Suiza siempre ha conocido la fama por ser el destino número uno para el secreto bancario por centenares de años. En efecto, tal designación confirió credibilidad al país como un gran paraíso fiscal -el secreto bancario era de alta importancia-. Sin embargo, los Estados Unidos, ya harto de los evasores fiscales y su vehemente uso de Suiza, montó una gran campaña de levantar esa capa de confidencialidad bancaria.
En resumidas cuentas, los Estados Unidos lograron a forzar la gran bóveda de los bancos suizos y consiguieron los nombres de los contribuyentes morosos de Estados Unidos. Echando leña al fuego, esta destrucción del secreto bancario dio pie a FATCA (Ley de Cumplimiento Tributario de Cuentas Extranjeras, en español), sin duda alguna la más fuerte legislación americana dirigida a combatir la evasión fiscal de los estadounidenses en una escala internacional.
A raíz de esto, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) propuso que los países aceptaran su propuesta de reducir el secreto bancario por obligar la divulgación de información tributaria y exigir su fidelidad a las normas internacionales al respecto.
En 2014, unos 97 países aceptaron la propuesta.
Hipocresía de EEUU
Curiosamente, los Estados Unidos dieron la espalda a la OCDE y rehusaron a aceptar la propuesta. Dicho de otra manera, el supuesto líder en combatir la evasión fiscal por desmantelar el secreto bancario decidieron que las normas internacionales al respecto no aplican para USA.
Por ejemplo, Estados Unidos se muestra reacio a compartir información tributaria con otros países. Como ya se mencionó, los Estados Unidos se resisten a las normas internacionales de divulgación bancaria. Todo esto junto, según los críticos, facilita el fraude fiscal y saca a la luz la hipocresía del país económicamente más potente del mundo.
El tema de confidencialidad no es nada nuevo en EEUU. El estado de Delaware ha triunfado en este campo durante los años setentas y ochentas por anunciar — durante el apogeo de globalización — sus servicios de incorporaciones con elementos de confidencialidad. De hecho, Delaware aún se proclamó como pionero en el campo de secreto corporativo y secreto bancario.
La Estructura Preferida – Secreto Bancario
En la actualidad, otros estados copiaron a Delaware y se subieron al carro de confidencialidad. De todas formas, Delaware allanó el terreno para el uso de nuevas estructuras que tiene como fin esconder la identidad de sus beneficiarios efectivos -el fideicomiso y la sociedad de responsabilidad limitada (LLC, por sus siglas en inglés)-.
El uso de la famosa corporación de Delaware para confidencialidad ahora no está tan de moda ya que la entrada del fideicomiso estatal, por ejemplo, en estados como Wyoming, Nevada y South Dakota se está convirtiendo en la nueva estructura ejemplar para guardar y proteger fondos extranjeros. La vinculación de la misma con la LLC aún fortalece sus aspectos de confidencialidad.
Por un lado, el contrato del fideicomiso no se inscribe al registro público; es decir, los beneficiarios efectivos no son un asunto de conocimiento público (pueden ser en la corporación o LLC). Por otro lado, es el administrador del fideicomiso o la LLC misma que abrirá la cuenta bancaria y no los beneficiarios efectivos.
Además, para agregar el fideicomiso otra capa de protección y confidencialidad, el administrador del fideicomiso puede constituir una LLC -en nombre del fideicomiso- la cuál poseerá los activos o dinero del beneficiario. Así, el nombre del beneficiario efectivo está ausente de toda la documentación pública y, importantemente, el cliente seguirá con control y autoridad para administrar los bienes.
Adecuadamente estructurada, la combinación de una LLC y fideicomiso es ideal para la confidencialidad y por cierto lo recomendado para los extranjeros que pretendan poner su dinero en los Estados Unidos, aunque un análisis de su situación específica puede cambiar esto.
[…] Estados Unidos el Paraíso Fiscal más importante […]
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