Argentina: Elecciones

julio 1, 2013 · Imprimir este artículo

Elecciones
Por Enrique Szewach

La economía argentina ha entrado, definitivamente, en «modo electoral».

Ello implica «en el flujo diario» un gobierno tratando de tener a la mayor cantidad de votantes contentos. Y «en el stock» un conjunto de votantes tratando de anticiparse al posible resultado electoral, tomando decisiones de ahorro, consumo, e inversión.

Obviamente, ambas acciones interactúan y se retroalimentan. Un mayor número de votantes contentos ayuda al oficialismo. Un oficialismo con más chances de ganar las elecciones, implica un posicionamiento determinado de los ciudadanos para el «después». Ese posicionamiento, a su vez, influye en la actividad económica diaria, afectando el bienestar de corto plazo de los votantes y alterando, eventualmente, el resultado electoral.

Veamos la práctica de este intríngulis.

El gobierno quiere tener un muy buen cuatrimestre en términos de nivel de actividad. Para ello, aspira a que el cierre de las paritarias, el aumento de los subsidios, la eventual reducción del impuesto a las ganancias y el efecto, en algunos municipios/provincias, de la combinación nuevos anuncios, y algo de obra pública concreta, acelere nivel de actividad y se desvíe lo menos posible a precios y ahorro en dólares.

Para esto último, se decidió, por un lado, «intervenir» el único mercado de cambios libre que quedaba y, por el otro, introducir, en esta economía bimonetaria, una tercera moneda, el CEDIN.

Extraño experimento. En un escenario, de por sí volátil, como es el que normalmente corresponde a un período pre electoral, el gobierno no ha tenido mejor idea que sumarle a una moneda de baja calidad como el peso, otra moneda, emitida por el mismo Banco Central, que implica alguna mejor calidad, sólo para el tenedor final, que pueda rápidamente convertirlo en dólares, aunque a un tipo de cambio diferente al oficial.

Puesto de otra manera, en medio del ruido preelectoral, van a convivir en la Argentina, una moneda inflacionaria llamada «peso», con un tipo de cambio «previsible» respecto del dólar. Una moneda, pseudo convertible a dólares, sólo para su tenedor final, si realiza una operación vinculada con el mercado inmobiliario, a un tipo de cambio «flotante» en el mercado y cuyo monto a emitir dependerá del éxito del blanqueo, es decir de una decisión privada. Y el dólar «verdadero», en sus distintas variantes: «blue», o «libre  y blanco» vía operatoria con títulos públicos, puestos en la Argentina, o en el exterior.

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Del otro lado, los ciudadanos/empresas, tomarán sus decisiones en función del resultado esperado de las elecciones.

En sentido estrictamente económico, lo único que importa es si, después de octubre, el oficialismo estará en condiciones de «ir por todo»,  de «pelearla» o si entrará en una etapa irreversible de debilitamiento.

Si la gente espera el primer o tercer escenario, las decisiones de consumo no imprescindibles se postergarán, y el ahorro se hará en una moneda no emitida, ni respaldada por un gobierno en condiciones de «expropiar» o «en retirada».

Si, en cambio, el resultado esperado es más incierto, más «mixtas» serán las respuestas de los ciudadanos.

Pero, como se mencionara, cada acción tendrá una reacción.

Si la demanda de dólares aumenta y el Cedin no logra disuadirla, el gobierno se verá obligado a sacar algún otro conejo de la galera.

Si, sorpresivamente, la nueva moneda funcionara en el corto plazo, se afectará la demanda de pesos, y la evolución de la tasa de inflación, obligando también al gobierno, a ensayar nuevas alquimias.

A su vez, dichas propuestas mágicas generarán una respuesta de las empresas y consumidores.

Nos adentramos, por lo tanto, en un período muy «interesante» de la economía argentina.

Vamos rumbo a las elecciones de medio término, en un contexto en el cual la economía  ya no crece a tasas chinas, ni genera empleo privado, ni ganancias extraordinarias, ni salarios reales «volando», en medio de un experimento de «tres monedas».

El gobierno apuesta a que su alquimia pre electoral (dado que hace rato abandonó el intento de hacer política económica), funcione. Y los ciudadanos apuestan a elegir la mejor protección para sus patrimonios, de acuerdo a sus expectativas pos electorales.

Sin dramatismos, es esa dinámica, la que caracterizará los próximos meses.

Fuente: Perfil, 30/06/13.

Enrique Szewach

Enrique Szewach

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