Lo que los adolescentes necesitan de sus padres

agosto 19, 2016 · Imprimir este artículo

Lo que los adolescentes más necesitan de sus padres

En los años más tormentosos de su desarrollo, los jóvenes necesitan entrenamiento, apoyo, buenos ejemplos y, más que nada, comprensión.

Por Sue Shellenbarger.
Los adolescentes de mayor edad pueden controlar mejor sus emociones y la toma de riesgos, mientras se desarrollan sus habilidades de planificación y estrategia.
Los adolescentes de mayor edad pueden controlar mejor sus emociones y la toma de riesgos, mientras se desarrollan sus habilidades de planificación y estrategia. 

adolescentesNuevas investigaciones ofrecen explicaciones para algunos de estos misterios. Las imágenes cerebrales añaden otro tipo de datos que pueden ayudar a probar hipótesis y corroborar los relatos de los mismo adolescentes sobre comportamiento y emociones. Decenas de estudios han hecho seguimiento al desarrollo de adolescentes por varios años, en lugar de comparar grupos de jóvenes en un solo punto.

La nueva ola de investigaciones hace posible identificar cuatro fases importantes en el desarrollo de habilidades intelectuales, sociales y emocionales que la mayoría de los adolescentes experimenta en ciertas edades. Esta es una guía de los descubrimientos más recientes.

De los 11 a los 12 años

A medida que la pubertad adquiere importancia, los preadolescentes pueden retroceder en algunas habilidades básicas. En esta fase, el aprendizaje espacial y ciertos tipos de razonamiento pueden declinar, muestran los estudios. Las partes del cerebro responsables de la memoria prospectiva, o las que recuerdan lo que se supone que debe hacer en el futuro, todavía están en proceso de maduración. Esta puede ser la razón por la que un adolescente puede parecer desorientado si se le pide que le dé al maestro una nota antes de la escuela.

Capacitar a preadolescentes en habilidades de organización puede ser útil. Los padres pueden ayudar a crear pistas de memoria en las rutinas diarias, como colocar el maletín de gimnasia en la puerta principal, o ayudar a programar recordatorios en un teléfono celular.

En los primeros años de la adolescencia, las habilidades de razonamiento y capacidad de decisión aún no están totalmente desarrolladas.
En los primeros años de la adolescencia, las habilidades de razonamiento y capacidad de decisión aún no están totalmente desarrolladas. 
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Los padres pueden ayudar a fomentar una toma de decisiones sensata, a analizar pros y contras y a tener en cuenta otros puntos de vista. Los niños que a los 10 u 11 años saben tomar decisiones racionales tienden a mostrar menos ansiedad y tristeza, terminar en menos peleas y tener menos problemas con los amigos a los 12 y 13 años, de acuerdo con un estudio de 2014 de 76 participantes publicado en la revista Journal of Behavioral Decision Making.

Al permanecer cálidos y comprensivos, los padres pueden influir en la forma en que se desarrolla el cerebro de su hijo adolescente en esta etapa. Un estudio de 2014 de 188 niños comparó el efecto de las madres que eran cálidas, cariñosas y reaccionaban de forma afirmativa durante los desacuerdos, en comparación con las madres que se enojaban y discutían. Los adolescentes a los 16 años, que a los 12 años tenían madres cariñosas, mostraron cambios cerebrales relacionados con menores tasas de tristeza y ansiedad y un mayor autocontrol, según el estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Melbourne, en Australia.

De los 13 a 14 años

Los padres deben prepararse para lo que es a menudo una etapa tremendamente emocional. Los adolescentes se vuelven sensibles a las opiniones de los compañeros y reaccionan fuertemente a ellos. Sin embargo, las habilidades sociales que necesitan para averiguar lo que sus compañeros realmente piensan no madurarán plenamente durante años, lo que hace de esta una fase confusa y potencialmente miserable.

Casi al mismo tiempo, la respuesta de los adolescentes al estrés se vuelve caótica, lo que provoca más portazos y lágrimas. El impacto del estrés social llega a su punto máximo alrededor de esta etapa. De los adultos con trastornos mentales a menudo causados por el estrés, 50% recibió un diagnóstico antes de los 15 años. Otras investigaciones entre los 11 y los 15 años los jóvenes se vuelven tristes y ansiosos cuando son blancos de exclusión de los grupos sociales, mientras que los adultos no muestran una reacción similar.

Las partes del cerebro más vulnerables al estrés aún están en maduración, así que las estrategias para sobrellevar la situación que los adolescentes usan en esta etapa pueden llegar arraigarse en los circuitos del cerebro como patrones de toda la vida, según una revisión de una investigación publicada en 2016 en Developmental Science Review. Los psicólogos aconsejan enseñar y dar ejemplo de habilidades de relajación, como la meditación, el ejercicio o escuchar música.

