Los inmigrantes y la economía

diciembre 7, 2014 · Imprimir este artículo

Que el Mediterráneo no sea una tumba de inmigrantes

Por Juan Carlos de Pablo.

En un discurso pronunciado en el Parlamento Europeo, el papa Francisco fue categórico. «No se puede tolerar que el Mediterráneo se convierta en cementerio de inmigrantes», aludiendo a la cantidad de seres humanos que perecen ahogados al intentar huir del norte de África. El pronunciamiento está en línea con la visita que el año pasado realizó a la isla de Lampedusa. ¿Cómo se explica este dramático hecho y qué tendría que ocurrir para que desapareciera?

Al respecto hablé con Alfred James Lotka (1880-1949), quien nació en Lemberg, ciudad actualmente ubicada en Ucrania. Químico de profesión, fue pionero de la teoría matemática de la población. Creó una teoría demográfica de la población estable, como caso particular de una teoría general de la renovación. Desarrolló los conceptos de tasa neta de reproducción y tasa intrínseca de crecimiento natural y propuso una explicación fisicoquímica de la evolución. En la década de 1920 publicó Elementos de biología física, obra que, según Herbert Alexander Simon, anticipó buena parte de lo que Paul Anthony Samuelson desarrolló en su Fundamentos del análisis económico.

-La migración no es nueva.

-Así es. Entre 1830 y 1950 alrededor de 65 millones de personas abandonaron Europa. Cerca de 34% de ellas dejó Gran Bretaña; 19% Italia; 10% Austria-Hungría y otro tanto Alemania; 9% dejó España. El 61% del total migró a Estados Unidos; 12% a Canadá; 10% a Argentina, calcularon Oscar Cornblit, Ezequiel Gallo y Arturo O’Connell. La Argentina recibió a igual cantidad de italianos y españoles, pero esto equivalió a 13% de la migración italiana total, y a 70% de la española, agregó Vicente Vázquez Presedo.

El migrante, ¿huye de lo que sufre o se entusiasma con lo que espera encontrar?

-Lo primero es una realidad, lo segundo, una expectativa. En el caso de la migración de África a Europa, a la luz de los riesgos físicos que corre el migrante, la clave está en la desesperante realidad que experimenta. La mayoría de los migrantes que llegaron a la Argentina hace un siglo sufrieron las incomodidades propias de viajar en clase económica, en un barco de aquel entonces, pero nada que ver con los riesgos asociados con cruzar el mar Mediterráneo, o llegar a Estados Unidos procedente de Cuba.

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-¿Responsabilidad de quién es lo que está sucediendo en el Mediterráneo?

-El Papa habló ante el Parlamento Europeo, pero el primer tirón de orejas lo tienen que recibir las autoridades de los países que expulsan a algunos de sus ciudadanos. África es un continente heterogéneo, dividido en más de 50 países. Algunas de sus fronteras, trazadas en Europa, separaron artificialmente a miembros de algunas tribus, y las rivalidades se dirimen a los tiros. Así como en el plano interno la cuestión de la migración tiene que incluir la mejora de la calidad de vida en las porciones de los países que expulsan gente, en el plano internacional no todo el peso tiene que recaer en las decisiones que se adoptan en los países receptores de migrantes.

John R. Harris y Michael Paul Todaro plantearon una nítida explicación de la migración.

-Lo que hicieron es aplicar principios básicos del análisis económico a un fenómeno específico. Sugieren analizar el proceso migratorio como un «tubo»: por una punta ingresan quienes comienzan a migrar y por la otra salen aquellos que no solamente ya lo hicieron, sino que a través de ayudas estatales, o de otro tipo, lograron «zafar».

-¿Cuál es la consecuencia desgarradora de este enfoque?

-Los citados economistas no son inhumanos, pero su conclusión es que cuando alguien que migró mejora su situación porque el Estado lo ayuda, llama por teléfono a sus familiares y amigos, y les explica cómo funciona el sistema. Según esta perspectiva, la ayuda es contraproducente porque no solamente no vacía el tubo sino que lo agranda. El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, acaba de regularizar, por decreto, la situación de más de cinco millones de indocumentados. Harris y Todaro sugieren que, de esta manera, está promoviendo más migraciones e incubando futuros blanqueos migratorios.

-Don Alfredo, muchas gracias.

Fuente: La Nación, 07/12/14.

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