El abuso de las estadísticas
abril 12, 2017 · Imprimir este artículo
La manía de la medición y las estadísticas
Por Alberto Benegas Lynch (h)
Es clave comprender y compartir el esqueleto conceptual de la sociedad abierta, las estadísticas favorables se dan por añadidura.
Parecería que si no se pueden medir resultados éstos no existen o se los subestima sin percatarse de otra dimensión no cuantificable que es en definitiva la que marca el propósito de las acciones humanas. Es cierto que el cálculo económico en general y la evaluación de proyectos en particular son indispensables al efecto de conocer si se consume o si se incrementa el capital. De allí es que resulta indispensable la institución de la propiedad privada y los consiguientes precios de mercado, sin cuya existencia se opera a ciegas.
Pero no es menos cierto el abuso de las mediciones en teoría económica. Incluso en la pretendida ilustración de las transacciones comerciales, el signo igual es inapropiado puesto que los precios expresan pero no miden el valor. El precio es consecuencia de valorizaciones distintas y cruzadas entre compradores y vendedores de lo contrario no habría operación alguna. El vendedor valora en más el dinero que recibe que la mercancía o el servicio que entrega y al comprador le ocurre lo contrario.
Además “medir” valores a través de precios en rigor significaría que si una mesa se cotiza en mil media mesa se debiera cotizar en quinientos cuando en verdad pude muy bien traducirse en un valor nulo y así sucesivamente. La medición requiere unidad de medida y constantes (por ese motivo -en “The Place of Mathematical Reasoning in Economics”- Paul Painlavé concluye que “medir el valor de algún objeto resulta imposible”). Asimismo, la expresión algebraica de “función” no es aplicable en el ámbito de la ciencia económica puesto que conociendo el valor de una variable no permite conocer el de otra. Tampoco es pertinente recurrir a las llamadas “curvas de indiferencia” al efecto de ilustrar elecciones puesto que toda acción implica preferencia ya que la indiferencia es la negación del actuar. Ni siguiera es aceptable recurrir a las “curvas” de oferta y demanda puesto que significa el tratamiento de variables continuas cuando la acción inexorablemente significa variables discretas.
En otros ensayos y artículos me he referido a los graves problemas referidos a la “renta nacional” y al “producto bruto”, al supuesto de considerar producción-distribución como fenómenos susceptibles de escindirse y a las falsedades inherentes al modelo de “competencia perfecta”, pero en esta oportunidad no tomaré espacio para ese análisis ya efectuado con insistencia, para en cambio aludir a aquella otra dimensión no cuantificable a que me referí al comienzo.
En realidad, todas las acciones (y no digo humanas puesto que sería una redundancia ya que lo no humano no es acción sino reacción) apuntan a satisfacciones no monetarias. Incluso para quien el fin es la acumulación de dinero, puesto que la respectiva satisfacción siempre subjetiva, no puede manifestarse en números cardinales, solo ordinales pero personales ya que son imposibles las comparaciones intersubjetivas.
En nuestro léxico convencional podríamos decir que esta dimensión no sujeta a medición alguna se refiere al rendimiento o la productividad psíquica. Por ejemplo, se compra un terreno para disfrutar de las puestas de sol debido a que esa satisfacción posee para el comprador un valor mayor que el dinero que entregó a cambio, pero no resulta posible articular la medida de ese delta y lo mismo ocurre con todo lo adquirido. En otros términos, lo más relevante no está sujeto a medición.
Esto es lo que confunde y altera a los megalómanos planificadores que se manejan a puro golpe de cifras que aunque fueran fidedignas no cubren lo medular del ser humano. No deja de ser curioso que esta inundación de estadísticas se pretenden refutar con otras, lo cual no va al meollo del asunto. Es en este sentido que Tocqueville escribe que “El hombre que le pide a la libertad más que ella misma, ha nacido para ser esclavo”. Por eso es que las cifras globales (llamadas macroeconómicas) son, en última instancia, intrascendentes puesto que en liberad simplemente serán las que deban resultar. Este es el significado de la sentencia de James Buchanan en cuanto a que “mientras el intercambio sea abierto y mientras se excluya la fuerza y el fraude, el acuerdo logrado, por definición, será calificado como eficiente”. Por esto mismo es que Jacques Rueff repetía en que no deben compilarse estadísticas del sector externo “puesto que constituyen una tentación para los gobiernos de intervenir, en lugar de permitir las ventajas que proporciona la libertad”.
