos?

Werbach: Es difícil decirlo. Creo que la razón por la que hay tropiezos es que las posibilidades son inmensas. Y los contratos están por todas partes en el mundo actual, por todas partes en nuestra vida, y especialmente en el mundo digital, donde casi cada interacción es un contrato. Es evidente que vamos a ver cómo los contratos inteligentes se utilizan de forma cada vez más amplia.

Y por lo tanto, es mucho menos una cuestión de decidir en qué segmento de la actividad humana se utilizarán los contratos inteligentes y más pensar en cómo se pueden implementar de una manera que sea razonable, que aborde este tipo de cuestiones y que entienda que el sistema legal todavía juega un papel vital.

Si lo que queremos es lo que el sistema legal nos proporciona, lo que los tribunales hacen con relativa eficacia, deberíamos usar ese mecanismo. No hay razón para abandonarlo. Si lo que queremos, sin embargo, es algo diferente —queremos que el compromiso sea definitivo, de lo que Nico estaba hablando— entonces los contratos inteligentes son estupendos. Estamos apenas en las primeras etapas de comprensión de cómo se separan esas cosas.

Cornell: Sólo para continuar con lo que Kevin estaba diciendo sobre las diferentes maneras de pensar sobre el derecho de los contratos. Los contratos inteligentes son una forma importante o un punto de acceso para entender lo que hace el derecho contractual por nosotros. Mucha gente piensa que el fondo de la cuestión de la ley de contratos es sólo asegurarse de que la gente realmente haga lo que dicen que van a hacer. O lo ven como un mecanismo para asegurar que las personas realizan determinadas cosas o pagan por algún tipo de daño.

Si usted piensa en el derecho contractual de esta manera, sólo como un mecanismo para asegurar un cierto tipo de resultado, entonces los contratos inteligentes parecerán que pueden servir esta función y tal vez servirla de manera más eficiente. Pero todo esto parte del punto de vista de que es preciso asegurar que se produzca un cierto tipo de resultado. Si lo que queremos hacer es considerar nuestras transacciones ex post y no pensar en crear repercusiones, sino en adjudicar de forma retrospectiva lo sucedido, lo que salió mal y cómo lo vamos a arreglar, entonces me parece que los contratos inteligentes no están diseñados para servir esa función. Eso es lo que queremos que haga el sistema legal.

Fuente: knowledgeatwharton.com.es, 2017.


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Los avances en Fintech

mayo 17, 2016

¿La tecnología aplicada a las finanzas será finalmente una realidad?

Wharton. University of Pennsylvania.

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La tecnología está cambiando el sistema financiero global tan rápidamente que el Foro Económico Mundial ha señalado recientemente que hay una “necesidad urgente” de establecer normas y crear regulaciones. Mientras que el “uso de la tecnología en las finanzas no es algo nuevo, y tampoco son muchos los productos y servicios ofrecidos por los nuevos participantes en el sector”, el grupo señaló que “es la nueva aplicación de la tecnología y su velocidad de evolución lo que hacen que la ola actual de innovación sea distinta de cualquiera que hayamos visto antes aplicadas a los servicios financieros”.

wharton universia 01El informe, elaborado con las informaciones de los líderes de los mayores bancos del mundo, surgió de las discusiones en la reunión anual del grupo en Davos, Suiza, en enero, donde el enfoque en la tecnología financiera, o fintech, fue tan intenso que Bloomberg News publicó un artículo titulado, “Los mayores bancos mundiales en Davos: todos somos innovadores cuando el asunto es fintech”.

Básicamente, la tecnología financiera —o fintech— aplica las innovaciones tecnológicas a los procesos, productos y servicios financieros. La atención dada a fintech ha crecido rápidamente. En 2014, los grandes bancos comenzaron a cambiar seriamente el enfoque hacia ella y distanciarse de los problemas relacionados con el cumplimiento de las regulaciones y de las consecuencias derivadas de la reducción de costos tras la crisis económica. Ese año, la inversión mundial en operaciones fintech se ha triplicado, hasta los US $ 12 mil millones —sobre todo en EE.UU.— de los US $ 4 mil millones registrados en 2013. En 2015, la inversión en operaciones privadas de fintech aumentó casi un 60% más, hasta los $ 19 mil millones, según Citigroup y la empresa de consultoría CB Insights.

Y la inversión en empresas emergentes es sólo el principio.

Bank of America gastó $ 3 mil millones al año en lo que llamó “iniciativas de tecnología” en su informe anual. Del mismo modo, Jaime Dimon, presidente y consejero delegado de JPMorgan Chase, escribió en su carta anual a los accionistas que el banco gastó cerca de $ 3.000 millones de dólares en nuevas inversiones en tecnología el año pasado.

University of Pennsylvania logoDimon dijo que el banco había construido sus propias “capacidades extraordinarias de big data internas —posiblemente tan buenas como las de cualquiera en Silicon Valley— con más de 200 analistas y científicos de datos”. Los datos que los expertos en tecnología están introduciendo se está utilizando para atraer nuevos clientes de banca comercial, para mejorar la concesión de crédito y el marketing, para hacer que las operaciones bancarias sean más eficientes, y, por supuesto, para optimizar transacciones comerciales, dijo Dimon.

