La carrera de los dólares K
agosto 28, 2014 · Imprimir este artículo
Los 4 tipos de dólar corren a distinta velocidad
Por Daniel Fernández Canedo.
George Washington, visto por Sábat
«Quédense todos tranquilos, esto está estudiado en profundidad”
La mayor estupidez dicha el 17 de junio de 2014 por el ministro de Economía, Axel Kicillof.
«Quédense todos tranquilos, esto está estudiado en profundidad”, decía el 17 de junio el ministro Axel Kicillof como respuesta a la decisión de la Corte Suprema de los EE.UU. de rechazar su intervención en el diferendo entre el gobierno argentino y los fondos buitre.
Desde aquel día, entre otras muchas cosas, el Gobierno no pudo pagarles a los bonistas que entraron en los canjes de 2005 y 2010, le declararon el default, el dólar paralelo subió 18,5% (costaba $12,15), la Presidenta rechazó una propuesta de bancos nacionales para comprarles el juicio a los buitres y así intentar superar el default, y les propuso a los bonistas cobrar en Buenos Aires en vez de en Nueva York.
Con esa última propuesta oficial, rechazada por la oposición, en los últimos días se fue desvaneciendo la expectativa de “default corto”, fundada en la idea de que en enero, una vez superados los riesgos de la cláusula RUFO, que en la óptica oficial podría desatar una ola de juicios millonarios, el Gobierno cumpliría con el pago y, finalmente, podría seguir el camino de conseguir dólares, que es lo que realmente le falta, en el mercado internacional.
Sin expectativa de “default corto”, ganó espacio la idea de “default largo”, o sea que el problema del litigio con los fondos buitre lo deberá resolver el próximo gobierno y, por lo tanto, el escenario de incertidumbre se amplió en forma considerable.
En el nuevo escenario incierto, hay algunas evidencias de certidumbre respecto de la toma de decisiones del Gobierno, las empresas y particulares respecto de los dólares oficial y paralelo.
Si bien nunca se hablará públicamente del tema, el presidente del Banco Central siente que la turbulencia financiera le permite recuperar terreno frente al vendaval Kicillof que, a comienzos de agosto, le hizo bajar la tasa de interés, lo que habría constituido un motivo adicional para entonar al dólar blue.
Así, esta semana, Juan Carlos Fábrega dispuso subir la tasa de interés de las letras del Banco Central en el punto perdido a comienzos de mes y absorber el martes $ 2.800 millones, restándole pesos al mercado.
Respecto del dólar oficial, que va perdiendo claramente la carrera frente a las distintas versiones de dólar, insisten en los pasillos del Central en que no hay que esperar ninguna devaluación brusca del peso pero, tampoco que Fábrega vaya a anclar el dólar, a pesar de que la carrera inflacionaria así lo demandaría.
El motivo obvio por el cual el Central no podría clavar la cotización es porque no le alcanzan los dólares para mantenerlo quieto a $ 8,42, cuando la inflación anual galopa por encima del 35%.
En materia cambiaria, el Central concentra su esfuerzo en tratar de activar el “swap” de reservas del Banco de China. Lo óptimo, dicen en el Central, sería que China habilite la posibilidad de acceder al respaldo de unos US$ 5.000 millones de disponibilidad en yuanes (después habrá que cambiarlos por dólares) para demostrar que las reservas no caen.
Pero además, la apuesta del “swap” chino resulta esencial en el intento de atenuar las demoras en el pago de importaciones que se hacen sentir cada vez con mayor intensidad.
En lo que hace a la evolución del resto de los dólares, el resultado de los últimos 30 días demuestra claramente un cambio de comportamiento por parte de un sector de los compradores.
En el último mes, el dólar oficial subió 2,7%, el paralelo anotó un 10% y el conocido como dólar-bolsa trepó 15%, mientras que el denominado contado con liquidación escala un 30%.
La diferencia entre la evolución de los distintos dólares estaría demostrando que mientras los minoristas (que van más claramente al mercado paralelo) siguen demandando divisas, las empresas que recurren a un circuito más formal (la operación se hace por medio de la compra-venta de títulos y acciones, y con liquidación tanto acá como en el exterior), habrían incrementado su interés para cubrirse en divisas.
Las empresas responderían así frente a la demora de la Secretaría de Comercio y el Central en la venta de dólares para pagar importaciones.
Pero también, la trepada del contado con liqui (ayer en $ 13) estaría demostrando que la salida de divisas habría cobrado cierta intensidad en los últimos tiempos de “default largo”, en los que las autoridades desandaron la baja de tasas en el intento de frenar el dólar pero en un contexto de incertidumbre que rompió la ilusión de que en enero el default podría volver a ser sólo otro triste recuerdo de la tumultuosa historia financiera reciente.
Por último, hay otros dos datos relacionados con el “default largo” y el dólar.
Uno es este cálculo hecho por un economista: “Si como consecuencia de esta situación la economía crece dos puntos menos o decrece dos puntos más, eso es equivalente, en un año, a US$ 12.000 millones. Se puede decir, entonces, que la Argentina está dispuesta a pagar alrededor de US$ 5.000 millones de los US$ 15.000 millones que sería la deuda total con los buitres. O sea que para ahorrarnos US$ 10.000 millones estamos dispuestos a pagar US$ 12.000 millones de caída del PBI que se traducen en menos empleo, más pobreza, etc ”.
Evidentemente el costo sería altísimo si no surge alguna propuesta para superar el litigio con los buitres.
El segundo dato está relacionado con el elevadísimo costo de tener una brecha cambiaria (diferencia entre dólar oficial y paralelo) del orden del 65% que favorece un retraso en las liquidaciones de divisas.
Según cálculos privados, productores y exportadores podrían llegar a retener la liquidación de un 35% de la cosecha agrícola a la espera de definiciones cambiarias. Un dato curioso es que los vendedores de “silo-bolsa”, el vehículo para almacenar los granos, dicen que no están vendiendo más.
¿Tendrá algo que ver la situación argentina con el boom de exportación de soja de Paraguay?
Fuente: Clarín, 28/08/14.
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