Cómo se mide el tamaño de un mercado
septiembre 28, 2014 · Imprimir este artículo
Cómo se debe medir el tamaño de un mercado
Por Juan Carlos de Pablo.
La nueva escalada del precio del dólar, en el segmento «azul» del mercado de cambios, replanteó la cuestión de la importancia que el evento tiene sobre el funcionamiento de la economía. Al respecto se escucha que «el mercado es muy chico, se realizaron muy pocas operaciones», lo que plantea el interrogante: ¿cómo se mide el tamaño del mercado de los stocks, como los pesos, los dólares, los títulos, etc.?
Al respecto conversé con el italiano Bernardo Davanzati (1529-1606), comerciante y traductor, además de interesado en las cuestiones económicas. Lo entrevisté porque en 1582 publicó Lecciones sobre la moneda, pionera explicación del funcionamiento del mercado cambiario, cuando -al decir de Peter Diderik Groenewegen- las transacciones habían superado no solamente la etapa del trueque, sino también que sólo se usara moneda local. Planteó la existencia de los «puntos del oro», banda dentro de la cual fluctúan las cotizaciones, sobre la base de la oferta y demanda de billetes y oro, los costos de transportar metálico y los intereses perdidos mientras la moneda está en tránsito.
-¿Por qué sube el precio en el segmento informal del mercado de cambios?
-George Bernard Shaw afirmó que si a un loro le enseñamos a decir oferta y demanda, lo que tenemos es un economista. Exageró, pero no demasiado. Porque, puestos a explicar la modificación del precio de cualquier producto, los economistas les prestamos atención a los cambios en la correspondiente oferta y demanda. La cuestión es qué hay «detrás» de esos cambios.
-Cuando el precio del dólar aumenta de manera significativa, se realizan muy pocas operaciones.
-Volvamos al planteo de oferta y demanda. Cuando el dólar está aumentando fuertemente, y nada hace pensar que cambie la tendencia, entonces sólo vende dólares quien tiene que afrontar algún compromiso ineludible. Porque no tiene sentido morirse de hambre con los bolsillos llenos de dólares. Ahora bien, los compromisos ineludibles son escasos, por eso hay poca oferta. Júntele una demanda exacerbada por las expectativas y tiene la explicación.
-¿Quiere decir que todos los dólares que los argentinos tenemos en nuestro poder, están «en el mercado», aunque no se transen?
-Efectivamente, como ocurre con todos los stocks. Todas las acciones y los títulos públicos están en el mercado, aunque pocos cambien de mano de una día para el otro. Le digo más: los anillos matrimoniales, como el resto de las alhajas, están «en el mercado del oro». Deje usted que el precio se multiplique por 10, y verá cómo muchos matrimonios renovarán su juramento de amor eterno, pero del dedo anular de sus integrantes desaparecerán los anillos.
-Frente a la escalada del dólar, el Poder Ejecutivo ensayó todo tipo de explicaciones conspirativas.
-La esencia de la explicación conspirativa es que, al agregarles una intencionalidad perversa a las decisiones, transforma en éxito lo que superficialmente parecía un fracaso. A mediados de 1975, Celestino Rodrigo no fracasó porque en realidad nos quería reventar. A los argentinos nos encantan las explicaciones conspirativas de la realidad, nos fascina pensar que nada es lo que parece. Quien no las acepta pasa por ingenuo, algo inaceptable entre nosotros. El problema es que explicar la realidad de manera conspirativa induce la holgazanería intelectual, logrando distraer o entretener, pero no ayuda a entender.
-Pero la historia muestra que las conspiraciones existen.
-Las conspiraciones pertenecen al plano de los hechos, estoy hablando de las explicaciones conspirativas. El 11 de septiembre de 2001 terroristas derrumbaron las Torres Gemelas. ¿Quién puede negarlo? Pero, ¿fue Al-Qaeda?, ¿fue la CIA para hacernos creer que fue Al-Qaeda? ¿O fue Al-Qaeda para hacernos creer que fue la CIA, cuando, en realidad, fue Al-Qaeda?
-¿Cuál es el problema en el caso del dólar blue?
-Que quien no estaba seguro de comprar dólares escucha a las autoridades plantear explicaciones conspirativas y sale corriendo a comprar.
-Estimado Bernardo, muchas gracias.
Fuente: La Nación, 28/09/14.
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