Hay que actualizar lo que se enseña

enero 18, 2014

Hay que actualizar lo que se enseña

Por Héctor Masoer-

¿Cuánta información y conocimiento se genera diariamente? Dos décadas atrás, en California State University, James Appleberry señalaba que el conocimiento disciplinario tardó 1750 años en duplicarse por primera vez desde el inicio de la era cristiana. Sin embargo, luego duplicó su volumen cada 150 años, y más adelante, cada 50 años. Actualmente, se duplicaría cada 5 años y para 2020 cada apenas 73 días. Seguramente sea muy complejo definir con exactitud cada cuánto tiempo se multiplica el conocimiento generado por la humanidad. Lo que es indudablemente cierto es que la información que se produce actualmente en cada campo disciplinar es tan amplia que ningún individuo puede absorberla en su totalidad.

Esta «sobrecarga de información«, concepto popularizado por Alvin Toffler ya en los años 70, exige cada vez con mayor premura que los sistemas educativos revisen sus métodos de diseño curricular. Esta necesidad es especialmente apremiante y, sin embargo, poco atendida en la educación superior de grado.

Evidentemente, la formación de grado (de la misma manera que el resto de los niveles educativos) tiene una limitación en términos de cantidad de horas de clase y horas de estudio. Pero al mismo tiempo, las diferentes disciplinas generan, en forma permanente, nuevos y mayores conocimientos en cada campo de estudio. La actualización de los planes y programas de las diferentes carreras se vuelve, por lo tanto, imprescindible.

Los programas analíticos de las diferentes materias que componen una carrera deberían ser revisados y actualizados todos los años. Los planes de estudio, es decir la estructura de materias que componen una carrera, también deberían actualizarse periódicamente, aunque en plazos más extensos: un buen diseño curricular debería brindar la flexibilidad necesaria para que los nuevos contenidos pudieran ser incorporados sin necesidad de modificar el plan hasta tanto transcurran tiempos razonables. Sólo de esta manera las distintas carreras universitarias podrán mantenerse acordes con el estado del arte de sus respectivas disciplinas. Por supuesto, este objetivo exige también la actualización y formación continua de los docentes.

Sin embargo, el concepto clave aquí no es meramente actualizar contenidos, sino fundamentalmente jerarquizarlos. En efecto, si actualizar es simplemente agregar nuevos contenidos, las limitaciones de tiempo harán imposible que todos los nuevos temas sean enseñados y aprendidos. En tal sentido, cada actualización debe suponer siempre una jerarquización de contenidos, que determine cuáles son realmente importantes e imprescindibles en la formación profesional. Así como el ropero tiene un límite y cada cierto tiempo es necesario despojarse de las cosas que uno ya no usa, en forma periódica los programas académicos también deben actualizarse y priorizar los contenidos más útiles y necesarios para la formación profesional y el desempeño en la vida. Pero ¿estamos realmente «sacando lo que ya no es necesario del ropero»? ¿O nadie «tira» nada? ¿Es posible seguir incorporando contenidos?

Sin dudas, esta situación lleva a poner el foco en la jerarquización y priorización de contenidos específicos de cada disciplina: es necesario definir periódicamente qué contenidos deben seleccionarse y cuáles deben suprimirse. Resulta necesario priorizar los contenidos con mayor fuerza generativa, es decir aquellos conceptos estructurales de cada campo disciplinar que permiten luego seguir profundizando en la disciplina y brindan un marco para que el graduado pueda seguir formándose a lo largo de toda su carrera profesional. En la selección de contenidos también deberían primar aquellos con mayor capacidad de transferencia, es decir, aplicables a diversas áreas y problemas.

Asimismo, teniendo en cuenta que aquello que hoy es importante puede no serlo mañana, más que en contenidos específicos quizás haya que focalizarse en competencias genéricas: las capacidades de aprender a aprender, de colaborar con otros, de encontrar, evaluar, analizar, organizar e internalizar nueva información útil para la resolución de problemas. Por supuesto, no debe perderse de vista que estas competencias genéricas siempre se desarrollan en el marco de conocimientos específicos y no necesariamente son transferibles a cualquier campo.

