El milagro de Skype

octubre 5, 2016 · Imprimir este artículo

“Skype nació cuando nadie veía posible construir una gran empresa en Europa”

Niklas Zennström, fundador de la popular compañía de videollamadas, culpa de su éxito a los «altos precios» de las empresas de telecomunicaciones.

Por Beatriz Guillén.
Niklas Zennström durante su conferencia en South Summit Madrid.
Niklas Zennström durante su conferencia en South Summit Madrid. 

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MADRID — La presentación de Niklas Zennström (Järfälla, 1966) termina con una frase: «¿Alguien no sabe que es Skype?». Esa es la introducción que necesita el co-fundador de la famosa compañía de videollamadas en el South Summit 2016, un evento que reúne a más de 6.500 emprendedores en Madrid. Zennström es un adalid en el mundo de las start-ups. Creó Skype en 2003 y dos años más tarde la vendió a eBay por 2.100 millones, manteniéndose como jefe. Cuando casi una década más tarde, Microsoft, adquirió su compañía por 5.920 millones de euros, Zennström que, todavía poseía todavía el 14%, se convirtió oficialmente en multimillonario.

Pero este miércoles en Madrid no ha venido a contar el final feliz, sino la historia de antes, de cuando era un emprendedor en Estocolmo con una idea que nadie valoraba. «Lo intentamos con más de 25 inversores y solo recibíamos rechazos», cuenta. El problema era que su objetivo de crear una empresa global donde todo el mundo pudiera comunicarse gratis con cualquier parte del planeta no cuadraba. «¿Por qué no empezáis algo más pequeño? Pensad mejor en un mercado local, cerca de vuestra casa, no hace falta pensar tan grande… Eso nos decían». Pero su ambición era mucho más grande. «Suecia tiene menos de 10 millones de habitantes. Nosotros queríamos una empresa que hiciera algo por Europa, por el mundo».

SkypeNunca se imaginaron que con los años conseguirían 660 millones de usuarios de todo el mundo, pero sí sabían que tenían la gran oportunidad de cambiar el mercado de las telecomunicaciones. «Nuestros factores para triunfar fueron dos: la necesidad que la gente tiene de comunicarse con sus seres queridos, estén donde estén, y los precios muy, muy caros que el mercado de la telecomunicaciones, monopolístico, estaba cobrando a la gente».

Aun así, hoy, 13 años después, entiende las dudas iniciales: «Skype nació cuando nadie creía que fuera posible construir una gran empresa de tecnología en Europa, fuera de Silicon Valley. Y posiblemente, mirando los números, era real».

El triunfo de las ‘start-ups’ europeas

Todo ha cambiado mucho desde entonces. Su empresa nació con el wifi y los ordenadores portátiles, antes de la fiebre de los smartphones. «Desde que nosotros creáramos Skype en 2003, Europa ha visto nacer 44 start-ups valoradas en más de 1.000 millones de euros. Es algo que tenemos que celebrar». Lo dice como un padre orgulloso, porque ahora es él quien contribuye a la conversión de estas nuevas ideas en empresas.

Lectura recomendada:  Videollamadas de Skype sin cuentas de usuario ni contraseñas

Es el fundador y CEO de Atomico, una firma de inversión que busca y apuesta por aquellas start-ups que, como ellos hicieron hace más de una década, quieren interrumpir y cambiar el panorama mundial. «Atomico nació por la frustración que sentimos nosotros cuando éramos emprendedores europeos tratando de buscar inversores», revela.

Después de su experiencia, Zennström se ha convertido en un firme defensor del potencial económico de Europa, de la fuerza innovadora que tiene este entramado de países, lenguas y leyes. «Crear una start-up en Europa es un reto mayor que crearla EE UU, porque ellos son un mercado único, grande y homogéneo. Aquí es más difícil penetrar, al ser una geografía fragmentada y heterogénea. Pero es un desafío muy sano».

«Hay que pensar en grande, en global»

Ante el posible escepticismo, Zennström aclara su posición, utilizando la complicación como una lección de negocio: «Tiene que servir para admitir que ningún mercado doméstico es suficientemente grande para una start-up. Hay que pensar en grande, en global. Las grandes compañías pueden surgir en cualquier sitio, en lugares que nadie espera. Se han diluido las fronteras, ya no importa de donde salgas, sino hacia donde te diriges».

Después de los mensajes de motivación, el hombre que se hizo millonario vendiendo su start-up a dos gigantes estadounidenses, ha desgranado ante una sala abarrotada sus tres consejos clave. Lo primero: «A los emprendedores europeos les hace falta ser más ambiciosos, tomar más riesgos, buscar una mayor inversión, aspirar a ser más grandes». En esa misma línea, apuesta por formar líderes al estilo de Steve Jobs, Bill Gates o Elon Musk. «No vale con tener la idea, una start-up necesita un gran líder, un visionario, un vendedor. Alguien con la visión y la determinación». Su última lección recoge la esencia general de su conferencia: hay que buscar los espacios donde interrumpir para cambiar las cosas. «En diez años, todos los sectores van a sufrir una disrupción». Pero, aclara antes de acabar: «Disruptir no significa destruir, sino crear algo diferente que sea mejor y más eficiente».

Fuente: elpais.com, 05/10/16.

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