Entre los 13 y los 14 años aumenta la susceptibilidad ante el estrés social. La actividad física y la meditación pueden ayudar a manejar esa energía.
Entre los 13 y los 14 años aumenta la susceptibilidad ante el estrés social. La actividad física y la meditación pueden ayudar a manejar esa energía. 
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Ayude a sus hijos en las habilidades de amistad, incluyendo como leer las expresiones y el lenguaje corporal de sus compañeros. Anímelos a escoger a sus amigos con base en intereses compartidos, no en la popularidad, y que rechacen a amigos que no son amables. Enséñeles a reparar amistades después de una pelea con una disculpa, haciendo enmiendas o cediendo en algo.

El apoyo de la familia es un amortiguador para el estrés. Los adolescentes cuyas familias proporcionan compañía, ayudan a resolver problemas y ofrecen apoyo emocional tienen menos probabilidades de deprimirse después de una fuerte exposición al estrés, según un estudio de 2016 de 362 jóvenes israelíes publicado en el Journal of Family Psychology.

De los 15 a los 16 años

El apetito por el riesgo de los adolescentes llega a su punto máximo en esta edad, de acuerdo con un estudio de 2015 con más de 200 participantes entre las edades de 8 a 27 años que hicieron investigadores de la Universidad Leiden en Holanda.

Los receptores de recompensa del cerebro están en pleno auge, lo que amplifica la respuesta de los adolescentes a la dopamina, un neurotransmisor asociado con sentimientos de placer y satisfacción. Esto hace que la búsqueda de emociones fuertes sea más deseable que en cualquier otra etapa de la vida.

Los miedos normales al peligro se suprimen temporalmente durante la adolescencia, un cambio que los científicos creen que tiene sus raíces en una necesidad evolutiva de salir de la casa paterna y explorar nuevos hábitats. Estudios han encontrado que los adolescentes no logran cambiar su apreciación de una situaciones de riesgo, incluso después de haber sido advertidos de que los riesgos son mayores de lo que esperaban.

La capacidad de hacer y mantener buenos amigos es especialmente útil en esta etapa. Los adolescentes con amigos de confianza y con cuyo apoyo cuentan son menos propensos a involucrarse en conductas de riesgo como el hurto, viajar con un conductor peligroso o tener relaciones sexuales sin protección, según un estudio de 2015 de 46 adolescentes dirigido por la doctora Eva Telzer, profesora asistente de psicología de la Universidad de Illinois en Champaign-Urbana. Los adolescentes que a menudo pelean con los amigos cercanos son más propensos a asumir más riesgos.

La búsqueda de situaciones peligrosas nunca será tan irresistible como entre los 15 y los 16 años, una edad a la que florecen en el cerebro los receptores de recompensa.
La búsqueda de situaciones peligrosas nunca será tan irresistible como entre los 15 y los 16 años, una edad a la que florecen en el cerebro los receptores de recompensa. 
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No es demasiado tarde para que padres cálidos y dispuestos a apoyar marquen una diferencia. En una prueba de laboratorio de toma de riesgo, los adolescentes que crecieron más cerca de sus padres a partir de los 15 años mostraron una menor activación de una región del cerebro vinculada a la toma de riesgos y apostaron a menos oportunidades 18 meses más tarde, según un estudio de 2015 de 23 adolescentes publicado en Developmental Cognitive Neuroscience. La cercanía incluía a padres que respetaban, ayudaban a hablar sobre problemas, y no gritaban ni discutían, según el estudio, del que Telzer fue coautora.

De los 17 a los 18 años

Los beneficios de la habilidad del cerebro de los adolescentes de cambiar y desarrollarse son evidentes en esta etapa. Algunos jóvenes muestran aumentos de su coeficiente intelectual. Los adolescentes que ya son inteligentes probablemente ganarán en inteligencia, según un estudio de 2013 de 11.000 pares de gemelos liderado por investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania en University Park, y la Universidad de Colorado en Boulder.

En adolescentes mayores, las partes de la corteza prefrontal responsables de juicio y la toma de decisiones típicamente están lo suficientemente desarrolladas para frenar emociones fuera de control y la toma de riesgo. Las habilidades de función ejecutiva, como la resolución de problemas y la planificación de estrategias, continúan desarrollándose al menos hasta los 20 años, según un estudio de 2015 realizado por investigadores de la Universidad de Sheffield Hallam, Inglaterra.

Las habilidades sociales y regiones del cerebro relacionadas siguen en maduración, según los investigadores, incluyendo a Sarah-Jayne Blakemore, profesora de neurociencia cognitiva del University College de Londres. En esta etapa, los adolescentes son mejores para darse cuenta de cómo se sienten los demás y mostrar empatía. Sin embargo, todavía carecen de la capacidad de descifrar los motivos y las actitudes de las personas en situaciones sociales complejas, como averiguar por qué un amigo puede cambiar de repente el tema de conversación durante una fiesta.

Fuente: The Wall Street Journal, 19/08/16.

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