Probablemente, la clave esté en enfocar los esfuerzos en el desarrollo de competencias, el dominio de estructuras conceptuales básicas y una aproximación a las discusiones de frontera del conocimiento disciplinar específico, antes que en la multiplicación de contenidos que por definición ya son o serán perecederos. Si se incluyen nuevos contenidos, alguno previo debe ser suprimido. Avanzar en este sentido implicaría asegurar una actualización inteligente de los contenidos educativos y, por lo tanto, encaminarse a una formación más acorde con las demandas del mundo productivo y el desarrollo personal.

– El autor es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa –

Fuente: La Nación, 18/01/14.

Cayó la inversión inmobiliaria de argentinos en Uruguay

enero 18, 2014

Fuerte baja de la inversión inmobiliaria de argentinos en Punta del Este
Por Nelson Fernández

PUNTA DEL ESTE – A un año de la entrada en vigencia del Acuerdo de intercambio de información tributario y método para evitar la doble imposición, entre Uruguay y Argentina, las inversiones inmobiliarias de argentinos en este balneario cayeron drásticamente, según consignan los operadores privados, y el caso ya se introdujo en la campaña electoral: un candidato presidencial de la oposición propone dejarlo sin efecto.

Dice el inciso tercero del artículo 13º del tratado: «Cualquiera de las partes podrá terminar el presente acuerdo mediante notificación escrita a la otra parte, a través de los correspondientes canales diplomáticos» y establece que, en ese caso, «el acuerdo cesará de tener efecto» en los 180 días posteriores a la notificación.

El senador Pedro Bordaberry, precandidato presidencial del Partido Colorado, sostiene que Uruguay se ha perjudicado, por la fuga de inversiones argentinas a otros destinos, mientras que el gobierno de Cristina Kirchner no cumple con tratados como el de Mercosur en cuanto al libre tránsito de mercaderías. «Este tema se debería llevar a la OMC y explicarlo de una forma más activa y agresiva», dijo Bordaberry a LA NACION.

El presidente de la Cámara Inmobiliaria Uruguaya, Gabriel Conde, dijo que el impacto del tratado produjo una «caída de 70%», según los registros de los operadores. «El acuerdo tributario con la Argentina frenó la inversión más que lo que pudo significar el cepo cambiario; hay un antes y un después del acuerdo», aseguró Conde.

Bordaberry, que fue ministro de Turismo y también de Industria y Energía entre 2000 y 2005, se ha reunido con operadores inmobiliarios y se comprometió a dejar sin efecto el tratado en caso de que gane las elecciones de este año.

«Nuestro mayor esfuerzo debe darse a nivel del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), donde Uruguay es el país de la región mejor posicionado en cuanto a normas para evitar el lavado de dinero; con una legislación de avanzada para evitar» esa operativa, declaró Bordaberry.

La aplicación del tratado ha generado controversia entre los dos países, porque Uruguay ha rechazado pedidos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) porque se solicita información histórica y se entiende que no se puede aplicar retroactividad a fechas previas al tratado.

«Si Argentina lleva el tema a tribunales tiene serias posibilidades de obtener un fallo favorable, por los errores en la redacción del acuerdo, lo que se suma a los motivos de dejar sin efecto el tratado», agrega el candidato batllista.

El gobierno de Tabaré Vázquez se había resistido a firmar un tratado de esta naturaleza con la Argentina, pero las presiones del gobierno de Cristina Kirchner en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y la estrategia del gobierno de José Mujica de buscar entendimiento con la Argentina derivaron en la firma del acuerdo. Uruguay trató de poner garantías para su aplicación, pero las solicitudes de la AFIP demostraron que se buscaba una utilización política para dar mensajes a los argentinos que sacan dinero de su país, reconocieron a LA NACION fuentes oficiales.

En el gobierno uruguayo hay malestar con la Argentina por estas actitudes y otros obstáculos en asuntos bilaterales, pero no se ha hablado sobre dejar sin efecto el acuerdo. Bordaberry dijo que inversores con los que se ha reunido se sorprendieron con la explicación que les dio sobre lo sencillo que es dejarlo sin efecto.

