Estados Unidos se recupera mientras profundiza su brecha social

abril 22, 2012 · Imprimir este artículo


Estados Unidos se recupera mientras profundiza su brecha social
Por Jorge Castro

 

Estados Unidos emerge de la crisis, recupera el crecimiento económico y retorna al primer plano mundial como eje de la innovación tecnológica y del incremento de la productividad, pero lo hace con una sociedad fracturada en dos tercios , una muestra histórica novedosa de un país avanzado que experimenta una situación de dualismo estructural cada vez más profunda e irreversible.

Hay cinco millones de trabajadores menos que los que había a comienzos de 2008. Esto ocurre en una fuerza de trabajo que experimenta una tasa de desocupación de 8,2%, 3 años después de iniciada la recuperación, tras la crisis global 2008-2009 y la recesión que fue su consecuencia.

Estas cifras significan que, si a la actual fuerza de trabajo se le sumaran los cinco millones de trabajadores que dejaron de presentarse en el mercado desde 2008 -lo que hace que el nivel de participación laboral haya declinado de 66% a 64% en enero de 2012- el nivel de desempleo sería más de 10%. Al mismo tiempo, la industria manufacturera, con una fuerza laboral que es 11% del total, ocupa hoy 30% menos de trabajadores que en 2007, pero obtiene un producto que es 30% mayor al de entonces.

El resultado es paradójico: en un país cuya economía se recupera desde hace tres años, y que a pesar de ello tiene una tasa de desocupación de 8,2%, la industria manufacturera (trasnacional y de alta tecnología), dispone de dos millones de puestos de trabajo que no logra ocupar, debido a la carencia de una fuerza laboral calificada para hacerlo. Esta divergencia estructural se inserta en una tendencia de largo plazo, de carácter demográfico. La fuerza de trabajo crece a una tasa que es menos de la mitad de lo que era hace dos décadas. Crecía entonces 1,7% anual, y cayó a 0,6% a fines de 2011. En estas condiciones, el crecimiento potencial también debe declinar, en la medida en que disminuye la mano de obra; y el resultado es que se deteriora el nivel de vida (U$S 46.000 anuales), salvo que, como compensación, sea arrastrada por un salto más que proporcional de incremento de la productividad.

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El inconveniente de una compensación semejante es que, a medida que aumente, mayor será la fuerza que profundice la divergencia de la fuerza de trabajo; y creciente será la conversión de EE.UU. en una sociedad profundamente fracturada. El segmento de arriba tiene prácticamente todos los nuevos empleos de alta calificación, monopoliza la productividad y asume los mayores ingresos, mientras que los de abajo se sumergen en la desocupación, pierden en sus salarios reales y disminuyen su participación en el ingreso nacional. Esto coincide con una creciente diferenciación interna en la economía estadounidense. Las exportaciones han crecido 16% anual desde 2007, aunque a China han aumentado 40% en 2011.

En ese período, representaron más de la mitad del crecimiento de Estados Unidos (a pesar que solo son 14% del PBI). Los sectores protegidos de la competencia internacional (salud, educación, gobierno) se encuentran cada vez más alejados del indicador crucial de productividad, exclusividad del segmento hipercompetitivo e innovador, sometido a la compulsión de una puja global ineludible.

En los dos segmentos de la sociedad hay una visión crecientemente enfrentada del futuro de EE.UU., “optimista” y ganadora entre los de arriba, y cada vez más lúgubre entre los de abajo. La actitud psicológica tiene un sustento estructural, y manifiesta una lucidez que bebe de fuentes distintas.

Esta divergencia se transforma en enfrentamiento político en este año electoral; y sigue, aproximadamente, las líneas que encabezan Mitt Romney y Barack Obama. Se desvanece el consenso norteamericano, fundado en el común “excepcionalismo” estadounidense, cuyo núcleo – desde que fue identificado por Alexis de Tocqueville – es la certidumbre de que la “edad de oro” no está en el pasado sino en el futuro. Algo ha cambiado para siempre en la civilización estadounidense.
Fuente: Clarín, 22/04/12.
El Dr. Jorge Castro es analista internacional y presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
Más información en: www.agendaestrategica.com.ar

 

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