El interés por la fintech de los principales bancos refleja el hecho de que el mercado digital está poco explotado. Citi estima que sólo alrededor del 1% de los ingresos de la banca de consumo de América del Norte ha migrado a nuevos modelos de negocio digitales hasta ahora. Se prevé que la cifra aumente a 10% en 2020 y 17% en 2023. Y se señala que el cambio ya está en marcha en China, donde las principales compañías del sector fintech como Alipay y Tencent, tienen tantos o más clientes que los bancos más grandes. Greg Baxter, director global de estrategia digital de Citi, señala que el 96% de todas las ventas en línea en China se llevan a cabo sin la intermediación de los bancos.

La posibilidad de perder cuota de mercado ante estas empresas emergentes es sólo una de las razones por las cuales los grandes bancos están invirtiendo dinero en su propia tecnología, así como en nuevas iniciativas emprendedoras.

“La ruptura digital tiene el potencial de reducir el tamaño del papel y la importancia de los bancos de hoy en día, y al mismo tiempo ayudar a crear servicios más rápidos, mejores y más baratos que los convierta en una parte aún más esencial de la vida cotidiana de las instituciones y los individuos”, escribió Julian Skan, director general de servicios financieros en Accenture, en un informe de 2015. “Para que el impacto sea positivo, los bancos están reconociendo que tienen que librarse de la complacencia institucional y reconocer que navegan meramente por las ondas de las regulaciones y esperar a que las tasas de interés suban no los protegerá de la obsolescencia”.

Ya no es un nicho

Con las principales instituciones financieras moviéndose hacia el espacio de fintech a un ritmo rápido, ¿en qué posición quedarían las startups? Para algunos, significa que fintech ya no es un compartimento aislado.

“La fintech ya no es un nicho”, escribe Matthew Carey, uno de los fundadores de Abaris, un sitio de comparación de anualidades que ha levantado $ 720.000 en dos rondas de financiación, según CrunchBase en un post de Blog de iniciativa emprendedora de la escuela. “Si en el pasado las firmas de capital riesgo se burlaron de las cargas que suponían el lanzamiento de una nueva startup del sector de servicios financieros, en la actualidad hay pocos sectores que generen tanta atención”.

Carey señala un comentario del verano pasado del consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, que indica que el venerable banco de inversión es ahora, ante todo, “una compañía de tecnología” como prueba de que la fintech se ha incorporado a la corriente de las instituciones tradicionales.

Pero mientras que el dinero y la atención están fluyendo desde los bancos y el capital riesgo, la fintech recibe cada vez menos atención a una mayor escala.

Saikat Chaudhuri, director del Instituto Mack de Wharton para la Gestión de la Innovación, dice que la falta de visibilidad se debe, en parte, a que el término fintech tenga un sentido tan amplio, con algunas partes inmediatamente visibles, algunas que son más difíciles de visualizar y otras que están dirigidas a mercados fuera de EE.UU.

“Si se piensa en fintech como pensamos en PayPal y Apple Pay y Google pay y todo lo demás ‘pay o retribuido’ —como una alternativa a, por ejemplo, los pagos con tarjeta de crédito o depósitos directos— eso ya está ocurriendo”, dice. “Eso está sucediendo en un mundo de dispositivos innovadores”.

El siguiente paso importante para los servicios de pago es probable que sea el crecimiento en los países menos desarrollados que pueden utilizar los dispositivos móviles para realizar los pagos, “no tanto como sustituto, sino como ampliación de ellos”, dice Chaudhuri. En los mercados emergentes, donde los bancos tienen mucho menos alcance, por ejemplo, las nuevas plataformas pueden ser explotadas para servir al mercado no bancarizado.

Ajay Banga, presidente y consejero delegado de MasterCard, por su parte, ha estado avisando desde hace años sobre las ineficiencias del dinero en efectivo y el potencial de los pagos digitales en los países donde los residentes, que no tienen acceso a los bancos, ya llevan consigo teléfonos móviles.

“Eso hace referencia a un mercado completamente nuevo y, efectivamente, un mercado sin acceso a servicios bancarios”, dice Chaudhuri, señalando que la tecnología también podría servir a los consumidores estadounidenses que no utilizan los bancos. Según algunas estimaciones, hasta 50 millones de estadounidenses no usan los bancos o los utilizan mínimamente, y dependen principalmente de proveedores de servicios financieros alternativos, como los casas de cambio de cheques, lo que les convierte en un nuevo mercado de enorme potencial para las compañías fintech.

Los datos de Citi muestran que el 73% de la inversión fintech el año pasado se destinó a la banca personal y de pequeñas empresas, incluyendo el 23% en pagos y el 3% en transferencias de dinero.

Otra área con un enorme potencial que también se ha demorado un poco a la hora de despegar es la de préstamos punto a punto, especialmente aquellas plataformas que están integradas en las redes sociales. Las plataformas en línea que promueven el encuentro de los prestatarios y los prestamistas ya existen desde hace una década, pero representan menos del 1% de los préstamos totales al por menor en circulación en los EE.UU., y, según los datos de Citi, las tasas de crecimiento actuales de ese porcentaje podrían sobrepasar el 3 % a finales de 2018.

Chaudhuri dice que las regulaciones siguen siendo un reto para esta segmento de fintech, especialmente aquellas que tienen un componente de medios de comunicación social. Eso puede contribuir a un crecimiento más lento a pesar del enorme potencial, pero también dependerá también de las áreas de préstamos a que están dirigidos, especialmente después de la caída del mercado de la vivienda.