«No brindar información a Argentina no es otra cosa que defender la soberanía tributaria en el Uruguay, puesto que los bienes que están en el país deben pagar impuestos en el Uruguay y no en otro país», dijo Bordaberry. Y agregó: «Como país importador de inversión y capital desde siempre hemos defendido el principio tributario de gravar la fuente y no a la persona, el principio de territorialidad, y seguiremos haciendolo».

Bordaberry dijo que cuando se suscribió «no era momento oportuno para aprobar el tratado con Argentina» y que ahora hay que suspenderlo: «En caso de acceder al gobierno, cosa que haremos el 1º de marzo de 2015, haremos uso de la opción prevista en la última cláusula del tratado firmado, que permite a cualquiera de los dos países, sin expresión de causa, dejar sin efecto el mismo con un preaviso de seis meses».

Fuente: La Nación, 18/01/14.

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Precios de inmuebles premium “muy sobrevaluados” en Uruguay

Los precios de los inmuebles premium uruguayos orientados a los inversores extranjeros están “muy sobrevaluados” y deberían bajar “por lo menos” un 40% para que la rentabilidad anual sea competitiva con otros mercados, según estimaciones de la gerenciadora de patrimonios de origen argentino FDI.

El informe “Situación de mercado Inmobiliario del Uruguay”, dice que esa “es la única forma para competir” con los retornos promedio que generan los inmuebles en EE.UU., donde “argentinos, brasileros y hasta uruguayos están invirtiendo o analizando hacerlo en el corto plazo”.

El documento, al que accedió El País, añade que hay un “importante sobrestock de unidades premium”, en especial en Maldonado, pero también en Montevideo. “Fueron compradas o construidas por inversores que esperaban una apreciación de precios que difícilmente logren algún día o una renta que tampoco percibirán, ya que no hay usuarios finales que estén en condiciones de pagarla”, sostiene.

Se agrega que “el 70% de los inversores son argentinos”, “de los cuales el 83%” son pequeños y medianos empresarios que viven “una grave situación económica y financiera en sus empresas”.

Para asumir la pérdida, “su única salida” es “vender a precio de liquidación”. Ese precio será el que, “considerando la renta que un usuario final puede pagar en Uruguay, genere una rentabilidad anual por lo menos igual a la que se genera en los EE.UU. (y acá la caída, según nuestros cálculo, debe ser de por lo menos el 40%)”, dice FDI.

Asimismo, se señala que incluso sin intercambio de información fiscal entre Argentina y Uruguay y sin cepo cambiario “los inversores tampoco vendrían” porque en otros países logran mayores rentas y consiguen costos de construcción a la mitad”.

Fuente: El País, 26/01/14.

La Administración Pasiva

enero 18, 2014

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No queme sus libros impresos, les queda una larga vida

enero 12, 2014

No queme sus libros impresos, les queda una larga vida
Por Nicholas Carr

Amantes de la tinta y el papel, recuperen el aliento. Los informes sobre la muerte del libro impreso podrían ser exagerados.

Desde que Amazon presentó su popular lector electrónico Kindle hace cinco años, los expertos han asumido que el futuro de la edición de libros es digital. Las opiniones sobre la velocidad del cambio desde la página a la pantalla han cambiado. Pero el consenso ha sido que la digitalización, luego de dominar la música, la fotografía y los mapas, se impondría con el tiempo también sobre los libros. Para 2015, un experto en medios predijo hace unos años, los libros tradicionales habrían desaparecido.

Media década después de la revolución del libro electrónico, sin embargo, el diagnóstico de los libros tradicionales de repente parece más alentador. Los libros de tapa dura están mostrando una resistencia sorprendente. El crecimiento de las ventas de libros electrónicos se está volviendo marcadamente más lento. Y las compras de libros electrónicos de hecho se están reduciendo, en momentos en que los consumidores eligen en cambio tabletas multipropósito. Quizás los libros electrónicos, en lugar de reemplazar los libros impresos, terminarán cumpliendo un rol más parecido al de los libros de audio: un complemento a la lectura tradicional, no un sustituto.

