Las Fuerzas Armadas en la República Argentina

septiembre 5, 2023 · Imprimir este artículo

La necesidad de proveer a la defensa común

Por José Manuel Ugarte.

Este título refleja una preocupación que se perpetúa y se acentúa en el tiempo. No es asunto útil para campaña electoral, simplemente porque todos los partidos que han ejercido el poder en Argentina han contribuido a que se haya llegado a la situación actual.

Se inició en 1985 cuando el poder político, que recibiera el poder con un insustentable presupuesto de Defensa de un 4% del PBI., lo redujo al histórico del país, un 2,4%, y encomendó a las Fuerzas Armadas que realizaran su propia reestructuración. Éstas se limitaron a reducir la incorporación de conscriptos y de alumnos y los gastos de funcionamiento (adiestramiento y mantenimiento del material).

Pero ese 2,4% -suficiente, si se reestructuraba- se fue reduciendo durante los gobiernos subsiguientes hasta el 1% del PBI al final de la década, mientras se liquidaba el sector de producción para la defensa que tenía el país.

La reducción presupuestaria se combinó con la falta de reestructuración. Para ejemplificar, recordemos que en 1983, la Fuerza Aérea tenía más de 40 aviones de combate y tenía 39 brigadieres (generales) y 211 comodoros (coroneles), mientras que hoy tiene 39 brigadieres, 463 comodoros y 6 aviones de combate. La existencia de un número desproporcionado de oficiales en algunos grados y Fuerzas se aúna con el bajo presupuesto para que el gasto en defensa comprenda entre 85% y 90% de gasto en personal.

La única incorporación importante de material de los ‘90s fue la compra de 36 antiguos aviones construidos en la década de los ‘70s, modernizados 32 con el radar APG-66 que equipara a las dos primeras versiones del F-16 y aviónica equivalente, los A-4AR Fightinghawk, pero vendidos sin armamento; sólo recibieron años más tarde misiles de corto alcance AIM9L para proteger al Presidente Bush en la IV Cumbre de las Américas (2005).

La importante cantidad y calidad de material bélico con que contaba Argentina en los 80s se fue degradando paulatinamente, con limitado mantenimiento y carencia de modernizaciones. Así, en setiembre de 2015, la Fuerza Aérea comunicó la desprogramación de los aviones Mirage y Dagger que restaban en su inventario, no contándose más con aviones de combate supersónicos. Y a principios de 2016 se comunicó que los últimos aviones de combate que quedaban, los A.4AR, no estaban operativos. Ante la falta de reemplazos, se logró poner en condiciones operativas 2/3 aviones, hasta que un exitoso programa de recuperación logró habilitar 6, esperándose lograr en el futuro contar con 12. No obstante, estos aviones carecen de misiles de alcance medio, bombas guiadas y misiles aire-tierra, capacidades que teóricamente podrían tener, haciendo la antigüedad de los aviones una prolongada permanencia en servicio.

Lectura recomendada:  El ajuste en la Universidad de Buenos Aires

Los 28 aviones IA63 Pampa de distintos tipos con que también se cuenta, son aviones de adiestramiento avanzado y no de combate.

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La Armada, con parte de sus buques no operativos, enfrenta desde hace años la imprescindible necesidad de modernizar sus unidades. Carece de submarinos en condiciones de operar, y la aviación naval, de aviones de combate operativos.El ejército tiene como blindado principal al TAM.

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Hace tres décadas eran los mejores de Sudamérica, pero hoy son obsoletos, sin que hayan recibido -salvo contados vehículos- alguna modernización. Su actualización con apoyo de Elbit Systems, iniciada en 2013 y suspendida entre 2015 y 2019, hasta hoy ha producido únicamente dos prototipos.

Una medida que despertó expectativas fue la creación por iniciativa del entonces diputado Agustín Rossi -apoyada por todos los sectores políticos- del FONDEF, un fondo de afectación específica destinado a financiar el reequipamiento de las Fuerzas Armadas.

Aunque no suficiente, dicho fondo representa una contribución importante a la solución, siempre que sea empleado para solucionar las carencias más importantes en materia de equipamiento.

Hasta el momento, el criterio de inversión ha sido el de priorizar equipamiento que también permita su empleo en apoyo a la comunidad, tales como camiones de tipo militar y civil, ambulancias, y otros automotores, material vial, aviones de transporte de pasajeros, aviones de enlace. Se ha invertido asimismo para la construcción de un buque polar y para construir bases para actividades antárticas. Durante la anterior administración, se priorizó equipamiento útil para la seguridad interior, invirtiéndose en patrulleros oceánicos para evitar la pesca ilegal y aviones de entrenamiento avanzado, cuando se contaba en el país con equipamiento que cumplía ambas funciones.

En cambio, las necesidades fundamentales en materia de equipamiento -submarinos, aviones de combate, tanques, blindados a rueda- permanecen sin atender. Ello implica pilotos y submarinistas con formación incompleta, severas limitaciones para la capacidad de defensa y crecientes riesgos para el país. Otras necesidades de material esperan también atención.

De las elecciones en curso habrá de surgir un nuevo gobierno. Cabe esperar que gobierno y oposición, con sentido de urgencia, adopten las medidas necesarias para la recuperación de la capacidad de defensa del país. Ha quedado demostrado que no es ésta una tarea de sector. Un consenso fundado en la necesidad de proveer a la defensa común debería dar a esta tarea el vigor y la agilidad imprescindibles.

─José Manuel Ugarte es Doctor en Derecho (UBA), Co-redactor de las leyes de Defensa Nacional y de Seguridad Interior.

Fuente: Clarín, 05/09/23


«¿Para qué sirven las Fuerzas Armadas?

Para nada, salvo cuando todo depende de ellas». 

Charles de Gaulle 

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