Van a versar las siguientes líneas sobre política americana, pero no sobre la actual, sino sobre un episodio de la misma, sobre la era de Ronald Reagan.
Quien naciera tal día como este pasado lunes, hace 106 años, fue, además de trigésimo-tercer gobernador del Estado de California, el 40º presidente de los Estados Unidos de América, por el Partido Republicano, entre el año 1981 y el año 1989. También se le considera como una de las personalidades políticas de referencia del liberalismo conservador, junto a la ex Primera Ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher.
A continuación, se hará un análisis de los aspectos más destacados de lo que podemos definir como su “época presidencial”. Asimismo, intercalaré, a lo largo del artículo, algunas citas a destacar del ex presidente estadounidense.
«El liberalismo es el alma y corazón del conservadurismo»
ROL DETERMINANTE EN LA CAÍDA DEL TELÓN DE ACERO
Mientras que el actual Papa, Francisco, cree que los cristianos tienen ideas similares a las de los comunistas, con quienes comparte esa visión e ideología anticapitalista, y el ya ex presidente Barack Obama claudicó ante la tiranía castrista “normalizando relaciones diplomáticas” y poniendo fin a la llamada política de “pies secos, pies mojados” -que suponía una gran oportunidad para aquellos cubanos que escapaban del infierno comunista-, Reagan formó una alianza clave contra el comunismo, junto a Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II.
El gobierno estadounidense impulsó la llamada Iniciativa de Defensa Estratégica, con el fin de proteger al territorio nacional de un hipotético ataque nuclear por parte de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Asimismo, adoptó las siguientes decisiones tácticas:
- Neutralización del control soviético sobre Europa Central y Oriental, además de dar cobertura a grupos anticomunistas.
- Declaración secreta de una guerra económica en la Unión Soviética, siendo el objetivo de ataque una tríada compuesta por elementos como el gas natural, la alta tecnología y los créditos financieros.
- Negativa a coexistir con el sistema soviético aunque tratando de buscar cualquier oportunidad para deshacer la influencia soviética.
Adicionalmente, aparte de otras acciones, en junio de 1987 viajó a Berlín, retando por medio de un discurso en la Puerta de Brandemburgo, al entonces líder soviético Gorbachev, a derribar el Muro de Berlín, que no ha de compararse, en absoluto, con aquellos medios que pretenden garantizar el control y la seguridad fronterizas, ya que no trataba de controlar la inmigración, sino impedir a los residentes de la parte comunista abandonar el territorio. Dos años después, el Muro de Berlín cayó, suponiendo eso un “efecto dominó” que dio lugar al colapso del sistema comunista en las zonas europeas previamente mencionadas.
«Los próximos años serán grandes para nuestro país, para la causa de la libertad y la difusión de la civilización. Occidente no tendrá comunismo; este trascenderá el comunismo. No nos molestaremos en denunciarlo, lo desecharemos como un triste y bizarro capítulo en la historia de la humanidad, cuyas últimas páginas están siendo escritas incluso ahora»
POLÍTICA ECONÓMICA LIBERAL
Aunque no se pueda dotar de un “certificado de pureza liberal o libertaria en materia económica” al ex presidente Reagan, hay que decir que su política tuvo orientación liberal, fiscalmente conservadora. No fue una política socialdemócrata.
Su programa económico, conocido como Reaganomics, consta, tal y como explicó el economista y asesor de gobierno Arthur Laffer, de las siguientes “piedras angulares”:
- Moneda sólida (la inflación disminuyó en un 5’5%)
- Reducción de impuestos
- Menos regulaciones (En comparación con su predecesor Carter y el resto de sus sucesores ya ex presidentes, el máximo alcanzado por Reagan fue uno de los más bajos, con valor de 57.736).
- Libre comercio (se promovió el NAFTA y se redujeron las tasas arancelarias, aunque lamentablemente no se eliminaran).
