Argentina y la Deuda Externa

agosto 6, 2012 · Imprimir este artículo

Deudas

Por Enrique Szewach

 

Mucho han dicho la Presidenta y el resto de su gobierno en torno al pago final del BODEN 2012. Mucho han omitido. Mucho también se ha dicho desde la oposición y desde los medios. También mucho se ha omitido.

No es mi intención aquí, resaltar mucho de lo omitido, u omitir mucho de lo dicho.

De lo omitido, sólo recordar que el 30% de la emisión del BODEN 2012, tiene poco que ver con los ahorristas y la pesificación asimétrica de principios del 2002, y se vincula, en cambio,  con una colocación de deuda del gobierno de Néstor Kirchner, que compró su entonces amigo Chávez, para «reventar» en el mercado, tiempo después, explicitando el verdadero riesgo argentino, e impidiendo nuevas colocaciones de deuda externa desde entonces.

Si algunos «hicieron negocio con la gilada», fueron, precisamente, los que compraron parte de esa colocación del  Presidente venezolano, en otro oscuro episodio de nuestra particular asociación con el populismo caribeño.

Pero aquélla colocación me da pie para plantear lo que creo que, humildemente, es el verdadero  «bosque» que el  «árbol» del BODEN 2012 no nos deja ver. ¿Por qué fue «bueno» ese endeudamiento de Néstor?. ¿Por qué es bueno este desendeudamiento de Cristina?. 

¿Cuándo conviene tomar crédito público, y cuándo no?. ¿Con quién endeudarse y con quién no?, ¿Qué implicancias de política económica tiene la decisión de desendeudarse? ¿Qué requisitos?, etc.

Quizás, algunos piensen que, en este momento, ese debate resulta inconducente, simplemente porque la Argentina, a partir del «default implícito» de los bonos ajustables por CER, y con los temas pendientes con el CIADI, Club de París, Bonistas, etc. tiene cerrado el acceso al mercado de capitales internacional a tasas razonables.

Por el contrario, este es justo el momento.

Porque de la respuesta a esas preguntas surgen caminos de política macro de corto y de largo plazo.

En otras palabras, si existe la decisión que, dada la historia de la Argentina, es mejor seguir aislado del sistema financiero internacional y no aprovechar esta coyuntura de tasas bajísimas de largo plazo para financiar inversión, tanto pública como privada, entonces, tendremos que seguir como hasta ahora, cancelando no sólo intereses sino amortizando capital.

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Pero esto implica, por un lado, un esfuerzo fiscal adicional, que no puede seguir haciéndose con el actual abuso del impuesto inflacionario, y las reservas del Banco Central, ni incrementando el presente récord de presión fiscal, lo que obliga a mirar por el lado del gasto.

Y, por el otro, en este contexto, significa que la inversión en infraestructura también estará limitada, o se financia con «adelantos del sector privado» (como el «nuevo» ensanche de la Gral. Paz); o con lo que «sobre» de las buenas cosechas.

Pero este aislamiento, también influye sobre las decisiones de inversión privada.

Sin crédito externo y con las actuales restricciones al movimiento de capitales, la inversión privada sólo puede financiarse con ahorro interno. Pero a tasas de interés negativas, el ahorro interno privado a largo plazo no existe y el sector público está en déficit, de manera que sólo quedan, la reinversión de utilidades y el limitado crédito subsidiado para los amigos, con stocks acumulados en el ANSES.

Por lo tanto,  la decisión de permanecer aislados de la comunidad financiera internacional obliga a replantear toda la política económica actual.

Si el gobierno privilegia el desendeudamiento, para mantener la «soberanía» (es decir para hacer «lo que se le cante»), entonces, o bien se resigna a una baja tasa de crecimiento por límites a la inversión privada y por  deterioro creciente de la infraestructura pública, o bien reformula la política de movimiento de capitales, para permitir que el ahorro externo local, financie el crecimiento.

Pero, para permitir nuevamente el libre movimiento de capitales, hace falta otra política fiscal, que permita ir reduciendo paulatinamente el financiamiento desde el Banco Central y se pueda, entonces, encarar una política monetaria antiinflacionaria, para recuperar competitividad cambiaria y sistémica.

En síntesis, si se quiere seguir por el camino del aislamiento internacional, o nos resignamos a bajo crecimiento y deterioro creciente de la infraestructura pública, o modificamos toda la política macro, lo que, de paso, permitiría pasar de tener deudas a tener crédito.
Fuente: Perfil, 05/08/12.
Más información: www.szewachnomics.com.ar

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