El futuro de las Tasas de interés

marzo 14, 2014 · Imprimir este artículo

Bancos centrales deciden cuándo subir las tasas

LONDRES — Una de las primeras decisiones de Mark Carney tras haber tomado las riendas del Banco de Inglaterra en julio pasado fue retirar un retrato de Montagu Norman que adornaba una pared cerca de su oficina. Norman fue el excéntrico gobernador del banco central británico a quien se le acusa de haber implementado políticas que exacerbaron la Gran Depresión de los años 30, errores que Carney no quería repetir.

En sus ocho tumultuosos meses al frente del Banco de Inglaterra, un lapso en el cual la entidad erró en sus proyecciones y se vio envuelta en una investigación del mercado de divisas, la economía británica ha experimentado una sorpresiva reactivación. Ahora, la decisión de cuándo aumentar las tasas de interés se está convirtiendo en una prueba de fuego para Carney y en un caso de estudio fundamental para Estados Unidos y otras economías desarrolladas.

El Reino Unido, EE.UU., Europa y Japón han mantenido los tipos de interés en mínimos históricos desde la crisis financiera de 2008 como parte de una campaña para estimular el crédito, dinamizar el crecimiento y reducir el desempleo. A medida que sus economías se recuperan, los bancos centrales deben decidir cuándo declarar la victoria y empezar a subir las tasas.

Todos quieren aplazar la decisión lo más que se pueda, pero no es nada de fácil enviar un mensaje a los mercados sobre cuánto se demorarán en subir las tasas. Si la evolución del crecimiento y el empleo se ajusta a las previsiones, el tema se volverá más apremiante en los próximos meses. Carney parece tener buenas probabilidades de ser el primero en actuar debido al fortalecimiento de la economía del Reino Unido y una mayor inflación.

«Todos quieren saber exactamente cuándo uno va a hacer algo», manifestó el economista canadiense de 48 años en una reciente entrevista con The Wall Street Journal. «No podemos decirles algo que nosotros mismos desconocemos», sentenció. Lo que está en condiciones de afirmar, agregó, es que «no vamos a subir las tasas de interés hasta que la economía lo pueda absorber».

Los bancos centrales consideran que es esencial comunicar claramente las perspectivas de los tipos de interés puesto que afectan las expectativas y la conducta de las familias, las empresas y los inversionistas y, por ende, la economía en general.

Carney ha sido criticado porque subestimó la velocidad con que bajaría el desempleo en el Reino Unido. El economista le restó importancia el mes pasado a un vínculo explícito que el banco central había hecho entre el desempleo y las tasas de interés luego de que la desocupación cayera más rápido de lo anticipado.

Pese a las críticas, la Reserva Federal de EE.UU. piensa que el banco central británico podría ser el modelo a seguir si mejora la economía. Durante una reunión prevista para la próxima semana determinarán si es hora de dejar de enfatizar la tasa de desempleo, dicen funcionarios de la Fed. «La estrategia del Banco de Inglaterra es una muy buena estrategia», señaló William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York, en una conversación con The Wall Street Journal.

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El Banco de Inglaterra y la Fed han seguido senderos similares durante la crisis. Para estimular la economía, han puesto en marcha y retirado cuidadosamente programas de compras de bonos, conocidos en la jerga oficial como relajamiento cuantitativo, con el fin de mantener bajas las tasas de interés de largo plazo. Ambas entidades también vincularon sus planes sobre las tasas con el desempleo, pero luego le restaron importancia.

Ahora, tanto Carney como la presidenta de la Fed, Janet Yellen, afrontan dilemas parecidos. Un alza prematura de los tipos de interés podría abortar la recuperación de sus economías, como ocurrió en los años 30. Pero un aumento tardío de las tasas podría dar lugar a presiones inflacionarias o burbujas financieras. La mera mención de reducir las políticas de crédito barato puede causar estragos en los mercados, como ocurrió a mediados del año pasado, cuando la Fed empezó a evaluar un repliegue de sus políticas de estímulo.

«Ambos están entrando en una etapa experimental en la que pondrán a prueba los costos y los beneficios entre crecimiento e inflación», señala Bruce Kasman, economista jefe de J.P. Morgan Chase.

Durante la gestión de Mervyn King, el predecesor de Carney, el Banco de Inglaterra recortó su tasa de referencia desde 5,75% en diciembre de 2007 a 0,5% en marzo de 2009. Desde entonces, los tipos de interés no se han movido.

Los operadores de futuros de tasas de interés no prevén que el banco central británico las suba hasta el segundo trimestre de 2015. A su vez, no creen que la Fed altere sus tasas hasta mediados o finales de 2015. Los bancos centrales de Japón y la zona euro esperarían aún más antes de subir los tipos de interés. Tanto el Banco de Inglaterra como la Fed han señalado su conformidad con las expectativas del mercado.

El Banco de Inglaterra también está prestando mayor atención a cómo amortiguar el golpe una vez que las tasas empiecen a subir. Insisten en que las alzas serán moderadas y paulatinas debido a que la economía todavía enfrenta vientos en contra provenientes de la crisis financiera. Dudley, el presidente de la Fed de Nueva York, considera que el banco central necesita enviar un mensaje similar sobre los tipos de interés en EE.UU.

La luna de miel que disfrutó Carney en su nuevo cargo, tras ganarse una estupenda reputación como presidente del banco central de Canadá, resultó ser breve. Los cambios realizados en los comunicados del Banco de Inglaterra, que primero prometió mantener la tasa de referencia en 0,5% hasta que el desempleo descendiera a por lo menos 7%, siempre y cuando la inflación estuviera bajo control, para luego desdecirse cuando la desocupación llegó a 7,1% en noviembre, lo han hecho acreedor de duras críticas de quienes lo acusaron de seguir una estrategia mal pensada y dependiente de proyecciones que resultaron fallidas.

Algunos dudan de que Carney vaya a subir las tasas antes de las elecciones del próximo año, por temor a irritar a los conservadores que lo colocaron en el poder. Carney insiste en que su independencia está garantizada. Sólo se comprometió a servir durante un período de cinco años, manifiesta. «Soy canadiense», asegura. «No tengo una segunda parte en la vida de los británicos».

— Ruth Bender contribuyó a este artículo

Fuente: The Wall Street Journal, 14/03/14.

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