“No es sólo un canal de pago alternativo, el hecho es que estamos permitiendo que otras instituciones participen del sistema y actúen como bancos”, explica. “La forma en que se tendría que proceder, es que algunas de estas propiedades en línea y grandes medios sociales necesitarían prácticamente solicitar una licencia bancaria. No estoy seguro de que los reguladores, después de lo que sucedió durante la crisis financiera, lo permitieran”.

Los inversores, sin embargo, están apostando por los préstamos con el 46% del capital desplegado en las empresas privadas de fintech moviéndose a ese terreno, según Citi.

Monedas virtuales en territorio turbio

Las monedas digitales también se encuentran en territorio turbio. Bitcoin y similares ya se están usando, por supuesto, pero muchos consideran las monedas alternativas como una manera de facilitar las operaciones turbias. La tecnología detrás de ellos sin embargo —oficialmente llamada ‘tecnología de registro contable distribuida’, pero más comúnmente denominada “blockchain” – es de gran interés para las grandes instituciones financieras.

“En lo que Wall Street está más interesado es en la tecnología detrás de las criptomonedas”, dice Ron Quaranta, presidente de Wall Street Blockchain Alliance, una asociación comercial.

Los verdaderos creyentes afirman que la tecnología blockchain puede transformar las transacciones financieras internacionales de la misma manera en que Internet transformó las comunicaciones. Pero con jugadores que van desde las empresas emergentes a instituciones como Goldman Sachs, Citi y BofA desarrollando sus propias versiones de blockchain, nadie sabe cómo podrían trabajar juntos.

“Estamos en una etapa muy temprana para comprender cómo las empresas se relacionarán entre sí en un mundo blockchain”, dice Quarant. Sin embargo, se espera que la tecnología pueda algún día extenderse “de arriba a abajo de la cadena de los servicios financieros y los mercados de capitales”.

De hecho, se prevé que el blockchain, que incorpora la capacidad de rastrear transacciones individuales, algún día se extienda a otras industrias también. La industria del entretenimiento, por ejemplo, podría utilizar la tecnología para asegurarse de que cada vez que se copia el contenido original, se paguen derechos de autor al creador, limitando así el problema de la pérdida de ingresos debido a la piratería intelectual.

Las monedas digitales recibieron alrededor del 3% del gasto de capital en empresas privadas de fintech año pasado, mostraron los datos de Citi.

En general, el patrón en cualquier sector tecnológico está bien establecido, dice Chaudhuri, y no espera que con fintech sea muy diferente. Las startups interrumpen el escenario, a continuación, los actores más grandes intervienen y “canibalizan cuidadosamente” la tecnología, ya sea a través de F&A o el desarrollo de sus propias versiones. “A su vez, eso es lo que legitima la tecnología”, dice.

Todavía un ciclo joven

El ciclo de la fintech es joven, y todavía hay una gran cantidad de jugadores y proyectos a todos los niveles. Es inevitable, por tanto, que haya una sacudida tanto de las tecnologías como de las empresas detrás de ella.

“No hemos llegado a ese punto todavía, por eso estamos viendo tanta inversión”, añade Chaudhuri. “Estamos en medio de ese proceso en este momento. Algunas cosas saldrán bien y otras no”. El observa que las aplicaciones de la fintech son en la mayor parte de los casos nuevos enfoques para hacer negocios que ya estaban siendo realizados. “Se trata sólo de tecnologías alternativas. No creo que sea un sector en sí mismo”.

Eso no quiere decir que las aplicaciones de la fintech no tengan gran potencial, aunque pueden tardar muchos años, incluso décadas, para que emerjan completamente. “En términos del número de personas que pueden participar en el sistema financiero y en las transacciones, creo que será algo revolucionario”, dijo Chaudhuri. “El sistema tradicional dejó a tanta gente fuera del sistema, creo que eso ahora va a cambiar mucho”.

Fuente: knowledgeatwharton.com.es, 04/05/16.

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¿El comercio internacional en un callejón sin salida?

octubre 5, 2012

¿Ha llegado el comercio internacional a un callejón sin salida?

Entrevista con Pascal Lamy, director general de la Organización Mundial del Comercio

 

¿Se ha estancado el comercio internacional con la crisis iniciada en 2008? Las cosas no son tan simples, dijo Pascal Lamy, director general de la Organización Mundial del Comercio, durante una entrevista concedida en septiembre a ParisTech Reviewy Knowledge@Wharton. Aunque surjan presiones proteccionistas, dijo Lamy, el problema está relacionado con la creciente complejidad del comercio y de los límites estructurales del proceso de negociación de los países miembros.

 

A continuación, la versión editada de la entrevista.

ParisTech Review/Knowledge@Wharton: En paralelo a la conferencia Río+20 [conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible de junio de 2012 en Río de Janeiro], la Cámara Brasileña de Comercio hizo referencia al riesgo de un «proteccionismo verde». ¿Eso significa que es posible que surjan otras barreras discretas para el comercio?

 

Pascal Lamy: Yo no formularía la cuestión exactamente en esos términos, aunque algunas regulaciones técnicas pretendan, de hecho, proteger los mercados internos. En la práctica, sin embargo, de lo que estamos siendo testigos, básicamente, es de la ‘complejidad creciente’ del juego. Vamos a tomar como ejemplo el caso de Asia.