Ahora bien, también es cierto que, en cuanto a estabilidad presupuestaria, la cosa se descuadra pues, en la medida en la que, con Carter, el déficit no fue superior a los 74 billones de dólares, con el líder conservador, se llegó a alcanzar una cifra deficitaria alrededor de los 200 billones. Eso sí, sin perder el espíritu crítico ni querer incurrir en la actitud de la doble vara de medir al juzgar cuán rigurosos en cuanto a estabilidad presupuestaria han sido nuestros gobernantes, creo que estoy en lo correcto, al menos, moral y éticamente, al justificarlo en la medida en la que el motivo por el que no se recortó sino aumentó el gasto a fin de contribuir al colapso del sistema soviético y de proteger a Estados Unidos de un ataque nuclear. Es más, de acuerdo con Brian Riedl, colaborador de The Heritage Foundation, think-tank conservador estadounidense, “los déficit presupuestarios de los 80 hicieron posible los superávits de los 90”.
«En la presente crisis, el gobierno no es la solución a nuestro problema, el gobierno el problema. No es tanto que los socialistas sean ignorantes, es solo que saben tanto que no es así»
COMPROMISO PROVIDA, RESULTADO DE UNA SABIA RECTIFICACIÓN
Si bien es cierto que, a pesar de la indecisión, llegó a firmar, cuando era gobernador del Estado de California, una proposición de ley para legalizar el aborto en supuestos terapéuticos, llegó a arrepentirse de haber promulgado lo que dio lugar a un millón de abortos.
Todo fue tal que, durante su carrera presidencial, se granjeó el apoyo de las plataformas pro-vida y llegó a prometer una enmienda constitucional que ilegalizara este homicidio de autoría médica salvo cuando la vida de la madre peligrara. También llegó a redactar y publicar, en el año 1983, un ensayo titulado Abortion and the Conscience of the Nation (en español, Aborto y la Conciencia de la Nación). No obstante, Ronald nunca quiso participar en las anuales marchas provida estadounidenses como la celebrada hace unas semanas en Washington, lo cual no deja de ser algo criticable.
«La simple moralidad dicta que, al menos, hasta que alguien pueda probar que el ser humano no está vivo, debemos concederle el beneficio de la duda y asumir que está vivo. Y, por tanto, debe ser tener derecho a la vida, a la libertad y a la persecución de la felicidad»
A DÍA DE HOY, NO HAY UN POTENTE LIDERAZGO LIBERAL-CONSERVADOR
Si bien es cierto que la derecha americana, esa misma que compone el gran equipo del actual presidente estadounidense (Donald Trump), es básicamente defensora de la libertad económica y defensora tanto de la vida como de la familia, la tradición y los valores, no hay ningún líder político norteamericano al que se le pueda caracterizar así.
Lo mismo ocurre en Europa, ya no solo en la parte occidental y en el politburó bruselense (Unión Europea), ya que el Partido Popular Europeo ha sucumbido ante el consenso socialdemócrata-progresista (renunciando a defender unos principios que otros no han traicionado a pesar de ser impostados y de haber ganado los comicios en cuyas campañas los promovieron), sino también en la parte oriental, en la medida en la que, a escala político-partidista, el Primer Ministro de Hungría, Orbán, ha abogado hasta ahora por políticas económicas intervencionistas (aunque el pasado otoño apostó por rebajar el Impuesto de Sociedades al mínimo nivel europeo así como otros tipos impositivos) y, el liberalismo conservador polaco solo representa una parte del partido de derechas del rockero Pawel Kukiz (tercero más votado en las parlamentarias de 2015) y la base del partido de Korwin (con dos escaños en el europarlamento y con menos posibilidades de entrar en el Sejm por culpa de su liderazgo).
Por lo tanto, salvo que surja alguno nuevo, de momento, los únicos con posibilidades, a nivel occidental, un Trump que renuncie a sus tesis proteccionistas (a pesar de que su conservadurismo no resultare de una evolución intelectual) y de un Orbán que haga una enmienda a la totalidad a su política económica intervencionista y siga considerando políticas liberales, fiscalmente conservadoras. Eso sí, algunos hablarán del presidenciable conservador galo François Fillon, pero no solo hay que reconocer su error al no querer apostar por derogar la Ley Veil (esto supondría la penalización del aborto en Francia), sino reconocer que los escándalos de corrupción no solo le alejan de una capacidad de liderazgo que nunca ha tenido, sino que también le complican superar a la nacional-socialista Marine Le Pen y llegar al Elíseo.
En conclusión, no conviene desconsiderar la figura de Reagan, pero seamos conscientes de que hay un riesgo de islamización de Occidente, especialmente en Europa.
Fuente: columna2.com
⇒ Biografía de Ronald Reagan
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