Desde luego, lo dicho no es para eliminar las estadísticas, sino, por un lado, para diferenciar las relevantes de las irrelevantes y, por otro, mostrar que aunque se recurra a veces a números como circunstancial apoyo logístico (todos los economistas lo hacemos pero lo dramático es cuando se revela que eso es lo único que hay en la alforja), lo transcendente no radica allí puesto que hay un asunto de orden previo o de prelación que apunta a lo no cuantificable en lo que se refiere a la esfera del aparato estatal y dejar que en el sector privado se compilen las series que se conjetura requiere la gente.
A título de anécdota, señalo que cuando Alfredo Canavese de la Universidad Di Tella, por entonces colega en la Academia Nacional de Ciencias Económicas en Buenos Aires, solicitó mi nombre para una declaración contra las manipuladas cifras oficiales del INDEC en la Argentina, le manifesté que las tergiversaciones oficiales producirían como resultado positivo la preparación de índices por parte del sector privado lo cual esperaba termine con los números estatales que exceden su misión específica con el correspondiente ahorro de recursos de los contribuyentes y que los gobiernos se circunscriban estrictamente a las cuentas de las finanzas públicas, liberando energía para controlar al siempre adiposo Leviatán.
Preciso un poco más la idea: en el supuesto de que el gobierno pudiera hacer multimillonarios a todos (irreal por cierto si tenemos en mente ejemplos de sociedades iguales pero con regímenes distintos como era Alemania Occidental y Alemania Oriental o como es hoy Corea del Sur y Corea del Norte), nada se ganaría si simultáneamente la gente no puede elegir que productos comprar del exterior, si los padres no puede elegir las estructuras curriculares que prefieren para la educación de sus hijos, si no se puede elegir el contenido de los periódicos, las radios y las televisiones, si no se puede afiliarse o desafiliarse a un sindicato sin descuentos coactivos de ninguna naturaleza, si no se puede profesar el culto que cada uno prefiera sin vinculación alguna con el poder, si no se cuenta con una Justicia independiente, si no se puede pactar cualquier cosa que se estima pertinente sin lesionar derechos de terceros, etc. etc. Como en el cuento de Andersen, de nada vale que ingresen al bolsillo de cada uno miles y miles de kilos de oro si se ha vendido la liberad, es decir, la condición humana.
Es clave comprender y compartir el esqueleto conceptual de la sociedad abierta, las estadísticas favorables se dan por añadidura. Por el contrario, si se tratara de demostrar las ventajas de la libertad a puro rigor de estadísticas ya hace mucho tiempo que se hubiera probado su superioridad, el asunto es que, en definitiva, con cifras no se prueba nada, las pruebas anteceden a las series estadísticas, el razonamiento adecuado es precisamente la base para interpretar correctamente las estadísticas. Es por eso que resulta tan esencial la educación en cuanto a los fundamentos éticos, jurídicos y económicos de la sociedad libre y no perder el tiempo y consumir glándulas salivares y tinta con números que desprovistos del esquema conceptual adecuado son meras cifras arrojadas al vacío.
En resumen, el oxígeno vital es la libertad, si los debates se centran exclusivamente en las cifras se está desviando la atención del verdadero eje y del aspecto medular de las relaciones sociales. Como bien ha escrito Wilhelm Röpke en Más allá de la oferta y la demanda: “La diferencia entre una sociedad abierta y una sociedad autoritaria no estriba en que en la primera haya más hamburguesas y heladeras. Se trata de sistemas ético-institucionales opuestos. Si se pierde la brújula en el campo de la ética, además, entre otras muchas cosas, nos quedaremos sin hamburguesas y sin heladeras”.
Fuente: http://www.diariodeamerica.com Marzo 2013
—————————-
Wilhelm Röpke
Wilhelm Röpke nació el 10 de octubre de 1899 en Schwarmstedt, un pueblo cercano a Hannover, y murió el 12 de febrero de 1966 en Ginebra. Fue uno de los padres espirituales más importantes de la economía social de mercado alemana.
Vida
Nació en Schwarmstedt, Hannover, Alemania el 10 de octubre de 1899. Fue educado en base a la tradición protestante alemana y años después participó de la Primera guerra mundial, en donde se convirtió en un profundo enemigo de las confrontaciones bélicas. Estudia Sociología y Economía y en 1921 obtiene un doctorado en la Universidad de Marburgo, dedicándose posteriormente a dictar clases en las universidades de Jena, Graz y Marburgo.