El sesenta por ciento del comercio internacional de la región tiene lugar entre los países del propio continente. Ahora estamos presenciando un fuerte impulso hacia la apertura del comercio continental. Los países asiáticos están abriéndose los unos a los otros. Se trata de un […] fenómeno con implicaciones para la expansión más generalizada del comercio internacional en el cual los países asiáticos desempeñan un papel destacado.

Pero ese escenario se vuelve más complejo si analizamos los acuerdos de comercio existentes: son muchos, y tienen diferentes niveles y ocupan diferentes espacios. Está, por ejemplo, ASEAN [Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático], ASEAN+3 (al que se suma China, Corea del Sur y Japón), pero está también la Asociación Transpacífico (TPP) lanzada por EEUU y que no incluye a China. La integración comercial, por lo tanto, está lejos de ser uniforme y continúa sujeta a cuestiones políticas subyacentes.

A esto hay que añadir la proliferación de las cadenas globales de producción, a las que se han integrado los países asiáticos, además de EEUU, la Unión Europea, la Costa Este de América Latina y, en menor grado, otras áreas también. Ese es un fenómeno aún más influyente, aunque discreto. De media, el contenido de importaciones dentro de las exportaciones pasó del 20% al 40% en 20 años. ¡Es un aumento significativo! Lo más importante, sin embargo, es que se puede ver, en la distancia, la disolución de toda idea de comercio internacional, ya que ya no será una cuestión de fronteras, sino de espacio regulatorio diferenciado.

 

PTR/K@W: ¿Eso lo cambia todo?

 

Lamy: De forma radical. Ya no estamos en el periodo entre 1980 y 1990, cuando las negociaciones comerciales se preocupaban sobre todo por las cuotas y tarifas. Vivimos en un mundo donde los riesgos detrás de la apertura comercial están relacionados con la yuxtaposición de diferentes regulaciones. Es más difícil negociar con esas preferencias, porque las regulaciones no tienen como objetivo proteger los productores tanto como los consumidores. Por lo tanto, me parece que es demasiado pronto para hablar de proteccionismo o del regreso de las barreras en el comercio. No hay duda de que los lobbies de algunas empresas tienen ese objetivo: quieren forzar la adopción de regulaciones específicas. Pero ese no es el verdadero desafío. El verdadero desafío consiste en proteger al consumidor.

En ese sentido, hay preguntas que son fundamentales: ¿qué es riesgo? Está claro que la respuesta a esas preguntas está igualmente relacionada con el nivel de desarrollo de una determinada sociedad. Pero si tomáramos dos regiones equivalentes de desarrollo, como EEUU, de un lado, y Europa, de otro, la cuestión de la carne tratada con hormonas, por ejemplo, se analizará desde una perspectiva bastante diferente en cada lugar. La dimensión cultural es fundamental aquí, y es mucho más difícil de negociar.

Esas nuevas cuestiones reforzaron la importancia del enfoque sectorial, según ha quedado demostrado por el Acuerdo de Compras del Gobierno suscrito en diciembre de 2011 [que provee regulaciones mejores para la concesión de contratos por el Gobierno y utilización de recursos públicos], lo que debe aumentar el alcance de acceso al mercado de US$ 80.000 millones a US$ 100.000 millones al año en áreas como infraestructura, transporte público y equipamientos hospitalarios.

 

PTR/K@W: ¿Cree que el poder cada vez mayor de los acuerdos de comercio bilaterales amenaza los acuerdos multilaterales?

 

Lamy: Es preciso acordarse, de entrada, de la razón por la cual los economistas son favorables al multilateralismo. Si todos lo consideran una buena fórmula, es porque ofrece a las empresas las mejores condiciones posibles en lo que concierne a la estabilidad y a la transparencia. Esa es la idea detrás de la expresión «igualdad de condiciones»: un ambiente de mercado en que todas las empresas siguen las mismas normas y donde, por lo tanto, están sujetos a las mismas condiciones de competitividad. El GATT [Acuerdo General de Tarifas y Comercio] y, desde 1995, la OMC, tienen origen en esa visión.

Es verdad que las negociaciones de la ronda de Doha, que deberían permitir que avanzáramos en esa dirección, se encuentran, de momento, estancadas. Es en ese contexto cuando se vuelve imperativa la cuestión de los «acuerdos preferentes de comercio», en otras palabras, los acuerdos bilaterales. Actualmente hay unos 400 acuerdos bilaterales, entre los que se incluyen a aquellos sobre los que se informó a la OMC, y los que se implementaron sin informar a la OMC, los que han sido suscritos, pero todavía no se han oficializado, los que se están negociando y aquellos que todavía son un borrador.

Los acuerdos que no son multilaterales tienen intenciones, geografías, métodos y composiciones sectoriales diversas. El impacto de esos acuerdos sobre el comercio global nos llevó a decidir de forma colectiva que serían comunicados a la OMC, para que se verificara si había conformidad con las normas de la institución.

