Alexis Tsipras, líder del partido de izquierda Syriza, se dirige a sus seguidores en Atenas, Grecia. Bloomberg News
Francia y Alemania intensificaron el lunes la presión sobre los políticos griegos conforme se acercan las elecciones generales que tendrán lugar a fin de mes en el país heleno mientras el euro descendió a su menor nivel en nueve años y la economía de la zona euro exhibió nuevos síntomas de debilidad.
El presidente francés, François Hollande, sacó a relucir la posibilidad de que Grecia abandone el bloque conformado por 19 países, apartándose de su postura tradicional de que no se puede renunciar a la zona euro. A su vez, el ministro alemán de Economía y vicecanciller, Sigmar Gabriel, advirtió que Berlín no será presa de un chantaje para ofrecer nuevas concesiones sobre el pago de la deuda griega o el programa de rescate.
La dura retórica subraya las preocupaciones que circulan entre los miembros del núcleo de la zona euro de que un cambio político en el país más frágil del bloque vuelvan a amenazar la estabilidad de la región en un momento en que la caída de la inflación y el estancamiento del crecimiento económico vuelven prácticamente imposible que las economías se libren del alto endeudamiento que enfrentan tanto a nivel privado como público.
A los políticos europeos les preocupa que una victoria del partido de izquierda Syriza, encabezado por Alexis Tsipras, en los comicios que se celebrarán el 25 de enero, puedan dejar en el poder a un gobierno que se opone tajantemente a las medidas de austeridad impuestas por la Unión Europea y envalentonar a los movimientos radicales en otros países.
Tales partidos han cobrado fuerza en lugares como España, Italia, Francia y la propia Alemania, donde el movimiento anti-inmigración y anti-Unión Europea Alternativa para Alemania capta alrededor de 6% de las preferencias en las encuestas, muy por encima del mínimo necesario para ser parte del parlamento federal.
Los políticos alemanes, no obstante, enfatizaron que la zona euro está en mejores condiciones para afrontar una salida de Grecia que en 2010. Desde entonces, los gobiernos cuentan con fondos de rescate a su disposición y mecanismos para impedir que el colapso de algunos bancos, por grandes que sean, arrastre a toda la economía de un país.
El Banco Central Europeo, por su parte, ha prometido contrarrestar la clase de ola generalizada de ventas de bonos soberanos que amenazó la existencia de la zona euro a comienzos de la crisis. Los costos de endeudamiento de los países del bloque monetario han caído desde entonces y en las últimas semanas han permanecido estables, a pesar de los acontecimientos políticos en Grecia.
Menos de una quinta parte de la deuda griega está en manos del sector privado, mientras que el resto lo tienen gobiernos y otros acreedores oficiales. Eso significa que el riesgo directo de un contagio desde Grecia al resto del sistema financiero de la zona euro es reducido, señalan los analistas.
Sin embargo, la mayoría de los economistas considera que la salida de Grecia de la zona euro es una opción remota y peligrosa que enviaría una señal de que el bloque puede cambiar de composición, lo que podría llevar a los inversionistas a desprenderse de los bonos de los países más débiles.
El abandono de la zona euro también implicaría, casi con certeza, la cesación de pagos al menos parcial de la deuda del gobierno griego, una pérdida que sería asumida en su mayor parte por el resto de los miembros del bloque.
“La zona euro está mucho mejor equipada para abordar una ola de ventas que hace cinco años, en especial gracias al BCE”, señala Dirk Schumacher, economista europeo sénior de Goldman Sachs, en Fráncfort. “No obstante, una salida de Grecia establecería un precedente y es difícil decir cuál sería el impacto en los costos de financiamiento de otros países de la periferia”.
Henrik Enderlein, profesor de economía política de la Escuela de Gobierno Hertie, en Berlín, cree, por su parte, que Grecia necesitaría algo parecido a un acuerdo como el Club de París, “donde todos los acreedores oficiales están juntos y deciden, si fuera políticamente deseable, una condonación de la deuda conjunta o la prolongación de los plazos para Grecia”. En Bruselas, los funcionarios europeos insistieron en que los tratados estipulan que ser miembro de la zona euro es irreversible. “El euro está aquí para quedarse”, declaró la vocera de la Unión Europea, Annika Breidhardt.
Los inversionistas no escondieron sus nervios. El euro cayó el lunes a su nivel más bajo frente al dólar en nueve años. En la tarde de ayer se cotizaba a US$1,1942. Los rendimientos de los bonos soberanos de Grecia a 10 años saltaron a 9,5%. Los movimientos fueron parte de un derrumbe más amplio en los mercados mundiales. El precio del petróleo Brent, la referencia internacional, cayó 5,9% a US$53,11 el barril, su menor nivel desde mayo de 2009. Los principales índices de las bolsas de París y Fráncfort bajaron 3% y 2%, respectivamente, mientras que al otro lado del Atlántico el Promedio Industrial Dow Jones cedió 331,34 puntos, 1,9%, para quedar en 17.501,65 unidades. Los inversionistas compraron activos seguros como el oro, cuya cotización subió 1,5%.
Las noticias tampoco fueron buenas en el frente económico. La situación de la economía europea se caracteriza por un crecimiento nulo, un desempleo persistentemente alto y una inflación baja, lo que dificulta que los países reduzcan sus deudas. Alemania, el motor económico de la región, también pierde fuerza. La inflación descendió bruscamente en diciembre en ese país a su nivel más bajo en cinco años, según datos divulgados el lunes.
El desacuerdo fundamental que afectó los primeros intentos de abordar la crisis de la zona euro sigue vigente. Por un lado, Alemania y otros países acreedores insisten en que la austeridad fiscal y severas reformas son la respuesta y advierten que una relajación de la disciplina griega enviaría el mensaje equivocado a otros gobiernos. Por el otro, Grecia y otras economías más débiles argumentan que la receta alemana ha aumentado los niveles de deuda, debilitado las economías y aumentado el resentimiento político hacia el euro.
Hollande indicó el lunes en una entrevista radial que seguir en la zona euro o abandonarla es una decisión “que compete única y exclusivamente a Grecia” y añadió que la capacidad de los europeos para soportar las políticas de austeridad tiene un límite.
—Brian Blackstone, Tommy Stubbington y Min Zeng contribuyeron a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 06/01/15.
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