ALCORA, España — Luego de casi un año de estar desempleado, César Mahiques tuvo la suerte de conseguir un empleo como gerente de una fábrica en esta ciudad conocida por la manufactura de baldosas de cerámica. El problema: su sueldo era 50% más bajo que en su empleo anterior.

espana-bandera-03La mitad de sus ingresos son destinados a pagar deudas, lo que puso fin a su estilo de vida de clase media. El año pasado debió cancelar las vacaciones familiares para poder reparar su auto.

Las exportaciones de baldosas de la fábrica están en pleno auge, dice. Pero “llego muy justo a fin de mes”, agrega.

Los sentimientos encontrados de Mahiques pueden ser representativos de los de España, en momentos en que el país sale con esfuerzo de la recesión más larga de la posguerra en Europa. Los exportadores españoles están ganando participación de mercado dentro de Europa y más allá. Pero la forma en que lo están haciendo es reduciendo sus costos y vendiendo a un precio menor. Y las consecuencias de esto son salarios deprimidos para los trabajadores españoles, lo que les hace más difícil escapar de las pesadas deudas que fueron las raíces de la crisis.

A las autoridades europeas les gusta promover el regreso de España a la senda del crecimiento como una historia de éxito, pero muchos españoles dicen que no sienten la recuperación. La economía ha estado creciendo durante siete trimestres consecutivos, con una expansión de 2,7% en el año que terminó en marzo. Sin embargo, la tasa de desempleo es de casi 24% y una reciente encuesta de la Unión Europea descubrió que 97% de los españoles aún consideran que la situación económica es “mala”. Más de 40% de los españoles encuestados por el estado el año pasado dijeron que no tenían ahorros en efectivo para hacer frente a algún imprevisto y que no podían pagar unas vacaciones de una semana.

Otros países de la periferia de la zona euro también tienen problemas para sostener sus recuperaciones y superar una de sus mayores debilidades, una desventaja competitiva frente a economías más eficientes.

César Mahiques consiguió trabajo como gerente de una fábrica de baldosas de cerámica en Alcora después de pasar mucho tiempo desempleado. ANTONIO HEREDIA PARA THE WALL STREET JOURNAL

Portugal e Irlanda, como España, han atravesado años de un doloroso ajuste de cinturón que ha ayudado a convertir crecientes déficits de cuenta corriente en modestos superávits. Pero a medida que las tres economías repuntan, su consumo creciente de bienes importados las hace correr el riesgo de que sus balances vuelvan a territorio negativo y están sumando grandes cantidades de deuda extranjera, dijo Zsolt Darvas, un investigador sénior de Bruegel, un centro de estudios independiente con sede en Bruselas.

Países como Francia e Italia afrontan problemas de costos laborales, menor consumo, burocracia o falta de innovación.

Aún en economías europeas que están creciendo, millones de familias están limitadas por menores ingresos y deudas altas. En España, el ingreso promedio de los hogares cayó 13% entre 2008 y comienzos del año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística.

Cuando los ingresos bajan, los hogares y las empresas deben dedicar una mayor parte de su dinero a pagar los intereses de préstamos, que no se reducen. El Banco de España reportó que entre 2012 y el año pasado, esos pagos redujeron el ahorro de los hogares a casi cero.

“Es como si llevaras una mochila muy pesada, y conforme pasan los años te vuelves cada vez más flaco y a la mochila cada vez la notas más pesada”, dijo Juan Carlos Ureta, presidente del directorio de Renta 4 Banco SA, un banco español y firma de corretaje.

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La economía española, sumando los sectores privado y público, tiene uno de los mayores niveles de deuda del mundo, casi tres veces la producción económica anual del país. Más de la mitad del pasivo es adeudado a acreedores extranjeros, por lo que el país se vuelve vulnerable a la volatilidad de los mercados financieros internacionales.

Los temores de que la recuperación en toda la zona euro pudiera quedar estancada por un período sostenido de precios decrecientes llevaron al Banco Central Europeo (BCE) a intervenir en marzo, al imprimir dinero para comprar activos como bonos gubernamentales. Los precios al consumidor en el bloque de 19 países habían caído 0,1% en el año previo, incluido un descenso de 0,7% en España.

La política ha reducido la cotización del euro, lo que les da esperanzas a los exportadores europeos e impulsa los ánimos de las empresas. En mayo, los precios al consumidor en la zona euro crecieron a una tasa anual de 0,3%. De todos modos, la mayoría de los economistas dudan de que las medidas puedan elevar la inflación a niveles cercanos a la meta del BCE de casi 2% anual.

Una importante parte de la estrategia para la recuperación de España ha sido impulsar las exportaciones, que ascendieron a casi 33% del PIB a fines del año pasado, frente al 26% del PIB antes de la crisis, aunque entonces la economía era más grande.

Las baldosas, para baños y cocinas, están entre los rubros de mejor desempeño. Las exportaciones crecieron alrededor de 10% anual entre 2011 y 2013, antes de desacelerarse a 3% en 2014.

La industria de baldosas, concentrada en la costa del Mediterráneo, es un microcosmos del auge, la crisis y la recuperación a medias de España.

La región experimentó una burbuja inmobiliaria muy intensa, que alimentó el empleo y los salarios en las industrias relacionadas a la construcción. Empleados de fábricas conducían autos BMW  comprados a crédito.

La crisis después de 2008 golpeó duro a la región. De las 207 fábricas de baldosas, 56 cerraron, según ASCER, un grupo comercial. Se perdieron más de 12.000 empleos, 47% del total. El desempleo en Castellón, que se acercaba al 6% antes de la crisis, llegó a 31% hace dos años. Ahora es de 26%.

Mahiques, un ingeniero industrial, trabaja en el sector desde los años 90. A lo largo de 16 años, su salario creció más de cinco veces. Compró un auto mejor y viajaba a destinos lejanos de vacaciones. En 2007, obtuvo una segunda hipoteca para comprar una casa más grande y vender la que tenía. “Nos dejamos llevar por esa vorágine”, dice el español de 46 años.

Cuando el mercado inmobiliario se derrumbó, vender la casa se volvió imposible. En 2012, Mahiques perdió su empleo. Ahora, es gerente de otra fábrica de baldosas con un sueldo mensual de 2.000 euros frente a los 4.000 que ganaba antes. Salir a comer afuera se volvió una rareza.

“Pasas de una forma de vida cómoda, estable donde te puedes permitir comprar algo de ropa aunque no la necesites, te puedes permitir salir de vez en cuando con la familia….”, señala. “Todo eso desaparece. Los ingresos vienen justos para cubrir los gastos, nada más”.