Más allá de los aspectos jurídicos, ¿qué más debemos pensar al respeto? Desde nuestro punto de vista, cualquier cosa que contribuya a la reducción de las tarifas va en la dirección correcta, ya que permite, en última instancia, reducir las barreras al comercio y promover la convergencia. Es lo que sucede en muchos acuerdos. Sin embargo, las cosas son muy diferentes en lo que se refiere a los acuerdos que, para abrir el comercio en bases preferentes, rompen las preferencias regulatorias. Si comenzamos a lidiar con asuntos regulatorios en un contexto bilateral, lo que se obtiene es un efecto regresivo. Ese es exactamente el punto, porque las barreras no tarifarias al comercio constituyen un problema cada vez más central.

 

PTR/K@W: En esas condiciones, ¿las grandes rondas de negociaciones (la ronda de Uruguay y la de Doha) aún tienen alguna importancia?

 

Lamy: La tecnología de las rondas es un concepto político. Se alinea con un mundo ricardo-schumpeteriano —es decir, con las ventajas comparativas de Ricardo y la creación/destrucción de Schumpeter— en que la liberalización del comercio es, en general, beneficiosa, pero en que hay también perdedores y ganadores. Ese es el origen de las rondas: el impacto de la liberalización del comercio es entendido como una cuestión política, y hay intentos en el sentido de equilibrar esa pérdida: abro este mercado con el riesgo de incomodar a mis productores y, a cambio, me abre tales y tales mercados, en los cuáles yo tengo una ventaja comparativa.

Ese modelo ha sido llevado al extremo por tres fenómenos: la violencia de los choques económicos durante las fases de destrucción, cuya magnitud ni Ricardo, ni Schumpeter, podrían haber imaginado; el número de participantes involucrados y, por último, los límites políticos con que se enfrentan las posibles concesiones. EEUU, por ejemplo, no puede, por razones políticas, dejar de subsidiar el algodón. Eso es economía política en su sentido más amplio: lo que tenemos aquí son negociadores que negocian consigo mismos.

Esos límites políticos son aún más sensibles en un contexto de crisis, porque las economías son más frágiles y la capacidad política de los negociadores se debilita.

Su pregunta sobre el bilateralismo tiene lugar en este contexto. Algunos procesos de integración regional, más fáciles de ser ejecutados, podrían, tal vez, ayudar a reducir el número de participantes y, posiblemente, generar participantes aptos para negociar. Ese fue uno de los avances históricos de la integración europea; actualmente, sin embargo, la UE es el único ejemplo de unión aduanera que tiene capacidad de negociación.

En el comercio, aunque la creciente complejidad de cambios haga el concepto de fronteras políticas menos relevante, las reglas continúan siendo fijadas por los tratados internacionales suscritos por países soberanos. Es un mundo westfaliano, en que Estados discuten con otros Estados. La economía y la política ya no comparten la misma geografía.

 

PTR/K@W: ¿No hay discusiones en paralelo conducidas por quien está en el campo de acción y evita los filtros de los Estados?

 

Lamy: Naturalmente, las discusiones tienen lugar en las instancias superiores o en paralelo con aquellas llevadas a cabo por los gobiernos con la sociedad civil: las ONG [organizaciones no gubernamentales], los sindicatos, las organizaciones de productores. Hoy, sin embargo, se escuchan sobre todo a nivel nacional, aunque, como director general de la OMC, yo paso mucho tiempo reunido con ONGs y otros grupos de presión. Las cuestiones de que tratan, los intereses incluidos por otros participantes (no países), no están ausentes del debate, aunque tengan dificultad en encontrar su camino en medio de discusiones ya bastante complejas.

 

PTR/K@W: ¿Es posible que haya una representación justa de intereses?

 

Lamy: Eso es, por definición, muy difícil, por lo menos por dos razones. Hoy, la primera razón es técnica o, más precisamente, surge de aspectos técnicos de las cuestiones discutidas. Esos aspectos técnicos colocan el problema de la captura de la regulación por intereses especiales. La transparencia es fundamental. En un cierto sentido, ella es profiláctica. Sin embargo, tratándose de asuntos muy técnicos, donde un simple detalle puede marcar la diferencia, eso no basta. El trabajo de la sociedad civil es fundamental en ese punto. Es preciso especialización, capacidad de interpretación y voluntad política para informar y educar al público. Aún hay mucho por hacer en ese aspecto.

La segunda razón, que suscita un problema fundamental para las negociaciones comerciales, es que, en ese juego, las partes perdedoras saben precisamente el motivo que las lleva a perder y formar coaliciones para apoyar sus causas, mientras quienes vencen muchas veces no se dan cuenta de eso. ¡La camiseta que alguien compra hoy en día más barata no viene con una etiqueta de «Gracias, OMC» estampado en ella! Llevo 20 años en comercio internacional y, como es de esperar, en países emergentes, la opinión pública es cada vez más favorable a la liberalización del comercio, mientras que en los países desarrollados, la actitud es la opuesta, no más en nombre de los pobres del sur, según se decía en los círculos radicales en los años 90, pero a favor de los pobres del norte. El impacto positivo está opacado por las dificultades asociadas a la reestructuración de las economías occidentales —debido a la crisis, está claro—, pero también por el gran movimiento desde los países industrializados hacia los países emergentes, lo que puede llevar a algunos a imaginar que el desempleo se debe a la deslocalización. En esas circunstancias, los negociadores de los países desarrollados tienen ahora menos margen de maniobra.

 

PTR/K@W: De hecho, algunos países emergentes, sobre todo India y China, protestaron de forma reciente contra la propuesta del impuesto europeo sobre el carbono con el argumento de que el desarrollo sostenible escondía, en realidad, una agenda proteccionista. ¿Cuál es su opinión?

