El desafío de Brasil

abril 7, 2013 · Imprimir este artículo

La industria brasileña da de nuevo las cartas
Por Jorge Castro

La producción industrial brasileña cayó 2,5% en febrero, comparada con el mes anterior, y esto ocurrió mientras la actividad automotriz, que representa 25% de la manufactura, disminuyó 9% en el mismo período. El resultado es que, en tanto el producto está prácticamente estancado (se expandió 0,9% en 2012), el PBI industrial ha experimentado una contracción de 2,4% en los últimos 12 meses, y la manufactura muestra una caída de 5,6%.

Brasil es el país del mundo emergente que más se ha transformado por el vuelco de la economía global hacia Asia, y en primer lugar China. Las exportaciones brasileñas a la República Popular ascendieron a U$S 30.790 millones en 2010, 30 veces más que 10 años antes; y en ese período, las importaciones de China crecieron 20 veces (U$S 25.600 millones en 2010). Así, las exportaciones brasileñas de bienes y servicios crecieron 262% en la primera década del siglo (el promedio global fue 135%).

De ahí que el comercio bilateral China/Brasil crezca tres veces más que el promedio mundial (56% vs. 17% en 2007) y se haya convertido en el principal corredor de las transacciones internacionales en esta década. En el capitalismo, producción y circulación están indisolublemente vinculadas. Por eso, el eje del proceso global de acumulación ha pasado de los países avanzados a los emergentes, y dentro de éstos, se despliega espacialmente sobre una línea Sur-Sur (Asia-América del Sur).

La demanda china de alimentos ha trazado un nuevo mapa de la agricultura global y ha transformado a América del Sur (Brasil / Argentina) en la gran plataforma de producción mundial de proteínas. Esta mutación ha sido inducida de afuera hacia adentro, como respuesta al cambio de las condiciones mundiales.

Pero ahora ha encontrado un punto de inflexión, que es el 0,9% de expansión en 2012, un impacto cuya magnitud lo convierte en el fin de una época. El sector más golpeado por esta evidencia es la industria manufacturera, que pierde sistemáticamente posiciones en el mercado interno frente a la competencia extranjera.

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En 2012, 100% del aumento en el consumo de bienes industriales (que crece 8% por año) fue cubierto por la producción foránea (era 40% en 2010).

El problema de la industria brasileña es estructural. Su productividad es sustancialmente menor a la de sus competidores y sus costos son proporcionalmente mayores.

La productividad de la industria brasileña creció 1,8% anual en los últimos 10 años y la de China, 6% por año.

La economía brasileña es una de las más cerradas del mundo, en términos de ingreso real per cápita.

La relación comercio internacional/PBI era 22,8% en 2010; y 75% en China.

Más de 60% (62,9% en 2010) de las exportaciones brasileñas son materias primas (mineral de hierro, soja, carnes) y han crecido 70%/ 77% después de la crisis 2009-2011. En cambio, las ventas externas de equipos industriales de tecnología avanzada han caído 8,5% en ese período.

En la misma etapa, las exportaciones industriales de alta tecnología de China e India han crecido 873% y 389%, respectivamente.

El problema de Brasil no es la baja productividad, el estancamiento de su economía, la competencia con los productos chinos o la apreciación del real.

Brasil es un país de consenso, precedido en cada etapa histórica por el acuerdo de sus poderosas elites. El consenso actual está profundamente en quiebra y es hondamente anacrónico frente al actual contexto global.

Es la idea de que Brasil crece sobre la base de su gigantesco mercado interno, con un esfuerzo exportador accesorio y en todos los casos, no esencial. Quizás el 0,9% de crecimiento de 2012 se transforme en el punto de partida de una nueva visión estratégica brasileña, por definición global, y así comience otro ciclo de consenso en la historia de Brasil, que es el rasgo más notable de su identidad nacional.

Fuente: Clarín, 07/04/13.

Jorge Castro

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