¿Cuán atraídos se sienten los estadounidenses a los libros anticuados? Basta con observar los resultados de una encuesta del Centro de Investigación Pew divulgada el mes pasado. El informe mostró que el porcentaje de adultos que han leído un lector electrónico aumentó moderadamente durante el último año, de 16% a 23%. Pero también reveló que 89% de los lectores habituales de libros indicaron que habían leído al menos uno impreso durante los 12 meses anteriores. Sólo 30% reportó haber leído al menos un libro electrónico durante el último año.

Es más, la Asociación de Editores Estadounidenses informó que la tasa de crecimiento anual de ventas de libros electrónicos cayó de forma abrupta durante 2012, a alrededor de 34%. Eso sigue siendo una cifra saludable, pero es una marcada caída frente a las tasas de crecimiento de tres dígitos registradas en los cuatro años previos.

La explosión inicial de los libros electrónicos está comenzando a parecer una aberración. Los primeros en adoptar la tecnología, un grupo pequeño pero entusiasta, se pasó al libro electrónico enseguida y durante un período concentrado. Será difícil encontrar más conversos. Una encuesta de 2012 realizada por Bowker Market Research reveló que sólo 16% de los estadounidenses de hecho compraron un libro electrónico y que un abultado 59% afirma que no tiene «ningún interés» en comprar uno.

En tanto, el cambio desde los lectores electrónicos a las tabletas también podría estar afectando las compras de libros electrónicos. Las ventas de lectores electrónicos se derrumbaron 36% en 2012, según estimaciones de IHS iSuppli, mientras que las ventas de tabletas explotaron. Cuando se ven forzados a competir con los placeres fáciles de los juegos, videos y Facebook en aparatos como el iPad y el Kindle Fire, los libros electrónicos pierden gran parte de su atractivo. El hecho de que un libro electrónico no pueda venderse ni regalarse luego de haberlo leído también reduce el valor percibido del producto.

Más allá de las razones prácticas de la caída del crecimiento del libro electrónico, algo más profundo podría estar sucediendo. Quizás hayamos evaluado mal la naturaleza del libro electrónico.

Desde el comienzo, las compras de libros electrónicos se inclinaron de forma desproporcionada hacia la ficción, y las novelas representan cerca de dos tercios de las ventas. Las listas de libros digitales más vendidos son dominadas por novelas de género, como de suspenso o románticas. La lectura en pantalla parece ser particularmente adecuada para la clase de entretenimiento liviano que se ha vendido tradicionalmente en supermercados y aeropuertos como libros de bolsillo masivos.

Estos son, por diseño, los libros más fáciles de desechar. Los leemos con rapidez y no nos interesa conservarlos luego de terminarlos. Incluso nos podría dar un poco de vergüenza que nos vean leyéndolos, lo que hace que las versiones digitales anónimas sean más atractivas. El fenómeno «Cincuenta sombras de Grey» probablemente no se hubiera producido si los libros electrónicos no existieran.

Los lectores de textos de más sustancia, incluida la ficción literaria y la no ficción narrativa, se han inclinado menos hacia lo digital. Parecen preferir el peso y la durabilidad, los placeres táctiles, de lo que aún llamamos «libros reales», del tipo que se puede colocar en un estante.

Los libros electrónicos, en otras palabras, podrían resultar ser simplemente otro formato, un libro de bolsillo aún más liviano y desechable. Eso encajaría con el descubrimiento de que una vez que las personas comienzan a comprar libros digitales, no necesariamente dejan de comprar los impresos. De hecho, según Pew, casi 90% de los lectores de libros electrónicos siguen leyendo volúmenes físicos. Los dos formatos parecen tener propósitos distintos.

Tras haber sobrevivido 500 años de revolución tecnológica, el invento de Gutenberg también podría salir airoso de la ofensiva digital. Hay algo especial en un libro recién impreso y bien encuadernado que no parecemos ansiosos por dejar ir.

—Carr es autor del libro «The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains».

Fuente: The Wall Street Journal, 10/01/13.

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