 

Lamy: Respecto a los objetivos pretendidos, las reglas nacionales son, obviamente, menos eficaces en la lucha contra el cambio climático que un régimen global […] La compatibilidad con reglas abiertas de comercio sería, obviamente, más adecuada.

Desde el punto de vista jurídico y de la OMC, no hay objeción, en principio, a la introducción de un impuesto sobre el carbono cuyo propósito sea el de internalizar las cuestiones ambientales externas, en la medida en que nuestros estatutos sitúan al comercio y todos los cambios al servicio de un desarrollo sostenible. La dificultad sería de qué modo garantizar que las herramientas introducidas cumplan con las exigencias de las normas.

Hay cuatro herramientas principales: regulación, subsidios, impuestos y permisos. Cada uno de esos enfoques puede ser probado en lo referente a los acuerdos de la OMC (por ejemplo, el acuerdo sobre subsidios). Además, hay una cantidad precisa de jurisprudencia que permite el trabajo caso a caso. Algunos países escandinavos tienen un impuesto sobre carbono en vigor desde hace 30 años, sin que eso haya supuesto jamás un problema.

 

PTR/K@W: Entre los asuntos más delicados, está también la cuestión del régimen de la tasa de cambio.

 

Lamy: Es verdad. La cuestión de las tasas de cambio jamás ha sido tratada en el ámbito de la estructura de la OMC, pero la cuestión reapareció el año pasado, aunque no en relación al yuan, sino por iniciativa de los brasileños y en relación a cuestiones referentes a la tasa del real brasileño respecto al dólar.

Lo mínimo que podemos decir es que el asunto es muy complicado. El artículo 15 del GATT, que habría sido escrito por el propio Keynes, dice básicamente que no se puede manipular la tasa de cambio para esquivar las normas de la apertura de comercio que el país ha suscrito. Se trata de un principio fundamental; sin embargo, jamás ha sido invocado en ningún litigio, por lo tanto no hay ninguna doctrina jurídica real sobre tal asunto. La cuestión ha surgido evidentemente en 20 años de debate público. Pero, durante esos 20 años, todo el mundo, inclusive yo, sentimos que no se trataba de una cuestión propia de la OMC: Ginebra lidia con cuestiones de comercio y Washington, cuartel general del FMI, con tasas de cambio. Ahora hemos roto el silencio […] ¡pero a día de hoy no estamos más cerca  de lo que estábamos entonces!

El FMI [Fondo Monetario Internacional] es la institución más adecuada para lidiar con asuntos de ese tipo. De forma reciente, el Fondo revisó su diagnóstico: el yuan está sólo «moderadamente» devaluado, mientras que hace dos años estaba «sustancialmente» devaluado.

Hay diversos elementos que destacan en las actuales discusiones. Algunos son económicos; otros, jurídicos.

En primer lugar, no se puede negar que las fluctuaciones de la tasa de cambio tengan un impacto de corto plazo sobre los cambios. Pero esos efectos son menos perceptibles a largo plazo. Su impacto depende de un parámetro: el valor agregado de su participación en el comercio mundial. Es evidente que una moneda devaluada estimula las exportaciones, pero según dije anteriormente, hay un volumen cada vez mayor de importaciones dentro de las exportaciones. Además, es preciso tomar en cuenta la diversidad de monedas de las cestas de importación y exportación. Por último, si consideráramos el caso especial del yuan, el reequilibrio gradual del comercio de China tiende a solucionar el problema. Partiendo del principio de que, en algún momento, sería posible demostrar que China se benefició de una ventaja competitiva injusta por la devaluación de su moneda, esa ventaja habría sido sólo temporal.

Por lo tanto, nos faltan argumentos y herramientas jurídicas para tratar esas cuestiones. Aunque se constatara que la tasa de cambio china no es realmente libre, nada obliga a China a cambiar su procedimiento. La legislación americana intentó legitimar las compensaciones de antidumping con base al argumento de que tales compensaciones constituían una represalia contra subsidios disfrazados. Sin embargo, esa ley fue rechazada por una de las Cámaras del Congreso americano.

Es preciso entender que las redes de regulación internacionales son heterogéneas, haciendo más o menos fácil sortearlas. Algunas instituciones tienen redes muy fuertemente entrelazadas, como es el caso de la Organización Internacional de Salud Animal (OIE). Otras —aunque lidien con un tema importante relacionado con la marcha de los negocios, como la corrupción— tienen redes más holgadas. Los países no suscriben regulaciones internacionales, a menos que tengan algún interés en ellas. En 1947, cuando se suscribió el GATT, había una motivación muy fuerte, ya que estábamos sólo emergiendo de la crisis de los años 30 y haciendo lo mejor que podíamos para lidiar con las consecuencias de la Segunda Guerra mundial. En aquella época, probamos que éramos capaces de ir un poco más allá del juego westfaliano. La crisis de hoy suscita, una vez más, la misma dificultad. ¿Seremos capaces de reaccionar a tiempo? Esa es la gran cuestión de nuestra época.
Fuente: Wharton Universia, 03/10/12.

¿Qué significa para la zona euro la elección de Hollande?

mayo 17, 2012

¿Qué significa para la zona euro la elección de Hollande?