En 1933 los nazis llegan al poder en Alemania y Röpke debe exiliarse en Turquía, en donde se dedica a hacer clases de economía en la Universidad de Estambul hasta 1937, cuando viaja a Ginebra a hacerse cargo de un puesto en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, en donde permanecerá hasta su muerte.[1]
Después de la Segunda guerra mundial, participa en la fundación de la Sociedad Mont Pelerin, y se convierte en su presidente entre 1961 y 1962. También en esos años fue asesor del gobierno del primer ministro alemán Konrad Adenauer.
Muere de un ataque al corazón el 12 de febrero de 1966 en Ginebra.
Teoría
Para Röpke los derechos, los hábitos morales y las normas y valores sociales eran elementos decisivos que tienen que ser tomados en cuenta por la autoridad, puesto que el solo actuar del mercado degeneraría en materialismo absoluto, con la consecuente pérdida de los valores morales necesarios para la configuración de una sociedad sana.[2]
Mediante una política social, económica y financiera, el cometido del estado es el de proteger a los débiles, igualar intereses, establecer las reglas del juego, y limitar el poder del mercado. Röpke apostaba por un orden económico basado en un «humanismo económico», algo a lo que también denominaba como tercera vía. Röpke apoyaba una sociedad y una política social en la cual a los derechos humanos se les concediera la máxima importancia. Creía que el individualismo debe ser equilibrado por un principio de sociabilidad y humanidad.
«Tan de temer es que la exageración de los derechos de la sociedad degenere en colectivismo como que las demasías de los derechos individuales desemboquen en el límite extremo del anarquismo. La propiedad privada degenera en plutocracia, la autoridad en esclavitud y opresión, la democracia en capricho y demagogia. Cualesquiera que sean las orientaciones o corrientes políticas que quieran ponerse como ejemplo, todas ellas se cavan su propia tumba si se consideran a sí mismas como valores absolutos y no respetan sus propios límites«[3]
Wilhelm Röpke
Sin embargo, Röpke fue un fuerte crítico del incremento del estado del bienestar, debido a que un estado-billetera ganaría demasiada influencia en la vida y en la propiedad de sus ciudadanos, resultando en una forma de sumisión (Röpke se refería en particular a la política alemana anterior y vigente durante la segunda guerra mundial). Por lo tanto, la política social nunca debería sustituir al mercado libre.[4]
Colaboró en el desarrollo del concepto del Ordoliberalismo junto a los economistas de la Escuela de Friburgo, lo que sería la base de la política económica conocida posteriormente como Economía social de mercado.
Obra
- Against the Tide, 1969
- Civitas Humana, 1948
- Crises and Cycles, 1936
- The Economics of the Free Society, 1963
- A Humane Economy, 1960
- International Economic Disintegration, 1942
- International Order and Economic Integration, 1959
- «Repressed Inflation,» Kyklos, No. 1, 1947
- The Social Crisis of Our Time, 1950 ( La crisis social de nuestro tiempo. Ciudadela Libros. 2010.)
- «Socialism, Planning, and the Business Cycle,» Journal of Political Economy, 44, no.3, 1936
- Welfare, Freedom, and Inflation, 1964
Véase también
Referencias
1. «Grandes economistas-Wilhelm Röpke (1899-1966)».
2. Röpke, Wilhelm, Más allá de la oferta y la demanda (Unión Editorial), p. 122
3. Röpke, Wilhelm, Más allá de la oferta y la demanda (Unión Editorial), p. 119
4. Röpke, Wilhelm, Más allá de la oferta y la demanda (Unión Editorial), pp. 38-39
Bibliogafía sobre Röpke en español
Dejando a un lado los artículos, reseñas y necrológicas de Lucas Beltrán, Luis Díez del Corral o Valentín Andrés Álvarez, en español han aparecido algunos libros sobre Röpke:
- Andreas A. Böhmler, El ideal cultural del ordeoliberalismo, Unión Editorial 1998.
- Jerónimo Molina, Wilhelm Röpke y la Tercera vía, Instituto Empresa y Humanismo 2001.
- Jerónimo Molina, Wuilhelm Röpke, conservador radical, en Revista de Estudios Políticos, nº 136, 2007.
- Marcelo F. Resico, La estructura de una economía humana, Ediciones de la Universiad Católica de Buenos Aires 2008.
Fuente: Wikipedia, Marzo 2013.
Vincúlese a nuestras Redes Sociales:
Google+ LinkedIn YouTube Facebook Twitter
.
.
Comentarios
Algo para decir?
Usted debe estar logueado para escribir un comentario.