La clave de la innovación financiera

octubre 1, 2017 · Imprimir este artículo

La innovación financiera, una cuestión de personas

Por Miguel Ángel León.

Hay una creencia generalizada que suele llevar a identificar la innovación con la transformación tecnológica, con la digitalización, el big data, el internet de las cosas o la inteligencia artificial… de forma que podemos acabar anclados a la necesidad de un conocimiento técnico sofisticado como herramienta única para la gestión y adaptación al cambio que provoca.

No se trata de perder enfoque en la parte “hard”(conocimiento técnico), sino de orientar formación y desarrollo mucho más a la parte “soft” (habilidades personales y sociales así como a actitudes) y dotar todo ello de una atmósfera creativa, diversa y flexible.

Porque debemos tener en todo momento presente que:

La innovación, por encima de todo, es una cuestión de personas, porque la innovación se hace desde y para aportar valor a las personas (clientes), involucrando el talento de las personas (profesionales) y con la interacción y colaboración entre personas (entornos de asesoramiento y de innovación).

Innovación desde el cliente. Conocimiento, confianza y emoción

Innovamos desde las personas, unas personas a las que la propia innovación cambia en su ser y en su hacer. Pero unas personas que siguen eligiendo otras personas para relacionarse, apoyarse y tomar decisiones.

La encuesta anual que elabora Legg Mason, Global Investment Survey, nos aporta para la reflexión dos conclusiones que destaco:

–  Los inversores españoles son los europeos que más cómodos se sienten con el asesoramiento financiero profesional.

– El 61% de los Millennials españoles utiliza o ha utilizado los servicios de un asesor financiero.

Tanto en el presente como en el futuro, la comunicación con los clientes para extremar su conocimiento y la empatía para la anticipación de necesidades, experiencias y emociones que generen confianza serán vitales en el proceso global de gestión de la innovación.

La emoción es la primera característica diferencial humana que debemos valorar.

Habilidades y actitudes a desarrollar en este contexto innovador

Ante el escenario de cambio y volatilidad en el que estamos inmersos, de inmediatez del trabajo, de ausencia de certezas laborales o globales, hay una pregunta en cuya búsqueda de respuesta deberían concentrar esfuerzos los profesionales y organizaciones del sector:

¿Cuáles son las habilidades que deben desarrollar estos profesionales para afrontar nuevos retos y aprovechar oportunidades con una mirada global?

¿Qué actitudes serán prioritarias?

En mi opinión son dos las habilidades “llave” que aportarán contexto en el desarrollo del resto y sobre las que debemos orientarnos prioritariamente:

Creatividad: La habilidad para la generación de nuevas ideas, analogías y conexiones.  La segunda característica que nos diferencia como seres humanos.

El World Economic Forum la coloca en la tercera posición como habilidad determinante con horizonte en el año 2020.

Curiosidad e imaginación. Como decía Albert EinsteinLa imaginación es más importante que el conocimiento, porque el conocimiento está limitado, mientras que la imaginación no”.

Learnability: La habilidad y motivación al aprendizaje continuo, ágil y diverso. “Aprender a vivir re-aprendiendo constantemente”.

Con esta atmósfera creativa y de aprendizaje envolviéndolo todo, podemos agrupar habilidades esenciales en varios grupos fundamentales, si bien será la combinación entre ellas la que nos conduzca a nuestra mejor versión profesional:

  • Comunicación. Oral y escrita. Escucha activa, asertividad, feedback , la habilidad para preguntar, negociación.
  • Gestión. Trabajo en Equipo, liderazgo influyente, gestión de proyectos, etc.
  • Decisión. Gestión del cambio, pensamiento crítico en la toma de decisiones, resolución de problemas complejos.
  • Emoción. Inteligencia Emocional: Personal (autoconocimiento, flexibilidad, adaptación) e interpersonal (Empatía, influencia, colaboración).

Y como sustrato esencial nos queda el trabajo sobre actitudes tan fundamentales como la iniciativa, la motivación, el positivismo, la resiliencia y una vital parada en la capacidad de concentración, tan necesaria en este escenario de vorágine informativa digital (donde tanto aporta el Mindfullness).

Todo ello tiene un para qué claro, la mejora de habilidades impulsa el bienestar individual por la vía de la motivación y la autoconfianza y con ello la capacidad de aportación del mayor valor profesional en cada entorno futuro que se pueda plantear.

El ecosistema del talento innovador

Con todo este contexto, los procesos innovadores requieren de la liberación de todo el talento potencial posible. Debe incrementarse el ritmo del cambio de mentalidad hacia una más colaborativa, flexible y adaptativa.

Es vital constituir entornos creativos donde poner en práctica todas esas nuevas habilidades a desarrollar, con libertad, con espíritu de aprendizaje global y de co-creación. No deberá extrañarnos trabajar en equipos con todo tipo de diversidad y talento, por proyectos determinados y en la distancia o bien en equipos multidisciplinares con otras personas de otras empresas en búsqueda de conexiones para nuevas sinergias (Innovación abierta).

Estos entornos innovadores deben nutrirse, por un lado, de herramientas específicas para el desarrollo del pensamiento lateral o creativo y por otro de otras herramientas y procesos de gestión para canalizarlo correctamente, como Design Thinking, Business Canvas o Lean Start–‐Up, entre otras.

Sin duda alguna, la atracción y retención del talento en el sector dependerá en gran medida de la capacidad de constituirse en líderes en la generación de estos contextos creativos y favorables al desarrollo personal y profesional, al aprendizaje continuo y a la posibilidad de aportación máxima en contextos de diversidad y colaboración abierta.

La aportación de valor

Una vez aportado el enfoque, entiendo apropiado finalizar este contenido con la que pretendo sea mi aportación de valor a este esquema humano de la innovación: colaborar en el desarrollo de las habilidades estratégicas planteadas aquí, respetando los valores y el potencial individual personal y nutriendo de espacios y herramientas de creatividad y gestión a las organizaciones donde impulsar el talento diverso para la obtención del “valor” que da sentido a esa innovación. Aprovechando la transversalidad de conocimiento entre mi pasado profesional en el sector y mi presente anteriormente definido.

Y todo ello tomando como punto de partida la más efectiva de todas las herramientas de desarrollo: La conversación. ¿Hablamos?

Fuente: elasesorfinanciero.com


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