 

La utilización de políticas de austeridad (recortes de gastos por parte del Gobierno e impuestos más elevados) ha sido la principal herramienta para intentar revertir la carga de las deudas cada vez mayores en los numerosos países europeos llamados «periféricos». Esa estrategia fue una imposición de los miembros económicamente más fuertes de la zona euro del norte europeo, principalmente Alemania, y del Fondo Monetario Internacional. Pero cada vez es mayor el desgaste provocado por ese tipo de estrategia —a veces llamada «contracción fiscal expansionista»— y, para muchos, se trata de un intento fallido, porque ha hundido el crecimiento y alimentado aún más el desempleo.

Los grandes recortes del gasto público han tenido como resultado la caída del gasto privado, lo que se ha convertido en un importante freno para las economías de la zona euro, llevando a varios países —entre ellos, España, Italia, Reino Unido, Portugal y Grecia— a una nueva recesión. Además, la desaceleración económica como resultado de ese proceso redujo los ingresos de los gobiernos, lo que hizo más difícil alcanzar las metas de presupuesto y acabó empeorando la carga fiscal en algunos casos, exactamente el efecto opuesto de lo que se pretendía, observan los críticos.

Se ha estado forjando una campaña contra la austeridad desde hace algún tiempo. Sin embargo, su manifestación más evidente llegó con la victoria de Hollande en las elecciones del 6 de mayo, fecha en que Francia eligió su primer líder socialista en casi dos décadas. Sin embargo, esa fue sólo una señal del reciente rumbo que están tomando las cosas. Otros acontecimientos políticos han mostrado que la reacción contra la austeridad es muy fuerte: el Gobierno holandés, que apoyaba fuertemente este tipo de política, se hundió; los laborales que apoyaban al primer ministro británico David Cameron —partidarios de la austeridad más severa— sufrieron una importante derrota en las elecciones locales; el CDU, de Angela Merkel, sufrió una derrota histórica en las elecciones legislativas de Renania del Norte-Westfalia el pasado 13 de mayo, lo que provocó la dimisión del presidente de la formación en esa región, una de las más ricas del país; mientras los electores griegos eligieron candidatos de los partidos de extrema derecha y extrema izquierda que se oponen a las medidas de austeridad, rechazando la opción de centro favorable a la austeridad.

Mauro Guillen, profesor de Gestión de Wharton, dice que las elecciones en Francia, por la importancia que tiene y por las implicaciones que acarrea para la austeridad, «fue un golpe para el líder que ahora deja el poder, Nicolas Sarkozy, y para una parte de su partido. Promueve también el reequilibrio de la situación en Europa en lo que concierne a la severidad de las medidas adoptadas. Creo que el colapso de la coalición de Gobierno en Holanda fue más significativo aún».

John Kimberly, profesor de Gestión de Wharton, añade que «para Francia, la victoria de Hollande parece ser, en parte, una reacción contraria a los programas reformistas y moderadamente austeros de su predecesor. Pero todavía no está claro qué hará Hollande, o podrá inventar, para crear el tipo de crecimiento económico del que tanto habló durante la campaña. Para los franceses sería fabuloso saber que podrán matar dos pájaros de un tiro, pero tal situación no parece viable».

En la zona euro, en general, los datos económicos siguen siendo sombríos. A la reciente vuelta a la recesión de muchos países miembros hay que sumar los nuevos datos que muestran que el desempleo se sitúa, de media, en un 10,9%, el porcentaje más elevado desde la introducción de la moneda común hace 13 años. Además, el sector manufacturero acaba de acumular su noveno mes consecutivo de contracción. Y según el Centro de Investigación Económica y Empresarial (CEBR), el desempleo en Reino Unido continuará subiendo hasta 2016 como consecuencia de los mayores recortes hechos por el Gobierno desde la Segunda Guerra Mundial. El desempleo en la región actualmente está en un 10,3%. El informe de CEBR prevé que ese porcentaje llegue a un 10,7% y permanezca ahí durante varios años. «Buena parte de Reino Unido deberá sufrir cinco años más de dificultades y el desempleo continuará aumentando en casi todas las regiones», señaló en una nota de prensa Rob Harbron, economista de CEBR. «El presupuesto de las familias está siendo presionado por el desempleo creciente, bajo crecimiento de las remuneraciones e inflación obstinadamente alta».

El presidente Hollande hace ahora su aparición en escena replanteando el debate en torno a la austeridad en Europa. «Hollande puede hacer que la opinión de los lideres europeos se incline del otro lado presionando a Alemania para que se conciencie de lo que pasa», evalúa Guillén. «Merkel también está siendo presionada. La solución necesita venir del BCE (Banco Central Europeo) y por la posible emisión de eurobonos. Además, las economías con superávit (por ejemplo, Alemania) deben comenzar a moverse y gastar más, de manera que otros países puedan exportar a los alemanes.» La recomendación de Hollande es que el BCE preste directamente a los gobiernos, en vez de prestar a los numerosos bancos debilitados de Europa para que no quiebren.

Pero tal y como destaca Kimberley, «Merkel y Hollande no parecen estar bebiendo del mismo cáliz político económico, y con los graves problemas económicos de Grecia, España y Portugal, hay que plantearse si el sueño de una potencia europea unificada no está amenazado por serios riesgos».

