El preocupante hermetismo de Cristina Kirchner

agosto 25, 2014 · Imprimir este artículo

Cristina se cierra como nunca antes

Ensimismada. Cristina Kirchner antes de hablar, el jueves, en la Bolsa de Comercio. / JUANO TESONE

Ensimismada. Cristina Kirchner antes de hablar, el jueves, en la Bolsa de Comercio.

Por Eduardo Aulicino.

Cristina Fernández de Kirchner frenó en los últimos tiempos la salida de al menos tres integrantes de su equipo, sin contar al jefe del Banco Central, Juan Carlos Fábrega. El dato puede resultar engañoso.

No considera especialmente a la mayoría de sus ministros, conversa poco o nada con ellos y, en todo caso, cerró las puertas del gabinete para no dar señales de debilidad. Por lo demás, redujo al máximo su círculo, donde apenas un par de voces son escuchadas: la de Axel Kicillof, que vive su momento de esplendor en el poder, y la de Carlos Zannini, aunque en menor medida. En ese contexto de cerrazón, toma todas las decisiones. El envío al Congreso del proyecto sobre los bonistas fue resuelto en ese mínimo ámbito para comprometer a la oposición bajo la consigna “Patria o buitres”, imaginada como una divisoria de aguas que hasta ahora no parece conmover a la sociedad. Tal vez por eso, la iniciativa no destartaló a la oposición.

El cristinismo duro acompaña este andar presidencial sin vueltas, a pesar de que algunos operadores políticos advierten sobre los efectos que tal ensimismamiento produce cuando se lo mide en la perspectiva del 2015. Varios gobernadores alineados con Olivos, y algunos de ellos muy cercanos, se cuentan entre quienes evalúan en firme la posibilidad de adelantar las elecciones provinciales, para garantizar sus propios territorios. Es un dato político que a esta altura no debería pasar inadvertido para el entorno de la Presidenta.

Uno de esos distritos, se sabe, es Tucumán y allí la interna involucra a un ministro nacional. El titular de Salud, Juan Manzur, descuenta desde hace rato que dejará el cargo para retomar el lugar de segundo de José Alperovich y consolidar desde allí su candidatura a gobernador. Pero el juego por ahora se demora, frente a un panorama local que no se perfila sencillo. Está abierta la interna en el peronismo, Alperovich sufre un fuerte desgaste y el radicalismo da señales más competitivas.

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Del mismo modo, el círculo cristinista mantiene su rechazo a los candidatos de mayor peso para el 2015. No oculta sus cuestionamientos a Daniel Scioli y ordena cruzarlo frente al menor gesto de diferenciación. Mira con desconfianza a Florencio Randazzo, aunque algunos lo ven como alternativa para la Provincia, más allá del rechazo que esa sola especulación le produce al ministro. La Presidenta le da aire a otros dirigentes que con escasas chances dicen estar anotados en esta carrera y deja correr la ilusión de los suyos con Kicillof. ¿Alguno de ellos iría a una interna contra Scioli, si el gobernador sigue afirmado en las encuestas? “Cristina nunca le hizo un favor a Daniel. ¿Por qué se lo haría ahora poniéndole un desafiante para darle aire en las primarias?”, ironiza un peronista bonaerense.

En medio del ensimismamiento presidencial, no resulta extraño entonces que tampoco se tolere demasiado el manejo del par de funcionarios que mantienen márgenes de juego autónomo. Uno de ellos es Julio de Vido. El ministro es quizás el único funcionario de ese nivel que mantiene relaciones propias con los principales gobernadores del PJ y también con intendentes, en especial del Gran Buenos Aires. A la falta de atención presidencial, se sumó el cascoteo en aumento que se hace y se deja trascender desde el Ministerio de Economía.

El otro que cada tanto provoca enojos cristinistas es Sergio Berni. El secretario de Seguridad tiene una enorme exposición pública. “Le deja a la ministra las cuestiones formales”, dice un viejo operador del PJ en referencia a María Cecilia Rodríguez, de extremado perfil bajo, ausente. Y agrega con pragmatismo y cierta sorna: “La Presidenta lo tiene que tolerar porque le atiende un costado muy sensible de la gestión, aunque diga cosas políticamente incorrectas ”.

El problema, de todos modos, no es el discurso, bastante deteriorado. El tema, sobre todo para el peronismo, es el hermetismo que impone Olivos: las puertas de la residencia se abren para pocos, pero lo que allí se decide afecta a muchos.

Lo padecen en estas horas sus legisladores.

Fuente: Clarín, 25/08/14.

CFK boca tapada H Sabat

 

 

 

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