Hay señales de que, por lo menos, algunos círculos oficiales de los gobiernos europeos están tomando nuevas direcciones. Algunos altos cargos —como Olli Rehn, principal autoridad económica de la Unión Europea— reivindicaban a principios de mayo un mayor volumen de gastos con grandes proyectos de infraestructura para equilibrar los tímidos gastos del sector privado y crear más empleos. Rehn quiere también más fondos para el Banco Europeo de Inversiones, inclusive títulos de la zona euro, para financiar esos proyectos. Otras autoridades, entre ellas Hollande, dicen que quieren atenuar las medidas de austeridad ampliando el plazo para que se alcancen metas presupuestarias más confortables. Ni incluso Alemania se libró de manifestaciones favorables a algunas medidas de estímulo, por lo menos en el país. Wolfgang Schauble, ministro alemán de Finanzas, acaba de anunciar que apoyará aumentos sustanciales de salarios para los trabajadores alemanes, en parte para aumentar el gasto del consumidor, lo que acabaría repercutiendo también en las economías europeas más afectadas gracias a las importaciones alemanas.

Como la economía de Alemania sigue estando relativamente fuerte, tal vez esa sea una de las pocas medidas de ámbito nacional capaz de impulsar a la economía. En el caso de las economías más debilitadas de la zona euro, no hay nada que se pueda hacer en el ámbito nacional en este momento. Guillén dice: «Como los capitales vienen y van libremente, éstos abandonarían la región si percibieran que ocurre alguna cosa fuera de lo normal. En casos así, no hay nada mejor que una acción coordinada».

Tormento español

Por último, la atención volverá de nuevo a centrarse en los gravísimos problemas de la deuda española, dada la importancia de su economía dentro de la zona euro. Una señal de que las cosas se siguen deteriorando en el país es la ayuda pública concedida a Bankia, el tercer mayor banco del país (en activos) poco después de las elecciones francesas. Esta decisión vino acompañada dos días después de la segunda reforma financiera en apenas tres meses que, básicamente, pondrá a disposición de la banca unos 15.000 millones de euros a un interés del 10%. Se trata de un giro radical de la posición del Gobierno que dijo que no utilizaría fondos públicos para ayudar a la banca.

¿Cual será el desenlace de la deuda española? Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton prevé que el país probablemente opte por el Recurso de Estabilidad Financiera Europea o por el Mecanismo de Estabilidad Europeo —dos fondos de auxilio de la zona euro—, ya que sería una medida más aceptable por razones políticas. Desde el punto de vista estrictamente económico, sería mejor para España librarse ahora de la deuda, dice Allen. Él destaca que si Grecia hubiera recurrido al impago en mayo de 2010, el país estaría «mucho mejor» ahora. Pero si España comienza a sustituir un volumen mayor de la deuda pública por la deuda de los bancos privados, como hizo en el caso de Bankia, será mucho más difícil para el país administrar un impago que podría ser necesario para salvar la economía.

Allen además cree que España también debería evaluar la posibilidad de abandonar la zona euro —por lo menos de forma temporal—, si quiere tener alguna oportunidad de crecimiento sólido.

Ha habido también mucha especulación sobre la posibilidad de que Grecia deje la zona euro, de forma temporal, o permanente. «Pero si Grecia saliera, es posible que medite no volver», observa Witold Henisz, profesor de Gestión de Wharton. Pero la salida de Grecia afectaría profundamente la dinámica de la zona euro al conceder a Hollande más espacio para maniobrar con Alemania, añade Henisz. Tal y como están las cosas hoy en día, dicen los analistas, Hollande está demasiado limitado por la deuda de la zona euro y por las relaciones políticas excesivamente delicadas con Alemania para cumplir los numerosos e importantes cambios que defendió durante la campaña electoral. Si un país sale de la zona euro, la probabilidad de que otros lo hagan aumenta. En ese momento, Alemania tendría que decidir si está dispuesta a administrar una ruptura mayor en el ámbito de la moneda común, o si está más interesada en una solución de compromiso aceptando entonces políticas económicas para la zona euro más próximas a lo que Hollande defiende para que ésta no se fragmente, resalta Henisz.

Tales políticas implicarían la financiación de medidas de estímulo económico por medio de eurobonos o directamente a través del BCE, convirtiéndolo en acreedor de última instancia, algo que, para muchos observadores, sería un elemento clave en cualquier resolución definitiva de los problemas de la zona euro. Alemania está contra ambas medidas hasta el momento, porque eso significaría permitir que otros países de la zona, con deudas enormes e índices de crédito bajos, sacaran partido de la sólida clasificación de crédito de Alemania. Eso podría empujar hacia abajo la clasificación de Alemania y aumentar los costes del país a la hora de financiar su deuda en los mercados. Para Alemania, esa «mutualización» acabaría con los incentivos dados a los países con deuda elevada para que pongan en orden su presupuesto a corto plazo.

Pero aunque Hollande obtuviera tal ventaja en las negociaciones de la zona euro, cualquier cambio en lo que se refiere a la financiación tendría que venir acompañado por reformas reales en las leyes laborales, en países como España e Italia, de manera que se redujeran las barreras que hoy desestimulan a las empresas a contratar trabajadores con la misma agilidad con que lo hacen en otros países industrializados, dice Henisz. Esas reformas también incluirían la reducción de la jubilación y otros beneficios sociales.
Fuente: Wharton Universia, 16/05/12.